Viaje al ombligo del mundo

1 julio, 2023

Según los pueblos andinos, desde Cusco parten todos los caminos de la tierra. Los Incas construyeron en este lugar su capital y formaron el imperio más grande de América; que se extiende en lo que llamaron Tahuantinsuyo

Texto y fotos: José Ignacio De Alba

CUSCO, PERÚ.- Los Andes es el quechua. Es 10 mil comunidades organizadas. Es ruinas saqueadas, incomprendidas. Un desfogue de ríos. La morada de campesinos sabios. Los restos de un imperio espléndido. Las montañas más altas de América. Cuatro mil variedades de papas. Minerales que atraen la avaricia desde hace 500 años. Potreros donde vagan pastores milenarios. Es la frialdad de sus glaciares de corazón azul. Mil volcanes dormitando. Valles generosos. Es maíz. Es una fiesta patronal con un trago de chicha. Es la pobreza más desesperada. Una mascada de coca. Un tejido perfecto. Un poncho. Es el ombligo del mundo.

29 de mayo

Día 288.

Después de la Amazonia me he cargado una serie de malestares que se terminan de volver insoportables con la altura de los Andes. Llego a Cusco, a 3 mil 400 metros sobre el nivel del mar, con mal de altura. El debilitamiento y la inapetencia me hacen guardar reposo por varios días.

Aprovecho para escribir. El cuerpo supera el mal de altura produciendo más glóbulos rojos, para compensar la falta de oxígeno. Cuando por fin me repongo, camino en la ciudad. Cusco tiene un magnetismo único, como si la enormidad de sus montañas la hicieran moverse en una órbita diferente.

3 de junio

Día 293.

En estos días son los preparativos de las festividades de Inti Raymi, las celebraciones que hacen los pueblos indígenas al sol. Pero también son las fiestas de Corpus Christi, que este año será el 8 de junio. Distintos barrios acarrean santos en procesiones musicales, que terminan en bailes tradicionales, cohetones y zampados de chicha fermentada.

Cusco conserva su centro como un sitio ceremonial. Como si lo único que hubiese mudado después de 500 años son las piedras. Me fascinan estas expresiones, inercias antiguas y poderosas; inquebrantables a la historia. Como si bajo las túnicas de los santos cristianos hubiera un dios pagano, aun adorado por sus fieles.

6 de junio

Día 296.

La vestimenta de la gente me parece increíblemente refinada, no es accidente. Los pueblos andinos son los primeros pastores de América. Desde hace unos 10 mil años domesticaron a los camélidos sudamericanos. Solo hasta la colonia los europeos trajeron ovejas.

Mientras la mayoría de los pueblos prehispánicos se revestían con toscas fibras vegetales, los andinos hilaban con lanas finas. La alpaca o la vicuña ofrecen una calidad incluso superior a los pelajes de borrego. Eso, sumado al arte logrado en la confección hace de las prendas, aun hoy, verdaderos artículos de lujo.

La experiencia en la conformación textiles es muchísima. Platico con Manuel, un vendedor especialista en telas. El comerciante me explica que los tejidos conforman un importante pilar cultural de los pueblos de la región. De hecho, desde los tiempos prehispánicos las mantas se usaron como lienzos, que contienen códigos, símbolos y memorias de los pueblos.

Manuel dice que gracias “a los hilados los incas lograron llevar la contabilidad del imperio”, que llegó a conglomerar a más de 10 millones de personas. Los administradores utilizaron quipus; cuerdas de colores y nudos para registrar los cálculos matemáticos, referentes a las cosechas o el pago tributos.

“La nobleza y los sacerdotes utilizaban prendas de alpaca o vicuña de primera calidad, las familias principales se distinguían unas de otras gracias a los patrones de bordados”, dice Manuel. Los ponchos y otras prendas fueron utilizadas también en ofrendas y entierros funerarios.  

En estos parajes serranos las mujeres de las comunidades visten con tacones, pollera, chompa, chales, mantas y monteras. Los hombres con ponchos de rigor y chullos. Me parecen los pueblos más elegantes del mundo.   

La elaboración de textiles está muy extendido entre los pueblos andinos. Fotos. José Ignacio De Alba

Los Andes es un mundo de tejidos, la prueba de ello es la comunidad de Quehue. Los vecinos del lugar se reúnen todos los años para hacer un puente colgante, hecho únicamente de tejidos. Los pobladores mantienen el Q’eswachaka con técnicas que tienen más de 600 años, lo que mantiene vigente una ruta que se trazó en los tiempos incaicos.

10 de junio

Día 300.

Me dirijo a Machu Picchu, la “maravilla del mundo” construida por los incas. Este sitio es una de las escalas obligadas del viaje. Decido llegar a través de la Cordillera de Vilcabamba, en una caminata de cinco días y casi 80 kilómetros entre algunos de los paisajes más extraordinarios que he visto. Se conoce como trail Salkantay.

Macchu Picchu fue un punto de acceso del imperio Inca hacia la selva y aunque increíblemente sobrevivió a la conquista, sufrió un sistemático despojo por parte de saqueadores europeos. Este sitio representa bien la historia de los pueblos andinos.

Iniciamos el viaje en Soraypampa, un camino de ascenso hasta la famosa laguna de Humantay. Cientos de turistas suben hasta este punto. El guía recomienda: “de aquí sale la mejor foto”. No puedo evitar pensar que el turismo se ha convertido en una acumulación de encuadres para fotografía. El boom de la cultura gráfica ha popularizado destinos y ha convertido el autorretrato en todo lo que queremos que se diga de nosotros mismos. Nos volvimos egosapiens. Yo elijo mi recuadro y luego continuo mi caminata hasta un refugio que rodea la montaña de Humantay.

Es un ascenso largo. La altura me provoca malestar. Me siento poco desorientado por la falta de oxígeno. El frío pega con dureza. Por suerte llegamos a un refugio bajo dos picos impresionantes; Salkantay y Humantay.

En la noche, las silentes montañas provocan un mutismo casi religioso en todo el valle. Como si estos apu (abuelos) impusieran en la tierra un respetuoso silencio. La transparencia del frío hace visible la vía láctea. 

Subir montañas es mera necedad, todo está hecho para que no estés ahí. Pero la belleza del lugar completa algo del espíritu. Amanecer frente a un pico nevado es una experiencia cercana a la divinidad.

Por la mañana me tomo un litro de té de coca antes de seguir la caminata hacia el Paso Salkantay. La parte más alta del viaje, sobre los 4 mil 600 metros, se hace bordeando la nieve. En la punta de la montaña se aprecian los glaciares. Esas nieves perpetuas que coronaron las montañas en la última glaciación y que sobreviven hasta hoy. Masas de hielo de alma azulada.

Al medio día hay algunos descongelamientos. En el silencio irrumpe el crujido de una avalancha, el sonido se parece al que hacen los volcanes cuando hacen erupción, como si las montañas hablaran el mismo lenguaje.

Vistas de Huamantay y Salkantay. Fotos. José Ignacio De Alba

Buena parte de la economía de Perú depende de la minería en los Andes. Desde los tiempos de la Colonia estas montañas han sido explotadas. Pero con los años los llamados minerales de transición (cobalto, cobre, litio, manganeso, níquel y zinc) han ganado interés.

Según un informe publicado este año, del Centro de Información sobre Empresas y Derechos Humanos, la extracción de minerales de transición “lleva el sello distintivo de los abusos contra los derechos humanos que han caracterizado al sector extractivo tradicional”. Perú lidera la lista de países con más violencia contra defensores de la tierra en este sector.

Seguimos hacia un poblado cercano. En el sendero me encuentro con dos borrachos que van cuesta arriba. Entre tropezones van escalando estos caminos imposibles. La gente de los Andes está hecha de otra cosa. Desde tiempos prehispánicos los pueblos han construido caminos para comunicar distintas comarcas, durante el imperio Inca la red de caminos alcanzó más de treinta mil kilómetros, que sirvieron para atravesar el Tawantinsuyo. Hoy se conservan algunas veredas del Qhapaq Ñan.

12 de junio

Día 302.

En un par de días llegamos a la ceja de selva. Bajamos de las nieves perpetuas hasta tierras cálidas, donde se dan las flores, la miel y el café. Las tierras se convierten en un refugio de aves, donde con suerte se pueden encontrar osos andinos.

Paramos en el mirador de Llactapata, donde unas ruinas incaicas sirvieron de descanso a los viajeros que iban hacia Macchu Picchu. También se piensa que el lugar pudo servir como observatorio astronómico. Esta plataforma tiene una espléndida vista de la cordillera de Vilcabamba.

Desde esta distancia, Macchu Picchu parece una ciudad construida entre nubes. La ciudadela está situada en un promontorio muy elevado. Aún estamos a un día de caminata para llegar.

Este tesoro de Perú sobrevive porque los conquistadores nunca supieron de su existencia, los Incas y pueblos andinos guardaron el secreto de la ciudad imperial. Fue hasta principios del siglo XX cuando el estadounidense Hiram Bingham utilizó información del peruano Agustín Lizárraga para desplegar una expedición científica en el lugar y hacer pública la ubicación de la ciudad perdida de los Incas. Ahora se sabe que Bingham se enriqueció con el saqueo que hizo a Macchu Picchu, además de llevarse piezas a la universidad de Yale, que no han sido devueltas.

Macchu Picchu significa “monte viejo”. Esta excursión andina ha convertido, sin pretenderlo, en una especie de preparación para mi llegada a las ruinas más famosas de Perú. Una caminata solitaria sobre la que trato de imaginar lo que me significa este sitio.

15 de junio

Dia 305.

Después de Machu Pichu viajo hacia el Valle Sagrado, el altiplano utilizado por los Incas para la agricultura, aún cultivado por los pueblos de la región.

Los Andes está habitado, sobre todo, por agricultores. Al Valle Sagrado se desciende por vericuetos liosos hasta un clima templado. Los sembradíos se extienden en vergeles, cultivos variados y extensos. Se trata de un gran valle amurallado por cumbres nevadas.

Estos fueron los graneros del imperio. Buena parte de los alimentos que se consumieron en muchas comarcas salieron de estas tierras. Lo sorprendente no es la fertilidad, sino la técnica de sus agricultores. Los Incas trabajaron en una sofisticada organización que les permitió expandir las fronteras agrícolas. Visito el sitio arqueológico de Moray, un laboratorio de plantas construido en tiempos prehispánicos.

Son grandes terrazas cónicas que descienden en círculos concéntricos. Los incas utilizaron tecnología hidráulica para irrigar las plantaciones de cada nivel. Se sabe que aquí estudiaron vegetales y aclimataron plantas tropicales para que pudieran producir en las alturas de los Andes.

También hicieron ciencia en la conservación de alimentos, a lo largo de los caminos que unen al Tahuantinsuyo se hicieron “colcas” (graneros), en las partes altas de las montañas para aprovechar las corrientes de aires frías y mantener los alimentos por meses.  

Pero lo más increíble es la organización agraria. Desde tiempos prehispánicos los pueblos andinos se han servido de un engranaje social que ha logrado verdaderos estados de bienestar. Parte de esto se mantiene vivo.

18 de junio

Dia 308.

En Cusco conozco a María Cordero, quien vive obsesionada con las papas. En realidad, se dedica a la investigación sobre redes campesinas y la conservación de papas nativas en Perú, ella es maestrante de desarrollo rural en la Universidad Humboldt de Berlín, pero realizó trabajo de campo en Paucartambo, la región donde se domesticó la papa hace unos ocho mil años. Este tubérculo provee seguridad alimentaria en regiones frías y con altimetrías desfavorables para otras especies.

María me explica que “la agrobiodiversidad se logra mantener gracias a las dinámicas sociales de las comunidades; gracias al trueque de semillas, el intercambio de trabajo y la rotación de tierras”.

Los Incas lograron una de las primeras formas de seguridad social que se conozcan en la historia, se sabe que los sobrantes de los cultivos eran depositados en los ayllu (un tipo de alhóndiga), pertenecientes al Estado. Ahí se guardaban cosechas para evitar hambrunas entre los pobladores, pero también para repartir entre ancianos, huérfanos y viudas. En Europa la seguridad social llegaría cuatrocientos años después

María Cordero dice que los modelos organizativos de los pueblos andinos son increíblemente adaptables. Lejos de los Incas las comunidades de hoy inventan nuevas maneras para mantenerse vivas y, claro, preservar las papas: “ante tantas presiones los pueblos han creado nuevos espacios de resistencia, a través de ferias y mercados locales”.

Como los antiguos acueductos construidos en Valle Sagrado, que aún conducen agua de las montañas nevadas.

Los pueblos andinos mantienen estructuras sociales vanguardistas.

*El 15 de agosto de 2022, José Ignacio De Alba emprendió un camino de miles de kilómetros en busca de las historias de una América latina inexplorada: la de sus márgenes y sus periferias. El viaje arrancó en Belice, nuestro pequeño y extraño vecino del sur. El objetivo es llegar a Ushuaia, la ciudad más austral del continente, a través de veredas y rutas olvidadas, donde se pueda contar la vida cotidiana de la gente común. En este espacio iremos publicando las historias que irá encontrando…

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Cronista interesado en la historia y autor de la columna Cartohistoria que se publica en Pie de Página, medio del que es reportero fundador. Desde 2014 ha recorrido el país para contar historias de desigualdad, despojo y sobre víctimas de la violencia derivada del conflicto armado interno. Integrante de los equipos ganadores del Premio Nacional Rostros de la Discriminación (2016); Premio Gabriel García Márquez (2017); y el Premio Nacional de Periodismo (2019).