Colombia es tierra de juglares, músicos y bailarines. No hay otro país en América que venere tanto a la música, ni que la oponga en resistencia al dolor y la guerra. Aquí, el cencerro, la maraca, los timbales y la conga sintonizan la balada feliz de una nación que rehuye a la tragedia que la persigue
Texto y fotos: José Ignacio De Alba
CALI, COLOMBIA.- Desde la primera vez que visité Colombia me sobrecogió su derroche festivo. Llegar a este país de bailadores es intimidante para la gente que no sabe bailar, como yo.
En este viaje llevo mi arritmia y mis patas de palo a la capital mundial de la salsa: Cali. Hace menos de dos años, esta ciudad fue protagonista de una de las represiones estatales más duras de este siglo en Sudamérica: la respuesta del gobierno del expresidente Iván Duque al Paro de 2021, que no sólo echó atrás su reforma tributarias, sino que terminó por derrumbar a la oligarquía que mantuvo el poder en Colombia durante los dos siglos de vida independiente.
Regreso a Colombia, después de estar un mes en Ecuador, en esta viaje al Ushuaia que ha tomado un camino de zigzag. Son los días previos al Paro Nacional que han convocado las élites contra otra reforma tributaria, la del presidente Gustavo Petro, que va en el sentido contrario de la de hace dos años; días complejos para el primer gobierno popular que ha tenido este país marcado por la guerra.
Nada de eso parece importar en las noches de baile en Cali. Pero sí importa: porque en Colombia, el baile también es resistencia.
Día 169.
Esta es la tercera ciudad más grande de Colombia, pero su ubicación geográfica la convierte en un receptáculo de los ritmos del Pacífico. La costa se encuentra a solo 100 kilómetros de distancia. A esta capital del Departamento Valle de Cauca llegan los costeños atraídos por oportunidades de trabajo, pero traen en la maleta instrumentos y en la memoria bailes. La música es la rebeldía al desarraigo.
En Cali, los músicos se vuelven próceres. Una de las plazas más importantes de la ciudad está dedicada a Jairo Varela, compositor fenomenal y fundador de Grupo Niche, quizá la agrupación salsera más importante del mundo (Eres el beso en las mañanas despertándome / Susurrando al oido: Está listo el cafe). El templo de Jairo Varela, se distingue por un conjunto de trompetas gigantes. El lugar honra a su ídolo cuando la plazoleta se vuelve pista de baile, noches sin fin al son de gotas de lluvia.
En este lugar, dicen, las suelas pican.
Día 171.
Llego mal preparado, con botas de campismo, más aptas para subir cerros que para brillar en una pista de baile. En la primera clase de salsa me descalzo y me arriesgo. (Le tengo miedo al mar, pero navego […] no soy el sol que quema, pero caliento).
No tengo patas de palo, más bien descubro que son un par de mangueras que se anudan sin remedio en los pasos básicos. La primera clase, entre primerizos, quedo rezagado en piruetas. Un tronco muerto, traspiés en los cambios, velocidad en las pausas, intervalos quebrados, balance sin ritmo, dos manos izquierdas, codazos accidentales, parejas desencantadas, reclamos en vez de música. El punto crítico: “José, estás dando vueltas volteadas”. Sudo en el espeso clima de humedad. Larga noche de frustraciones.
Día 172.
Una extranjera que evidentemente no atestiguó mi primera clase de baile me explica que los latinoamericanos bailamos muy bien y que “llevamos la música en la sangre”. No quiero responder ni bailar frente a ella. Hay estereotipos que importan.
Hubiera abandonado las clases de baile si no hubiera encontrado una pareja que bailara igual de mal que yo. Nos encontramos como si nos estuviéramos esperando. La siguiente imagen ayuda a entender cómo se tendieron puentes: Un día bajamos una larga escalera y los dos tropezamos, cada uno por su lado. Suficiente muestra de torpeza para acabar juntos en un país de bailarines.
Las clases se volvieron divertidas. Por las noches, cuando no logramos seguir el ritmo acabamos bebiendo cerveza. (Y no podría decirle otra cosa, si la veo, que la extraño).
Día 177.
—¿Por qué Colombia tiene una conexión tan intensa con la música?
La pregunta se la llevo a Alejandro Ulloa, un erudito del tema que ha escrito libros y es maestro en la Universidad del Valle.
—La riqueza musical de Colombia está relacionada con una herencia histórica, social, cultural, que viene de tres grandes matrices: la matriz europea, sobre todo por la vía de España; la matriz africana, teniendo en cuenta que en Colombia hubo esclavitud; y la matriz indígena, que es quizá la menos fuerte de las tres—, explica el salsólogo.
Pero esas tres combinaciones cambian su influencia dentro del territorio colombiano. Por ejemplo, en la costa Caribe predominan instrumentos indígenas, con música de origen negro: se produce la gaita, la cumbia, el porro, el mapalé. Por su lado, en el Vallenato prevalecen elementos indígenas, pero echan mano de instrumentos europeos, como el acordeón traído a Colombia por contrabandistas desde Alemania.
La música es una amalgama sin purezas: en el Pacífico pesa más las herencias africana y española. Hacia los Llanos Orientales lo hispano e indígena. Las fronteras melódicas son fluidas, una mezcla viva. Los ritmos derivan en nuevos géneros y complejos. La música es el catalizador de la diversidad.
El maestro define la salsa como una “mezcla de mezclas”, tan diversa que rompe la producción por género. Es una yuxtaposición de figuras rítmicas, de movimientos melódicos, de estructuras armónicas y hasta variaciones en sus cantos. La definen los vientos metálicos, el protagonismo de sus trombones al ritmo de música cubana o hasta el jazz. Tiene la estructura de la clave, entre el son y la rumba. Un poco danzón, un poco guaracha, algo de guaguancó, mambo y chachachá.
Ulloa estudia una pieza de salsa con la misma minucia que un arqueólogo excava capas históricas hasta revelar el significado de una vasija. De Son cepillado con minue, por ejemplo, explica:
—Esta canción empieza como una contradanza francesa, traída por los franceses a Haití y llevada por los haitianos a Cuba y por los ingleses en el siglo XVIII. Entonces, al mismo tiempo esa canción, ese fragmento que remite a esa contradanza está remitiendo al siglo XIX y luego te hace un corte y te introduce a un tres con un sonido típico cubano de los años 30 y luego te mente un trombón y unas trompetas de los años 70, hasta desarrollar un sonido más contemporáneo. En cada sección y fraseo hay referencias a distintas temporalidades históricas.
La música nos delata, somos por definición mixtión. La salsa nació en los 70 de la mano de la diáspora caribeña en Nueva York. En un periodo de renovación, de nuevos comienzos, cuando las normas fueron cuestionadas por una generación que se hizo notar. La lucha por los derechos civiles, el feminismo, la revolución sexual. Amor y paz. Un mundo expectante de la Revolución Cubana, la Unión Soviética, Vietnam, el mayo francés, 1968. Todo estaba impregnado con eso nuevo, una cultura juvenil que tomó las universidades, la literatura, la moda, las drogas, la televisión, la música. En la misma década nacieron el rock, el bossanova y la salsa.
Le pregunto a Ulloa si considera que la salsa forma parte de un movimiento de contracultura
—En cierto modo, aunque no lo fue de manera explícita. Pero se fue dando a través de la letra se narraban otras historias, de la vida cotidiana, del barrio. Se contaban otras historias que no eran anglosajonas, se reivindicaban otros valores como la condición étnica del negro, de la negra. Se denunciaban los azotes de la esclavitud, se invocaba a la paz frente a la guerra de Vietnam. Se reivindicaba un sentido de justicia, aunque también se agenciaban ciertas formas de violencia, sobre todo de violencia patriarcal contra las mujeres.
La salsa se trasplantó a Colombia, a través de músicos como Ricardo Ray y Bobby Cruz, peroestos ritmos fueron rechazados por las clases medias y altas porque los asociaron con la negramenta, con el populacho. De a poco, el barrio, la salsa y el baile se convirtieron en los pilares de la sociedad caleña. De alguna forma la salsa es un murmullo de rebeldía, como escribió el novelista Andrés Saicedo en ¡Que viva la música!: estos ritmos se insubordinan a “sufrir me tocó esta vida” y, en cambio, propone un “agúzate, que te están velando”.
—Me impresiona ese desdoble que tiene Colombia, una resistencia a su historia de violencia.
—Yo creo que también la música es una especie de catarsis por todo ese dolor provocado por la violencia y llevarlo al baile. El baile de la salsa es un ejercicio de libertad, el cuerpo se libera, se arrebata, se suelta.
—En México tenemos también una historia que ha sido muy violenta, pero nos ahogamos en penas. ¿Por qué Colombia logra liberarse de ese estado de ánimo?
—Yo creo que pesa mucho la herencia africana, el tambor, la sensibilidad del negro. A pesar de que, si alguien tiene motivos para haber sido melancólico y doloroso, por la esclavitud, es el negro. Pero siempre existió la voluntad de resistir a la esclavitud a través del tambor y el lenguaje de los tambores.
Día 180.
En Cali pasa algo que yo no he visto en ningún otro sitio: algunos días a la semana hay calles que son convertidas en pistas de baile; se cierra el tránsito de vehículos y la gente sale a bailar, como si solo de eso se tratara la vida.
Hay bocinas que instala algún vecino o expendedor de cerveza, pero ni siquiera una sola música logra imponerse. Otros pobladores y participantes asisten a la verbena cargados de instrumentos y bocinas. Cualquiera agarra un cencerro y hace eco de la fiesta popular. Me parece que, si la democracia pudiera representarse en algo, sería estas calles del centro de Cali tomadas para bailar.
Aquí se baila entre humaredas olorosas de chorizos y empanadas, la cerveza corre de boca en boca, el aguardiente dulzón ayuda a liberar los cuerpos. Todo pierde sentido de pertenencia, los ladronzuelos astutos, robando celulares y parejas de baile. La música libera su energía, la magia del caos.
El zapateo eufónico, la danza elegante que se convierte en explosividad romántica. Las zapatillas que no paran de moverse, las piruetas y lances, el cortejo que se persigue en la destreza de pases. La sintonía de cuerpos, las sonrisas que se insinúan.
Pero estas calles tomadas son algo nuevo, una respuesta espontánea de rebeldía. Surgieron desde el Paro Nacional de 2019, y luego el de 2021, cuando el gobierno de Iván Duque endureció medidas económicas y sociales contra la población. En tiempos de covid la gente salió a reclamar a las calles. En Cali, la gente protestó por las tardes y en las noches organizó verbenas. Con una represión policial insospechada, casi un centenar de personas fueron asesinadas en las protestas; decenas de jóvenes fueron mutilados. El descontento impulsó el triunfo de Gustavo Petro.
Pero los caleños siguen arrebatando las calles por las noches, para bailar y sugerir rebeldía. En una pared de Cali encuentro una graffiti de las protestas, con una frase que pregona el grupo salsero El Gran Combo: “Sin salsa no hay paraíso”.
Me cuentan que los pasos de baile de salsa son cortos porque heredaron las danzas de los esclavos, que solo podían moverse con libertad en el espacio entre grilletes. Aun entre cadenas se puede bailar.
*El 15 de agosto de 2022, José Ignacio De Alba emprendió un camino de miles de kilómetros en busca de las historias de una América latina inexplorada: la de sus márgenes y sus periferias. El viaje arrancó en Belice, nuestro pequeño y extraño vecino del sur. El objetivo es llegar a Ushuaia, la ciudad más austral del continente, a través de veredas y rutas olvidadas, donde se pueda contar la vida cotidiana de la gente común. En este espacio iremos publicando las historias que irá encontrando…
Con Guatemala, nuestro otro país fronterizo hay bastantes parecidos. Belice, en cambio, es un país que se siente como isla, a pesar de estar atado al continente….
Por José Ignacio De Alba
Guatemala: un paraíso que no es igual para todos
La generosidad de la gente en esta zona, de la que solo sabemos por las tragedias, es abrumadora. Los turistas, en cambio, provocan aversión. Vienen a que les sirvan en inglés, a viajar sin el esfuerzo de entender. Me confunden con gringo y niego al imperio en todas sus formas…
Por José Ignacio De Alba
Los pescadores quiché perdieron pangas, redes y libertad por defender el lago del cual han vivido durante generaciones. Su resistencia se enlaza con la de los negros Garífuna de Guatemala, que han decidido relatar una historia alterna a la de ser esclavos
Por José Ignacio De Alba
24 horas en Honduras: un retrato de la desigualdad
Unas cuantas horas en Honduras bastan para mirar lo disminuido que está el régimen de derechos en Centroamérica. Las revisiones en este país expulsor de migrantes son un atisbo de lo que viene (El Salvador y Nicaragua). Por error llego a la ciudad más peligrosa del continente…
Por José Ignacio De Alba
Esta es la crónica del ascenso a uno de los volcanes más activos del mundo, al que sus pobladores tienen como un prodigio por regalar tierras fecundas, mientras los turistas temen a su iracundo estallido…
Por José Ignacio De Alba
Centroamérica: las fronteras del abandono
El Triángulo norte de Centroamérica –Guatemala, Honduras y El Salvador- es una zona fragmentada, con una historia hermana. Un lugar donde la marginación y la desigualdad conviven como en tiempos coloniales
Por José Ignacio De Alba
Costa Rica: Un país que cambió las armas por los chapulines agrícolas
Como una premonición Cristóbal Colón nombró este lugar como Costa Rica. A este pequeño país le llaman la Suiza de Centroamérica. ¿Cuál es su secreto?
Por José Ignacio De Alba
Los pueblos indígenas representan 2 por ciento de la población de Costa Rica. Durante años, sus territorios se mantuvieron ignorados. Pero con el desarrollo exacerbado. estas zonas se encuentran en la mira de capitales privados. Este es un camino que hace cada semana un maestro para llegar con los Cabécares
Por José Ignacio De Alba
Panamá: el imperio afincado en una distopía
Panamá es el centro bancario más grande del mundo, después de Suiza. Un paraíso fiscal, diseñado para esconder fortunas y un país hecho a la medida de los intereses de Estados Unidos
Por José Ignacio De Alba
Un viaje al centro de Abya Yala
Unas 30 mil personas viven en 35 de las 365 islas del archipiélago de Guna Yala, el territorio de un pueblo montañero de la selva del Darién que hace más de un siglo llegó al Caribe panameño huyendo de enfermedades y terratenientes. En su lengua, Abya Yala es la forma de nombrar América y otros pueblos del continente han reconocido esa autonominación. Paradójicamente, se considera que será el primer pueblo indígena desplazado por el aumento del nivel del mar debido al calentamiento global. Esta es la crónica de un viaje a esa tierra
Por José Ignacio De Alba
Colombia: Los guardianes de la Sierra Nevada
La Sierra de Santa Marta, una de las regiones más biodiversas de Colombia, es resguardada por cuatro pueblos indígenas que han logrado conservar su cultura y sus sitios sagrados a pesar de las amenazas que representan la coca, la minería y el turismo
Por José Ignacio De Alba
El campo y la ciudad son modelados por el acaparamiento. La gente habita espacios, pero su derecho a construir futuro (autodeterminación) está roto. La batalla por los recursos no sólo está en el mundo rural. ¿Por qué los latinoamericanos, casi como ninguna región, nos movemos a las metrópolis?
Por José Ignacio De Alba
Ecuador: un país de latitudes y cumbres
En Ecuador pasa una línea imaginaria: la línea de la mitad del mundo. Es el punto medio entre el norte y el sur de la tierra. Un país que cabe en el estado de Chihuahua es, además, una escalada de la geografía: Los Andes se desprenden escabrosos hasta llegar al Chimborazo, el punto del planeta más cercano al sol
Por José Ignacio De Alba
Las Galápagos, un viaje al pasado de la tierra
Este es un laboratorio viviente. Uno de los sitios más excepcionales del mundo, donde la vida prevalece en sus formas singulares. Pero también es un recordatorio sobre la fragilidad y la destrucción provocada por el progreso desmedido
Por José Ignacio De Alba
Llegar a Colombia implica sumergirse en un mundo de melodías. No hay otro país en América que venere tanto a la música. Colombia está definida por sus composiciones, una patria de juglares, músicos y bailarines. El cencerro, la maraca, los timbales y la conga sintonizan la balada feliz de una patria que rehúye a la tragedia que la persigue
Por José Ignacio De Alba
Barranquilla y Joselito Carnaval
El Carnaval Barranquilla, el más importante de Colombia, no es cosa menor. La gran fiesta congrega a millones en una euforia explosiva de cantos, bailes y disfraces que componen al país más festivo de Latinoamérica.
Por José Ignacio De Alba
Una piedra en el zapato llamada Venezuela
Venezuela parece destinada a la inmortalidad. Un país-leyenda, que siempre ha encarnado gestas heroicas. Hoy también, es un país quebrado. Una nación demonizada, que ha pagado duramente la afrenta de buscar revivir el sueño socialista
Por José Ignacio De Alba
Venezuela convirtió los viajes en autobuses en una enorme aventura. En un con la infraestructura carretera abandonada, los pasajeros se convierten en camaradas, los choferes se vuelven mecánicos, y el camino, un anecdotario de descomposturas, vacas muertas y retenes
Por José Ignacio De Alba
Uno y mil ríos: un recorrido por el Amazonas
América Latina tiene la selva tropical y la región con más especies de seres vivos en el mundo. Nueve países comparten este corazón verde, atravesado por la línea ecuatorial. Después de cientos de años de ganadería y explotación, la Amazonia se conserva inasible, indómita, inabarcable
Por José Ignacio De Alba
Perú, el occidente extremo de Sudamérica
México y Perú guardan muchos parecidos. Desde sus florecientes pueblos prehispánicos, hasta el proceso de colonización. Incluso la comida. ¿De dónde proviene el maíz? Ambos países se agencian la domesticación del grano y ni siquiera los genetistas han encontrado la respuesta definitiva
Por José Ignacio De Alba
Según los pueblos andinos, desde Cusco parten todos los caminos de la tierra. Los Incas construyeron en este lugar su capital y formaron el imperio más grande de América; que se extiende en lo que llamaron Tahuantinsuyo
Por José Ignacio De Alba
Bolivia; sin miedo a la claustrofobia
La geografía pude aislar en extremo, también las líneas limítrofes. Bolivia se localiza en la recóndita zona andina, pero está encerrado entre países que le negaron una salida al mar. Esta incomunicación engendró un país tan original que cuesta trabajo descifrarlo
Por José Ignacio De Alba
Seis mil 88 metros. La cumbre del Huayna Potosí
Esta es una crónica sobre el ascenso a una de las montañas más altas de Bolivia. Un viaje a la Cordillera Real andina y su centenar de picos nevados. Un camino arduo sobre el techo del mundo, que de pronto adquiere los rasgos de un infierno glacial
Por José Ignacio De Alba
Bolivia y la maldición de los minerales
Esta es una crónica sobre el ascenso a una de las montañas más altas de Bolivia. Un viaje a la Cordillera Real andina y su centenar de picos nevados. Un camino arduo sobre el techo del mundo, que de pronto adquiere los rasgos de un infierno glacial
Por José Ignacio De Alba
Chile. Besar la cicatriz para sanar
Se cumplen 50 años de varias dictaduras sudamericanas. El continente también fue escenario de la Guerra Fría, cuando las fronteras geográficas se convirtieron en barreras ideológicas. En Chile, camino por un país aún herido por el golpe militar
Por José Ignacio De Alba
Argentina: un quilombo de país
En el país más grande de Hispanoamérica conviven la euforia de haber ganado la Copa del Mundo y la zozobra de una economía en bancarrota. En tiempos tan contrariados la gente se tienta por salidas desesperadas; un chiflado encabeza las preferencias para ganar las elecciones
Por José Ignacio De Alba
Después de un año y dos meses acaba el viaje. Llego a Ushuaia, la ciudad más austral del mundo, después de recorrer el interior de Argentina por la legendaria carretera 40. Una ruta que bordea los Andes y sus pueblos; pequeños mundos aparte. El paisaje transita por humeantes montañas. Esto que llamamos América también es una necedad
Por José Ignacio De Alba
Epílogo de un viaje de 14 meses y 18 mil kilómetros
Antes de volver a México, después de recorrer 18 mil kilómetros hacia el sur, paso unos días en Sao Paulo. La ciudad más grande de Brasil es un buen sitio para reflexionar sobre algunos aprendizajes sobre el recorrido de más de un año por Latinoamérica
Por José Ignacio De Alba
“Al periodismo mexicano le hace falta quitarse complejos”
A unas horas de iniciar un camino de miles de kilómetros hasta La Patagonia, en busca de historias periféricas de América Latina, José Ignacio De Alba, uno de los fundadores de Pie de Página, habla de los retos que enfrenta la generación de periodistas que nació con la revolución digital
Por Daniela Pastrana
Cronista interesado en la historia y autor de la columna Cartohistoria que se publica en Pie de Página, medio del que es reportero fundador. Desde 2014 ha recorrido el país para contar historias de desigualdad, despojo y sobre víctimas de la violencia derivada del conflicto armado interno. Integrante de los equipos ganadores del Premio Nacional Rostros de la Discriminación (2016); Premio Gabriel García Márquez (2017); y el Premio Nacional de Periodismo (2019).
Ayúdanos a sostener un periodismo ético y responsable, que sirva para construir mejores sociedades. Patrocina una historia y forma parte de nuestra comunidad.
Dona