Hay lugares sagrados, de siembra, de rituales, de sanación del pueblo Guarijío que quedarán inundados por la Presa Los Pilares. Sin consulta y sin respetar amparos, las autoridades comenzaron su operación y ya está bajo el agua la comunidad de Chorijoa
En el centro de un paisaje vertebrado, tupido de cactáceas que te obligan a mirar el cielo, de árboles frutales frondosos, húmedo, de persistente tierra enmarronada, hay piedras enormes que forman pilas colosales. Me hacen pensar: ¿cómo se sostienen? Las veo a lo lejos, detrás del horizonte enflorecido. Son por lo menos 12 pilares, piedra sobre piedra. Huele al río que corre. El lugar de los ancestros guarijíos, de acuerdo con su historia oral.
Este espacio mitológico fundacional del pueblo Guarijío es el lugar de la selva seca donde impusieron una presa. Hace 10 años inició su construcción sobre el río Mayo, a la altura de estos pilares. La nombraron “Presa Bicentenario”. Nunca les consultaron si la necesitaban, si la querían, tampoco les informaron los impactos que hoy ya viven.
Ya está inundada la comunidad de Chorijoa, del Ejido Guarijíos-Burapaco. Aquí se encuentra La Toma de Agua, un espacio así conocido por los habitantes de esta sierra selvática. Ahí están sus tierras para la siembra, hay árboles frutales y medicinales. Además de la pesca como base de su alimentación. También en este lugar, ahora cerrado e inundado por la presa, están las aguas termales, calientes, nacientes de la tierra, donde iban a curarse todo tipo de dolencias. Parece que lo han perdido.
Van siete días desde que comenzó a subir el nivel del agua. Las personas guarijías aseguran que desconocen hasta dónde puede subir. Se siente la angustia y la desesperación al hablar con ellas. Insisten en que inicia la temporada de lluvias. Insisten en que, como defensores de la tierra, no han recibido nada del gobierno ni vendieron sus tierras.
En el ejido Guarijíos-Burapaco está el corazón de la organización del pueblo: La Mesa Colorada. Es el epicentro de su cosmoexistencia, punto de reunión asamblearia de los tres ejidos Guarijíos, punto ritual de las danzas de pascola y de tuguri. Ahora está aislado pues el agua escondió los caminos. La Conasupo dejó de llegar. De por sí con la pandemia de covid 19 ya nada subía.
La pandemia puso el contexto para que la Comisión Estatal del Agua de Sonora, con total impunidad, iniciara la inundación del embalse de la presa ahora llamada Los Pilares. “Transgresión al Sistema de Justicia mexicano y sentencia de muerte para la tribu guarijía”, denunció la Red de académicos y activistas Kawueruma.
Pienso que tal vez nunca vuelva a ver esos árboles blancos en la selvática sierra cactácea. Árboles blancos, solitarios, de flores blancas, diminutas, llamativas. Palo Santo. Wilfrido me cuenta, mientras viajamos en la parte de atrás de una camioneta de carga, que la florecita es comida para el venado y se alegra cuando la come, porque le gusta sentirse liviano. Recorremos los caminos de terracería desde San Bernardo rumbo al epicentro: Mesa Colorada.
El ribereño pueblo Guarijío realizó una cálida asamblea para recibir a María de Jesús Patricio Martínez en La Mesa Colorada. Ella recorrió entre 2017 y 2018 los pueblos indígenas afectados por megaproyectos que participan en el Congreso Nacional Indígena (CNI). Tuve la oportunidad de documentar cómo ella y nueve integrantes del Concejo Indígena de Gobierno (CIG) atravesaron el río Mayo en una combi sin titubear. Para llegar, me tocó viajar con Wilfrido, guarijío de San Bernardo que me explica las bellezas de su lengua, de su historia y de la naturaleza que vemos mientras atravesamos las verdosas vértebras.
El Guarijío fue el último pueblo indígena registrado como existente, esto en 1976. Hasta 1982 logró el reconocimiento legal de su existencia en 3 ejidos, Guarijíos-Burapaco, Guajaray y Guarijíos-Los Conejos. Todos asentados a lo largo del río Mayo. Hay otro territorio Guarijío en un ejido que no es de ellos, pero son avecindados: San Bernardo. Ahí conformaron las colonias Macurahui y Los Jacales en esos años, donde les compraron terrenos a muchas familias.
Los directamente afectados por el impuesto megaproyecto de presa son los habitantes del ejido Guarijíos-Burapaco, donde está La Mesa Colorada y quienes habitan el ejido más urbanizado, la entrada a las comunidades de la sierra: San Bernardo (y las colonias Macurahui y Los Jacales).
En aquella asamblea con Marichuy, la vocera del CIG, habitantes guarijíos denunciaron, primero, que no les consultaron sobre el proyecto (amparo que está a su favor). Que es una amenaza contra sus lugares sagrados, de rituales, de siembra, de sanación.
Evidenciaron cómo el gobiernos estatal y la constructora del sur de Sonora indujeron la división de su pueblo para imponer la presa, iniciando por los gobernadores tradicionales de los ejidos que no son afectados directamente por la presa. Los compraron, los emborracharon para que firmaran papeles, pagaron millones para que dieran su aceptación al megaproyecto. Les llaman los preseros.
Y después, las amenazas de muerte a quienes no aceptaban sobornos. Lo peor: por defender la tierra les han negado apoyos federales y acceso al agua potable en sus colonias.
Hay poderosos intereses sobre esta abundante agua del río Mayo. La agroindustria del Distrito de Riego 38 es el primero. Ellos se benefician de este río en la cuenca baja que tiene desembocadura al mar. Buscaron presionar para tener acceso privilegiado al agua de la presa.
De acuerdo con investigadores nacionales e internacionales, estas son montañas de plata. El municipio de Álamos, a lo largo del río Mayo, tiene varias concesiones mineras, la mayoría otorgadas entre 2008 y 2014.
Álamos tiene una abundante industria minera de explotación de cobre. Varias investigaciones dan cuenta de cómo el desplazamiento de una población mayo por la presa acabó con el tejido cultural y social de una comunidad. La lengua se dejó de enseñar. Lo perdieron todo, la tierra, la cosmoexistencia.
En la asamblea con Marichuy en La Mesa Colorada, el delegado de la Tribu Yaqui alertó al pueblo guarijío sobre la presa que impusieron en el Río Yaqui:
“Vemos que es una injusticia. Agua sí hay. El agua termina donde están las industrias. No quieren el agua para la gente, para los pobres. La llevan a Hermosillo para venderla a las empresas. Lázaro Cárdenas nos dio un decreto en 1940. Dice que el 50% del agua de la presa la Angostura, ahora presa Lázaro Cárdenas, iba a ser para los yaquis y nunca nos han entregado esa agua. Y ahora menos, porque se la llevan antes de que llegue al Yaqui. Cuando vemos esta injusticia no podemos quedarnos callados por lo que viven. (…) Se lo llevaron todo. Así nos tienen (a los pueblos indígenas). Peléandonos por un centavo que no vale nada. Y mientras, ellos se están llevando nuestra agua, están invadiendo nuestras tierras, están saqueando nuestros conocimientos, porque ya hasta la medicina tradicional se están llevando.”.
Nunca sube nadie a Mesa Colorada, pero en aquella ocasión con Marichuy, vigilaron la reunión elementos de la Agencia Ministerial de Investigación Criminal.
Para esa asamblea, las mujeres vistieron de gala con vestidos florales multicolores que las hacían resaltar. Recibieron a Marichuy con su propia lengua, muy parecida al rarámuri. Las risas y juegos de las niñas y niños presentes fueron el acompañamiento de los dolores. Me permitieron retratarlas.
Julia Romero es hija del gobernador tradicional de la colonia Macurahui, el respetado don José Romero. Es reconocida por su voz firme cuestionando a las autoridades estatales. También por trabajar junto con las mujeres guarijías. A su papá lo han intentado sobornar y lo han amenazado en estos 10 años de organizar la defensa de la tierra contra la presa. Hablamos por teléfono. Escucho su nerviosismo.
Don José tuvo que lidiar con la imposición por parte de los preseros de un gobernador espurio, alejado de lo que significa el modo tradicional, llamado Pedro Meza. Él es de los principales promotores de la presa, trabaja con el gobierno y con las empresas, como han documentado desde la red Kawueruma.
Julia denuncia la opacidad de los funcionarios de la comisión del agua en Sonora, pues ni si quiera les avisaron que comenzaría la inundación.
“Le da coraje a uno, mientras no cumpla el gobierno no la hubieran cerrado (la presa). No ha cumplido ni la consulta, ni la indemnización y ellos ya cerraron las compuertas, ya inundaron los terrenos a lado del río. En la toma de agua ya no se va a poder ir, ni pescar. Decían que iba a venir López Obrador a inaugurarla. Primero hubiera cumplido la consulta, al menos comprar otras tierras que ya perdimos. Es un atropello lo que hacen. Primero debieron cumplir si querían la presa”.
En la llamada, Julia me expresa: “Siempre tenemos derecho a nuestra tierra, de estar. Ser guarijío es muy bonito para no olvidar nuestra tradición, que va con el río”.
Con total negligencia, la Comisión del agua estatal, junto con la Conagua, los gobiernos local, estatal y federal, están avalando una sentencia de muerte para el pueblo Guarijío, al modificar por completo sus epicentros culturales, espirituales y de subsistencia con el inicio de la operación de esta presa.
Botas llenas de Tierra. Tejedora de relatos. Narro sublevaciones, grietas, sanaciones, Pueblos. #CaminamosPreguntando De oficio, periodista. Maestra en Comunicación y cambio social. #Edición #Crónica #Foto #Investigación
Ayúdanos a sostener un periodismo ético y responsable, que sirva para construir mejores sociedades. Patrocina una historia y forma parte de nuestra comunidad.
Dona