Los senadores panistas no tuvieron límites para empañar la toma de protesta de la titular de la Comisión Nacional de Derechos Humanos. Hicieron de todo: desde provocar el cierre del Senado con manifestantes por la salud hasta tergiversar los procedimientos para polemizar por dos votos faltantes. Esta es una reconstrucción de la controvertida jornada
Por Reyna Haydee Ramírez y Arturo Contreras
Fotos: María Ruiz y especial
Eran 20 personas. Así lo dijeron ellos mismos, orgullosos, como una hazaña, de poder cerrar las cinco puertas de acceso al Senado sin más que una cuerda, una carriola y niños con diversos tipos de cáncer, de hígado, de ojos o leucemias.
¿Veinte?, cuestionó un incrédulo invitado a la toma de protesta de la nueva presidenta de la Comisión Nacional de Derechos Humanos. Al final no pudo entrar.
“¡Yo con siete encadené todas las puertas de Gobernación! Y si nos atendieron”, expresó ufana Kika Flores, activista contra la Trata y quien acudió a apoyar a los padres de desaparecidos.
«¡Y ya trajeron a los de Michoacán!», completaron dos manifestantes.
Era el inicio de la larga jornada del 12 de noviembre, en la que el Senado tomaría posesión a Rosario Piedra Ibarra como presidenta de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH).
Ibarra Piedra es integrante del Comité Eureka y su hermano Jesús está desaparecido desde hace cuatro décadas, pero ser víctima no ha sido suficiente, pues la oposición cuestiona su militancia en el partido gobernante y su cercanía con el presidente.
Para intentar impedir la toma de protesta los senadores del Partido Acción Nacional (PAN) no tuvieron límites: esparcieron la palabra fraude, sacaron pancartas y gritaron. Pero ni eso ni el zafarrancho al final causaron tanto impacto, como el uso de niños con cáncer para bloquear los accesos al recinto durante 6 horas.
La sesión estaba dispuesta para empezar a las 11 de la mañana. Entre las 8 y las 9, algunos senadores panistas bloquearon el acceso al Senado con menos éxito que Yesenia Rodríguez y su bebé de casi dos años, quien padece Tumor de Wilms, un cáncer de riñón en cuarta etapa.
Yesenia llegó con el grupo de papás que tienen hijos con cáncer en el hospital Federico Gómez, coordinados por Israel Rivas Bastidas.
Como argumento del bloqueo, Yesenia e Israel repetían el mismo discurso que la senadora panista Martha Márquez. Hablaban del fondo de 40 mil millones de pesos para enfermedades catastróficas, que según su versión desapareció con la nueva Ley que crea el Instituto Nacional de Salud y Bienestar (Insabi) y clausura el Seguro Popular que creó Vicente Fox.
“Nosotros no nos oponemos (al Insabi), pero hay detalles, hay un fondo de 40 mil millones de pesos, hoy, para atender enfermedades catastróficas, que tiene que ver con el menoscabo de la economía familiar. Ahora ese fondo se va a gastar en el Insabi, seguramente la mitad”, dijo Rivas.
“Se van a tomar 40 (mil) millones de pesos, que están destinados al fondo de gastos, para poder lanzar el Insabi, no dicen en qué, y es con lo que nosotros nos apoyamos para el costo de quimioterapias, consultas, todo lo que se requieren dentro del hospital”, insistió Yesenia Rodríguez.
Cerca de las 2 de la tarde, la senadora Martha Márquez salió a la puerta 3 para ver a los manifestantes. Ahí dio una improvisada conferencia de prensa, donde dijo que su partido, el PAN, estaba junto con el PRI y el PRD en la oposición contra Piedra Ibarra.
“Ya sabemos que no votaremos por Rosario Ibarra de Piedra… hoy lo que ya logró el PAN es que se repita la elección, ojalá lo hagan, hasta que no pase seguiremos nosotros en una huelga», dijo. “El Senado lo cerramos y bueno pues ahorita están los papás con niños con cáncer también, con el Senado cerrado”.
Este bloqueo provocó varios conatos de enfrentamientos entre manifestantes y personas que tenían cita en el Senado. Así fue con las madres buscadoras de desaparecidos, como con algunos invitados a la toma de protesta de Piedra Ibarra.
Kika Flores no pudo entrar, pero ayudó a calmar los ánimos entre ambos grupos cuando llegaron a los empujones y gritos.
“Somos pueblo, somos uno solo”, decía, pero también advirtió sobre la estrategia del PAN para boicotear la sesión.
Pero, ¿quién se enfrenta a una carriola con un niño con cáncer? Nadie. Los más molestos sólo deslizaban sin acercarse a las puertas para tratar de entrar.
“Deben de respetar, nosotros también queremos que nos atiendan”, reclamaban las madres buscadoras que no pudieron entrar al recinto.
“Ahorita es otra cosa, no hay nada que se vaya a aprobar nada de salud aquí, han de ser paleros que no quieren dejar de mamar chichi”, reclamó a su vez Juana Victoriano, indígena mazahua que pretendía entrar a la toma de protesta.
«¿Y el hospital de Cancerología?», les preguntó un ciudadano.
“Sí nos han canalizado a otros hospitales, pero no es la misma atención”, respondió Leslie Martínez.
«Ahí se atiende mi hija, y es buena atención», dijo el hombre. “El problema aquí, es que tratan de tapar el sol con un dedo, nos dijeron que todo estaba bien, llega (el senador Miguel) Mancera diciéndoles que sí se iban a tomar los 40 mil millones de pesos para el Insabi, lo que ellos nos decían que no”.
“Con la vida de los hijos no se juega”, agregó otro invitado que esperaba entrar.
En otra puerta, don Leobardo, un anciano de 78 años, sostenía estoico una pancarta. Dijo tener un sobrino de 4 años con cáncer en los ojos y por él acudió a la manifestación.
“Liz no-se-qué me dijo: ‘¿Vamos, nos echas una manita?’ Vamos, le dije. Ya el lunes tapamos también, Reforma, dos veces”, contó.
En una de las puertas, pasado el mediodía uno de los manifestantes recibió una llamada. Era su esposa preocupada por él. Ella escuchó en las noticias que tenían tomado el aeropuerto y temía que “lo hubieran mandado allá”.
Esa tarde un grupo de policías federales se manifestaba en el aeropuerto, a un par de kilómetros del lugar donde los reporteros y el gobierno mexicano esperaban la llegada del presidente de Bolivia, Evo Morales.
“No te preocupes, nos mandaron acá en el Senado”, le dijo él, para calmarla.
Luego si escuchó la voz de su pequeño hijo con cáncer: «¡Papá!»
El hombre endulzó el rostro para decir: “Te quiero mucho, carnal, al rato te veo”, mientras sostenía con fuerza la cuerda que impedía el paso al edificio del Senado.
A Pie de Página le contó que su hijo tiene cuatro años y 3 meses. Desde 2017 tiene Leucemia y requiere un trasplante de médula. Nadie de su familia es compatible, pero una organización de Estados Unidos elevó su caso a nivel mundial y encontraron tres donadores en Europa. El problema es que requieren 50 mil dólares.
“Nos dan de plazo hasta enero para mandar el dinero, gracias a Dios nos hemos estado movilizando y nos faltan unos 10 o 15 mil dólares. Apenas el jueves tuvimos una audiencia con una de las senadoras del PAN, Josefina, y ya nos dijo que nos iba a apoyar”, dijo con esperanza.
La senadora a la que se refería era la excandidata presidencial, Josefina Vázquez Mota, quien les ofreció hacer una “vaquita” entre los senadores para completar el faltante.
“Ella nos está apoyando, a mi hermano le dijo que les iba a decir a todos los senadores que aportaran, aquí en el Senado”, expresó el hombre.
Además de reunir los 300 mil pesos que aún necesita para traer la médula desde Europa, el hombre se preocupa por lo que le dijeron que provocará la eliminación del Seguro Popular.
“Nos van a recortar el Seguro Popular, yo ya no tengo nada de dinero, ya vendí todo, ahora ¡imagínese una quimio de 5 mil pesos! Mi temor es cómo pagarlo”.
Después de cuatro horas de bloqueo, Israel Rivas expresó que los medicamentos no son problema. Incluso los proveen médicos y organizaciones civiles que apoyan al hospital, pero eso no es garantía de atención a sus hijos.
“Quiero aclarar que nuestros médicos son como héroes, importadores de medicamentos, se paran de pestañas, ellos no tienen color, en los medicamentos no hay bronca, pero en cuanto a los insumos no hay para lavarse las manos, no hay papel».
“Al hospital lo apoyan muchas fundaciones, ese es regalo de dinero, la fundación un día te puede apoyar y al otro día no hay dinero”, agregó el hombre, que avizora un panorama terrible de no garantizar que siga la operación del fondo para enfermedades catastróficas.
“Si es como les digo, si pueden estar cometiendo un acto de genocidio, es decir es condenable, es un genocidio, acuérdense de Hitler, exagérandolo, me pongo a pensar, sí puede pasar”, dijo.
Otro de los líderes, que sólo se indentificó como Óscar, advirtió del «riesgo» de que la nueva Ley contempla seguro social para todas las personas en México, incluídas las personas migrantes.
“Salvadoreños, hondureños, cómo es posible, son hermanos todos, pero cómo es posible que antes de atender, de arreglar las cosas en casas, porque te pones a ayudar”, cuestionó.
Al bloqueo del Senado llegó también un funcionario de la Secretaría de Salud, quien aseguró que los medicamentos están garantizados y que la desaparición del Seguro Popular no provocará que falten medicamentos.
“Seguramente saben que ya compramos más medicamentos en Argentina. Los medicamentos están garantizados, ya cuestiones políticas que traigan a los niños, a los pobres padres aquí, eso se llama manipulación”, externó.
En la jornada, 116 Senadores pasaron a depositar su voto en una tercera y última votación para elegir nuevo titular de la CNDH.
En las primeras dos, del 30 de octubre, ninguno de la terna elegida por los senadores alcanzó las dos terceras partes requeridas por ley.
Para los tres senadores que contaron los votos, entre ellos la panista Guadalupe Saldaña, senadora por Baja California Sur, fue fácil validar 114 votos y desechar dos votos en blanco, cuando debieron contarlos como nulos.
El senador priísta Jorge Carlos Ramírez explicó que el conteo de votos se hizo con una interpretación errónea de la ley, pero sin intención de modificar el resultado.
“Lo cierto es que no contaron el sobre vacío y la hoja en blanco. La Ley no permite eso. La actuación de los secretarios, a quienes he visto, tenía un alto grado de justificación, porque como consta en las investigaciones que realizamos, no hubo un intento de coartar o sustraer un voto para modificar el umbral del quorum”, precisó en la maratónica y accidentada sesión del 12 de noviembre.
Aún así, y después de 10 horas de discusión, consignas y un zafarrancho al final de la sesión, Rosario Piedra tomó protesta como nueva presidenta de la Comisión Nacional de Derechos Humanos.
La designación de Rosario Piedra Ibarra levantó sospechas sobre su independencia política. Criticaron su militancia partidista en Morena, partido en el poder.
Pero los vínculos con partidos en el poder no son exclusivos de Piedra Ibarra. Por el contrario, ese ha sido el sello de los presidentes de la CNDH desde que nació la institución, por decisión de Carlos Salinas de Gortari.
Por ejemplo, la candidatura del último comisionado, Luis Raúl González Pérez (comisionado de 2014 a 2019) recibió un gran apoyo del Partido Revolucionario Institucional. El PRI completó los votos necesarios para su elección con ayuda del PRD.
A González Pérez lo impulsó un grupo de intelectuales de la UNAM muy cercano al fallecido Jorge Carpizo, primer presidente de la CNDH. Muy cercano al expresidente Salinas de Gortari.
González Pérez fue el fiscal especial para el homicidio de Luis Donaldo Colosio. El abogado de la UNAM concluyó su investigación asegurando que el asesinato del candidato presidencial en 1994 fue Mario Aburto. El “asesino solitario” que no recibió ayuda de nadie.
Después de su elección, el entonces presidente Enrique Peña Nieto, aseguró que la CNDH es una institución que “se ha ganado el respeto y la confianza de la sociedad mexicana. Uno de los pilares de su fortaleza institucional es el profesionalismo de sus consejeros y servidores público”.
El halago fue respondido por el propio presidente de la CNDH. Él ‘reconoció’ el trabajo del gobierno Federal que “aceptó todas y cada una de las recomendaciones que emitió esta Comisión”.
Antes de que Luis Raúl González Pérez ocupara el cargo, la presidencia de la Comisión se depositó en Raúl Plascencia Villanueva (de 2009 a 2014). Él fue quien incluso pretendió reelegirse para un segundo plazo como presidente de la CNDH.
Sin embargo, esta opción fue rechazada por la nula actuación de la Comisión ante la desaparición de lo 43 normalistas de Ayotzinapa y ante las ejecuciones extrajudiciales realizados por militares en Tlatlaya, Estado de México.
A pesar de la ausencia de la Comisión en estos casos, en 2013, un año antes de que Plascencia Villanueva dejara su titularidad, fue reconocido por el presidente Peña por los avances en materia de derechos humanos.
Durante el periodo de Plascencia se duplicaron los recursos de la Comisión, sin embargo, las recomendaciones emitidas (el principal instrumento que tiene la CNDH para pronunciarse en contra de violaciones a Derechos Humanos en el país) no aumentaron en la misma medida.
Fue hasta ese año que la Comisión emitió una recomendación sobre la masacre de 72 migrantes en San Fernando, Tamaulipas, tres años después.
La llegada de Plascencia Villanueva se dio de la mano del Partido Acción Nacional. Su candidatura fue inscrita por Isabel Miranda de Wallace, y según rumoran algunas columnas políticas, se logró gracias al pacto con grupos eclesiales y Provida.
En la terna en la que salió electo Plascencia Villanueva también estaban Raúl González Pérez (comisionado en el siguiente periodo), y el ahora senador independiente Emilio Álvarez Icaza.
Su elección fue criticada por la entonces senadora del PT Rosario Ibarra (madre de Rosario Piedra, actual presidenta de la Comisión) por ser una muestra más del “continuismo” de la gestión de su predecesor José Luis Soberanes Hernández.
Soberanes Hernández ocupó la comisión durante 10 años, de 1999 a 2009, sin poderse quitar la sombra de ser un enviado del presidente fundador de la Comisión: Jorge Carpizo.
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