No es locura, sino “la salvaje racionalidad del capitalismo suicida”, que destruye las cosas de las que vive. Con esa idea, Arturo Cano, Alberto Nájar, Alina Duarte, Ingrid Urgelles y Daniela Pastrana desgajan las capas de la cebolla para reflexionar sobre las nuevas hegemonías, los dilemas de las izquierdas y el origen de los desechables
Texto: Daliri Oropeza Alvarez
Fotos: Fernando Santillán
CIUDAD DE MÉXICO.- El periodista Arturo Cano pone sobre la mesa una provocación, derivada de una charla con el filósofo y sociólogo Armando Bartra:
“Bartra decía que le estamos viendo el final a la olla de los frijoles y quien le está rascando a la olla de los frijoles es el capital, porque este es un capitalismo del fin del mundo. Es un capitalismo depredador, donde ganan más los capitalistas cuanto más escaso es un bien. El vaso de agua que va a costar más caro, va a ser el último vaso de agua. El barril de petróleo que va a ser más caro, va a ser el último barril de petróleo”, narra el periodista.
En aquella conversación de 2017 con Bartra yo le decía que quizá un buen ejemplo está en la Rivera Maya, donde los desarrolladores turísticos viven del atractivo que significa el agua y la arena, pero al mismo tiempo la están destruyendo. Y él me decía, que sí, es un buen ejemplo, porque el capitalismo tiene esa racionalidad. Cuando plantean en el título de esta tertuliana me pregunto si el mundo enloqueció, y yo creo que no, que lo que estamos viendo es la salvaje racionalidad de este capitalismo suicida«.
Arturo Cano, a quien la directora de Pie de Página presenta como «el maestro de todos», y de paso jefe de Alberto Nájar de ella misma en el suplemento político Masiosare, que existió en La Jornada hasta 2006, arranca con eso la conversación de la tertuliana de julio: “Pandemias, inflación, crisis, protesta, olas de calor… ¿Quién enloqueció al mundo?”. En la mesa están también Alina Duarte y la abogada Ingrid Urgelles, única no periodista en la conversación.
Cano sigue sigue repartiendo provocaciones: «Sí, esta ocurriendo eso y lo estamos viendo todos los días con todas sus tragedias, pero seguimos con el paradigma de hace 105 años, de las revoluciones de 1917, con la idea de combatir la desigualdad y la explotación del hombre (…) pero el capitalismo de ahora es todavía peor; porque no es un capitalismo que explote con la idea de algún día repartir ganancias, sino de acabar con los recursos”.
Pone de ejemplo lo que sucede en «el muy mediático caso» de Monterey, Nuevo León, que lleva semanas en crisis por la sequía.
Daniela Pastrana lanza el balón a Alina Duarte, quien prácticamente ha cubierto todas las movilizaciones sociales del continente en la última década: ¿has encontrado alguna propuesta alternativa a la de hace cien años, para enfrentar esto?
“No todos se dejan, resisten en esa olla de los frijoles y generan pequeñas explosiones“, dice la periodista, mientras habla de las resistencias de corte antirracista abiertamente anticapitalista, antiimperialista, en América Latina y Estados Unidos.
Tras describir los ejemplos que le ha tocado ver desde la organización comunitaria en Chicago, las protestas en los Ángeles en la Cumbre de las Américas, insiste:
“Es impresionante porque hay resistencias dentro del corazón del imperio. Hay resistencia en temas de vivienda, salud, de una vida digna. Eso no sale en Fox News , no sale en CNN (…) esas resistencias al capital poco se difunden”.
Y en América Latina lo que estamos viendo, sobre todo durante las últimas dos décadas, pero específicamente estos estallidos en estos últimos dos años, simplemente se te enchina la piel: son estallidos que empiezan por el alza de los precios en el metro en Santiago y terminan siendo una Constituyente en el caso de Chile. O una reforma tributaria en Colombia que termine con un Gustavo Petro y una Francia Márquez en la Presidencia”.
Cada lucha contra el capital tiene sus particularidades, dice, aunque reconoce contradicciones en los gobiernos progresistas en temas extractivistas o de las alianzas con las burguesías. Recuerda también el caso de Bolivia cuando se trató de cerrar filas en contra de Evo Morales, las oligarquías cerraron filas, asegura, para hacer un golpe de estado, aun cuando les dieron concesiones.
“Colombia me da mucha esperanza en ese sentido pensando que es el primer gobierno de corte progresista que abiertamente no solo se asume feminista, sino antiextractivista, que es una de las demandas de los pueblos en América Latina. Es algo que podrá o no ser simbólico, pero también, creo que llena de fuerza estas luchas”, dice.
Ingrid Urgelles, académica de origen chileno pone el contexto de lo que sucede en este país latinoamericano y el resto con relación a las oligarquías:
“A esas resistencias hay otras resistencias y esas otras son los dueños del capital, ni mas ni menos. Son las grandes fortunas, son las transnacionales o los Grupos de Inversión que circulan por este mundo global, poniendo y sacando dinero según como vaya la economía mundial, importándoles cero las personas. Y esas resistencias están materializadas en las oligarquías de cada uno de nuestros paísesn”.
“Es impresionante como en Chile y con Boric, después de tantos años de luchar por tener un presidente progresista, pero realmente progresista, no como esa izquierda de derechas que teníamos antes, aunque suene eso un oxímoron, créanme, que es así este es un verdadero gobierno de izquierda, no, pero ha sido tan difícil ahora viene el plebiscito para votar por la nueva Constitución y no sabemos si va a ganar la opción de la nueva Constitución”.
Describe cómo las oligarquías que tienen el control de los medios de comunicación no están dispuestas a dejar lo que tienen
“Estamos luchando contra fuerzas que van más allá de nosotros y la peor de todas es el modelo«, dice Urgelles, quien recuerda que de los primeros países donde se implementó el modelo neoliberal de la Escuela de Chicago de Milton Friedman fuero Chile, Estados Unidos e Inglaterra. Pide poner atención en las crisis que viven estos tres países.
En Chile el 70 por ciento de los bienes que se consumen en los hogares viene de afuera, no se produce en el país, no hay industria, se desmanteló durante el período neoliberal igual que lo que ocurrió acá cuando también hubo periodo neoliberal. Se desmantela la industria y por lo tanto los países no son capaces de autosostenerse, de autosustentarse».
Ingrid Urgelles
La académica explica la dependencia de China que tiene ahora Chile, donde el concepto de soberanía alimentaria no existe en Chile, dice, ”porque no existe ninguna posibilidad de tenerlo”. Habla de las crisis mundiales que “le pegan con mayor fuerza a países que dependen mucho de esa globalización y de esas estructuras neoliberales donde nosotros no podemos en ningún caso autoabastecernos de ninguno de los bienes más básicos que debiéramos abastecer entonces, esas son las resistencias a la resistencia, al modelo capitalista extractivista que hablábamos de la olla del frijol”.
Y pone en la mesa una reflexión provocadora: ¿este modelo nos ha llevado un límite tan insostenible que pueda provocar una implosión?
¿Hay crisis en el corazón del imperio? ¿Vamos a ver la implosión? Pastrana lanza la bola a Alberto Nájar con una broma: “Háblanos del norte masculino, patriarcal, colonial y capitalista”.
El editor decano del equipo de Pie de Página responde sin alterarse: ¿cuál imperio?
¿Cuál imperio? El estadounidense hace rato que está en una crisis profunda y que se nota evidentemente, no sólo en las fallidas políticas migratorias, económicas y militares, sobre todo, sino por una cuestión que no pudo evitar ni en sus peores sueños, que es la invasión china en su propio patio trasero y también en sus propios establecimientos, dentro de Estados Unidos”.
Nájar hace un recuento del proceso de industrialización y el modelo impuesto desde Estados Unidos, perpetuado por la Guerra Fría. Pero que, paradójicamente, empezó un declive profundo también a partir de la caída del Muro de Berlín, porque el modelo se quedó sin contrapesos.
“No hubo una capacidad de llenar ese espacio que quedó suelto. Durante años no hubo alternativa que no fuera la del mundo yanqui”, dice Nájar.
“El ganador fue el capitalismo, con algunos destellos muy importantes, que curiosamente se dieron en México con el surgimiento del EZLN como un modelo alternativo totalmente diferente a lo que hasta ese momento había ocurrido (…) El EZLN se convirtió en un ícono importantísimo porque básicamente lo que hizo fue cooptar a las viudas y huérfanos del Muro de Berlín. Y empezó un proceso en México que no acabó, que se quedó allí a partir de la decisión del EZ de concentrarse en sus propias comunidades, ante la certeza de lo que vimos después: que era una lucha a larguísimo plazo y no la podían librar solos, porque el tamaño de lo que estaba imponiéndose era enorme”.
Eso enorme que se estaba imponiendo derivó en una transformación de lo que en su momento fueron los íconos de la izquierda: Rusia y China, que también son imperios y se convirtieron en lo peorsito del capitalismo.
Rusia se convirtió en un país de elites que están vinculadas con la depredación y la delincuencia organizada a nivel mundial. Y en el caso de China, basa economía enorme invasora y depredadora en la explotación de la mano de obra, dice Nájar. “El que fue el país socialista por excelencia, ahora es el país del modelo capitalista más crudo y rancio, porque la riqueza se basa en la extracción y la explotación de la mano de obra y entonces ahí tenemos al modelo capitalista totalmente metido y boyante”.
Estados Unidos, insiste, es como un viejo patriarca cuyo modelo se agotó. “Como un Luis Echeverría Álvarez: viejito, arcaico, represor, odioso, odiado, y que está en su propia soledad construyendo mundos imposibles, dando órdenes y deshaciendo imperios en su cabeza”.
Declarado pesimista, el veterano periodista que durante años fue productor para México de BBC, resume el problema en el que estamos: la ideología está extraviada, y no hay un modelo teórico suficientemente poderoso para enfrentar el sistema.
¿Implosión del imperio? Pues a lo mejor el gringo sí, pero ya ha sustituido por otros imperios y ese es el problema, porque el modelo prevalece y no hay una alternativa porque seguimos pensando in the box, dentro de la caja, y los movimientos han sido incapaces de tener propuestas más allá o las que existen son demasiado pequeñas y están aisladas dentro del domino pleno del capital (…) El capitalismo no está en crisis, está en crecimiento (lo que está en crisis) es la alternativa para combatir eso”.
Pastrana le pasa la bola de las contradicciones de los gobiernos progresistas en América Latina al más experimentado de la mesa. Arturo Cano la toma y le manda de vuelta a la mesa:
Una de las características de la izquierda latinoamericana es, admirar a los gobiernos progresistas o a los líderes progresistas de otros países y odiar al del propio país (…) Eso nos habla de un dilema irresuelto de la izquierda y de que no estamos haciéndonos las preguntas adecuadas”.
Arturo Cano
“¿La solución para de fondo para nuestros problemas, de la desigualdad, de la pobreza, de la violencia, está en que el gobierno meta su cuchara a esa olla de los frijoles y saque un poco de ahí para repartirlo a los más pobres? ¿La solución está en que se limen las aristas más filosas del neoliberalismo? Son las preguntas que tendríamos que estar haciendo”.
Hace referencia a una pregunta planteada por Álvaro García Linera, el exvicepresidente de Bolivia a la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheimbaun: ¿Cómo combinas el desarrollo con extractivismo con la protección de la Tierra? ¿Cómo están conviviendo con esta contradicción? ¿Cómo están pensando esta paradoja entre el desarrollo y defensa del medioambiente?
Es una pregunta que los gobiernos progresistas de América Latina no han podido resolver, “porque no se ha tenido la capacidad de desarrollar un nuevo paradigma”, dice Cano, en coincidencia con Nájar.
Todos los gobiernos progresistas han optado por el desarrollismo, ante las carencias de sus países, dice Cano. Y refiere a una conversación con João Pedro Stedile, líder del movimiento Sin Tierra, de Brasil, durante el gobierno de Lula: el periodista le dijo que parecía que algunos grupos de izquierda deseaban que llegara un gobierno de derecha para que se agudizaran las contradicciones y colapsara el modelo. Pero la respuesta de Stedile fue sencilla: “Lo que es peor, es peor”.
Alina Duarte cuenta del encuentro de 40 comunicadores de todo el continente en Brasil, llamado “la batalla de las ideas en América”, donde se preguntaron sobre el papel de los comunicadores frente a los gobiernos progresistas.
Proponer una solución, desde los medios de comunicación, la veo difícil, pero necesaria. Hemos pasado por gobiernos progresistas que han tenido los medios públicos sin tener público, hemos visto medios militantes, hemos visto medios independientes y varios esfuerzos que han dado una suerte de luz en momentos decisivos”, asegura.
El tema se dirige a la necesidad de cambiar narrativas. Poner sobre la mesa estos debates invisibilizados por las oligarquías de cada país.
En el caso de México, insiste, hay un viraje en la política exterior “que ha incidido y generado una cascada” en los gobiernos del sur, que muchos movimientos de izquierda en el país se niegan a reconocer.
“Hay un momento de quiebre en la política exterior que tiene que ver con el discurso que da López Obrador en el aniversario de Simón Bolívar el año pasado, en donde empieza a tomar estas pequeñas grandes líneas, en realidad regionales, que se apropian de ellas en América Latina (…) Algo está cambiando y es algo circular”, dice.
“Eso no significa que no haya contradicciones en la política exterior. Celebramos desde cierta dependencia, que haya una política exterior feminista, cuando se trata de recibir a personas de Afganistán pero deportamos al por mayor cuando se trata de gente que proviene de Centroamérica. Recibimos con los brazos abiertos y les tomamos fotos cuando llegan de Ucrania pero no se diga de Sudamérica porque entonces no entran al país.”.
Ingrid recuerda las grandes crisis en la Unión Europea en el contexto de la reconfiguración hegemónica del mundo y la incursión del nuevo gigante chino que, “sin tantos aspavientos”, ha ido de a poco entrando en América Latina.
“China, el gran gigante que, de comunista nada y de capitalista todo, está de a poco apoderándose de muchos países. Yo se que acá hablan mucho de Estados Unidos y que están al lado. Pero en Sudamérica, todo se vende a China. Y por ejemplo en la Patagonia que es un territorio que compartimos con Argentina, los chinos, han venido comprando terrenos y terrenos”, dice.
Luego hace un mapa, dentro de ese cambio de hegemonía, de las implicaciones de la invasión de Rusia a Ucrania. Una guerra, dice, “provocada absolutamente por Occidente”. La OTAN, dice, orilló a Rusia, un país «que viene preparándose para bloqueos desde el 2014», y que tiene un presidente «que de marxista nada y de capitalista todo«. La respuesta fueron las sanciones impuestas por Joe Biden, «un presidente que viene en caída libre» y que con toda esta situación política «se quiso poner la capa de Capitán América y arrastró a Europa».
Una se pregunta por qué Europa se deja arrastrar, cuando es evidente que a Europa le va a afectar 10 veces más no tener la energía de Rusia. Es absurdo, Entones pienso que hay otros intereses que no estamos viendo porque todo esto tiene muchas capas, pero al final cuando uno ve el resultados de la guerra, ve a Zelenski posando para Vogue, ve a Europa tratando de no prender los aires acondicionados, ve a Estados Unidos en una crisis cabalgante, y finalmente, a Putin se le ha visto negociar muy bien con otras potencias”.
¿Y cómo afecta ese cambio de hegemonía en los procesos migratorios?
Dentro de esas capas, Nájar asegura que uno de los resultados de la visión imperialista en temas que pueden parecer ajenos, es la movilidad humana. Primero con una visión de trabajo y después con la migración irregular.
“Paradójicamente un gobierno que se dice humanista, como es el de Andrés Manuel López Obrador, ha resultado el mejor alumno de ese modelo de securitización de las fronteras. No es gratuito el despliegue de más de 28 mil militares de todas las fuerzas armadas en México que cada mes se movilizan en cuatro o cinco anillos de seguridad bajo el paraguas del plan de migración y desarrollo de la Frontera Norte y Sur que, básicamente, es un muro virtualmente militarizado”, dice.
La migración no se va a detener. Al contrario, está aumentando, insiste Nájar.
En esa misma línea, Arturo Cano pone en la mesa la nueva migración de mexicanos a Estados Unidos y los programas de visas de trabajo, que en realidad lo que hacen es legalizar la esclavitud. «El trabajador no se puede ir, está amarrado al patrón que lo contrató»
Ingrid Urgelles destaca que el problema de fondo de la migración tiene que ver con la necropolítica, un concepto referente a formas gobierno que consideran ciertas poblaciones desechables porque estorban al capital. En esos territorios que van a ser expoliados, porque se van a instalar industrias extractivas, las poblaciones es despojada y desplazada con eventos de violencia (nercotráfico, paramilitares, desestabilización política). Y en los países a los que llegan, explica, “van a lo que teóricamente se llama bolsones de desechabilidad, que son espacios fronterizos donde no hay derechos, cuyo fin es que estas poblaciones mueran porque no hay espacios para ellos».
La lluvia arrecia y la tertuliana se guarda para los comensales del TierraAdentro.
Aquí puedes verla completa
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