Cuatro mujeres indígenas, líderes en sus comunidades, escritoras, educadoras coinciden: la discriminación es estructural; y para desmontarla es hora de que nos escuchemos
Texto: Alejandro Ruiz
Fotos: Isabel Briseño
CIUDAD DE MÉXICO.- ¿Por qué cuesta tanto imaginar a una mujer indígena asumiendo cargos de dirección en sus comunidades, municipios, estados o en el país? ¿Es acaso tan difícil pensar otros mundos fuera de las urbes, donde el consenso y la horizontalidad organiza la vida en común? ¿Es nuestro machismo y racismos hablando sobre lo que debería ser?
Ante estas interrogantes, en Pie de Página abrimos el debate y el micrófono a quienes han resistido y construido desde sus territorios otras formas de organizar la vida.
¿Mujeres indígenas en el poder? Fue el tema de nuestra tertuliana de este jueves 28, en la que participaron las tres mujeres propuestas por el presidente Andrés Manuel López Obrador para dirigir el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred): Olga Santillán Rodríguez, tepehuana del sur de Durango, Claudia Morales Meza, wixarika de Jalisco, y Mónica González, cucapá de Baja California.
También estuvo Aída Naxhielly Espíndola, escritora mixteca radicada en la Ciudad de México. Daniela Pastrana, periodista y directora de Pie de Página, moderó la conversación.
La respuesta la encontramos hablando con quienes han asumido esos cargos; aún con las adversidades que implica contrastar su visión del mundo con una sociedad profundamente moldeada desde occidente.
Mónica González, de la comunidad cucapá, en el municipio de Mexicali, en Baja California, compartió que el papel de las mujeres tiene un gran peso en las decisiones de la comunidad.
“Si es bueno resaltar que los pueblos del Norte, aprendemos a caminar al lado del compañero, aprendemos a tomar decisiones de manera conjunta. Es difícil ver que se ejerza algún machismo en los pueblos yumanos de Baja California”.
González comentó que años atrás tuvieron oportunidad de convivir con mujeres zapatistas. Y sí, las mujeres del sur se admiraban de que las mujeres dirigíamos las comunidades pesqueras, y los bienes comunales. “Pero para nosotros era algo cotidiano”.
Las compañeras zapatistas les preguntaban por qué las mujeres eran quiénes tomaban las decisiones. En el pueblo cucapá, las personas crecen conociendo la igualdad.
“Yo pienso que sirvamos nosotros como ejemplo para otros pueblos que están pasando situaciones similares”.
Mónica González
La realidad que viven cientos de comunidades indígenas en México está marcada por el racismo, la discriminación y la migración. Y la primera manifestación del racismo está en la imposición del castellano.
Claudia Morales Reza explicó que, en el vocabulario wixárika, no hay tantas palabras como en el castellano; por lo que su pueblo enfrenta situaciones a la hora de traducir palabras que no existen en su contexto. Esto ocurre por ejemplo al traducir los libros de texto.
Cuando se tienen que hacer las traducciones, por ejemplo de conceptos jurídicos al wixárika, en algunos casos hay un acomodo a la forma de pronunciarlos.
Olga Santillán contó que, en la secundaria (cuando todavía no sabía hablar el español) se ponía muy nerviosa, por lo mismo: hay algunas palabras en español que no existen en su lengua.
Para Aída Espíndola, la forma de abordar la desigualdad estructural es aprendida a través de sus núcleos familiares.
Explicó que, si bien para ella fue más sencillo la adaptación al ámbito urbano, pues su familia había emigrado a la ciudad tiempo atrás, esto se debe a los conocimientos heredados a través de generaciones atrás que han vivido la desigualdad.
“Los cuidados que provee tu familia en ese sentido: qué te dice, qué te enseña, cuando tu vas a salir; cómo te heredan esos cuidados”, señaló.
Aída Naxhielly fue migrante y ella es la tercera generación que reside en la ciudad de México. De hecho ella pertenece al Colectivo Juvenil Intercultural “Nuestras Voces”, conformado por jóvenes indígenas y mujeres radicados en esta urbe.
“Para mi, haber llegado a la ciudad, no fue sencillo ni nada, pero sí fue mucho más fácil que lo fue para mi abuela”.
Para ella, la organización indígena en la ciudad, permite tender redes de apoyo para entender a las urbes.
“Ya no llegas a la nada absoluta; sino que hay una red de familiares que ya residen en la Ciudad de México, que te reciben y sabes que están cerca”.
Aída Naxhielly
Estas redes organizativas, permiten que, pese a la diversidad de motivos que orillan a alguien a migrar; se puedan apoyar para entender un contexto tan dispar como lo son las ciudades en comparación con sus comunidades.
Desde su ser mujer, Aída señala que “hay una diferencia muy evidente en cómo te mueves y cómo ves tu cuerpo; incluso cómo lo vives en tu vida sexual en una ciudad y cómo lo vives cuando estás en tu pueblo”.
Este hecho, señala la escritora mixteca, permitió que ella y sus compañeras se comenzaran a cuestionar, desde el feminismo y vivi en la ciudad, algunas cosas que en sus comunidades no se habían preguntado.
“Los estamos viendo a todos”, explicó Claudia Morales Meza. Los pueblos indígenas están atentos a lo que ocurre a nivel nacional. “Quizá piensen que los indígenas que vivimos en la sierra no sabemos de los temas”.
Para Mónica González, la decisión de incorporar a una mujer indígena al gobierno es un acierto por parte del gobierno federal.
“Estamos ahí, estamos incidiendo en esas políticas para la lucha de la igualdad y la no discriminación. Estamos aprendiendo, cada día es algo nuevo para nosotros, y es muy enriquecedor el aprendizaje que tenemos a diario”.
Las críticas contra esta decisión, sin embargo, ha sido basadas desde una posición que alega falta de preparación, lo que pone en evidencia el racismo frente a los conocimientos que se aprenden en las comunidades indígenas.
Olga Santillán es maestra en educación indígena. Para ella, las reflexiones que ha elaborado desde la pedagogía, le han dado herramientas para pensar otras formas de ejercer la política y avanzar en la lucha por los derechos.
“Creo que hay que empezar de donde uno es y lo que es. Yo me siento orgullosa de ser indígena, y por lo mismo de las funciones que una desempeña, me propusieron algunas autoridades asumir y participar porque las mujeres nunca han participado en cargos políticos dentro de la comunidad”.
Olga Santillán
Ella accedió a participar en la terna, pues la desigualdad en la participación de las mujeres y el acceso a los derechos, la motivó a impulsar una agenda que favoreciera a su sector: mujeres indígenas a las que muchas veces no se les toma en cuenta dentro de la política.
“Las mujeres también podemos participar en lo que uno quiera hacer”, refirió.
Las cuatro mujeres coinciden en que debe desmontarse la normalización del racismo y la discriminación en México, así como el machismo, para poder, realmente, garantizar una sociedad más justa y equitativa donde los derechos de todas las personas puedan realizarse.
Para Claudia Morales, la respuesta a si estamos preparados para que una mujer indígena dirija esta sociedad, no les compete únicamente a las mujeres indígenas, sino a toda la sociedad.
“Hay una discriminación estructural”, señalo, pero agregó que el crecimiento de la sociedad debería de modificar esta condición sistemática de desigualdad.
“La verdad es que sí enfrentamos muchas adversidades como indígenas”
Claudia Morales
Y agrega que el que hoy estén ocupando estos cargos, es producto de una larga lucha.
Si quieres ver nuestra tertuliana completa puedes hacerlo en el siguiente enlace.
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