Explorar la dimensión sensorial de la fotografía

19 agosto, 2020

Microfilme Postal, columna de opinión por Daliri Oropeza Alvarez

En el día mundial de la fotografía vale la pena reflexionar en torno a la exploración de la experiencia sensorial y la imagen. Es relevante deliberar sobre la búsqueda por cultivar una memoria digna a través de una documentación sensible, con aprendizajes

@Dal_air

La fotografía cumple 181 años de existir. El punto de arranque es aquel 19 de agosto de 1839 en que Luis Daguerre mostró ante la Academia de Ciencias de Francia un aparato que, a través de un proceso químico, plasmaba imágenes.

A partir de ese punto, la fotografía revoluciona el modo de percibir el mundo sin perder vigencia. Es un medio en constante remediación (¿qué me dicen de Leica en celulares chinos?).

El propósito de esta loa a la fotografía documental es analizar la experiencia sensible y las (posibles) modificaciones a los marcos de interpretación de la realidad que puede abrir.

Visita de la vocera del Concejo Indígena de Gobierno, Marichuy a Ciudad Universitaria. Abraza a Araceli, la mamá de Lesvy Berlín Osorio, víctima de feminicidio.

Lo que sientes al fotografiar, lo puedes transmitir en una toma. Pienso: ¿Qué pasa cuando nos toca documentar el dolor, la ira? ¿Hasta qué punto está en juego el sentir de quien sostiene la cámara?

Al hacer consciencia de lo que percibimos, ese sentir puede frenar una toma. O llevarnos de la mano a hacer clic.

Al sentir, al presenciar, podemos crear un ambiente de empatía para que la foto exprese o provoque la sensación temporal de la documentación. Una fotografía expresiva. Aunque requiere apertura al sentir de quien retrata. ¿Quién se atreve a sentir en público? ¿Cómo respetar el sentir de las personas que retratamos?

Pienso: hacer del proceso sensorial uno intelectual; fotografiar de manera consciente; darnos cuenta de lo que sentimos, puede transmitir sensaciones.

En los siglos XVII y XVIII la ciencia le dio la espalda al mundo de los sentidos, señala Ana Lidia Domínguez en el libro La dimensión sensorial de la cultura, por considerarlo “ilusorio frente al mundo real”. Y recupera la advertencia que hicieron ante esta exclusión por parte de la ciencia y la técnica: tendrán que volver la mirada al mundo de los sentidos en busca de nuevas preguntas sobre la humanidad.

Es con Descartes que la sensorialidad se distingue de la percepción y emite el postulado: “Pienso, luego existo”. Pero Domínguez propone invertirlo por el: “Siento, luego existo”.

La sensación es motivo de reflexiones filosóficas.

Fue después de Descartes que, desde la escuela escocesa, la sensación quedó definida como la unidad elemental del conocimiento sensible. Locke lo denominó “idea simple”, considerada como material del conocimiento. Algo que más tarde, Kant llama “el elemento material de la representación misma, lo real, con el cual es dado algo existente”. Para Hegel, “todo está en la sensación”, es la manera inmediata en que algo aparece.

Podría seguir enunciando filósofos. Vale la pena resaltar que “como cualquier facultad humana los sentidos son aprendizaje y pueden ser cultivados o inhibidos”, escribe Dominguez.

Pienso: la fotografía documental puede hacer la diferencia en el recuerdo si provoca sensaciones. Alejarla de la autoajenación humana, tal y como lo propuso Walter Benjamin.

Corroida refresquera.

Hay modos de expresar lo que quieres decir sin decir, si, de por medio, hay una búsqueda por hacer sentir. De provocar de manera visual.

La evolución sensorial sigue en curso, recalca Dominguez. Asegura que la cultura es el más importante proceso de formación sensorial. Y no podemos negar la oculocracia* en la que vivimos. Pienso: se puede modificar con la percepción que provocamos con las fotografías documentales.

Es importante resaltar lo que Ana Lidia señala: “Sentir es una condición humana que por residir en el cuerpo, se suele atribuir a un sujeto individual, también lo es el hecho de que el cuerpo individual es un cuerpo social y, por tanto, las maneras de sentir forman parte de esquemas institucionalizados de la cultura”. Predispone la percepción.

Con el afán de cultivar la facultad humana de sentir a través de la vista, rescato lo que escribe Georges Didi Huberman: “Nos sublevamos poniendo primero en juego la imaginación, que alcanza un gesto colectivo que anima a sublevarse”. Una fotografía puede ser un gesto colectivo. Además de un gesto, una sensación colectiva.

Es válido preguntarnos qué sentimos al fotografiar y con la fotografía. ¿Hasta qué punto es fácil recordar lo que sentimos al momento de fotografiar?

Represión policial en la marcha para exigir la aparicion con vida de los 43 normalistas de Ayotzinapa, del 20 de noviembre de 2014.

Pienso: la técnica, la estética o la herramienta profesional no son necesarias para una memoria sensorial propia. Más aún en esta época, donde la reproductibilidad de la fotografía es inacabable.

Tomo la inspiración de una exhibición con la cual me sentí identificada: Sublevaciones, curada por Georges Didi Huberman. Con una proyección, en un cuarto oscuro, muestra fotografías tomadas desde los alrededores de la protesta de la Contracumbre de Seattle en 1999. Son fotos de Allan Sekula. Es un diaporama de 81 diapositivas, versión digital a partir del diaporama original. Se llama Esperando los gases lacrimógenos.

Al principio me preocuparon los detalles técnicos y la visión periférica de la protesta. Pensé que esas fotos no serían publicables porque salen movidas, porque retratan no las acciones centrales de la protesta o la represión. Observé la proyección del diagrama varias veces sin creer lo que estaba viendo. Me costó meses, tal vez años, entender que lo importante ahí estaba en la sensación que me provocaba, en la memoria sensorial de algo triunfal, aunque estuviese siempre el recuerdo de la represión.

Resulta interesante entender cómo funcionan también las sensaciones con nuevos modos de tomar fotografía, al pensar en drones o cámaras en tercera dimensión.

¿Cómo provocar la sensorialidad de una fotografía que desafíe el tiempo lineal, que explore percepciones que lleven a nuevos modos de hacer memoria, que sea capaz de mostrar el pasado en su sensación, que la traiga al presente para provocar una discontinuidad en la narración de la historia?

¿Sentir la fotografía documental cambia algo en la narración de la Historia? Hay que asimilar que lo sensible no solo se percibe, sino que puede expresarse, compartirse. Tantas preguntas, tantas exploraciones.

*Dictadura del ojo. Cultura mayormente visual.

Botas llenas de Tierra. Tejedora de relatos. Narro sublevaciones, grietas, sanaciones, Pueblos. #CaminamosPreguntando De oficio, periodista. Maestra en Comunicación y cambio social. #Edición #Crónica #Foto #Investigación