Cómo se hace campaña en medio de la violencia de Tierra Caliente

14 junio, 2021

Decenas de candidatos de la Tierra Caliente, en Michoacán, tuvieron que hacer sus campañas acechados por la violencia, este es el caso de Sergio Báez Torres, candidato ganador de la presidencia municipal de Buenavista, un municipio que ha sido letal para los alcaldes

Texto y fotos: Rodrigo Caballero

BUENAVISTA TOMATLÁN, MICHOACÁN.- “Tenemos que recuperar la frontera”, susurró Sergio Báez Torres, antes de salir al que sería su segundo acto de campaña para buscar encabezar la presidencia municipal de Buenavista, un municipio incrustado en el Valle de Apatzingán dentro de la zona mejor conocida como la Tierra Caliente.

Cuando Sergio habla de la frontera se refiere a una línea imaginaria que antes separaba al gobierno y al crimen organizado, una línea que desapareció en 2011. Los grupos delincuenciales apoyaron la campaña del priista Luis Torres Chávez, quien después fue expulsado de este municipio durante el levantamiento de los grupos de autodefensa.

Esa es la línea que se perdió y que debería recuperarse, ahí está la clave del discurso de Sergio Báez, quien sabe perfectamente lo peligroso que es intentar cambiar la forma en que conviven el gobierno municipal y la delincuencia organizada.

Mientras su equipo preparaba las sillas, las bocinas, las lonas y los perforados con su nombre y su fotografía, el candidato de Morena reflexionaba en las palabras que llevaría a las 47 comunidades de Buenavista, un municipio que colinda con Apatzingán, Aguililla, Tepalcatepec, Tancítaro, Peribán y con el estado de Jalisco.

El mensaje de Sergio Báez intentó darle vuelta a la página que vive el municipio terracalentano y buscó la reconciliación entre sus pobladores. El constante enfrentamiento entre grupos armados en la región ha tenido a la población casi 20 años sumergida en la violencia.

«Tenemos que conformar un gobierno en el que confíe la gente, un gobierno que se ocupe de los aspectos más básicos como recoger la basura, facilitar un trámite, hasta parar un pleito de borrachos. Hace falta la presencia real de un gobierno al que la gente pueda acudir, porque eso ahorita no lo tenemos”, aseguró Sergio Báez.

La primera comunidad que visitó en el interior del municipio es el Tescalame, un pequeño asentamiento de no más de 200 habitantes en la frontera con Jalisco, donde regularmente hay incursiones del crimen organizado.

La inseguridad y la pandemia del SARS-CoV-2 acabaron con la forma tradicional de hacer una campaña política. Antes, unas 40 o 50 camionetas cruzaban de un lado al otro el municipio con música a todo volumen y organizaban eventos con comida y refrescos en cada una de las poblaciones a las que llegaban.

En este proceso electoral Morena apenas usó dos camionetas de carga medianas, en las que los voluntarios salieron desde la cabecera municipal hasta el Tescalame -nombrado así en honor al árbol amarillo que crece entre las piedras. Primero fueron por la carretera rumbo a Peribán y luego por un camino secundario que conduce directamente hasta el poblado. 

“Aquí hay que irse con cuidado porque está peligroso”, dijo uno de los voluntarios más experimentados cuando empezó el camino de tierra. Metros más adelante su advertencia se hizo realidad cuando apareció una camioneta con impactos de bala abandonada a un lado de la terracería.

Por un momento las bromas pararon, pero no pasó mucho tiempo antes de que siguiera la plática y las risas entre el equipo del candidato, todos son oriundos de Buenavista y viven la violencia casi todos los días. Una camioneta baleada no es más que un recordatorio de lo que pasa y a lo que se han acostumbrado a vivir.

Aunque llegaron al Tescalame casi a las 16:00 horas, el calor de más de 30 grados todavía se sentía; había un sol que quemaba la tierra y un clima seco que anticipaba la llegada de las lluvias. Las botellas de agua y las gorras del Partido del Trabajo eran lo primero que buscaba la veintena de habitantes que se acercaron a escuchar al candidato.

Un señor se acercó con una gorra del PAN y uno de los voluntarios de Morena le puso encima una del PT. “Esa que traigo la voy a traer para trabajar y la otra de paseo, cada que vaya a Buenavista”, aseguró el campesino mientras intentaba acomodarse ambas en la cabeza.

El discurso de Sergio Báez fue directo al grano: primero la falta de trabajo y desarrollo económico, después el abandono del gobierno municipal y luego la promesa de la cuarta transformación, seguida de un elogio al presidente Andrés Manuel López Obrador.

El tema del crimen organizado no se tocó directamente, ningún candidato se atrevió a hablar de forma abierta. Todo, con eufemismos y sin mencionar a ninguno de manera particular. Sergio Báez -por ejemplo- destacó lo difícil que es la “movilidad” y el “comercio”. No dijo que los habitantes de Buenavista no pueden transitar libremente y están sujetos a un cobro de piso por parte de los grupos delincuenciales.

No se puede encarar a los grupos delincuenciales en un municipio en el que solamente tres de los últimos ocho presidentes municipales están vivos. Los demás fueron asesinados antes, durante y después de haber concluido sus funciones.

Los pobladores entendían los eufemismos y aplaudían al candidato que, tras el discurso, duró casi una hora hablando con ellos. Báez sabe que a la gente le gusta que la escuchen y no se fue hasta atenderlos a todos, lo único que cuidó fue que no lo agarrara la noche.

Sin protección, escoltas o automóvil blindado, Sergio Báez cree que si la gente lo hubiese visto protegido no confiarían para acercársele y contarle sus problemas. Acabando la plática todos regresaron a Buenavista, volvieron a pasar junto a la camioneta baleada y guardaron silencio en el tramo peligroso. Al final las risas volvieron a ganar la batalla.

La última frontera

La balacera empezó en Pueblo Viejo, a eso del mediodía, justo sobre la misma carretera que habían recorrido un par de días antes rumbo a Tescalame. Fue un enfrentamiento que apenas duró unos minutos, pero causó suficiente revuelo para que los medios de comunicación publicaran al respecto.

Sergio y su equipo estaban en la tenencia de Felipe Carrillo Puerto, mejor conocida como La Ruana; entregaban panfletos y poniendo perforados en las ventanas traseras de los automóviles que iban pasando. Escucharon sobre la balacera, pero siguieron con sus actividades proselitistas, igual que todos los habitantes del municipio siguen con su vida diaria si no les toca cerca un enfrentamiento.

Pasó como siempre pasa: primero empiezan los balazos, seguido de escaramuzas en las que usan rifles de asalto y a lo mejor una que otra granada; después cada grupo se repliega a su territorio y minutos después llega la Guardia Nacional o el Ejército Mexicano a patrullar la zona. Luego, el silencio.

Desde hace al menos dos años esa ha sido la rutina, aunque a veces los enfrentamientos son en las calles de la cabecera municipal y otras veces en el cerro; suceden cada que uno de los grupos intenta cruzar la última frontera que delinearon a mediados de 2020.

Buenavista está dividida por la carretera que conecta a Apatzingán con Tepalcatepec. Por encima de la carretera en Buenavista Tomatlán, Pueblo Viejo y Cinco de Mayo controla el Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG); por debajo en La Ruana, Catalinas, El Terrero, Pinzándaro y Vicente Guerrero controlan Carteles Unidos.

Nadie puede cruzar la frontera si no es por un motivo extraordinario, ni siquiera para participar en el proceso electoral más grande de la historia; por ejemplo, la candidata a síndica de Morena, Cecilia Bonilla, jamás hizo campaña en la parte norte del municipio por miedo a una agresión de los grupos delincuenciales.

La planilla de Sergio Báez jamás estuvo completa durante toda la campaña por temor a que los encontraran fuera de lugar. Cecilia Bonilla participó en un evento junto a su compañero de fórmula hasta el tercer día de la campaña, cuando acudieron a la comunidad de Peña Colorada, pegada a la frontera con Aguililla, cerca de la tierra de nadie de El Limoncito y El Aguaje.

Antes de llegar a Peña Colorada las camionetas de Morena pasaron el último filtro de seguridad que tiene la Policía de Michoacán en la zona en la localidad de El Terrero; ahí comienza una zona que nadie controla y se extiende desde el famoso puente de fierro hasta la entrada de Aguililla.

Luego de salir de esta zona, Sergio Báez concedió su primera entrevista. Eran las 22:00 horas en su casa de campaña y casi todo su equipo ya se había ido a casa; regresaron unas horas antes casi violando la regla de no viajar de noche y todos terminaron rendidos menos el candidato, quien nunca parece perder ni el ánimo, ni las energías, ni las ganas de platicar.

Nunca lo he visto cansado, ¿no le cansa esto de las campañas?

—Pues sí es cansado, la verdad es que uno se cansa, pero si lo piensan son pocos días los que hay que estar en la campaña, no es mucho tiempo lo que tiene uno que andar apurado. La verdad es que cuando le gusta a uno la política pues no se cansa de andar ahí.

¿Qué lo impulsa a participar en una campaña a sabiendas del riesgo que implica?

—Pues el riesgo siempre ha estado ahí. Ahora la situación es complicada por los problemas que tenemos en el municipio, pero pues yo fui presidente municipal hace ya 20 años en condiciones muy distintas y la gente me apoyó. Yo pedí el respaldo en las buenas y ahora tengo que salir en las malas. No se vale que sólo cuando estemos bien andemos pidiendo el voto.

¿No le da miedo participar, tomando en cuenta el nivel de violencia?

—Pues sí, sí da miedo, sobre todo porque cuando uno acepta entrar pues no solamente es uno, sino que también está la familia. Estamos todos los que participamos y somos de aquí, aquí vivimos y aquí tenemos nuestra vida.

Pero por eso mismo estamos aquí, participando, porque yo le apuesto a una carrera limpia que no he tenido atrás a nadie y la gente por eso respalda el proyecto. La gente quiere cambiar el rumbo y dejar atrás esto, eso lo sabemos, que no estamos predicado en el desierto, más gente piensa lo mismo.

—Ya ha habido acusaciones, sobre todo en redes sociales, en su contra.

—Pues sí, a una de las integrantes de la planilla la acusan de andar con una persona que anda en malos pasos, pero pues no es cierto, ella de hecho tiene una relación formal con una persona de su mismo sexo, así que ni siquiera es posible eso y temas así que son parte de la misma lucha política. La verdad es que no me preocupan porque la gente me conoce y sabe que no hay nadie detrás de mí.

El día terminó con la promesa de volver a empezar temprano a la mañana siguiente. Sergio tomó una de las camionetas de su campaña y se fue manejando en medio de la noche, sin importar la amenaza que acecha a quienes ocuparon la presidencia municipal.

Los ataques a alcaldes

El viernes 9 de julio de 2005, en unas canchas de básquetbol fue asesinado a tiros Fernando Chávez López, mejor conocido como el “Güero” Chávez, apenas unos meses después de que el priista había tomado posesión como presidente municipal.

El “Güero” ya había sobrevivido a un atentado cuando era presidente municipal electo, en diciembre de 2004. Un hombre le había disparado a quemarropa; pero la bala entró por su boca y salió por la nuca sin afectar partes vitales de la cabeza. 

En el segundo atentado, cuatro hombres usaron rifles de asalto y se aseguraron de que el presidente municipal no sobreviviera. Su esposa, Rosa Isela Chávez Miranda, ocupó el cargo luego del asesinato durante 10 meses antes de renunciar por diversas amenazas de muerte. 

En su lugar ingresó Jesús Ortega Farías, quien para evitar riesgos después una disputa política con los regidores del ayuntamiento comenzó a trabajar desde su rancho. Ahí se instaló temporalmente el gobierno de Buenavista.

Jesús Ortega se mantuvo en el cargo hasta el final de la administración en 2007 como presidente interino. Cuatro meses después fue asesinado a balazos en la tenencia de Pinzándaro, el 12 de abril de 2008.

El siguiente presidente municipal de Buenavista fue el perredista Osbaldo Esquivel Lucatero. Durante su mandato fue detenido en el operativo conocido como el “Michoacanazo”, acusado de vínculos con la delincuencia organizada y luego liberado por falta de pruebas como 30 de los 31 políticos arrestados en aquel evento.

El 11 de septiembre de 2013, Osbaldo daba una entrevista a bordo de su camioneta, debajo de un puente vehicular en la ciudad de Morelia. Ahí llegó un grupo de hombres armados y lo obligó a él y a sus acompañantes a descender del automóvil.

Ya en el suelo, Osbaldo Esquivel, quien entonces era diputado local por el Distrito XXI, fue asesinado a machetazos. Se convirtió en el tercer alcalde de Buenavista asesinado de forma violenta en menos de 10 años.

A este asesinato siguió el homicidio del también perredista Lorenzo Barajas Heredia, el 13 de diciembre de 2019. Lo atacaron con arma de fuego al salir de un baile en la tenencia de Felipe Carrillo Puerto, mejor conocida como La Ruana. 

El último de los asesinatos políticos fue el de Eliseo Delgado Sánchez, 20 días después de haber ganado las elecciones de 2018 cobijado por el partido Morena. El alcalde electo estaba en un restaurante frente al palacio municipal de Buenavista cuando lo atacaron a balazos.

“Exceso de democracia”

El día que Sergio Báez decidió participar como precandidato a la alcaldía de Buenavista la mayoría de su familia se opuso rotundamente; sin embargo, la encuesta que Morena hizo en el municipio le dio la ventaja y ratificó el espíritu democrático que lo acompaña desde 1980.

Cuando apenas tenía 15 años, Sergio Báez fue espectador de cómo el Partido Revolucionario Institucional (PRI) intentó imponer a un edil en Buenavista. El resultado fue la toma de la presidencia municipal durante varios meses y la instauración de Agustín Razo Alejandre por decisión del entonces gobernador, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano.

Para acordarse de las fechas y los nombres, Sergio Báez piensa en sexenios; primero tiene que referirse a presidentes o gobernadores, luego a eventos que marcaron sus aspiraciones políticas, como cuando se creó el Partido de la Revolución Democrática (PRD) al que se sumó en 1991.

Primero en el PRD y luego en Morena, Báez está convencido del discurso del presidente, Andrés Manuel López Obrador, cuando señala al neoliberalismo como la principal causa de la desgracia económica del país, debido a que Báez fue una de las primeras víctimas de la privatización de la industria nacional.

En 1986 comenzó a trabajar en el puerto de Lázaro Cárdenas como contador para la fundidora NKS. Se trata de un grupo industrial que tomaba sus siglas de sus principales subsidiarias: Nacional Financiera, Kobe Steel y Sidermex, y que se mantuvo activo hasta que el gobierno federal decidió rematarla en 1990.

“Éramos dos los encargados de pagar la nómina de los empleados de la paraestatal. Me acuerdo que eran 800 empleados de confianza y mil 300 sindicalizados; cuando supimos que la iban a privatizar pensamos que nosotros íbamos a ser los últimos en salir porque quién más les iba a pagar su liquidación a todos, y resulta que fuimos los primeros a los que liquidaron”, recordó Sergio Báez.

En 1990 volvió a Buenavista para trabajar en el campo. Como tenía una cámara de video también se prestaba para grabar bodas, bautizos y quince años. En 1991 se convirtió en secretario de los jóvenes del PRD, que ya para ese momento gobernaba el municipio con el alcalde Urbano Ramírez Torres a la cabeza.

El PRD mantuvo el poder casi durante toda la siguiente década gracias a un sistema de votaciones que habían aprendido en el municipio de Cherán, que consistía en abrir las elecciones internas del partido a la población en general permitiendo que cualquiera pudiera elegir al candidato del partido.

“Dividimos el municipio en 11 regiones y cada región proponía un candidato. Se hacía una votación abierta al público y el que obtenía más votos era el candidato a presidente, el segundo a síndico, el tercero a primer regidor y así sucesivamente”, contó Sergio Báez.

En 2002, Sergio Báez fue propuesto como precandidato en contra de Urbano Ramírez, el primer alcalde del Sol Azteca del municipio. Los perredistas propusieron que la disputa se resolviera con una votación abierta; sin embargo, este proceso fue calificado como un “exceso de democracia” por el entonces gobernador de Michoacán y actual coordinador de Asesores de la Presidencia de la República, Lázaro Cárdenas Batel.

“Ahí todos nos opusimos, queríamos que se respetara el proceso como se había venido haciendo. Si tú le preguntas a las personas quién quieren que sea su candidato lo más seguro es que voten por ti ya cuando sean las elecciones, pero si tú les impones un candidato te dicen ‘chinga tu madre, te eligieron sin consultarnos y ahora quieres el voto’”, aseguró Báez.

Luego de que se opusieron al gobernador, Urbano y Sergio se jugaron la candidatura en una votación abierta. Al final Báez resultó ganador de la contienda electoral, convirtiéndose en presidente municipal por el PRD de 2002 a 2005.

Sergio Báez se mantuvo activo en la política interna del municipio hasta febrero de 2014, cuando estalló el movimiento de autodefensas. Fue miembro del consejo ciudadano que intentó transformar al movimiento armado en un movimiento civil que remplazara al gobierno municipal, inspirado en el alzamiento de Cherán en 2011 y Chinicuila en 2012.

“Teníamos la intención de generar un movimiento autónomo, como lo hizo Cherán, como lo hicieron las comunidades indígenas del estado; pero al final nos ganaron los armados. El consejo se desintegró y no pudimos seguir intentando articular un movimiento desde las autodefensas”.

La llegada de Alfredo Castillo Cervantes, conocido como “el virrey”, acabó con los intentos de organización civil en medio de la lucha por el control territorial de los grupos armados, que fueron recompensados por el enviado federal con el reconocimiento como miembros de la recién creada Fuerza Rural.

Sergio Báez salió del PRD y se integró a Morena, con quien perdió las elecciones a la presidencia municipal de 2015 frente al perredista Lorenzo Barajas; para luego competir y ganar las elecciones de 2018 como diputado local en la LXXIV Legislatura.

El 2 de marzo de 2021, Báez solicitó formalmente licencia como diputado local para poder competir por la presidencia municipal de Buenavista. Dice que es momento de generar el cambio del que tanto habla el presidente López Obrador, de quien es uno de sus mayores seguidores.

“Creímos que en el 2015 era el momento para este cambio, pero desafortunadamente no se dio. Luego en 2018 también apoyamos al movimiento pensando que iba a ser el momento, pero tampoco; ahora creemos que es el momento, que ya nos toca a los ciudadanos tener un gobierno del pueblo”, aseguró.

Luego del asesinato de Eliseo Delgado Sánchez después de haber ganado las elecciones de 2018, el proyecto de Morena se fue abajo. La presidencia municipal llegó a manos de Gordiano Zepeda Chávez, a quien los morenistas señalan por haber traicionado los principios del partido.

Zepeda renunció en enero de 2021 para sumarse al partido Fuerza Por México como parte del éxodo de militantes que se fueron a apoyar al candidato a gobernador, Cristóbal Arias Solís. Ahora los militantes de Morena van por las calles del municipio disculpándose por lo que hizo o dejó de hacer y pidiéndole a la gente que vuelvan a votar.

“Va a ser difícil convencer a muchos que pusieron su confianza en Morena y no les cumplieron, pero este gobierno que sale no es un gobierno del pueblo. Nosotros queremos encabezar un gobierno del pueblo que no tenga ningún interés detrás”, aseguró Sergio Báez, luego hizo una pausa como tomando en cuenta la dimensión de lo que acababa de decir y remató “va a estar difícil”.

La espada de Damocles

Cuenta la historia que Damocles era miembro de la corte del rey Dionisio “El Viejo”, conocido por ser un gobernante tirano y vengativo. Pasaba sus días adulando al rey mientras a sus espaldas despotricaba contra él envidiando los lujos y privilegios de su trono.

Cuando el rey se enteró del comportamiento de Damocles decidió darle un escarmiento. Lo mandó llamar y le ofreció ser rey por una noche gozando de todas las comodidades de su cargo e incluso organizó un banquete en su honor para que disfrutara de todos los beneficios que el poder atraía.

Damocles disfrutó la ceremonia hasta que miró hacia arriba del trono en el que estaba sentado y notó que había una espada afilada sostenida únicamente por un pelo de crin de caballo encima de su cabeza. En ese momento perdió el apetito de poder y rogó al rey que le quitara sus privilegios temporales.

La moraleja de la historia es que el poder conlleva una amenaza constante sobre las cabezas de quienes lo ostentan; quienes deciden ejercerlo aceptan que ese es el precio que hay que pagar para tenerlo.

Si existe un municipio en el estado de Michoacán donde esta historia antigua cobra vida tiene que ser Buenavista. Ahí los grupos armados buscan mantener control de sus cotos de poder a cualquier costo.

El 6 de junio de 2021 las urnas favorecieron al candidato de la alianza PT-Morena, Sergio Báez Torres. Ganó con el 47.1 por ciento de los votos, unos 16 puntos por encima de su contrincante más cercana, la candidata de la alianza PAN-PRI-PRD, Mayra Isabel Calderón Magaña.

Los candidatos del municipio de Buenavista; sin embargo, saben que ganar las elecciones son apenas la primera etapa de una contienda mucho más extensa en medio de un territorio en disputa de grupos armados y donde la población poco a poco se cansa del cobro de cuotas, extorsiones y violencia generalizada.

“Esperamos que se mantenga como hasta ahora se ha mantenido, que no hemos tenido acercamiento de nadie y nos dejan trabajar. Pensamos que no se metieron a la campaña porque no tenían dinero o porque estaban más ocupados con la guerra que traen entre ellos, pero ya más adelante no sabemos”, dijo Sergio Báez.

Por ahora Sergio se escuda en el discurso del presidente López Obrador que los convoca a no mentir, no robar y no traicionar al pueblo. Luego de ganar las elecciones el candidato dice que ahora sí gobernará el pueblo en Buenavista, ese pueblo que añora el presidente de México cada mañanera.

Paso a paso el nuevo gobierno tendrá que levantar un municipio sumido en la violencia: pero también en el abandono de los tres niveles de gobierno. Todo esto mientras los grupos armados están acechando de cerca, colgados sobre su cabeza como la espada de Damocles.

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