En Bagresitos no hay miedo. El miedo se lo llevó la gente consigo, en su cuerpo, en sus ojos y su voz cuando hace un año debió salir de manera forzada para salvar su vida. Cargaron con pocas cosas para iniciar desde cero en otro lugar, cargaron también con los cuerpos de sus muertos, que quedaron enterrados lejos de casa
Bagresitos, un año del desplazamiento forzado
