El debate ético sobre el quehacer fotográfico continua hasta la fecha. No es fácil trabajar bajo la presión de la industria de contenidos que exige lo espectacular e inmediato para ganar clicks o premios. En esa lógica, muchos fotógrafos o creadores de contenido hacen hasta lo imposible por lograrlo. ¿Estamos conscientes por qué lo hacemos, o simplemente nos gana el hecho de quedarnos sin la foto que tomó el otro?
Frente a la noticia ¿o pornografía de las catástrofes?
