Hay carencias dolorosísimas en el país. Hay leyes pendientes que pueden cambiar la vida de millones de personas. No están las cosas para perder el tiempo en reformas constitucionales que no sirven para nada, pues no hace falta reformar la Constitución para ninguno de esos fines. De hecho, es todo enormemente redundante
Sobran las reformas constitucionales: urgen muchas otras leyes
