Después de 9 años en prisión, Jaime Betanzos y Herminio Monfil salieron de la cárcel. Su retorno a Eloxochitlán de Flores Magón augura el reinicio de una lucha casi eterna por la libertad y la autonomía
Texto: Alejandro Ruiz
Fotos: Ivonne Rodríguez
Actualización 4 de octubre de 2023
ELOXOCHITLÁN DE FLORES MAGÓN, OXACA. – La última vez que vi a Jaime Betanzos fue adentro de la cárcel, concretamente en el penal de Villa de Etla, Oaxaca.
Esto fue en 2019, pero aún recuerdo las palabras que me dijo ese día, en una breve entrevista en el patio de visitas: “Algún día alcanzaré la libertad”.
Ahora, a casi dos años de ese primer encuentro, Jaime y yo platicamos en su casa, bajo la sombra de un árbol.
“Te lo dije”, me comenta entre risas mientras los cohetones no dejan de sonar desde las 7 de la mañana, anunciando el retorno de Jaime a Eloxochitlán después de pasar 9 años en prisión.
Junto a él también fue excarcelado el campesino Herminio Monfil, quien llegó a la casa de Jaime para tomar un café.
También, desde esa hora decenas de campesinos bajan las montañas de la sierra mazateca para venir a saludarlo y traerle regalos, como es costumbre en el pueblo.
Viejos compañeros, mujeres ya mayores y jóvenes con sus hijos en brazos se dan cita para el reencuentro con Jaime Betanzos.
En la casa, su familia y unas señoras comienzan a preparar tamales y café. Tomamos el desayuno, mientras Jaime abraza al más pequeño de sus nietos.
“Es la primera vez que lo veo afuera de la cárcel”, dice, mientras el niño juega en los brazos de su abuelo.
Jaime sonríe, y a ratos se toma espacios lejos de la gente para hablar con sus plantas y reflexionar.
Antes de iniciar la entrevista hablamos de cómo se siente al regresar a casa. Jaime, tranquilo, responde:
“Estoy experimentando varias emociones. Con mi familia me siento muy feliz. Tampoco es una felicidad de pastel, pero el solo hecho de verlos sonreír, sentir su abrazo de calor, después del frío de la ausencia, me transmite una realidad: que tengo una familia. Ahora no estoy ante lo incierto en este cúmulo de felicidades, porque es muy verdadero el calor que siento de mi esposa, de mis hijas, de mis pequeños nietos. Ahora sí que tengo una familia que me está abrigando”.
Después, empezamos a hilvanar una historia de la que hasta ahora solo conocíamos una versión, la de la actual secretaria de las mujeres en Oaxaca, Elisa Zepeda Lagunas, quien ha encabezado las denuncias contra Betanzos y más de cien pobladores de Eloxochitlán.
Eloxochitlán de Flores Magón es un pueblo de la sierra mazateca que se rige por usos y costumbres. A la vez, forma parte de los “municipios libres” que valida el artículo 115 constitucional.
La asamblea del pueblo, por lo tanto, es el máximo espacio político donde se definen los asuntos trascendentales para la comunidad.
Uno de estos asuntos es la elección del cabildo, y por lo tanto, de quien asumirá la presidencia municipal, un cargo comunitario que tiende puentes de diálogo con las autoridades estatales para gestionar recursos, seguridad y temas de presupuesto durante tres años.
En Eloxochitlán, sin embargo, la presidencia municipal también es un cargo de dirigencia al interior de la comunidad. Una facultad que el pueblo otorga a un grupo de pobladores para que ejerzan y realicen su autonomía.
Betanzos fue presidente municipal de Eloxochitlán, y a partir de eso aglutinó en su figura a un grupo de seguidores que compartían su visión de la lucha.
Jaime Betanzos fue profesor durante 33 años en Eloxochitlán. Después, cuando se jubila, se convierte en campesino, pues empezó a cultivar café en un terreno que tiene. A partir de ese momento, el profesor comienza a organizarse con otros campesinos para tener mejores condiciones de venta de sus productos.
Por su propia historia, Betanzos rápido se convirtió en una voz que los campesinos mazatecos escucharon con atención.
“Yo me sume a ayudarlos, a orientarlos, pero también a orientarme a mí mismo, y al mismo tiempo, paralelamente, en esas asambleas que inciden mucho en las costumbres de nuestro pueblo de cada año”.
Jaime Betanzos comienza a participar en las asambleas de Eloxochitlán, y después de tres años lo eligen como presidente municipal.
Desde esa posición Betanzos y sus seguidores impulsan un proyecto político que tiene sus bases en la autonomía y la comunalidad magonista.
“Pienso mucho en liberarnos del paternalismo, y alternativamente hacer de la autonomía una realidad política comunitaria. Eso sí es muy cierto, y está en mi corazón. Siempre, en cualquier actividad que realizamos, sea de asamblea, o actividad agrícola, o una actividad municipal, prevalece siempre la autonomía. Y yo al menos siempre he deseado que sea transparente este punto de vista, para que el discurso vaya teniendo una solidez y legitimidad. Me rijo mucho con las propuestas de autonomía, o del comunalismo de Flores Magón. Pero no es tan fácil interpretarlo, aunque lo vivimos aquí en cualquier aspecto de la autonomía. El comunalismo surge aún en la casa, la pequeña festividad. Eso me gusta como para que sea un estilo de vida de nosotros”.
En 2010, sin embargo, otro profesor llegó a la presidencia municipal de Eloxochitlán: Manuel Zepeda, a quien una buena parte de la comunidad acusa de traicionar los principios de la asamblea y velar por su enriquecimiento.
Zepeda es cuñado de Jaime Betanzos.
Por ejemplo, durante su gestión como presidente, Zepeda adquirió una concesión de Conagua para hacer una represa en el río que atraviesa el pueblo. También, bajó un proyecto de desasolve del río, que posteriormente le sirvió para quedarse con toda la grava y arena que sacaron, materiales con los que levantó su propia empresa local de construcción.
“En las elecciones municipales se ponen en juego los recursos municipales. Cualquiera que llega piensa en eso. Posiblemente un campesino que tenga la suerte de ser seleccionado diga: ‘pues voy a levantar mi casita’, o piense en sus hijos y diga ‘voy a mandar a la escuela a mis hijos’, de alguna forma ese pensamiento es muy sincero. Pero cuando hablamos de los más interesados ya no hay mucha honestidad ahí, porque ya se hablan de perversidades”, reflexiona Betanzos sobre la gestión de Zepeda.
Así, para 2013 el pueblo se había dividido en dos bandos: quienes seguían a Betanzos y su visión de la asamblea, y quienes seguían a Zepeda.
Ese mismo año ocurrieron nuevas elecciones para presidente municipal. Las elecciones avivaron el conflicto.
En 2013, la asamblea comunitaria de Eloxochitlán eligió al nuevo comité que asumiría las funciones de gobierno. El elegido: Alfredo Bolaños Pacheco, un campesino cercano a Jaime Betanzos. En su equipo de trabajo se incluyeron a seguidores de Manuel para evitar el conflicto.
Pero las cosas resultaron mal.
En noviembre de 2014, la Auditoría Superior del Estado requirió a Manuel Zepeda por no comprobar más de 20 millones de pesos durante su gestión.
Cuando Alfredo Bolaños llega a la presidencia municipal, le notifica a Zepeda de ese requerimiento.
“Ahí comienza este lío”, recuerda Betanzos.
Lo primero que hizo Zepeda fue mover a sus seguidores al interior del cabildo municipal. Algunos de sus integrantes comenzaron a operar a favor de él, particularmente el síndico municipal. Lo mismo algunos de sus familiares, como Elisa Zepeda (su hija) en ese entonces presidenta del DIF municipal.
El 24 de noviembre, Manuel y Elisa Zepeda toman el palacio municipal, y desplazaron a los elementos del Cabildo que no eran sus aliados. La toma, acusa Jaime Betanzos, la hicieron por la fuerza y mediante agresiones.
Ese mismo mes, Manuel Zepeda, con el apoyo del entonces gobernador de Oaxaca, Gabino Cué, llamó a una asamblea para renovar la figura de Alcalde municipal.
El Alcalde de ese entonces era Eugenio Romero, cercano al grupo de Betanzos. Él también llamó a una asamblea para su sucesión.
“Su convocatoria sí tiene resultado, a pesar de sus errores», comenta Jaime Betanzos.
A la asamblea de Eugenio Romero acudieron más de mil 500 personas, en un auditorio de la comunidad. A la de lo Zepeda, según el relato ministerial de Elisa, acuden 200. Esta se efectuó en la explanada del palacio municipal.
Ambos eventos se realizaban en paralelo, cuando el grupo de Betanzos decidió acudir a la asamblea de Zepeda para evitar imposiciones.
Cuando el grupo de Betanzos se abría paso para llegar al centro de la explanada escucharon disparos. Jaime Betanzos se encontraba lejos del lugar, y asegura que sólo escucho las detonaciones.
El saldo de la trifulca: mobiliario incendiado y el homicidio de dos personas. De estos hechos, aunque es difícil comprobarlos en su totalidad, Elisa y Manuel Zepeda abrieron carpetas de investigación que culminaron en la detención de 7 personas: Jaime Betanzos, Herminio Monfil, Omar Morales, Alfredo Bolaños, Fernando Gavito, Isaías Gallardo y Francisco Durán.
Jaime y Herminio, y la mayoría de las personas de Eloxochitlán son acusados del homicidio de Manuel Zepeda hijo y tentativa de homicidio contra Elisa Zepeda
Otros cuatro pobladores fueron acusados del homicidio de Gustacvo Estrada, un colaborador de Manuel Zepeda. Dos comprobaron su inocencia, y los otros dos están desplazados.
También, se acusó a 5 mazatecos de incendio y daños a propiedad privada. Actualmente tres se encuentran desplazados, uno detenido, y otro fue absuelto después de sortear 2 años de prisión.
Semanas después se giró otra orden de aprehensión contra Miguel Peralta, quien ese día no se encontraba en Eloxochitlán.
Posteriormente, Elisa Zepeda abrió nuevas carpetas por los delitos de tentativa de homicidio y tentativa de feminicidio.
En total, las autoridades de Oaxaca acusaron a más de 100 personas de Eloxochitlán, lo que ha provocado que algunas de ellas estén desplazadas de la comunidad por miedo a que sean encarceladas.
Jaime Betanzos toma un respiro. Más mujeres del pueblo llegan desde la sierra a saludarlo. Le llevan plátanos, ejotes, y una sonrisa cálida.
Jaime retoma:
“En 2014 se quebró la autonomía del pueblo”.
Después de la detención de los siete, y después la de Miguel Peralta, las familias de los presos comenzaron una lucha política y legal para exigir su libertad.
El principal argumento es que su detención fue por motivos políticos.
Quienes encabezaron la lucha fueron, principalmente, las mujeres de la comunidad. Madres, hijas, hermanas, esposas de los presos.
La lucha no fue fácil, pues frente a ellas se erigió un sistema de complicidades entre las autoridades municipales, estatales y federales orquestada por la hija de Manuel Zepeda: Elisa Zepeda.
Tras la detención de los presos, Elisa Zepeda pronto escaló en la política oaxaqueña. Primero, en 2016, se convirtió en presidenta municipal de Eloxochitlán. Después, en 2018, pidió licencia para convertirse en diputada local, cargo que ocupó hasta 2021, cuando la nombraron secretaria de las mujeres en el gobierno de Salomón Jara.
Como diputada, Elisa Zepeda presidió la Comisión de Procuración y Administración Justicia del Congreso local, desde donde renovó el periodo de algunos magistrados oaxaqueños. En 2021, el portal Página 3 la acusó de mantener en sus cargos a los magistrados: Ana Mireya Santos López, René Hernández Reyes, Luis Enrique Cordero Aguilar, Camerino Patricio Dolores Sierra, Narciso Abel Alvarado Vázquez y Tito Ramírez González.
Desde esa posición, las mujeres mazatecas acusan que Zepeda ha bloqueado el acceso a la justicia en el caso de los presos políticos. Inclusive, en 2018, el senado de la república catalogó el caso como un ejemplo de “criminalización selectiva caracterizado por la judicialización de los conflictos sociopolíticos a través de la fabricación de delitos graves y/o en perjuicio de activistas opuestos a regímenes autoritarios”.
En 2019, un tribunal absolvió a Miguel Peralta porque los testimonios que lo vinculaban a los hechos de Eloxochitlán no eran consistentes. El tribunal aceptó que Peralta ni siquiera estaba en el pueblo ese día.
Sin embargo, posteriormente otro tribunal ordenó reabrir la carpeta de investigación en su contra, regresando el proceso judicial a la etapa de desahogo de pruebas. Desde ese momento Peralta ha tramitado amparos, y se encuentra desplazado de su comunidad por miedo a ser encarcelado.
Para los otros presos la suerte ha sido la misma.
Por ejemplo, en 2019 un tribunal absolvió a Jaime Betanzos, Herminio Monfil, Fernando Gavito y Omar Morales del homicidio de Manuel Zepeda. Pero, cuando ellos salían de la prisión, Elisa Zepeda presentó una ampliación en su declaración en donde acusaba un intento de feminicidio por parte de estos cuatro hombres que, tal vez por casualidad, estaban a punto de ser liberados.
En otros casos, los delitos de los que se acusan a algunos pobladores ya han prescrito. En otros, ha habido dilaciones judiciales.
El asunto es que, después de 9 años, todos ellos se encuentran sin sentencia de culpabilidad o inocencia. Algunos de ellos recluidos en penales bajo la figura de la prisión preventiva. Muchos, sin un traductor del mazateco al español, desconociendo los cargos que les imputan, e impedidos de acceder a la justicia.
En diciembre de 2022 Isaías Gallardo fue absuelto por un tribunal. Ese mismo año también salió de la cárcel Omar Morales, quien llevó su proceso aparte, distanciado de la lucha de los otros presos. Su situación jurídica, sin embargo, aún no se resuelve.
Herminio Monfil y Jaime Betanzos lograron salir de prisión por una medida cautelar a su favor. Ambos son muy viejos de edad, y tras protestas documentadas por el portal Sueña Dignidad, lograron que el tribunal les diera la libertad condicional.
En la cárcel continúan Alfredo Bolaños, Fernando Gavito y Francisco Durán, a quienes las autoridades de Oaxaca no otorgaron la medida cautelar de la libertad condicional por que los presos no llevaron comprobantes de domicilio que corroboraran que son de Eloxochitlán.
Ellos siguen en la cárcel, esperando una sentencia desde hace 9 años.
Este año, a lista de presos políticos se sumaron Marcelino Miramon y Paul Reyes, detenidos en el mes de mayo.
“Somos conscientes de que esta lucha no acaba aquí, por eso pedimos de favor a ustedes que sigamos pidiendo la libertad de los otros compañeros. No descansaremos hasta que haya justicia”, dijo Herminio Monfil en una asamblea comunitaria tras su retorno a la comunidad.
Los puños se alzaron alto.
Tomamos un autobús con rumbo a Eloxochitlán. En los asientos de atrás se escucha un video donde gritan: “¡Presos políticos libertad!”.
El sonido viene de un teléfono sostenido por una de las hijas de Jaime Betanzos.
En sus brazos viaja un niño que cuestiona a su mamá:
-¿Huautla es donde está la cárcel, allá vamos?
-No, la cárcel está en Etla, en Huautla está casa. Vamos a casa.
Al llegar, el pequeño abraza a su abuelo, y comparten el desayuno.
Esta es la primer mañana que Jaime Betanzos pasa en su casa después de 9 años.
Su esposa, Eusebia, no deja de sonreír. Saluda a todos, ofrece pan y café para pasar las horas.
Le pregunto a Jaime.
-¿Qué se siente dormir en tu cama después de 9 años?
-No me acostumbro. Aunque es una bendición dormir abrazado de mi esposa.
Las cosas en su casa han cambiado. También en su pueblo.
De la asamblea de aquellos años poco queda, pues el cacicazgo de los Zepeda ha enraizado fuerte.
En su vida, la ausencia de su padre y su perro pesan. Sus hijas ya crecieron, al calor de la lucha por su libertad.
Pero las cosas deben seguir su curso, retomar el camino, re andar los pasos.
“Yo seguiré sembrando café, y haciendo proyectos. Claro que seguiremos organizándonos con los compañeros. No vamos a descansar hasta que el último salga del cárcel, y hasta que regresen todos los desplazados. Ahora, con lo que aprendí en el penal, voy a hacer cursos para los niños, para que aprendan a hacer grabado. Ellos son el futuro, y también las mujeres, quienes han encabezado esta lucha”, dice Jaime.
Al fondo, sus hijas lo miran mientras preparan una nueva asamblea en el pueblo. Las tareas de organización las asumen ellas, quienes por 9 años han sostenido la dignidad de una comunidad entera, resistiendo hambre, frío, soledad, angustia y desesperación.
Poco a poco los viejos compañeros de Jaime llegan a la casa. Algunos, aún con el temor de ser detenidos, pues son desplazados.
Charlan en mazateco en el patio, mientras el olor a tamales llena el ambiente.
“La comunalidad empieza en la casa”, dice Jaime.
Y ahí, en esa pequeña choza enclavada en la sierra mazateca, un nuevo episodio se avecina.
“Jaime es el que ha tenido los huevos para decir las injusticias. La verdad yo veo bien que haya regresado al pueblo, tenemos que seguir peleando, y Jaime es la voz que puede hacernos luchar”, dice un joven taxista mientras vamos camino a Huautla, entre los cerros, en la noche, en la confidencialidad de quien se sabe anónimo entre la neblina y los pastos.
Antes de irnos, prometemos regresar. En una hoja, Eusebia escribe la palabra que marcará los siguientes días en Eloxochitlán: Askanni (Futuro).
El 4 de octubre, Maritza García Licona «por instrucciones de la Ingeniera Elisa Zepeda Lagunas» (secretaria de las mujeres de Oaxaca, y a quien las familias de los presos políticos han acusado de entorpecer su proceso judicial) envió un comunicado a la redacción de Pie de Página tras la publicación de este reportaje.
En el documento, escrito en primera persona, se afirma que Zepeda Lagunas reconoce que desde 2014 se ha «enfrentado un proceso judicial que se ha extendido sin una sentencia definitiva».
Aquí reproducimos en su totalidad el comunicado enviado:
«Impunidad no puede ser respuesta ante violencia de género: Elisa Zepeda
Con manipulación, agresores abusan de la buena voluntad de medios y sociedad civil para eludir la justicia y perpetuar la impunidad.
Oaxaca de Juárez, Oaxaca, a 04 de octubre de 2023.- Como sobreviviente de un intento de feminicidio, expreso mi profunda preocupación y desaliento frente a la reciente liberación de dos de los perpetradores del brutal ataque contra mí y mi familia, el cual tuvo como resultado la pérdida trágica de dos personas, entre ellas mi hermano.
Los lamentables hechos que marcaron mi vida y la de mi familia ocurrieron hace más de ocho años. Desde entonces, hemos enfrentado un proceso judicial que se ha extendido sin una sentencia definitiva. Este prolongado periodo de incertidumbre ha sido una carga adicional que se suma al temor constante de represalias y a la revictimización mediática.
La reciente resolución de cambio de medidas cautelares, que permite a mis agresores continuar su proceso jurídico fuera de prisión, plantea una amenaza a nuestra seguridad y desafía los principios fundamentales de justicia y equidad.
En este contexto, hago un llamado urgente a las autoridades a revisar los procesos judiciales, identificar los obstáculos que han contribuido a esta espera y garantizar que se tomen medidas necesarias para agilizar la culminación del litigio.
Resulta alarmante y doloroso constatar que los medios de comunicación y ciertos sectores de la sociedad civil han sido manipulados para apoyar a los agresores. Mediante una falaz presentación de los hechos, se hacen pasar por presos políticos.
Esta manipulación de la opinión pública no solo distorsiona los hechos reales y perpetúa la impunidad; también constituye un agravio contra quienes buscamos genuinamente la verdad y la justicia, y socava la buena voluntad de la sociedad y las organizaciones, canalizando los esfuerzos desinteresados de estos grupos en eludir la ley.
Quiero aclarar que mi lucha no es de venganza ni de encierro forzoso para los agresores. Mi llamado se centra en la búsqueda de verdad y reparación. La justicia reparatoria se erige como un pilar indispensable en la construcción de una sociedad que repudia la violencia y trabaja, desde sus instancias competentes, en esclarecer los casos, identificar las responsabilidades y brindar atención a las víctimas.
Este caso es uno más en la lucha colectiva de las mujeres que han enfrentado la violencia de género y que, a menudo, se ven desalentadas a denunciar debido a la impunidad que prevalece en nuestro sistema de justicia. Mi voz se alza en solidaridad con ellas, con la firme convicción de que solo a través de la rendición de cuentas y la reparación integral se podrá avanzar hacia una sociedad justa e igualitaria en la que el miedo no detenga nuestras vidas.
Reitero mi urgente llamado a las autoridades competentes para que revisen este caso y tomen medidas efectivas que garanticen la seguridad de mi familia y la mía. La impunidad no puede ser la respuesta a la violencia de género. Exijo verdad, reparación y un compromiso decidido en la erradicación de estos delitos ejercidos contra las mujeres».
Periodista independiente radicado en la ciudad de Querétaro. Creo en las historias que permiten abrir espacios de reflexión, discusión y construcción colectiva, con la convicción de que otros mundos son posibles si los construimos desde abajo.
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