Cosecha de Huesos

20 noviembre, 2015

Días después de la desaparición de los estudiantes, un grupo de guardias comunitarios agrupados en la Upoeg, organizó una búsqueda de los cuerpos en los cerros que están alrededor de Iguala. Espontáneamente, decenas de familiares de otros desaparecidos se sumaron a las búsquedas. Estas son las historias de tres personajes clave en las búsquedas que después de generalizaron en todo el país

Texto: Ximena Natera, Luisa Cantú, Daniela Pastrana y José Ignacio De Alba

Fotografías y video: Ximena Natera

Infografías: Ana Ramos y Lucía Vergara (con información del colectivo de búsqueda)

Los buscadores

Buscan a sus familiares
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IGUALA, GUERRERO.- Las moscas zumban en las orejas y el calor suda las piernas y pega la mezclilla a la piel. El camino es un crisol de pasturas altas, árboles espinosos, minúsculos ríos de lodo que engaña y puede tumbar al que camina distraído. Las hormigas cuelgan sus dientes en los tobillos. No pican, muerden. Mientras pasan las horas, la sed va secando los labios y la lengua empieza a escaldarse por la falta de agua.

Hacia el horizonte, hay un cielo de postal. Los cerros reciben al visitante con un rostro multicolor de mariposas y flores. Pero la tierra oculta muertos. Huesos de los sin nombre. Los «desaparecidos».

Ellos, albañiles, comerciantes, campesinos y amas de casa, salieron a buscar a los suyos. El miedo y el coraje los orilló a buscarlos con sus propias manos entre la tierra. Aquí caminan cada domingo, armados con sus sombreros, paliacates, machetes y varillas. Los machetes son para quitar hierba. Las varillas para identificar el olor de muerto bajo la tierra.

En un año, sin dinero ni protección, ellos han encontrado 105 cuerpos. Las autoridades sólo han podido identificar a 11 personas en la cosecha de huesos.

Octubre de 2014

Mayra Vergara hace lo que no se ha atrevido a hacer en tres años: al escuchar que los cuerpos de los normalistas no están en las fosas halladas en Iguala, se planta frente al palacio municipal y pide que también busquen a su hermano Tomás, un taxista de Huitzuco.

Durante dos días, las autoridades la ignoran, pero miembros de la Unidad Popular de Organizaciones del Estado de Guerrero (UPOEG) le ofrecen ayudarle a buscar. Suben a la loma del Zapatero, donde una llamada anónima les sugiere que puede haber más fosas clandestinas. Los «otros desaparecidos» surgen en forma de huesos secos.

La voz se corre y cada vez, más familiares van llegando a las reuniones de la Iglesia de San Gerardo. Rápido pasan de 10 a 100 y luego a 350.

Noviembre del 2014

Una comisión de la PGR se presenta a la reunión semanal de la Iglesia de San Gerardo para persuadir al grupo de familiares de no seguir exhumando los cadáveres de las fosas. Les dicen que su falta de conocimientos técnicos está contaminado posibles evidencias. Ellos se niegan a dejar de buscar. La PGR ofrece orientación, herramientas adecuadas, recolectar pruebas de ADN y un acompañamiento permanente a las víctimas. «No nos dejan, pero tampoco hacen mucho más» dice Mayra.

Un año después, los peritos van y vienen, las herramientas nunca llegan, el estudio del ADN no tiene la respuesta prometida y el personal de la PGR es un hombre sentado con su laptop tomando nombres de los nuevos que llegan.

Marzo de 2015

Las personas se saludan como si acudieran a una reunión de algún grupo de apoyo. Reconocen sus rostros porque se han visto en decenas de manifestaciones, reuniones con el gobierno y porque tienen en la mirada la misma tristeza, el mismo vacío.

Es la pérgola del centro de Iguala, pero podrían ser Los Pinos o las oficinas de cualquier Ministerio Público. La promesa es la misma: quizá esto ayude a tener alguna noticia de sus ausentes.

Es el día de la primera toma de muestras de ADN en este municipio, el tercero más grande Guerrero. «Con esto habrá una base de datos y cuando les entreguen algún resto podrán tener certeza de que es su familiar», les dicen.

Es la mejor oferta que tendrán.

Uno a uno desfilan hacia improvisados módulos para tomar muestras genéticas. El instrumento –una especie de cepillo de plástico- entra en su boca, raspa un poco el interior de sus mejillas. Luego, regresan a su soledad.

De acuerdo con Ciencia Forense Ciudadana, la organización que toma las muestras, 38% de los reportes de personas desaparecidas en el país se hacen en Guerrero.

Octubre de 2015

La vida de Caritina cambia hoy. Mario Vergara le anuncia que «salió premiada». Las 100 personas reunidas en el sótano de la Iglesia de San Gerardo aplauden, con sentimientos encontrados. Hoy, la Procuraduría General de la República avisó que hay información de ADN coincidente en un cuerpo y los datos genéticos del hijo de Caritina.

El anuncio del «premio» de Caritina llega junto con la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. El mensaje que dan los familiares es que las autoridades locales no hacen lo suficiente. No quieren, o tal vez ni siquiera pueden con el trabajo. «La palabra que más escuchamos aquí es simulación», dice uno de los representantes internacionales.

Caritina ha recuperado a su hijo, desaparecido desde el 2012. Con él suman apenas 7 cuerpos que, luego de un año de búsquedas, han recibido de vuelta su rostro, nombre e historia.

8 de noviembre de 2015

Los familiares de desaparecidos reanudan las búsquedas. Abren dos hoyos en la tierra. Encuentran huesos en una. Marcan ocho más. Salen a buscar con la seguridad de quien sabe lo que hace. Los cerros y los caminos de terracería son sorteados con facilidad. Y en tono de broma se dicen unos: «ya extrañabas el olor (de carne podrida) en las puntas de las varillas».

Mapa de fosas en Iguala

Revisa el número de cuerpos encontrados por los buscadores

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Capítulos

Inicio
Un nuevo horizonte para Iguala
Cosecha de Huesos
Buscadores
«Pudieron ser muchos más»
Sin personal, ni presupuesto
Viaje a la tierra donde estudiar es un privilegio
Un normalista que no quiere salvar al mundo
Créditos

Periodista visual especializada en temas de violaciones a derechos humanos, migración y procesos de memoria histórica en la región. Es parte del equipo de Pie de Página desde 2015 y fue editora del periódico gratuito En el Camino hasta 2016. Becaria de la International Women’s Media Foundation, Fundación Gabo y la Universidad Iberoamericana en su programa Prensa y Democracia.

Quería ser exploradora y conocer el mundo, pero conoció el periodismo y prefirió tratar de entender a las sociedades humanas. Dirigió seis años la Red de Periodistas de a Pie, y fundó Pie de Página, un medio digital que busca cambiar la narrativa del terror instalada en la prensa mexicana. Siempre tiene más dudas que respuestas.

Cronista interesado en la historia y autor de la columna Cartohistoria que se publica en Pie de Página, medio del que es reportero fundador. Desde 2014 ha recorrido el país para contar historias de desigualdad, despojo y sobre víctimas de la violencia derivada del conflicto armado interno. Integrante de los equipos ganadores del Premio Nacional Rostros de la Discriminación (2016); Premio Gabriel García Márquez (2017); y el Premio Nacional de Periodismo (2019).

Periodista que sueña con pajares de agujas, misterios sin escribir y un mundo por explorar.

Fotoperiodista. Egresada de la Escuela de Periodismo Carlos Septién García. Es parte del equipo que ganó el premio Gabriel García Márquez 2017 en categoría imagen por el proyecto Buscadores. Trabajó como Oficial del Programa de Comunicación y Contenidos Digitales de la Oficina para México y Centroamérica de Artículo 19. Ha colaborado en medios como Mic Photo Press, Animal Político, Emeequis, Pie de Página y En El Camino.