Desde Gobernación ya habían prometido el regreso de las familias triquis a Tierra Blanca. Pero a la mera hora la postura del grupo antagonista, el Movimiento Unificado de Lucha Triqui, es inflexible. Ahora, las familias se encuentran varadas en un territorio vulnerable
Texto y foto: Isabel Briseño
YOSOYUXI, OAXACA.- La noche del 28 de julio tras el intento fallido de retorno a Tierra Blanca para las familias desplazadas que estaban en la ciudad de México, el director de Seguimiento e Implementación de Medidas Preventivas y de Protección de la secretaría de Gobernación, Neftalí Granados, pidió paciencia a las mujeres:
“Mañana no podemos empezar a mediodía. El día de mañana seamos muy respetuosos, como lo hemos sido, muy disciplinados y hay que estar muy temprano. Vamos a continuar con la lucha hacia el retorno completo de todos ustedes”.
Continuó, “permítanos retirarnos a atender esta reunión de seguridad. Vamos a tomarlo con calma. Ahorita ya hay que descansar y vamos a reflexionar para que podamos hacer bien las cosas. Nos comunicaríamos hoy o mañana muy temprano”.
Esas fueron las palabras y el compromiso del funcionario Granados fue claro: las familias desplazadas regresarían a Tierra Blanca.
Pero no lo cumplió. Ese mismo miércoles 28 por la noche Horacio Santiago, representante de los desplazados triquis, recibió una llamada; lo citaban a una nueva mesa de trabajo al día siguiente, al mediodía en la Ciudad de Oaxaca, a unas seis horas de Yosoyuxi, donde los desplazados esperan.
LA reunión se llevó a cabo al día siguiente. Estaban Neftalí Granados; Francisco Javier García López, secretario General de Gobierno; Carlos Ramos, Subsecretario del Gobierno del Estado de Oaxaca; Óscar Banda de la Comisión para el diálogo de los pueblos indígenas, gente de la Guardia Nacional y de la policía estatal.
Durante casi 3 horas los funcionarios informaron que el retorno se intentaría nuevamente pero no especificaron una fecha. También mencionaron que la dirigencia del Movimiento Unificado de Lucha Triqui (MULT) conserva la postura inflexible: no abrir el diálogo ni permitir el acceso a los habitantes desplazados, salvo bajo sus términos y condiciones.
Las condiciones, explican las familias desplazadas, son: ingresar de 5 en 5 familias de manera semanal pasando primero por la agencia municipal de Tierra Blanca con la finalidad de afiliarse al MULT, así como pagar multas elevadas que ascienden a más de 200 mil pesos.
Los funcionarios pidieron a los desplazados esperar. Una vez más esperar.
¿Qué gana el MULT imponiendo estas condiciones a los pobladores de Tierra Blanca?
De acuerdo con las versiones de los afectados, lo que ganan es un pueblo: Tierra Blanca.
Recuerdan que no es la primera vez que lo hacen y no será Tierra Blanca el último; así sucedió con San Juan y San Miguel Copala en 2010.
Esas comunidades reciben apoyos federales correspondientes a los ramos 28 y 33 y por parte del Estado el fondo 4. Los cuales tienen por objeto incrementar el crecimiento económico. Estos ingresos no tienen una regulación en la forma de ser utilizados por lo que éstos pueden ser entregados directamente a un agente municipal, a una organización o a cualquier otra persona que el presidente municipal considere pertinente, comenta Horacio Santiago, representante de los desplazados.
A esta comunidad que sigue esperando el retorno de sus pobladores, le corresponde por lo menos un millón 300 mil pesos anuales tan sólo por el ramo 33. Al ramo 28 le corresponderán aproximadamente 28 mil pesos mensuales de acuerdo con datos del Agente suplente Gerardo Martínez Garcia. El interés sobre Tierra Blanca está muy claro.
Representantes de los desplazados triquis mencionaron que tanto el gobierno federal como el estatal insisten en entablar un diálogo con la suplente de la diputada federal recién electa Emelia Ortiz, negociación que de antemano está perdida y quién no tiene “vela en el entierro”.
«Ella no es nativa de nuestra comunidad, es de Rastrojo. Es mucho lo que pierden si nos dejan retornar», comenta Gerardo.
Mientras tanto, la preocupación mayor por parte de los representantes de esta comunidad, es la situación de abandono y olvido en la que se encuentran niños, niñas, bebés, abuelas, abuelos y mujeres, en su mayoría, al estar refugiados en Yosoyuxi en condiciones sumamente vulnerables e inseguras.
Nunca me ha gustado que las historias felices se acaben por eso las preservo con mi cámara, y las historias dolorosas las registro para buscarles una respuesta.
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