¿Cuánto vale el trabajo artístico? La pregunta vale en un mundo en el que se pagan más de 6 millones de dólares por una fotografía mientras muchos fotógrafos viven en precariedad laboral
Algunas fotografías vendidas en las últimas décadas han alcanzado cifras exorbitantes de dinero, por ejemplo: la fotografía titulada phantom del fotógrafo Peter Lik se vendió en 6.5 millones de dólares.
En la lista de los artistas que han logrado vender su obra fotográfica en millones de dólares están Andreas Gursky o Cindy Sherman, con sumas que van de los 4.3 a los 3.8 millones de dólares, respectivamente.
¿Pero qué es lo que hace que una obra fotográfica llegue a valer esas cantidades de dinero? La respuesta no es sencilla y será motivo de otra reflexión en este mismo espacio.
Recientemente vi una obra de teatro llamada “El no show”. La obra fue escrita dirigida y puesta en escena hace unos años en Canadá; El pasado viernes 29 de noviembre se estrenó en México y sigue en cartelera.
La experiencia teatral comienza cuando vas a comprar tu boleto, ahí alguno de los actores de la obra te explica que tu puedes decidir el precio de entrada al show, existen opciones de 1 peso, 70 pesos, 200 pesos, 300, 500 y 700 pesos. Todas la opciones son válidas y no determinan el asiento que ocuparás durante la función. Entonces, lo único que te queda es decidir cuánto estás dispuesto a pagar por ver una obra de teatro.
A partir de ese momento empiezas a reflexionar sobre el valor que le das al quehacer artístico y, durante la función, también irás descubriendo una serie de cosas que te llevan a pensar de una forma dramática el valor, el costo y lo que significa hacer teatro en México.
Lo mismo nos hemos preguntado muchos colegas fotógrafos: ¿cuánto vale nuestro trabajo en México?
Independientemente del tipo de fotografía que realicemos, la respuesta es compleja y está determinada por muchos factores, pero quisiera empezar por poner en contexto algunos de ellos.
Un estudio realizado a principios de este año por la empresa Careercast ubica a la fotografía como uno de los peores trabajos que hay en la actualidad.
El estudio mide principalmente el salario, niveles de estrés, ambiente laboral y las proyecciones de crecimiento en Estados Unidos y Canadá. Podemos imaginar el lugar que ocuparía la fotografía si el estudio se hiciera en México donde ser fotógrafo representa, además de la precariedad laboral irrefutable, un alto riesgo de vida.
El estudio también aclara que estar al final de la lista no significa que no sean trabajos vitales para la sociedad, lo cual vuelve aún más contradictoria la situación actual de miles de fotógrafos.
Por ejemplo: un fotógrafo que tiene trabajo de planta en algún medio de comunicación de la ciudad de México gana en promedio 12 mil pesos. No suena tan mal si suponemos que respetan sus horarios de trabajo, cuenta con prestaciones de ley y le dan equipo para trabajar; pero las cosas cambian si lo comparamos con un fotógrafo que no vive en la ciudad de México y que gana -si es que le pagan- 120 pesos al día, que es más o menos el promedio salarial de un fotógrafo fuera de la capital.
Muchos colegas trabajan sin paga para tener acceso a eventos y para darse a conocer en el medio fotográfico, y casi todos utilizan su propio equipo.
En lo que respecta a los fotógrafos independientes, freelancers cómo se conoce a quienes no tienen un contrato permanente con alguna empresa, las cosas suceden más o menos así: un cliente solicita una cotización y una muestra del trabajo; el fotógrafo la envía: si tiene suerte, la aceptan; el fotógrafo pide un anticipo por el trabajo (en otros países el anticipo no es negociable, pero por diversas razones, la mayoría de los clientes en México no aceptan darlo. De hecho, es frecuente que si una misma empresa contrata a dos fotógrafos para el mismo fin y uno de ellos es mexicano y el otro vive en Estados Unidos, al de México no le dan el anticipo).
Conozco muchos casos de colegas que, después de haber invertido su dinero y tiempo en un trabajo que el cliente utiliza para los fines convenidos satisfactoriamente, no se le paga, lo que no sucederia en otros países donde se valora el trabajo creativo. Esto en buena medida tiene una explicación por la forma en la que se resuelven las controversias legales en México, en donde no hay casos resueltos sin un desgaste para el creador.
Por otra parte, cualquier trabajo fotográfico requiere de equipo para realizarse. Normalmente se necesita de una cámara profesional, lentes, pilas, tarjetas de memoria, una computadora y el software que permita la visualización de las imágenes, edición y su posterior postproducción.
Algunos trabajos fotográficos requieren de más equipo que otros, pero digamos que es lo básico. Ese equipo puede costar hasta 300 mil pesos. Claro está que siempre existe la opción de rentarlo y no hacer la inversión directa (cuando el cliente esté dispuesto a absorber el costo). Pero eso generalmente no ocurre.
Además, hay que tomar en cuenta que la tecnología avanza muy rápido y en poco tiempo el equipo queda obsoleto. Eso sin contar lo que requiere su mantenimiento regular.
Y si volvemos a la pregunta original: ¿cuánto vale el trabajo fotográfico en México? Pues resulta que todo lo anteriormente expuesto sólo nos da pistas, pero no resuelve la duda.
El valor del trabajo obviamente no sólo está en los costos de producción ni en el equipo. A la mayoría de los colegas que le va bien lo logra -en gran medida- por tres razones: talento, profesionalismo y amor al trabajo. Capacidades y características humanas que por su significado también podrían ponerse a debate, según quien las evalúe y qué entendemos por cada una de ellas.
Pero si bien parece un exceso pagar millones de dólares a un fotógrafo como el que mencioné al principio de esta columna, también resulta un exceso la precariedad salarial general en la que viven cientos de fotógrafos en México.
Más que nunca, resulta contradictorio que la frase «por amor al arte» se utilice para no pagar por algo que se realiza con dedicación de tiempo completo, disciplina, inversión económica, herramientas, conocimiento, pasión y sí, por supuesto, con amor.
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Editor y fotógrafo documental, retrato, multimedia y vídeo. Dos veces ganador del Premio Nacional de Fotografía Rostros de la Discriminación.
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