Si se trata de riqueza petrolera, aun con los estragos de la erosión costera, México no pone frenos a sus planes de perforación de crudo, crecimiento de puerto de exportación, ni mucho menos para la instalación de refinería alguna. (Cuando el oleaje nos alcance / Cuarta parte)
Texto y fotos: Carlos Marí
Uno de los proyectos estratégicos más importantes del gobierno de Andrés Manuel López Obrador es la construcción de la refinería en el puerto Dos Bocas, un sitio que, según los cálculos científicos, en 80 años estará bajo el mar.
“¿Por qué se escogió Dos Bocas?, porque aquí llegan un millón cien mil barriles diarios de crudo y aquí se exporta ese crudo o va a los ductos para abastecer las seis refinerías del país. Imagínense cuánto nos ahorramos en instalaciones si ya llega aquí el petróleo… Ya tenemos aquí la materia prima. Por eso se decidió que fuese Dos Bocas”. Así lo advirtió López Obrador en el evento inaugural de esta obra, a la cual le destinará 8 mil millones de dólares.
Para la aprobación del manifiesto de impacto ambiental de esta refinería, que requerirá 560 hectáreas, no se analizó el riesgo de erosión costera que enfrenta el puerto Dos Bocas –aun cuando lo advierte el Atlas de peligro al Cambio Climático–. La discusión se centró en si dañaría zonas de mangle o la laguna Mecoacán.
En cambio, el Atlas de Peligro al Cambio Climático advierte: “El esperado incremento en la intensidad de los fenómenos que influyen en la ocurrencia de inundaciones y procesos de erosión de línea de costa, demandan un mayor análisis y el diseño e instrumentación de estrategias y medidas específicas de adaptación, que implican reducir la vulnerabilidad de dichas instalaciones e incrementar su resiliencia en caso de ocurrir algún desastre”.
De acuerdo con el proyecto que formuló Petróleos Mexicanos (Pemex) para gestionar la aprobación del manifiesto ambiental, el periodo de vida estimado para la refinería es de 25 años, aunque podría ampliarse.
Para Liliana Gama Campillo, investigadora de la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco (UJAT), la decisión de emprender un megaproyecto, como la refinería, depende en realidad del costo-beneficio y el periodo de vida, que podría ser sólo de décadas.
En tanto, recomienda que Pemex realice obras de protección que puedan garantizar la operatividad de la refinería, como también otras para salvaguardar la población aledaña.
El Instituto Mexicano del Petróleo (IMP) actualmente colabora en proyectos estratégicos de Pemex, como es el caso de la refinería de Dos Bocas. A la que considera “técnicamente viable y necesaria para nuestro país, al contribuir en la autosuficiencia en materia de combustibles”.
Gama Campillo advierte que en esta zona del Golfo de México prevalece tanto la elevación del nivel del mar, como la erosión costera. El riesgo es que las obras beneficien un sitio, como la refinería, y perjudiquen a otros vecinos.
“Hay infraestructura que podemos construir, escolleras, muros, que sin lugar a dudas pueden funcionar. Pero siempre hay que recordar que la infraestructura que construyamos para proteger algo va a dañar a los vecinos».
En otras palabras, «una escollera nos puede defender a nosotros, pero va a generar erosión a los lados de lo que esté ahí. Nos puede quedar como una isla ahí, independientemente de todo lo demás porque la erosión se va a ir por los lados. O sea, los escenarios tienen que contemplar a la región” entera, explica la ecologista, premiada en 2019, con la presea por el Mérito de Protección y Conservación Ambiental.
Dos Bocas fue construido por Pemex en 1989 y está protegido por una estructura de 3.7 millones de toneladas de roca y 18 mil cubos de concreto de entre 7.16 toneladas y 21 toneladas. Aun con ese volumen colosal, es movido por la fuerza del mar.
Desde el proyecto de construcción del puerto, se planteó que la erosión o “modificación de línea de costa” fue provocada años antes con las plantaciones de coco. Estas, así como la ganadería dieron pie a tirar el mangle. El proyecto defendía que el puerto sería una obra que revertiría el fenómeno.
“El proyecto pretende detener la erosión de la línea de costa y aprovechar el área con la finalidad de incrementar la actividad económica de la región proporcionando una alternativa para los mercados internacionales”.
En aquel entonces no se hablaba de elevación del mar por calentamiento global. Pero se advirtió que cambios en las corrientes habían “modificado las dinámicas hidrológicas continentales, así como el oleaje, mismo que modifica el relieve de la playa…”.
Con la construcción de la refinería, la Administración Portuaria Integral de Dos Bocas prevé retomar también una obra de ampliación de las hileras de rompeolas, como el proyecto de “ganar terrenos al mar” que le había sido negado por la Semarnat, en el 2006.
Entre los planes futuros de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes se encuentran:
Se trata de un programa de inversión de cuatro años, en el que se destinarán mil 755 millones de pesos. Pero, por lo pronto, para esa obra que protegería al puerto de la erosión, no hay recursos.
Pemex ha logrado hasta ahora que el puerto Dos Bocas no se inunde, pero le ha tocado perder varias batallas contra la erosión en Tizón. Este es un campo petrolero que empezó a inundarse, entre otras cosas, porque la empresa petrolera derribó cuatro hectáreas de mangle, que servían de barrera contra el oleaje.
Desde entonces, la empresa petrolera del Estado se ha visto obligada a probar lo que hubiese en tecnología a su alcance para frenar las inundaciones.
En diciembre de 2017, el Instituto Mexicano de Tecnología del Agua (IMTA), publicó el documento llamado ‘Estudio del nivel del mar, erosión y subsidencia en la planicie costera del Golfo de México’. Ahí ubicó este sitio como el de mayor tasa de erosión de Tabasco, al haber registrado 6.6 metros por año.
Los investigadores del IMTA estimaron que entre los años 1976 y 2010, se perdieron en esa zona poco menos de 285 metros. Sin embargo, antes que arribara Pemex a la zona, la erosión tenía un menor impacto porque a la orilla había mangle que la protegía. El problema es que formaba parte del entorno natural del punto elegido por la petrolera para perforar el primero de sus pozos: el Tizón 222.
Así, en cuestión de cinco años de haber iniciado operaciones, el oleaje amenazaba con alcanzar el equipo de perforación, pues había rebasado las escolleras –la primera defensa que se instrumentó: 80 bloques de concreto de dos metros de altura–.
«La zona donde se ubica el pozo Tizón 222, está sujeta a un fuerte proceso de erosión provocado por las aguas marinas”, señaló Pemex en un estudio posterior.
En 2007, Pemex instrumentó su segunda defensa, una barrera de geotubos de caucho, que en cuestión de dos años, sucumbió.
En el 2010, intentó frenar el avance del oleaje con paredes hechas con tubería y láminas de acero, conocidas como «tablaestacado». Esta barrera no duró ni un año, por lo que en el 2011 Pemex formuló construir otra, una base de trípodes de concreto, con los que a lo largo de mil 333 metros, se pretendió crear arrecifes. El monto invertido fue de 33 millones de pesos.
En el proyecto elaborado para Pemex por el Instituto de Geografía de la UNAM, se recomienda recuperar la vegetación de mangle.
Los especialistas de la UNAM hacen un recuento del impacto que han sufrido sus instalaciones por la erosión costera y advierten que el problema continúa, a partir de la desembocadura del río Grijalva, que está a escasos tres kilómetros del campo petrolero.
“En el año 2004, la línea de playa se encontraba a una distancia aproximada de 200 metros, respecto a la presa de quema de la macropera (plataforma de perforación) del Tizón 222. Posteriormente, en diciembre de 2007 cuando se encontraba en etapa de explotación el primer pozo de la macropera Tizón 222, la línea costera se había acercado hasta casi 50 metros”, dice el análisis de la UNAM.
En un reciente recorrido a este campo petrolero, el 17 de julio del 2019, las corazas trípodes de concreto que fueron instaladas originalmente en zona de playa, con más de medio metro arriba del espejo de agua, ahora no son detectables a simple vista; es evidente que este tipo de estructuras tampoco ha logrado detener el mar.
Pemex optó por otra estrategia: reforzar el bordo averiado de tabla-estacado, a manera de una escollera lateral a la playa. La distancia entre el pozo y la línea de costa sigue siendo de escasos 50 metros.
Pemex no cede en su lucha contra el mar. Hay más de 50 pozos petroleros alrededor de un nuevo equipo de perforación con el objetivo de mantener un promedio de extracción de 24 mil barriles diarios.
En Campeche, la isla de Ciudad del Carmen que es el principal centro petrolero para Pemex y las compañías que despliegan insumos y personal a las plataformas marinas de extracción de petróleo, el Gobierno Federal reforzó las escolleras principales del puerto, con mayor anticipación al Dos Bocas.
Ahí, las escolleras han sufrido desmoronamientos. Lo que amenaza la infraestructura del puerto de embarcaciones de Pemex y demás compañías contratistas. Por ello, la Administración Portuaria Integral (API) destinó, entre el 2016 y 2018, 29 millones de dólares en el proyecto Escolleras Zona Norte, que significó reforzar mil 900 metros.
Ahora, la estrategia es colocar geotubos, que son mangas de lona rellenas de arena, de dos metros de altura, protegidos con trípodes de concreto.
Es una estructura de más de ocho metros y quizá la más alta para proteger un puerto, en el Golfo de México. Sin embargo, en lo que resta de las costa de Campeche, predominan boquetes descubiertos donde la marea cada vez entra más.
Entregas anteriores:
Uno: Sin prisa ni pausa avanza el mar
Tres: ‘México reaccionó tarde y mal‘
Todo el especial:
*Este trabajo fue realizado en alianza con Connectas, con el apoyo regional de Seguridad Energética y Cambio Climático en América Latina de la Fundación Konrad Adenauer (EKLA-KAS).
Periodista ex corresponsal del Grupo Reforma en Tabasco y doctorante en Ciencias Humanas para el Desarrollo Interdisciplinario enfocado a temas de gestión del agua, desastres naturales, de resistencias, explotación petrolera, megaproyectos, pobreza y desigualdad de desarrollo en la región sur.
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