El hundimiento de dos bancos regionales en California, Estados Unidos, reavivó los fantasmas de la crisis financiera de 2008. ¿Estamos en la antesala de volver a esos escenarios? ¿Qué detonó su caída? ¿Cuáles son sus efectos en la región? En Pie de Página te contamos.
Texto: Alejandro Ruiz
CIUDAD DE MÉXICO. – La noticia comenzó a circular rápidamente el pasado 10 de marzo, y las alarmas se encendieron en todo el mundo. En California, Estados Unidos, el banco regional de Silicon Valley se declaraba en quiebra. Horas después, otro banco regional, Signature, también anunció su desplome.
Las autoridades norteamericanas reaccionaron rápidamente, y para el lunes 13 de marzo el presidente estadounidense, Joe Biden, anunciaba una serie de medidas financieras para evitar el “contagio financiero”.
¿Por qué el pánico? Porque desde 2008, cuando la desregularización financiera de los bancos estadounidenses en el cobro y otorgamiento de créditos hipotecarios produjo una crisis económica mundial, no había colapsado ningún banco del tamaño de Silicon Valley o Signature.
Y también, por el apresurado rescate anunciado por el gobierno estadounidense, donde intervinieron el Departamento del Tesoro, y los reguladores del Depósito Federal de Seguros (FDIC, por sus siglas en inglés). Es decir: el aparato financiero de una de las economías más grandes del mundo al rescate de los bancos.
¿Por qué se hundieron estos bancos y qué implicaciones tiene para México y la región? ¿Estamos en la antesala de una nueva crisis financiera global? Para responder estas interrogantes, en Pie de Página conversamos con Mario Campa, economista, politólogo, administrador público y analista en medios.
Campa sitúa la quiebra de Signature y Silicon Valley en el contexto de un fenómeno marcoeconómico: el de una política financiera en los Estados Unidos que, desde hace algunas décadas, ha incrementado las tasas de interés a un ritmo acelerado.
“Para los bancos en general hay un riesgo: si tú, por ejemplo, compras un bono que te está pagando 5 % de interés, y después suben las tasas con el paso del tiempo, y ese mismo bono se eleva a una tasa de un 8 %, ahora tienes un bono que vale menos. Si tú quieres vender ese bono, los bonos ya no valen lo mismo: es una pérdida”, explica.
Esta situación, detalla el economista, genera un clima de riesgo en las instituciones bancarias. Esto, derivado de los informes sistemáticos donde se reporta, a manera de cálculo, las pérdidas en las carteras de las empresas que tienen invertidos los bonos.
“Los bancos tienen que estar reportando qué pasaría si tú al salir a vender ese bono cuánto perderías, se hace un cálculo contable. Entonces, tenías una serie de bancos reportando esas pérdidas, pero esas pérdidas no necesariamente se van a materializar”, detalla.
Sin embargo, estos reportes de pérdidas se combinan con un ambiente complicado para el mercado, donde existe una tasa de poca liquidez, es decir, la capacidad y velocidad con la que un bono, o cualquier activo financiero, puede convertirse en un medio de pago sin que pierda valor.
“Tienes una tasa de poca liquidez, así como una cartera de prestamos que la ampliaste mucho y tienes un ambiente complicado. En un ambiente complicado puede que no tengas la suficiente cobertura de capital, y para aseguarte de esa liquidez tú tienes invertidos esos bonos, y al salir a vendelos comienzan las pérdidas reales”, detalla Mario Campa.
Esto, afirma el especialista, fue lo que sucedió con Silicon Valley, donde una buena parte de sus clientes son empresas tecnológicas en una situación de poca liquidez, y que, ante los reportes sistemáticos de pérdidas contables, comenzaron a sacar el dinero de sus cuentas para protegerse.
“Se empezó a hacer una dinámica, en parte especulativa de pánico, donde la gente empezó a retirar su dinero del banco”, explica.
Sin embargo, la especulación de la quiebra comenzó a contagiarse entre las empresas que veían que otros bancos comenzaron a reportar pérdidas similares a las de Silicon Valley. Como el caso de Signature, un banco regional más chico que también quebró en estas semanas.
“Los mercados financieros, los bonistas, empezaron a ver a bancos similares, y a actuar en consecuencia. Adicionalmente ya había un problema con criptomonedas, que tuvieron un desplome en la evaluación de ese activo”, añade.
La reacción del gobierno estadounidense fue anunciar medidas financieras de rescate bancario con el objetivo de evitar que el pánico se extendiera a otras instituciones y contener una probable crisis o desplome generalizado.
En el caso de Silicon Valley, rápidamente intervinieron los reguladores del Depósito Federal de Seguros (FDIC) para contener la quiebra. Esta figura, los reguladores, son los encargados de verificar las condiciones en las que opera la banca estadounidense. También son los encargados de recibir los reportes de su estado financiero.
El FDIC, explica Mario Campa, es un seguro gubernamental que se nutre con las aportaciones que hacen los bancos que operan en los Estados Unidos. Esta figura, entra en acción para el rescate bancario en casos de quiebra.
En un inicio, el FDIC entró con la misión de garantizar que aquellos depósitos que llegaran hasta los 175 mil dólares estuvieran asegurados. Sin embargo, arriba de ese umbral no se haría responsable. Días después, el gobierno estadounidense modificó esta política y anunció que también protegería los depósitos que rebasaran los 175 mil.
“Los reguladores, si quieren transmitir confianza, tienen que encargarse de que el seguro le pague a la gente, aunque pueda tener pérdidas. Así, para garantizar los depósitos, el gobierno sale a anunciar que, además del FDIC, también intervendrá el Departamento del Tesoro americano, aunque las pérdidas las va a absorber, en gran medida, el seguro (FDIC). Así, en estos días, se anunció que una parte del Silicon Valley Bank fue vendida por una pérdida importante de 20 mil millones de dólares”, explica Campa.
Pero, aunque de manera inmediata el gobierno de los Estados Unidos anunció una serie de medidas financieras para rescatar a estos bancos (y contener una posible crisis), de fondo, explica Mario Campa, también pudo haber fenómenos de corrupción al momento de la quiebra.
“También está en escrutinio el comportamiento de algunos directivos de los bancos. Además de malos manejos (apuestas unilaterales de riesgo), al parecer hubo ventas de acciones con información privilegiada momentos antes de la quiebra de Silicon Valley Bank. Es parte de lo que se investiga. Por lo pronto, Biden pidió aumentar las facultades de la FDIC para que los ejecutivos de estos bancos y futuros puedan ser vetados del sistema, además de que se pueda recuperar parte del dinero de esas ventas de acciones”.
Aunque en apariencia la quiebra de Silicon Valley y Signature, y la amenaza de una crisis, parece haberse contenido por las medidas del gobierno estadounidense, en los próximos días, detalla Mario Campa, podríamos observar una réplica de fenómenos similares en otras regiones y bancos del mundo. El epicentro: Europa.
“Los mercados financieros comienzan a buscar similitudes con otros bancos en el mundo, y caen en cuenta que en Europa hay una crisis similar, aunque no se está considerando que los bancos tengan, necesariamente, problemas en su cartera de préstamos, sino en cuestión de sus inversiones y depósitos”, detalla Campa.
Por ejemplo, detalla, bancos como Credit Suiss, en Suiza, y el Deutsche Bank, en Alemania, ya recibieron multas multimillonarias por incumplir con regulaciones en el control de sus inversiones y depósitos.
“Credit Suiss ya se hundió. Dolche bank no es que esté en la misma situación, pero es un banco que viene sufriendo en los últimos años, y esto podría llevarlo a su quiebra”, explica Campa.
Para nuestro país, explica Mario Campa, el riesgo de verse impactadas por esta quiebra es, actualmente, una posibilidad lejana. Los motivos:
“Aquí los bancos más grandes son más solidos, e inclusive pueden ser beneficiados de esta situación. Casi no existen bancos regionales o estatales, y en los que hay, si muchas personas que detectan que su banco puede estar emproblemado durante una corrida, no te puedes quedar como una persona física no bancarizada: te vas a un banco nacional. Si un banco chico se hunde, los bancos nacionales pueden comprar a los bancos que se hundieron, para que siga siendo normal la operación”.
Esta situación es diferente a países como Brasil, Argentina o Chile, donde hay más presencia de bancos estatales o regionales. Sin embargo, aún en estas naciones hay una gran concentración de capital en los bancos nacionales.
Los riesgos en la región, detalla, están en los bancos que no tienen matrices nacionales. Estos bancos pueden realizar fuga de capitales para solventar a su país. Pero en eso, los reguladores financieros de cada país deberían estar atentos.
Pero, en el caso mexicano, explica Mario, derivado de la crisis bancaria del 94-95, los reguladores han sido muy prudentes.
“La banca mexicana se caracteriza por tener muy buena capitalización. Desafortunadamente, una de las consecuencias que tengan ingresos por comisiones y no por intereses, es que les impide cierto grado de capitalización. En general, la banca mexicana está bien capitalizada, también es una banca concentrada, donde hay bancos muy grandes, no como en Estados Unidos. Aquí es difícil que un banco nacional escape de la regularización. Aunque sí hay bancos que han quebrado”.
Pese a esto, asegurar el advenimiento de una crisis aún parece lejano. Aunque la alerta debería estar encendida.
“Esto no ha terminado. Con esto no quiero decir que vayamos a ver una crisis más seria o similar a 2008 o 2009, no sabemos cómo va evolucionar. No sabemos si por ahí hay un banco con problemas al tratar de navegar la tormenta. No sabemos si alguno de los países europeos, o uno de sus bancos, también va a salir con problemas. Hay que recordar lo que pasó antes de la crisis de 2008-2009. Pueden pasar meses de relativa calma, de un deterioro lento, y de repente se pueden dar una cadena de intervenciones, quiebras, bancarotas. Hay que estar atentos porque puede haber periodos muy intensos de noticias, de pausas, que reguladores intervengan de manera correcta. Pero algo es cierto: es muy difícil predecir una crisis”.
Mario concluye que, fenómenos como la quiebra de Silicon Valley, son el reflejo de “la fragilidad de los tiempos que vivimos en lo financiero”. Y también, apuesta a una reflexión sobre el papel que pueden jugar las tecnologías, la globalización y la interconectividad en el desarrollo de futuras crisis financieras.
Para él, tener mercados interconectados, y muy globalizados tiene sus desventajas, principalmente que un problema que se origina en países lejanos pegue coletazos a otros países. Existe el riesgo de importar el contagio sistémico y el pánico.
A la vez, añade, «tener a estos monstruos financieros bancarios vuelve también más difícil regularlos, fiscalizarlos, y el riesgo externo es más latente. El alza brusca de tasas de interés por parte de bancos centrales en todo el mundo puede llevar a que, si bien los bancos actúen en el interés de proteger los precios, puede llevar a una crisis bancaria, y una crisis de recesión».
Y finaliza:
«Esta es la importancia de entender y vivir en una sociedad tan interconectada, donde que un banco quiebre, o esté apunto de quebrar, o haya la expectativa de un deterioro de sus condiciones, puede llevar a que, con la velocidad de la interconexión y transferencias digitales, una quiebra se pueda magnificiar. Ahora puede ser en cuestión de segundos por una plataforma digital. Las redes sociales, y en general la era digital, pueden agravar una crisis financiera”.
Periodista independiente radicado en la ciudad de Querétaro. Creo en las historias que permiten abrir espacios de reflexión, discusión y construcción colectiva, con la convicción de que otros mundos son posibles si los construimos desde abajo.
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