Es buena noticia que Conabio se haya salvado y saber que el Estado contará con una institución tan necesaria. Falta que le dé los recursos para hacer su trabajo a cabalidad, y que el proceso no se demore
Twitter: @eugeniofv
El viernes 12 de junio, la página web de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio) echó humo blanco. En grandes caracteres se leía en el titular de uno de sus boletines: “Clara decisión y consenso de los secretarios: habrá apoyo a la Conabio”. Conseguir esas 12 palabras costó decenas de miles de firmas; presiones de activistas, académicos y organizaciones de la sociedad civil, y mucha voluntad de todas las partes para superar rencillas de otros tiempos y construir acuerdos hacia el futuro. Gracias a todo eso, Conabio se salvó, pero queda mucho por hacer para garantizar su buena salud.
Son varias las cosas que se han resuelto. De entrada, Conabio será un organismo público descentralizado de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) y, por tanto, tendrá patrimonio propio y una importante autonomía. Eso le permitirá mantener su rigor científico y conservar el capital humano y tecnológico que ha consolidado en estas dos décadas. Se sabe también, ahora, que cuenta con presupuesto para sobrevivir por un tiempo más.
Sin embargo, quedan muchos pendientes, y Conabio tendrá que superar los escollos que golpean a todo el sector ambiental. Por lo pronto, enfrenta ahora el mismo reto que, por ejemplo, la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp): sobrevivir a los recortes presupuestales.
Este lunes apareció una entrevista del titular de Conanp, Roberto Aviña, que ilustra bien las dificultades que asoman por el horizonte. Aviña sostiene ahí que se han resuelto los problemas más graves que suponía el recorte, que ya no serán despedidos los guardaparques que dependían del proyecto con el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, y que la Comisión tendrá recursos para pagar viáticos y gasolina y cubrir otras necesidades fundamentales de aquí a que termina este ejercicio fiscal. Pero sobrevivir no es poder trabajar.
La situación de Conanp es tan precaria que han tenido que hacer recortes que suenan ridículos. Por ejemplo, el propio Aviña explica han tenido que dejar de pagar ocho mil y pocos pesos de la renta de las oficinas de la Reserva de la Biosfera Barranca de Metztitlán, 24 mil 360 pesos de las oficinas del Área de Protección de los Recursos Naturales Valle de Bravo y 25 mil pesos de renta de las oficinas de la Reserva de la Biosfera Mariposa Monarca en Michoacán. ¿Cómo se le puede recortar a una institución en donde las economías posibles son tan insignificantes en comparación con el aparato estatal?
En el caso de Conabio este reto es doblemente grande, porque ya era de por sí una institución muy austera, y porque ahora deberá ampliar su estructura para incorporar las nuevas posiciones que requiere su nueva personalidad jurídica. Un organismo público desconcentrado requiere de una estructura interna mayor que la de una institución tan flexible como ha sido Conabio hasta ahora. Los recortes harán muy difícil construirla sin golpear a las áreas sustantivas.
Se trata de dos instituciones clave para el desarrollo nacional, pues sin poner el patrimonio natural al centro del modelo de desarrollo, no habrá transformación que dure mucho tiempo. Se trata también de dos instancias que ya habían sido duramente golpeadas por las administraciones anteriores, y que ahora sufren un nuevo revés.
Es buena noticia que Conabio se haya salvado y saber que ahora el Estado contará, dentro de su estructura, con una institución tan necesaria. Falta que le dé los recursos para hacer su trabajo a cabalidad, y que el proceso no se demore -cualquier tardanza podría devolver a la institución al área de terapia intensiva.
Consultor ambiental en el Centro de Especialistas y Gestión Ambiental.
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