Eugenio Fernández coordina La conquista en el presente, una coautoría con Yásnaya Aguilar, Jorge Comensal y Ana Díaz Serrano. De los procesos de colonización advierte: “Si este proceso de acumulación de ruinas no ha terminado en una distopía, es porque siempre ha habido pueblos, rebeliones, actitudes que se le han opuesto.”
Texto: Alejandro Ruiz
Foto: Cortesía
CIUDAD DE MÉXICO.- Estamos a un par de días de conmemorar los 500 años de la caída de Tenochtitlán a manos de las fuerzas colonialistas, y se vuelven urgentes los diálogos fuera del oficialismo; espacios que permitan repensar lo que este proceso implicó para la configuración de la “identidad nacional” mexicana.
Pues la memoria histórica no es solo la narrativa oficial, sino debe ser más bien un diálogo horizontal que problematice (y dispute) estos discursos desde la realidad de los vencidos. Pero también desde quienes han sido herederos de una historia “postcolonial” que, bajo el afán de la uniformidad, han reducido las múltiples realidades, subjetividades e identidades a conceptos muchas veces ajenos a nuestros propios contextos.
¿Quiénes son los vencedores y los vencidos en esta trama? ¿Es un claroscuro de buenos y malos? ¿Es la conquista una fecha en el calendario o un proceso que se actualiza constantemente? ¿Se pueden construir alternativas comunitarias no opresoras?
Estas son algunas de las preguntas que, en entrevista con Pie de Página, responde el coordinador de este libro, Eugenio Fernández.
Para Eugenio, el libro sitúa tres debates que permiten escuchar diversas voces desde la visión de los pueblos indígenas; pero también desde el contexto de “los conquistadores” y las discusiones que se suscitaron en la península Ibérica.
“Tenemos que reinventar la narrativa de la conquista y los héroes” afirma Eugenio Fernández. Y resalta que la intención de este nuevo libro de la editorial La Cigarra es propiciar este cambio en las narrativas históricas sobre la conquista.
“Cuando hablamos de la conquista de México, y cuando el Estado mexicano asume la representación de los pueblos conquistados, estamos cayendo en dos errores a la vez: pues ni México existía, ni es cierto que solo hubo un solo pueblo conquistado». Así lo enfatiza Eugenio Fernández, en relación con el debate que abre el texto de la activista, escritora y lingüista mixe, Yásnaya Aguilar.
Para Eugenio, el primer objetivo del libro es romper con ese paradigma oficial que sitúa al Estado Mexicano como una continuidad de las culturas y cosmovisiones de los pueblos indígenas; por el contrario, precisa que más bien el Estado Mexicano es heredero de la tradición que conquistó a esos pueblos.
“Decir que ‘Los españoles nos conquistaron’ es una imprecisión”, resume Fernández. “Pues por ejemplo, la conquista de los pueblos mayas, de los yaquis, no fueron obra de la corona española, sino del Estado mexicano. Somos herederos de la tradición que conquistó a esos pueblos.”
De acuerdo con Fernández, la continuidad del proyecto colonial que se inaugura con la caída de Tenochtitlán no fue algo que culminara con la guerra de Independencia de la corona española en 1821; o con la caída del imperio de Iturbide en 1823. Tan sólo como ejemplo: la política educativa del Estado posrevolucionario durante el siglo XX profundizó la idea de oprimir culturalmente a los pueblos y naciones indígenas que no asimilaban la construcción de la identidad mexicana.
“Esto no es algo que indujo el Virrey de O’Donojú, o que impuso Iturbide, es algo que instauró el gobierno del general Cárdenas”, dice Eugenio.
Otra de las ideas centrales del libro es dejar de situar como víctimas a los pueblos indígenas que resistieron durante la guerra de colonización; pues esta narrativa construye el imaginario de que la conquista fue un proceso lineal que marca un inicio y un fin; cuando en realidad ha sido una guerra prolongada hasta nuestros días que ha estado definida por las resistencias y rebeliones de los pueblos indígenas.
“Decir que los pueblos indígenas fueron las víctimas de la colonia es mentir: los pueblos indígenas fueron los vencidos de la colonia, y la conquista fue una serie de batallas de un opresor sobre otro, que después trajo una serie de levantamientos y rebeliones que lograron impedir este frenón de la historia en la distopía”, asevera Eugenio Fernández.
Por eso se debe hacer un rescate de la memoria para edificar recuerdos más incluyentes, donde la pluralidad de identidades permitan entender la construcción de nuestra realidad desde espacios más colectivos e incluyentes.
“Este libro responde a la urgencia de arrebatarle al poder la construcción de los recuerdos», remata.
Para Eugenio Fernández, la deformación que el discurso oficial hace de la historia ha impedido debates que permitan comprender los matices y contextos que se desarrollaron entre vencidos y vencedores. Esto ha orillado a que la sociedad deba identificarse como “vencidos o vencedores”, lo que imposibilita la construcción de recuerdos más incluyentes.
“Tenemos que dejar de identificarnos como herederos de los vencidos; o en cierta forma como si les tuviéramos un deber a los vencedores para realmente empezar a construir una nueva forma de relacionarnos y una nueva forma de identificarnos.”
Para Eugenio, la inclusión en el libro del pensamiento de la historiadora española Ana Díaz Serrano abre las puertas para identificar los debates que se suscitaron dentro de las potencias colonialistas después de la conquista.
“En España, por ejemplo, en realidad lo que sí tuvo mucho ímpetu fue el descubrimiento de América; todo lo que pasó después es parte de una amalgama muy rara; pero el descubrimiento sí impactó muy fuerte, porque tuvo unos usos muy concretos en donde se detonaron debates interesantísimos que tendríamos que rescatar hoy.”
El pensamiento de José Saramago, recuperado en el libro por Ana Serrano, que en La balsa de piedra cuestiona la pertenencia de las naciones ibéricas a una Europa cada vez más distante de su realidad, es parte de los cuestionamientos éticos e identitarios que han sido excluidos con la visión uniforme y oficialista de la conquista.
Para el coordinador de esta obra, incluir las reflexiones de Ana Serrano permiten dar cuenta de que así como nuestra realidad es diversa, al interior de las potencias también hubo rebeliones y disentimientos que han sido invisibilizados.
Por su parte, la aportación de Jorge Comensal, que recupera fragmentos de las crónicas de indias, permite desentrañar el mito que cubre a los conquistadores como una masa uniforme.
“Muchos de los colonizadores, y en general la lógica misma de la conquista y de la colonización fueron horribles. Pero es interesante explicar que quien hace el mal lo puede hacer desde la banalidad más total”, comenta Eugenio Fernández.
Para el coordinador de la obra, fenómenos como el acarreo de esclavos, quienes a través de cartas manifestaron su inconformidad y disgusto con la guerra de conquista, así como la incomprensión entre algunos grupos de efectivos militares sobre el sentido de esa guerra, dan cuenta que los motivos que trajeron a todos esos hombres a nuestras tierras eran diversos.
Empero, esta otra parte de la historia no excluye la realidad colonialista que se impuso en nuestros territorios de formas crueles y violentas, y que acarrearon problemáticas sociales que hasta nuestros días siguen vigentes; por ejemplo el tráfico de personas y la construcción de discursos de superioridad a través de criterios racistas.
“Las ruinas del colonialismo y de la opresión siguen encima de nosotros. Ocurrieron antes, pero eso no quiere decir que no ocurran ahora, de otras formas quizás hasta mucho más crueles y mucho más totales.”
Hablar y repensar la conquista en nuestros días “nos abre la puerta para repensarnos y reconstruir nuestra identidad de forma más plural, menos determinista y mucho menos excluyente y basada en absolutos». advierte Fernández. «Se puede ser mixe, mexicano, latinoamericano, etc.; ¿porque tenemos que ser solamente mexicanos, y mexicanos mestizos?.”
Para Eugenio la intención de este libro obedece a recuperar el carácter transformador de la historia.
“Las efemérides, más allá de servir para que el presidente de la República salga al balcón, o que la derecha haga el ridículo, nos puede servir como pretexto para reflexionar. Si el inconsciente colectivo está en esas capas que se mueven debajo de un bloque de hielo, las efemérides son esos huequitos que hacen los esquimales para poder asomarse.”
Por eso, más que recuperar las efemérides, la necesidad que motiva a esta obra es la construcción de alternativas plurales para repensarnos colectivamente.
“Si este proceso de acumulación de ruinas no ha terminado en una distopía, y no se ha detenido la historia en el desastre, es precisamente porque siempre ha habido pueblos, rebeliones, actitudes que se le han opuesto.”
“La clave para repensar mejor la historia y quiénes somos, y para realmente sentar una alternativa para salir adelante de este talladero al que nos metió la derecha y esta mezcla tan rara de izquierdas que ha sido la izquierda electoral en los últimos años, es hacerle caso a un texto de Carlos Monsivais en un libro que se llama ¿Historia para qué? donde decía que: ‘la historia, la enseñanza de la historia y el conocimiento de la historia tiene que llevarnos a tener más elementos para tener respuestas y a construir identidades colectivas que no sean opresoras.’ ”
El libro La conquista en el presente estará disponible en librerías de todo el país a partir del 13 de agosto, y también puede ordenarse a través de la página de internet de la editorial: www.lacigarra.com.mx.
Periodista independiente radicado en la ciudad de Querétaro. Creo en las historias que permiten abrir espacios de reflexión, discusión y construcción colectiva, con la convicción de que otros mundos son posibles si los construimos desde abajo.
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