24 julio, 2021
No debe descartarse la sustitución de la OEA por un organismo que no sea lacayo de nadie, dijo el presidente, ante embajadores y representantes de 25 países de la región reunidos en el Castillo de Chapultepec; la escritora Isabel Allende le dijo que, en este cambio de época, México tiene un papel fundamental de concretar el sueño del libertador
Texto Daniela Pastrana
Fotos: Presidencia
CIUDAD DE MÉXICO.- Ante representantes de gobiernos de América Latina y el Caribe, el presidente Andrés Manuel López Obrador aprovechó la conmemoración del natalicio de Simón Bolívar para hacer una propuesta audaz: crear una suerte de unión-latinoamericana.
“La propuesta es, ni más ni menos, que construir algo semejante a la Unión Europea, pero apegado a nuestra historia, a nuestra realidad y a nuestras identidades”, dijo el presidente, en un discurso que sorprendió a más de uno.
“En ese espíritu, no debe descartarse la sustitución de la OEA por un organismo verdaderamente autónomo. No lacayo de nadie, sino mediador a petición y aceptación de las partes en conflicto, en asuntos de derechos humanos y de democracia”.
Aseguró que está consciente de que se trata de un asunto, que “requiere de una nueva visión política y económica”, pero pasó la tarea a los diplomáticos que lo escuchaban: “Es una gran tarea para buenos diplomáticos y políticos como los que, afortunadamente, existen en todos los países de nuestro continente”.
La declaración del presidente mexicano se enmarca en el activo papel que ha tenido su gobierno en espacios de política exterior, desde el apoyo para la salida de Evo Morales de Bolivia hasta la propuesta presentada en la ONU de generar un mecanismo para la distribución equitativa de vacunas.
Este discurso, realizado en el Castillo de Chapultepec y con el motivo de la conmemoración histórica, fue la señal de salida para la Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) que se realiza en la Ciudad de México y es el ensayo de la próxima cumbre de Jefes de Estado latinoamericanos.
México impulsa el desplazamiento de la Organización de Estados Americanos (OEA), bajo la dirección del uruguayo Luis Almagro, y ha logrado revivir a la CELAC como una apuesta para la solución de problemas latinoamericanos.
Esta propuesta ya fue promovida antes por los expresidentes de Venezuela, Hugo Chávez, y de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva. Pero en ambos casos los esfuerzos se diluyeron.
López Obrador ha usado las conmemoraciones históricas para tejer acuerdos con presidentes y líderes políticos de la región. En uno de estos eventos, la expresidenta destituida de Brasil, Dilma Rouselff, destacó al gobierno de López Obrador como uno de los liderazgos populares y progresistas de la región.
Ahora fue la escritora Isabel Allende, quien puso al lopezobradorismo a la cabeza de la batalla que viene:
“México, como nación líder del continente, tiene un papel fundamental en ese mundo nuevo que estamos imaginando. Este fabuloso país tiene la misión histórica de hacer realidad el proyecto de El libertador”.
La escritora chilena fue la invitada de honor. Inició su mensaje con una advertencia por el tiempo: “Me han dado cinco minutos para este saludo, pero no soy poeta, no puedo decir mucho en pocas palabras, soy novelista, necesito muchas palabras para decir muy poco; así que abusaré de la legendaria hospitalidad mexicana, me voy a tomar siete minutos, bueno, tal vez ocho”.
Contó que cuando Salvador Allende fue elegido presidente de Chile, en 1970, en un viaje al sur conoció el mural sobre la hermandad de los pueblos latinoamericanos de Jorge González Camarena que México había regalado a su país.
Luego resumió: “La historia de México, como de toda Latinoamérica, es un mural de claroscuros, de esperanzas y fracasos, de héroes y villanos, de ideales y de traiciones, de caudillos brutales y de revolucionarios, de grandes pensadores y de una multitud de saboteadores”.
Agradeció el refugio que México dio a miles de chilenos que escaparon de la dictadura, y en especial a la familia Allende, que en este país encontró una patria y otro hogar.
“México ha sido un faro en la neblina”, dijo, en referencia a la historia de asilo de perseguidos políticos.
También se refirió al «momento extraordinario» que vive el mundo y que es una «oportunidad única» para la reflexión sobre el futuro que queremos.
“Nadie recuerda una crisis global de esta magnitud como es la pandemia (…) Nadie está realmente a salvo si no lo estamos todos (…) ¿Qué mundo queremos para nuestros hijos? Es la pregunta más importante de nuestro tiempo, la pregunta que cada mujer y hombre consciente debe plantearse y sobre todo la pregunta que las naciones deben responder”.
Los dos oradores mexicanos, además del presidente, fueron los dos políticos que el establishment mexicano ubica en la línea de sucesión presidencial: Claudia Sheinbaum, jefa de Gobierno de la Ciudad de México, y el canciller Marcelo Ebrard.
El canciller se veía muy satisfecho con el encargo presidencial y con su papel de anfitrión. Sobre todo, porque logró reunir a casi todos los países de la región (algo que la OEA ya no puede hacer).
En una breve intervención, Ebrard recordó el llamado que hizo Bolívar en 1822 a organizar una confederación de repúblicas de América y lanzó una pregunta a los representantes extranjeros:
“¿Tiene sentido, tiene alguna perspectiva en el siglo XXI pensar en una comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños? ¿Necesitamos este espacio más allá del viejo anhelo de la unión de América Latina y el Caribe?”
Él mismo respondió: “No sólo lo necesitamos, sino que lo queremos y lo estamos construyendo entre todas y todos los que estamos aquí”.
La gran lección de la pandemia, aseguró el Canciller, es que si los países de América Latina no actúan en conjunto, nadie se va a ocupar de la región.
«Nadie va a preguntarse: ‘Bueno, ¿y América Latina y el Caribe ya tendrá vacunas? ¿Tendrán los recursos suficientes para salir adelante?’ No, nadie lo va a hacer, sólo nosotros”.
El mensaje de la jefa de Gobierno, por su parte, fue más largo, más histórico y menos político.
Fiel a su costumbre, el presidente López Obrador usó la historia para traer al presente un tema: en este caso, el papel de Estados Unidos en la región.
A Bolívar lo definió como “un vivo ejemplo de cómo una buena formación humanista puede sobreponerse a la indiferencia o a la comodidad de quienes provienen de cuna fina”, lo comparó con Hidalgo y Morelos, por sus virtudes excepcionales. También le dedicó un poema que en su honor escribió el tabasqueño Carlos Pellicer.
Resuelto el tema, dirigió su mensaje hacia el papel hegemónico de Estados Unidos en la región.
“La lucha por la integridad de los pueblos de nuestra América sigue siendo un bello ideal. No ha sido fácil volver realidad ese hermoso propósito. Sus obstáculos principales han sido el movimiento conservador de las naciones de América, las rupturas en las filas del movimiento liberal y el predominio de Estados Unidos en el continente (…) La consigna de América para los americanos terminó de desintegrar a los pueblos de nuestro continente y destruir lo edificado por Bolívar”.
Desde su perspectiva, la expansión territorial y bélica de Estados Unidos se consagró en 1898, al caer Cuba. Y desde entonces, «Washington nunca ha dejado de realizar operaciones abiertas o encubiertas contra los países independientes situados al sur del Río Bravo».
«El pueblo de Cuba merece el premio de la dignidad”, insistió.
Pero fue en ese punto cuando dio un viraje a su propuesta: dejar de pelear con el gigante.
“El modelo impuesto hace más de dos siglos está agotado, no tiene futuro ni salida y ya no beneficia a nadie. Hay que hacer a un lado la disyuntiva de integrarnos a Estados Unidos o de oponernos en forma defensiva»
«No es poca cosa tener de vecino a una nación como Estados Unidos. Nuestra cercanía nos obliga a buscar acuerdos y sería un grave error ponernos con Sansón a las patadas, pero al mismo tiempo tenemos poderosas razones para hacer valer nuestra soberanía y demostrar con argumentos, sin baladronadas, que no somos un protectorado, una colonia o su patio trasero”, dijo.
Convencer a los gobernantes estadounidenses de una nueva relación con respeto y “sin que nadie se quede atrás”, es posible ante el nuevo escenario económico mundial, insistió el presidente.
Luego desglosó: de mantenerse la tendencia de las últimas tres décadas, para 2051 China tendría el dominio del 64.8 por ciento del mercado mundial y Estados Unidos menos de 10 por ciento. Eso, además de ser “una desproporción inaceptable”, mantendría viva la tentación de apostar a resolver esta disparidad con el uso de la fuerza.
“No veo otra salida –insistió López Obrador–. No podemos cerrar nuestras economías ni apostar a la aplicación de aranceles a países exportadores del mundo y mucho menos debemos declarar la guerra comercial a nadie (…) Es ya inaceptable la política de los últimos dos siglos, caracterizada por invasiones para poner o quitar gobernantes al antojo de la superpotencia; digamos adiós a las imposiciones, las injerencias, las sanciones, las exclusiones y los bloqueos. Apliquemos, en cambio, los principios de no intervención, autodeterminación de los pueblos y solución pacífica de las controversias. Iniciemos en nuestro continente una relación bajo la premisa de George Washington, según la cual, ‘las naciones no deben aprovecharse del infortunio de otros pueblos’.
Pueda parecer una utopía, admitió el presidente. Pero sin el horizonte de los ideales no se llega a ningún lado. Por eso vale la pena intentarlo.
«Mantengamos vivo el sueño de Bolívar”, remató.
Aquí puedes ver toda la ceremonia
Quería ser exploradora y conocer el mundo, pero conoció el periodismo y prefirió tratar de entender a las sociedades humanas. Dirigió seis años la Red de Periodistas de a Pie, y fundó Pie de Página, un medio digital que busca cambiar la narrativa del terror instalada en la prensa mexicana. Siempre tiene más dudas que respuestas.
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