«Magonista es una palabra, nada más»

18 junio, 2022

Mientras el gobierno federal conmemora los cien años de la muerte de Ricardo Flores Magón, en su pueblo natal, Eloxochitlán, los ideales del anarquista oaxaqueño parecen enterrados por políticos y caciques locales. Sin embargo, aún quedan libertarios que, desde sus trincheras, luchan contra el olvido, así como por la memoria y la justicia para el pueblo mazateco, uno de ellos es Carrizo Trueno… 

Texto: Alejandro Ruiz y Heriberto Paredes

Fotos: Heriberto Paredes

ELOXOCHITLÁN DE FLORES MAGÓN, OAXACA. – Carrizo Trueno camina despacio. Abre un pequeño portón de madera que, al fondo, deja ver una casa; su casa. Sonríe y da la mano. Después, se acomoda el sombrero, y, sin prisa, abrocha bien su camisa.

“Buenos días”, dice.

A su espalda, la sierra mazateca deja ver su maravilloso bosque, mientras los rayos del sol apenas y acarician la copa de los árboles. El clima frío, típico de esta zona serrana, ha cedido y deja paso al calor que precede a las lluvias.

Estamos en Eloxochitlán de Flores Magón, donde nació Ricardo Flores Magón. Carrizo Trueno también es de aquí, las varias generaciones que componen su familia también nacieron en esta comunidad.

Su nombre, en realidad, no es Carrizo, pero él prefiere que lo llamen así. Es pintor, músico, escultor y escritor. También es libertario, como Ricardo Flores Magón.

“Ahorita ponemos café”, repone, mientras abre la puerta que da a su estudio. Al entrar, un montón de libros y decenas de pinturas adornan el camino. En algunas aparece Ricardo, rodeado de hombres y mujeres mazatecas, de niños y niñas, de gente del pueblo y de los huehuentones de la fiesta de los muertos.

En otras, se alcanzan a ver los rostros de campesinos cansados de labrar la tierra, leyendo algún libro, o el Regeneración, “el de Flores Magón, no el de Morena”, aclara Carrizo. 

“Esa era la gente por la que luchaba Ricardo”, agrega, mientras pone un par de sillas para contar su historia. La historia de un libertario en la sierra mazateca.

Voy a cantar un corrido

Antes de platicar, Carrizo saca una guitarra. Entona corridos revolucionarios que recuerdan a los guerrilleros que lucharon por la libertad.

Su hermano, también libertario, llega a la sala con su guitarra.

Se escuchan Juan sin tierra; el corrido a Rubén Jaramillo; Jacinto Cenobio y Valentín de la sierra.

“Le escribimos un corrido a Ricardo”, dice Carrizo, mientras toma su instrumento.

“Un resplandor libertario/ Surgió allá en la sierra/ En la sierra mazateca/ En la tierra del mazate”, dicen las primeras líneas. Después cuentan la historia de Ricardo Flores Magón, sus hermanos y sus padres y de cómo Carrizo llegó a conocer del anarquista mexicano:

“Para conocer la historia de Magón debe haber sido, un poquito, nuestra forma de vivencia también. Eso no quiere decir que la gente no vivió, así como yo he vivido. El sufrimiento físico sobre la carencia de muchas cosas, económica y potencialmente intelectual también. Yo en mi tiempo fui a la escuela, aprendí muy poco, pero después salí al mundo. Salí a muchos pueblos, muchos lugares, muchas ciudades y ahí conocí mucha gente. Yo fui un poco inquieto en conocer muchas historias, y entre ellas me interesó más la historia de Magón, pero aparte, tengo la historia oral, que me la contaron desde que era niño, de quién fue Magón”. 

Rememoran cuando el anarquista fue preso por el gobierno de Porfirio Díaz, después de fundar su periódico y promover su pensamiento entre obreros y campesinos de todo el país. También recuerdan cuando lo encarceló el gobierno estadounidense.

La historia de Flores Magón, contada por Carrizo y su hermano, relata el destino que sufrieron cientos de revolucionarios de la época: la prisión y la muerte.

En Eloxochitlán, a cien años de estas historias, las cosas no parecen muy distintas; pues, aunque triunfó la revolución, en este pequeño pueblo de la sierra mazateca se siguen encarcelando a opositores del oficialismo, no importa el color que éste revista.

Los partidos políticos, por su parte, han contribuido a la destrucción de los órganos de representación comunitaria que, desde hace siglos, rigen la vida en Eloxochitlán. De la asamblea comunal, poco queda, y lo que queda, ha sido cooptado por el Estado.

Las guitarras se callan. Carrizo toma su silla, da un sorbo a su vaso con agua y aclara su posición respecto al pensamiento magonista y su adhesión.

“No me considero magonista, porque el mismo Magón dice que al decirte magonista, es que uno está creando un jefe, un líder. Magonista es una palabra nada más, pero lo que se percibe es la cuestión de la ideología, de cómo actuar, cómo trabajar, eso sería parte de ello.  Me considero como parte de la ideología de Magón. Magonista es como un partido: ‘yo soy magonista, yo soy priísta, yo soy obradorista’, ya es un partido, y eso no. Magón no estaba de acuerdo, por eso yo pienso que, si se habla de Magón, o si crees realmente en la ideología magonista, en todas las formas, pues tienes que investigar bien y estar de acuerdo con esas ideas”. 

Un memorial sin historia, un memorial sin comunidad

El 3 de enero, durante su conferencia matutina, el presidente López Obrador anunció que este año estaría dedicado a Ricardo Flores Magón.

“¿Han visto estatuas de Ricardo Flores Magón? Nada, nada. Precursor de la Revolución. Porque no les gustaba a los potentados, pues por eso siempre en la cárcel; pero es un hombre extraordinario en nuestra historia”, dijo el presidente.

Desde ese día, la imagen del anarquista oaxaqueño aparece cada mañana en palacio nacional; sin embargo, para Carrizo, esta imagen oficial de Magón parece estar alejada de lo que en realidad él hubiera querido.

“Al haber nombrado el presidente Obrador, reconocerlo como el año de Ricardo Flores Magón, creo que es un poco descabellada la idea en ese sentido. Esta idea es sólo para la gente que tiene conocimiento de la historia de Magón, sobre su vida y obra  es para algunos, no todos”, afirma Carrizo. “Saber por qué murió Magón, contra qué luchaba, sus ideales y principios son fundamentales».

Como ejemplo, relata una historia que su abuelo, de nombre Maximiliano, le contó. Es la historia de cuándo llegó Teodoro, el padre de Ricardo, a Eloxochitlán.

Carrizo cuenta que Teodoro era un hombre ilustrado, proveniente del municipio de Mazatlán, cerca de Teotitlán, Oaxaca. No obstante, aquel hombre era conocido en la sierra mazateca.

“Teodoro era conocido acá como el ‘tata’, la persona que sabía, el que dirigía a la gente por medio de consejos; les daba consejos si había un problema de terrenos, un problema familiar. Él estaba ahí porque era una persona que sabía leer, aparte, y tenía conocimientos”.

Este hecho, narra Carrizo, hizo que cuando estalló la guerra por la intervención francesa, en 1862, un capitán liberal llamado José Ignacio Figueroa lo invitara a combatir en contra de los franceses en Puebla. Teodoro accedió.

“Teodoro visitó todos los pueblos, entre ellos llegó a San Antonio (Eloxochitlán), y recolectó trescientos mazatecos y se fueron a Puebla. La historia también dice un poco de esto. Finalmente cuando llegaron allá, ahí la gente se conoció entre sí, de toda la sierra, y se hicieron amigos, pero cuando regresaron de allá veía a las personas de este pueblo seguía igual, como en todos los pueblos. No había un progreso intelectual, no sabía leer la gente, había dos o tres personas solamente. Y era muy interesante para los amigos que habían estado con Teodoro en la guerra, ¿por qué la gente no sabía leer?”, cuenta Carrizo.

Es ahí que Teodoro Flores, y su esposa Margarita Magón, deciden asentarse en San Antonio Eloxochitlán. Enseñaban a la gente a leer.

Y como se habían dado cuenta ellos que Teodoro era una persona que sabía leer, no era profesor Teodoro, era una persona que nomás sabía recuperar para aprender,  lo invitaron un día, a que viniera a enseñar a la gente. Era también el proyecto de Teodoro y Margarita, de enseñar la gente a leer para que salieran de la ignorancia, salir de esa cadena donde estamos atados, y así fue que llegaron acá, y da la casualidad que en ese tiempo ya traían a su hijo, a Jesús, que había nacido en Mazatlán [en la sierra Mazateca], en 1872 o 71, no recuerdo bien pero cuando llegaron acá nació Ricardo, no se sabe exactactamente cuánto tiempo estuvieron aquí estos niños: Jesús, Ricardo y sus papás. 

Ricardo, Jesús, y sus padres estuvieron en Eloxochitlán durante algún tiempo. La comunidad, cuenta Carrizo, los quería mucho.

Inclusive, entre risas, dice que tal vez Margarita trajo la receta del mole al pueblo.

“Teodoro no nomás era un profesor que enseñaba las letras, sino que él sabía varias cosas, sabía de oficios. Sabía carpintería, enseñó a arar la tierra también, porque eso no había acá, enseñó a sembrar hortalizas, a sembrar bien el maíz, muchas cosas. Su esposa, según dicen porque era de Puebla, fue ella la que enseñó a hacer el guisado de mole”. 

Tiempo después, la pareja decidió mudarse con sus hijos a Teotitlán. Ahí, Ricardo entró a la escuela. Después se mudó a la Ciudad de México, donde estudiaría en la Escuela Nacional de Jurisprudencia.

“Teodoro era un libertador, y era un liberal, un liberal colorado. Entonces ellos tenían un plan, un proyecto para los niños: tenían que aprender a leer y escribir y estudiar algo para defender a nuestro país después, a la gente pobre”, enfatiza Carrizo. Y así fue.

No obstante, para Carrizo, el legado de Ricardo Flores Magón ha sido secuestrado por sus enemigos naturales: los ricos y los poderosos.

“En la comunidad hay gentes que no tienen ni siquiera ese conocimiento, que no saben leer, y no saben la historia de Magón, aquí desconocemos mucho la historia de Magón. Para ellos (para el pueblo), esa gente (los Flores Magón) no es nada, no existe nada. El año del asesinato de Magón no significa nada para ellos, porque desconocen la historia, desconocen esa cultura de la historia”, reflexiona.

Y añade:

“La gente dice, ‘soy magonista’, ocupan la bandera de Magón para tener algún beneficio ocupando también la fuerza de la comunidad. Eso ha sido en muchos pueblos, no nada más aquí, en todos los pueblos ha sucedido, eso es lo que es preocupante para mucha gente. La comunidad cree en eso, porque la comunidad desconoce la cultura de la historia. Como le digo, si conociéramos la historia de Magón, conoceríamos qué es capital, qué es comunismo, si tuviéramos todo ese conocimiento en la comunidad, otro gallo nos cantara”.

Magonistas de aparador

Al entrar a Eloxochitlán una estatua de Ricardo Flores Magón recibe a los visitantes. En una mano carga un periódico Regeneración, la otra se mantiene en alto, con el puño cerrado.

Su imagen es fundamental para un pueblo que, aunque una parte desconozca su historia, la otra sabe del legado de Ricardo.  

No obstante, desde hace mucho, cuenta Carrizo, el legado de Magón en su pueblo ha sido tergiversado por políticos y caciques.

Un ejemplo es la destrucción de la Asamblea Comunitaria (máximo órgano de autoridad en el pueblo), la cual, ha sido un espacio disputado por los partidos políticos para su beneficio. El símbolo de Ricardo ha estado presente, lamentablemente, en estos hechos.

“Hay muchos abusados –continúa Carrizo–, mucha gente que aprovecha esa conexión con la gente, y se dicen magonistas. Muchos nos hemos dado cuenta que aprovechan esa bandera para engañar a la gente. Aquí la idea que tenemos nosotros, o que queremos, es la solidaridad de la cuestión intelectual pero también espiritual. De conocer a la gente. De platicar con la gente. De dar algo, por nada. Pero la gente, los políticos que hacen eso de decir ‘soy magonista’, aquí están pidiendo un apoyo al gobierno, y ese apoyo lo ocupan para engañar a la gente. Todo porque estamos en este sistema de represión intelectual, represión de pensamientos”. 

Trabajo y apoyo mutuo, esenciales en la práctica del magonismo

La charla se alarga sin que nos demos cuenta y logramos abordar algunos detalles de la práctica magonista que le resaltan más a Carrizo quien con su ejemplo ha tratado de mostrar que es posible vivir bien sin seguir las tendencias del capitalismo individualizante:

“yo puedo sembrar mi milpa para comer, para sobrevivir un poco, y la gente lo hace acá, Magón bien lo dijo: aquí ya está. Yo puedo sembrar mi café, para tener café, yo puedo criar mis animales, pero en el caso de la solidaridad, del trabajo mutuo, yo ayudo acá y me ayudan también, nos ayudamos, ¿verdad? Es la idea que de por sí ha sido desde tiempos inmemoriales esta práctica”. 

Carrizo

Sin embargo, a pesar de que la gente todavía se ayuda es una realidad que estas formas de cooperación se han visto disminuidas, en buena medida, por la presencia apabullante del dinero, como dice Carrizo, “si no tienes dinero no eres nadie, así está la gente acá. El que tiene dinero es el que manda, es el que hace muchas cosas; pero antes no se ocupaba dinero, en épocas prehispánicas no se ocupaba dinero, era el trueque, o se ayudaban, la ayuda mutua, aquí existía mucho eso”. 

“Si había cien personas en una comunidad, pues cien personas participaban en tu siembra, y en dos o tres días se hacía todo eso. Tenía mucha producción la gente, también la casa la levantaban rápido: los que iban a traer madera, los que iban a traer leña, todos participaban. También la comida era igual, todos traían granos, frijol, dulce para endulzar el café, cosas así, todos se ayudaban, existía eso. Cuando llegó el bombardeo del capitalismo se acabó, se fue acabando poco a poco y ahora estamos sumergidos en todo esto”, cuenta animadamente el artista de Eloxochitlán.

Su crítica es tenaz al señalar que “este mundo ya no es el mundo que nosotros soñamos, con el que soñaba Magón. El mundo con el que soñaba Magón era un mundo de armonía donde todos estuvieran bien, no solamente debía haber dos clases, solamente una clase de personas nada más”. 

Partidos políticos y la figura de Magón

Carrizo insiste en la contradicción que existe entre el pensamiento magonista y la figura del propio Ricardo Flores Magón, usada constantemente por políticos, funcionarios y personas que desconocen la práctica libertaria y en caso de conocerla, la desprecian para imponer la ley del dinero. 

Vaso de agua en mano y sosteniendo la guitarra con la otra, Carrizo Trueno continúa: “Magón no necesita eventos, que le alcen una bandera o una corona. No. Hay que practicar sus ideas, hay que llevarlas a la práctica. Yo pienso así: hay que hacer las cosas, no estar diciendo que soy magonista, o llevar una insignia de Magón, no, eso no debe existir. La gente de dinero, la gente poderosa, hace eso. Buscan protagonismo siempre ellos, para que vean en la televisión que son magonistas”.

“Todo es contradicción cuando se trata de represión. Cuando, si no hay una razón, ¿por qué? ¿Por qué se aprehenden a personas, a comunidades? Ahora el gobierno es el que debe ver esa situación, porque ya ha habido protestas, ya es hora de que se salga la gente que está ahí” responde contundente Carrizo al preguntarle por este uso propagandístico de Magón, en este caso por el propio presidente y la existencia de siete presos políticos originarios de Eloxochitlán.

Cerramos la conversación con el estudio del pensamiento magonista y finalmente, Carrizo nos comparte algunas ideas sobre cómo podría honrarse de mejor forma la figura de su paisano Flores Magón.

“Practicar sus ideas, llevar a cabo sus ideas. Respetarnos, enfocar nuestra mente y las ideas en conservar nuestro planeta, conservar nuestro entorno, y respetarnos entre nosotros. Yo invito a la gente a que no se sometan, que analicen, y que se adentren en esta historia de Magón, que se adentren en la cultura, porque al conocer nuestra cultura, seremos un pueblo que vive, pero un pueblo que no tiene cultura es un pueblo que no existe, es un pueblo muerto. Entonces, hay que tener mucho en cuenta: teniendo cultura, seremos libres, siempre”. 

Antes de irnos de su casa nos invita algunas tazas de café y un poco del pan tradicional de la comunidad, nos muestra su cocina y nos regala algunos de sus dibujos en donde aparecen personajes de la cosmovisión mazateca. Estrechamos su mano fuertemente antes de despedirnos.

Periodista independiente radicado en la ciudad de Querétaro. Creo en las historias que permiten abrir espacios de reflexión, discusión y construcción colectiva, con la convicción de que otros mundos son posibles si los construimos desde abajo.

Fotógrafo y periodista independiente residente en México con conexiones en Guatemala, El Salvador, Honduras, Costa Rica, Cuba, Brasil, Haití y Estados Unidos.