En el país, el limbo legal en la producción de cannabis mantiene en un estado incierto a la producción para su uso medicinal y lúdico. Sin embargo, mientras la regularización se convierte en realidad, mujeres ben’za, en Oaxaca, continúan cultivando la planta a través de viejas prácticas comunitarias
Texto: Diana Manzo, Nanaxhi de Gyves, Alondra Olivera y Pedro Parola* / Istmo Press
Fotos: Diana Manzo
OAXACA. – En México, la producción masiva para uso medicinal y lúdico de la cannabis permanece en un confuso limbo legal. Mientras sigue penalizada en el Código Penal, los senadores siguen sin aprobar las leyes secundarias correspondientes para su legalización.
Pero mientras eso ocurre, mujeres ben’ za del Valle de Tlacolula siguen realizando una vieja práctica comunitaria y curativa que heredaron de generación en generación, como fuente de vida y tradición: la producción de cannabis con fines medicinales.
Desde hace cuando menos tres generaciones, mujeres indígenas zapotecas de la comunidad de San Felipe Güila en los Valles Centrales de Oaxaca siembran y producen medicamentos derivados del cannabis para consumo personal.
Rodeada de montañas tupidas de vegetación, de un apabullante color verde y a tan solo unas horas de la capital oaxaqueña está San Felipe Güila, una comunidad de los Valles Centrales en donde la cannabis rompe estereotipos y se convierte en una esperanza de mejorar la vida y la salud de sus pobladores.
Desde hace dos años, 150 mujeres organizadas en sociedades cooperativas y asesoradas por la organización Oaxaca Highland se unieron para cultivar cannabis en 6 comunidades zapotecas para uso medicinal, con el objetivo de romper estereotipos y la criminalización que existen en torno a esta planta, que para ellas es sagrada y al tiempo que generan ingresos para ellas y sus familias.
Para la comunidad, la cannabis tiene una importancia notable para entender la cosmovisión de los pueblos, la conexión con la naturaleza y su uso medicinal. Es por eso que las mujeres del valle de Tlacolula le guardan un gran respeto, porque la conocen desde el vientre de su madre, y lo han heredado de generación en generación
La cannabis es una planta migrante. Se tienen los primeros registros de ésta hace más de 2 mil 600 años en China con el emperador Shennong quien ya recomendaba su uso para fines medicinales.
En México llegó primero en una de sus variantes que es el cáñamo, traída por los españoles durante la Colonia y utilizada principalmente para la elaboración de cuerdas y velas para sus navíos. Es ya con la llegada de los primeros esclavos africanos a nuestro país quienes traían otras variantes de la cannabis, que se le comienza a dar otros usos en las comunidades indígenas.
Rosa María es una de las tantas denominaciones con la que los indígenas llamaban a la marihuana. El Doctor en Historia José Domingo Schievenini menciona en su articulo “Origen del término Marihuana” que:
“Rosa María y marihuana pudieron haber sido denominaciones dadas al cáñamo por los indígenas durante el proceso de sincretismo, para así ocultar una planta con propiedades psicoactivas incorporada a las prácticas herbolarias, y que por eso podía ser objeto de castigo inquisitorial.”
Si bien hoy en día es poco común encontrar a quienes la nombren de esta manera, se tienen registros de cómo hace años en documentos oficiales se usaba el término Rosa María al hablar de la marihuana o cannabis.
En el Archivo General del Estado de Oaxaca se encuentra un expediente que manifiesta la prohibición de la venta de esta planta con fecha del 4 de julio del año 1882, en dónde Porfirio Díaz en su función como el Gobernador Constitucional del Estado libre y soberano de Oaxaca prohibía la venta de la planta Rosa María “conocida con el nombre vulgar de Marihuana” (así se lee en el decreto) ya que se tenía la idea de que su consumo era un vicio que “degeneraba la raza”, además de que el consumo de marihuana lo relacionaban con la indisciplina y la deserción de los soldados.
Oaxaca tiene su propia historia local con la cannabis y sus distintas prohibiciones y/o regulaciones, ya que años más tarde, en 1922, siendo gobernador del estado Manuel García Vigil existió una regulación en la que se permitió la venta de productos con cannabis exclusivamente en boticas.
Unos 100 años después, ya en abril de 2022 el ayuntamiento de la ciudad de Oaxaca autorizó el consumo de mariguana en ciertos espacios públicos. Esta autorización se dió gracias al diálogo que tuvo el presidente municipal de la ciudad de Oaxaca, Francisco Martínez Neri, con distintos colectivos que pedían su derecho a fumar marihuana en la calle sin el temor de ser detenidos por esto, lo que sentó un precedente en la entidad.
Con sus delgadas manos, Regina Hernández López de 25 años de edad -la productora más joven de Cannabis en la comunidad- toca las hojas verdes de sus seis plantas de marihuana, que son las que su permiso de Cofepris obtenido en 2020 le permite cultivar como legal, pero que hasta ahora no puede producir ni comercializar ningún derivado de sus plantas de cannabis.
Regina y las más de 150 productoras y productores solo pueden sembrar seis plantas de cannabis, pero no producir ningún tipo de producto para el uso medicinal que tanto añoran como su proyecto de vida.
En su traspatio de 3 metros cuadrados y que todos los días recorre en espera de la floración, la joven hábil y con un temple seguro narra que fue la primera mujer en Oaxaca que contó con un registro de “Actividad en giro de producción de cannabis” ante la Secretaría de Administración Tributaria (SAT) y también en contar con una cuenta bancaria relacionada a esta producción. El 13 de abril del 2022 gracias a un amparo ante la SCJN recibieron 26 autorizaciones sanitarias otorgadas por la Cofepris, la instancia oficial que autoriza este tipo de actividades.
“Para nosotras cultivar cannabis es como si cultivamos maíz o tomate, es parte de nosotros y no es una planta mala, lo que hay allá afuera es estigma”, refiere la joven, quién todos los días dedica sus mañanas y tardes a su cosecha.
Su terreno es amplio y Regina ama cultivar, porque eso le enseñó su abuela y ahora su madre; siembra milpa también, y lo mejor es que desde hace dos años combina sus otros cultivos con la marihuana.
“Antes acá había tomate, todo era tomate, ahora le hemos dado un espacio a la cannabis, que cultivamos de forma legal porque obtuvimos un amparo, ahora lo que sigue es producir de forma masiva la cannabis a través de productos de uso medicinal y ayudar a más personas”.
La joven señala que en la comunidad, cultivar, cosechar y usar la cannabis es una práctica de antaño y rutinaria, y lamentó la criminalización que existe en torno al uso de esta planta.
“Acá en el pueblo usar la cannabis es algo normal, porque sabemos que cura, es parte de nuestra vida; lo usan las abuelas, las niñas; es decir, todos nosotros, por eso pedimos su pronta legalización para producir masivamente para elaborar productos buenos para la salud como el aceite.”
El valle de Tlacolula es sitio fértil e idóneo para la producción de cannabis, donde el viento y el calor contribuyen a que existan dos cosechas al año, lo cual es algo que no ocurre en otras partes, comparte Regina.
“Seguimos cosechando, aunque es triste que los senadores aún no logren legalizar la producción para uso medicinal de la Cannabis, pero a cambio sí aprobaron su importación favoreciendo a sectores privados, a los grandes consorcios… sigue imperando el acto de discriminación al no reconocernos”, concluye.
En el 2020, en plena pandemia, las “Rosa Marías”, supieron que el gobierno mexicano permitió el ingreso de cannabis importada y se organizaron. Así nació la Asociación Indígena de Productores de Cannabis que encabeza Roberto Carlos Cruz Gómez.
Dentro de esta organización comunitaria buscaron asesoría legal y técnica a través de la organización Oaxaca Highland conformada por un grupo de expertos, con la cual lograron obtener “amparos legales” que les permite tener un huerto de traspatio con seis plantas.
Cada una de las productoras cuida y cultiva su marihuana y, entre lo relevante, está la forma tan organizada en la que llevan la producción. Cada productor cuenta con una bitácora diaria, y cada una de las plantas están marcadas con claves específicas para ir descubriendo sí se tratan de plantas hembras o machos. Esto les permite tener en orden todos sus cultivos, ya que buscan que en el momento en que se den las autorizaciones necesarias ellos ya estén listos con todos los requerimientos necesarios.
“Sí es una planta macho dará semillas, pero sí es hembra, entonces se obtendrá resina, que es el cannabinoide que se usa para elaborar el Tetrahidrocannabinol (THC), un componente psicoactivo de la percepción y alteración del ánimo y el Cannabidol o CBD, que es una sustancia química de la planta cannabis conocido también como Cáñamo, explica Roberto Carlos, ingeniero de profesión.
Romper el estigma y gestionar un permiso ante las autoridades de salud no ha sido sencillo para los productores oaxaqueños y solamente lo han logrado con la asesoría del Corporativo Oaxaqueño para el Desarrollo Rural de Oaxaca (Cuadro), quienes además les comparten técnicas de cultivo para lograr que su cosecha tenga los estándares internacionales.
Junto con Regina, Dolores Morales Melchor y Catalina Melchor López también producen Cannabis. El que las mujeres produzcan Cannabis es un rostro a la inclusión y a la ruptura de brechas sociales, así lo reafirma Dolores Morales Melchor de 29 años al referir que ya no son sólo amas de casa, sino productoras de Cannabis.
“Con nuestro cultivo nos sentimos más involucradas en el campo, sabemos que en algún momento habrá producción masiva y podremos mejorar la economía, pero de una forma digna y solidaria.”
Además, destaca que sus cultivos son orgánicos, cuidan la tierra y sienten la confianza al usar los aceites ellas mismas o incluso con sus hijas o familiares. Después de una jornada dura de trabajo en el campo, el llegar a casa y utilizar unas gotitas de aceite les permite tener más energía para continuar con sus labores cotidianas.
En una mañana de agosto del 2022, los 12 integrantes de la familia García Santiago nos esperan con tamales de hoja santa y espuma, platillos típicos de la comunidad. Cinco mujeres están en la cocina y todas tienen un triple rol: son madres de familia, cocineras tradicionales y productoras de cannabis.
El sueño es producir mil metros cuadrados por cada uno de los productores, y con ello crear el corredor de la cannabis en Oaxaca, que busca mejorar la economía familiar de las mujeres oaxaqueñas, afirma Catalina García Santiago de 31 años de edad.
Según un reciente informe de Grand View Research, el mercado global de la marihuana legal podría alcanzar los 73 mil 600 millones de dólares para el año 2027 y México, con sus 126 millones de habitantes, se colocaría como la plaza más grande.
Catalina es la hija de Doña Elena, y sus hermanos y cuñadas decidieron implementar este proyecto en sus pequeños huertos como una forma sustentable de vida.
“Ser productoras de cannabis fue algo inimaginable” explica María Estela, quién reconoce que no es una planta mala, al contrario sus componentes activos sirven para curar malestares y además les ayudará a mejorar su economía para evitar la migración.
Los hombres de esta familia a excepción del padre emigraron a Estados Unidos por falta de empleo y son ahora los que aportan económicamente, a través de sus remesas, para la producción de la cannabis. “Ellos dan el dinero, y nosotras cultivamos” asegura la joven productora, quién todos los días dedica sus mañanas al cuidado de su cosecha.
“Le quito las hojas, limpio cada uno de las plantas, lo cuidamos de las plagas como el chapulín, le damos un buen tratamiento, y en unas cuantas semanas ya vamos a ver la floración de la cual extraemos la resina que es la que se usa para elaborar los distintos aceites que se usan para la medicina”, señala.
Además, dice, su sueño es que con la producción de la cannabis su esposo regrese nuevamente a Oaxaca y ya no migre, y qué todos trabajen juntos como antes.
Aracely Hernández García de 29 años de edad también es productora y su esposo también emigró a Estados Unidos.
Mientras recorre su pequeño huerto, Aracely confiesa que con el dinero que le manda su esposo, lo invierte para comprar abono para las plantas, es decir divide el gasto entre su casa y su cultivo.
“Del total, lo dividimos a la mitad: el 50 por ciento es para la producción y el resto para mis hijos, con ese dinero estamos creando nuestro patrimonio para que regrese y ya no se vuelva a ir más”, precisó.
Norma Hernández Gómez y su esposo Eugenio García Santiago también son productores. Eugenio estuvo también en Estados Unidos y desde que supo del proyecto dice estar feliz, porque además de ser productor de mezcal, ahora será de cannabis, con lo que se podrá ayudar a otras personas que están enfermas.
Eugenio explica que lo invitaron a entrar al proyecto y aceptó, porque su intención es autoemplearse y ya no volver más a emigrar. “Allá corres peligro, estás solo y se rompe esa unión familiar; por eso acá estamos contentos, con nuestro pequeño huerto de traspatio, son pocas plantas, apenas son seis, pero confiamos en que se dará apertura a lo que hemos solicitado, nuestra cosecha es para uso medicinal y todo comunitario.”
Reconoce que han recibido críticas por tener plantas de mariguana, pero las más de las veces porque mucha gente no sabe que es curativa, y que “nosotros eso queremos, elaborar aceites y medicina para que la gente sane de sus males”.
Frente a un fogón de leña, doña Elena, madre y suegra elabora tortillas de maíz y en su lengua explica cómo añade la semilla de la cannabis a sus alimentos. “Esto no es de ahora, nosotros desde siempre hemos usado la cannabis como parte de nuestra dieta, es una semilla que la consumimos con fines medicinales y nutrimentales, es como si fuera una proteína, por eso es que ahora buscamos que se reconozca, y que podamos producir para ayudar a los demás en el tema médico.”
Ella, su hija, y sus nueras forman parte de las mujeres productoras de cannabis en Oaxaca, quienes buscan crear un sistema intercultural donde el único objetivo es seguir produciendo para su salud y la vida.
“Acá lo que se quiere es mejorar los ingresos tanto de los campesinos que cultivan la cannabis como de las personas que lo compran para su uso médico, la idea es reducir precios y ser productores directos, sin intermediarios”, señalaron.
Con la producción de la cannabis se busca romper con las brechas del acceso a la salud en comunidades donde no hay clínicas ni medicamentos, tal es el caso de esta zona de Oaxaca.
La idea de producir y vender de forma legal aseguran las productoras es “dignificar el acceso a la salud, y eso es lo que pretendemos lograr precisamente, que con el uso de los aceites la gente mejore su salud” señalaron al informar que de forma conjunta realizan un laboratorio de estudio con el Centro Médico Siglo XXI para certificar y comprobar el uso médico de la cannabis.
“La marihuana es una planta sagrada , al contrario es milagrosa por todos los componentes que tiene, acá lo usamos para curarnos dolores musculares en su rodilla, en mi caso me ayudó mucho con un problema de articulaciones, tomo gotas en las mañana, lo he usado por mucho tiempo y ahora me alegra que entre todos nos ayudemos”, expresó María.
María migró durante varios años en busca del llamado sueño americano y a su regresó la invitaron a integrarse dentro de la asociación y está contenta, porque ha visto el trabajo en equipo y lo mejor es que habrá apoyo para todos.
Contenta por lo que está aprendiendo en el campo y en su tierra, porque, dice, “migrar es triste y ya no quiere volver a allá nunca más. Quiero quedarme acá y trabajar para que tenga ingresos y apoyar a otros, ayudarnos entre todos.”
Mientras las mujeres se organizan y luchan por un reconocimiento legal para producir cannabis, el ex presidente de México, Vicente Fox Quesada tiene más de 30 negocios en 16 estados de la república, incluido Oaxaca, llamados “Paradise” donde vende productos importados con cannabis.
Apenas el pasado 11 de abril, el presidente Andrés Manuel López Obrador, confirmó que cinco días antes de que concluyera su mandato, el ex presidente, Enrique Peña Nieto otorgó a través de la Cofepris, 63 permisos para comercializar productos de la cannabis al ex mandatario mexicano, el panista Vicente Fox Quezada y su familia.
Esta investigación se publicó originalmente en ISTMOPRESS, quien forma parte de la Alianza de Medios de la Red de Periodistas de A Pie. Y a la vez, forma parte del proyecto «Defensa y acompañamiento de periodistas y familiares víctimas de graves violaciones a sus ddhh en México», realizado por la organización Propuesta Cívica A.C. Durante el desarrollo de la investigación se contó con la asesoría y supervisión de Jacinto Rodríguez Munguía, también con la capacitación de María Teresa Ronderos e Ignacio Rodríguez Reyna http://eticalab.propuestacivica.org.mx. Aquí puedes consultar la publicación original.
Reportera en Unión Hidalgo, Oaxaca.
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