¿Salud física o salud mental? ¿Cómo definir la prioridad para el regreso a clases presenciales? ¿Quién y cómo se debe decidir eso? Madres, maestras, maestros y estudiantes que, desde muy distintas realidades, han vivido este largo encierro con clases a distancia, se encontraron en nuestra tertuliana y conversaron sobre las complejidades de la vuelta a las aulas y la urgente necesidad de resignificar la escuela
Texto: Redacción Pie de Página
Foto: Kau Sirenio
CIUDAD DE MÉXICO. – Se cumple un año con las escuelas cerradas por la pandemia de covid-19 y la educación a distancia no ha podido responder a la enorme tarea: 5 millones de estudiantes han desertado del sistema educativo, la violencia doméstica se multiplicó, y muchas madres han tenido que dejar sus trabajos para apoyar a sus hijos con las clases o dejarlos solos.
Pero la diversidad de comunidades, las disparidad socioeconómicas que hay en México, y los otros problemas que ya existían hace de la posibilidad de reabrir los centros escolares un problema de grandes complejidades.
En nuestra tertuliana de marzo abrimos esta discusión que, como dijo la periodistas Lydiette Carrión, «debería estar en el debate público hace meses»: maestras y maestros de distintas regiones y realidades del país conversaron con mamás y estudiantes sobre todo lo que ha implicado esta pandemia.
A Andrea, Emi y Bruno, por ejemplo, la pandemia les agarró en su segundo año de preparatoria, y dieron testimonio de lo mucho que extrañan estar enrolados en la escuela hasta por su salud mental.
Para los “Docentes de a pie”, como ellos mismos se hicieron llamar en afecto al libro de la periodista Daliri Oropeza, la postura es clara “no hay condiciones para que se dé el regreso a las clases presenciales”; sin embargo, aseguran que ellos nunca han dejado de trabajar pues tienen apertura a mantener el vínculo de enseñanza desde otras filas que no representen un riesgo para estudiantes ni para magistrales.
Las madres de familia, por su parte, pidieron reflexionar sobre los daños psicológicos que ha ocasionado este largo cierre y reconocer «Estamos viviendo una pandemia, pero no por eso tenemos olvidar el resto de los problemas que representa», dijo Cynthia Rodríguez, editora del libro «Mamás en cuarentena».
«Cerraron las escuelas cuando todavía no entendíamos de qué se trataba. Las semanas se fueron alargando hasta que finalmente perdimos las esperanzas. La primera ola fue muy larga, cerraron seis meses las escuelas. Y era muy triste. Sobre todo los niños chiquitos habían perdido su entorno social más importante. Un año después, cuando se vuelven a cerrar las escuelas, ya se habla de un daño psicológico muy grande», dijo la periodista Cynthia Rodríguez, quien ha vivido la pandemia con sus tres hijos pequeños en una de las regiones más castigadas de occidente.
En Italia, donde vivió todo el año pasado, está de vuelta en el confinamiento y en el cierre de los centros escolares. Y Ella es coeditora del libro «Mamás en cuarentena», que incluye los testimonios de 48 mujeres que son madres trabajadoras.
¿Cómo mamá me preocupaba muchísimo ver todo el día a mis hijos detrás de la pantalla. Nuestras circunstancias quizá eran mejores que las de otras familias que han perdido la comida segura, el espacio seguro. Todo lo que representan las escuelas», pidió.
En esa misma línea Lydiette Carrión expuso que, en un país que tiene una enorme cantidad de familias monoparentales, estar un año sin escuela presencial ha sido terrible. Pero es un problema que ha contado con poca empatía de la opinión pública, porque tenemos un entorno machista y misógino, pero las mujeres han tenido una regresión de más de 10 años en los estándares de bienestar.
«En los países que tienen un PIB más alto y que tienen una estructura educativa más robusta, los niveles de preescolar y primaria fueron los primeros lugares donde se comenzó a apostar por abrir, porque en niños tan pequeños el encierro tiene un impacto psicológico muy grave y otros impactos. El único lugar donde las escuelas se han mantenido cerradas todo el tiempo las escuelas es América Latina».
La periodista hizo un recuento de distintos impactos: se dejaron de dar 6 millones de desayunos calientes, aumentó el índice de maltrato infantil.
«No se trata de abrir mañana, sino de plantear ¿Qué opciones hay? ¿Qué nos dice la ciencia que se debe o no hacer? Es algo que ya se tendría que estar discutiendo».
«La respuesta no puede ser sólo esperar a que se vaya el virus, porque sí hay mucha gente afectada y la más afectada es la que tiene que quedarse en casa», dijo Emi, estudiante de bachillerato en la ciudad de México, quien participó de manera presencial en la tertulia.
«Los tres aquí somos muy privilegiados porque tenemos acceso a las computadoras, estamos en una escuela privada, tenemos internet, pero esa no es la realidad de la mayoría de las personas. Yo creo que, ahorita más que nunca, es tiempo de buscar alternativas para volver a clases.
Andrea y Bruno, sus compañeros en el Instituto Luis Vives, coincidieron en que ya es momento de discutir el regreso a las clases, porque.
La escuela es como una escapatoria a los problemas, en esto de la vida. ¿Sabes? Si tienes problemas vas a la escuela y aunque no aprendas nada, te distraes, haces amigos, conoces gente nueva, y si tienes suerte, te toca un maestro que te ayuda. Pero el hecho de que no estemos yendo a la escuela de forma presencial es el motivo por el que ahora la gente está tan estresada», contó.
“El problema cuando hablan de volver a clases presenciales, hablan de un lugar en el que solo aprendes información y datos, pero es más que eso, nadie habla de que es más que eso. De que ahí haces a la mayoría de tus amigos y es donde se forma gran parte de tu personalidad”:
Bruno destacó la pérdida del contacto con otras personas, y muchos que han salido de la escuela.
«A lo máximo lo que puedes aspirar es a una llamada de vez en cuando que puede que no contestan. Se vuelve más difícil aguantar todo. Mucha gente se empieza a salir de la escuela, entre la presión de las clases en línea y eso, que nadie está aprendiendo nada. El tema del dinero no ayuda. Pierdes el contacto humano, que llega a ser de las cosas más importantes de la vida».
“El sistema educativo nacional es de múltiples contrastes” aseguró la profesora Dora Isabel Toro, directora de una escuela privada en Iztapalapa que abarca desde jardín de niños hasta preparatoria.
“Yo como docente diría, voy a conseguir un equipo de psicólogos que ayuden a los muchachos, pero primero les voy a salvar la vida, los voy a proteger de un contagio y después vamos a resignificar la experiencia –de covid– para que esto tenga un impacto más leve en su ser y en su hacer” dijo la profesora Toro, al reconocer que el tema del regreso a clases es un constante dilema entre privilegiar la salud física y la salud emocional.
En contraste, el maestro Pedro Hernández, director de la escuela primaria Centauro del Norte en Iztapalapa aseguró “la escuela es contacto, pues sí, también los extrañamos, pero necesitamos las condiciones para realizarlo”.
En el norte del país, desde Sonora, la maestra Zulema Lizárraga, habló por su comunidad, por su pueblo, y para ella tampoco es momento de abrir las escuelas pues cuenta que una de las principales carencias de ellos es el agua y en una escuela secundaria como la suya les resultaría difícil solicitar el constante aseo de manos como lo recomiendan las autoridades sanitarias del gobierno de nuestro país.
De acuerdo con la maestra Erika Candelaria Hernández, en Oaxaca, tienen una configuración en la que hacen partícipes a los padres de familia para este proceso del regreso a clases y con ello saber qué rumbo tomará la educación de los niños. Otra de las realidades es que en Michoacán los maestros nunca han dejado de trabajar, e incluso se han hecho partícipes de la labor comunitaria de repartir despensas para subsistir en esta pandemia, como lo narró el profesor César José Valdovinos.
En Oaxaca, cuenta la maestra Erika, que hay comunidades en las que, debido a sus difíciles condiciones laborales, entre maestros suelen saludarse de manera casual con un:
–¿Cómo estás?–, a lo que entre ellos mismos se responden:
–Resistiendo.
Lydiette Carrión, madre y colaboradora de Pie de Página, considera que cuando ha buscado plantear el tema del regreso a las escuelas y de las muchas aristas que esto significa, la respuesta es un rechazo constante y compara que, si países como Cuba han podido regresar de forma pronta y expedita, nuestra nación también debería, aún pese a que las condiciones sean otras, nuestro compromiso debería ser construir esas condiciones óptimas para estudiantes, maestras y maestros.
Un año sin escuelas es una tragedia de grandes dimensiones y lo más alarmante es que el tema del regreso a clases, aunque está en la agenda política, no está en la discusión pública, debe ser priorizado para su discusión porque necesita profundizarse, porque no es válido que todos lo veamos desde un único contexto: el propio. Debemos abrir los ojos a otras formas de organización que son igualmente válidas y valiosas, pero siempre dando prioridad a los actores trascendentales de este debate: la comunidad estudiantil.
Las instancias gubernamentales le cierran las puertas a la polémica del regreso a clases presenciales, las posponen, la estrategia de vacunación al personal de la educación, aunque está prometida, está desdibujada y, por otro lado, el miedo que tienen los maestros o algunos padres de familia de enviar a sus hijos a las instituciones educativas es justificable pues de frente se viene la posibilidad de tener una tercera ola epidémica.
Pero pese a todo el dolor causado por las más de 200 mil muertes en México, debemos poner el tema en la mesa de discusión y justo para eso son este tipo de espacios como las tertulianas que Pie de Página abre en busca de cambios para el bienestar común.
Aquí puedes ver toda la conversación:
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