El problema de la basura sólo se solucionará atacando desde ambos extremos de la cadena. Se tiene que legislar y trabajar para reducir la generación de productos de un solo uso y ganar en volumen en la reincorporación de los residuos a la cadena productiva apoyando a pepenadores
Twitter: @eugeniofv
México es uno de los países de América Latina que genera más residuos. Por eso, y porque la basura es un problema persistente y gravísimo en todos los entornos —desde los cauces de agua que bloquea hasta las ciudades que ensucia— la economía circular se ha vuelto una urgencia de muchos actores. En materia legislativa y en los medios de comunicación y muchos círculos ambientales ha privado hasta ahora una visión empresarial, pero un estudio académico recién publicado da en el clavo y apunta hacia una dirección más justa en lo social y en lo económico y más eficaz en lo ambiental: apoyarse en la gente que ya la realiza, aprender de ella y fortalecer la economía circular desde abajo.
El estudio lo lideró Angelina Korsunova y apareció publicado en la revista académica Global Environmental Change. Su mensaje central es claro: “el sector informal de bajos ingresos es rico en prácticas que retienen el valor de bienes y materiales, pero no se les ha prestado atención”. Por eso proponen que, si en verdad están comprometidos con reducir los residuos que se generan en el mundo y en reducir la huella ecológica de la humanidad, los impulsores de la economía circular miren menos hacia la ingeniería, la tecnología y las grandes empresas que se pintan de verde y más bien aprendan de la “economía circular llevada por la necesidad”, ese “conjunto de prácticas formales e informales entrelazadas, orientadas a restaurar y retener el valor de bienes y materiales por el mayor tiempo posible, con base en la necesidad económica y las oportunidades para la generación de ingresos”.
En realidad, lo poco de economía circular que hay en el mundo —el Informe sobre la brecha de circularidad 2022 reporta un avance mundial de apenas 8.6 por ciento, y la cosa ha ido a peor en los últimos años— se lo debemos precisamente a esa necesidad. La economía circular es mucho más prevalente en el mundo en desarrollo, donde escasean las oportunidades económicas y pocos pueden darse el lujo de desperdiciar valor, aunque sea muy poco, que en el llamado “primer mundo”. Eso lo han documentado no solamente Korsunova y sus coautores, sino también múltiples otros estudios. En ese Informe sobre la brecha de circularidad, por ejemplo, los países más cercanos a lo “preferible” son solamente países en vías de desarrollo. Los países desarrollados ocupan, junto con los países petroleros del Medio Oriente, los lugares más lejanos en materia de recirculación de materiales.
En México quien realiza con mayor intensidad y volumen esas tareas son los llamados pepenadores, los trabajadores de la basura, y ningún esfuerzo de impulso a la economía circular tendrá éxito si, por un lado, no se regula la generación de residuos y se asume el principio de responsabilidad extendida del productor y, por el otro, si las políticas públicas y la legislación al respecto no toman en cuenta a estos trabajadores y emprendedores informales, si no se aprende de su trabajo y se construye desde abajo ese esfuerzo.
Hasta ahora la legislación a nivel federal ha ido en sentido contrario y a contrapelo de iniciativas estatales más progresistas, como las de la Ciudad de México y Oaxaca. La industria de los plásticos, aliada con la bancada de Morena en el Senado de la República y, muy notoriamente, con Ricardo Monreal, lograron pasar dos iniciativas que quitan responsabilidades a los generadores de productos plásticos y que impedirían cualquier progreso.
Una de las primeras tareas que se abren ahora es, en vez pasar por alto o sustituir a los grupos de pepenadores que operan en todos los centros urbanos del país, contribuir a la formalización de sus empleos y de lo que son, en términos reales, empresas articuladas pero sin registro. La Organización Internacional del Trabajo ha pedido desde hace tiempo que se construyan cooperativas en el sector, de forma que se les libre de redes clientelares y mafiosas y se las saque de la opacidad. Urge también una fuerte inversión en infraestructura y en logística, para que el valor que se rescata se quede en las ciudades y en manos de quienes realizan ese rescate y para ganar en volumen y en eficiencia.
El problema de la basura sólo se solucionará atacando desde ambos extremos de la cadena. Se tiene que legislar y trabajar para reducir la generación de productos de un solo uso y se tiene que trabajar para hacer más eficaz y para ganar en volumen en la reincorporación de los residuos a la cadena productiva, apoyando a quienes ya realizan esas tareas, repartiendo ese valor, formalizando empleos y protegiendo a los más débiles.
Consultor ambiental en el Centro de Especialistas y Gestión Ambiental.
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