Entrampados en la basura

7 enero, 2020

Hace falta generar menos basura, y que la basura que sí se genera sea biodegradable o, en el peor de los casos, reciclable. No hay municipio en el planeta que pueda lidiar con una economía basada en la generación de residuos plásticos y en la oferta de productos que cada vez duran menos

Twitter: @eugeniofv

El de la basura es uno de esos problemas que impactan en todo. Los rellenos sanitarios y la basura que no se procesa adecuadamente esparcen enfermedades y ocupan un espacio que inutilizan para cualquier otra cosa. Los residuos contaminan los mantos acuíferos y dificultan el acceso seguro a ese líquido. También enrarecen el aire y exacerban el cambio climático (15 por ciento de las emisiones mexicanas de gases de efecto invernadero se deben a la basura). Al mismo tiempo, el de los residuos es uno de esos puntos nodales ambientales que, con que se empiecen a solucionar, pueden contribuir a mejorar la situación en muchos otros temas. Con todo y la gravedad del tema y de las posibilidades de acción, según los datos más recientes del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), el país no hace sino retroceder en la materia y, en el mejor de los casos, está estancado.

Coneval publicó en diciembre la primera fase del Sistema de Información de Derechos Sociales, que complementa información ya publicada antes y, entre otras cosas, permite saber cómo evolucionó el país en temas de vivienda y residuo, entre otras cosas, durante prácticamente toda la década que recién terminó. Según los datos nuevos que publica, entre 2010 y 2018 el porcentaje de viviendas que cuentan con el servicio de recolección de basura en casa aumentó apenas medio punto porcentual. No sólo eso: en 14 entidades ese porcentaje disminuyó.

La situación es especialmente grave en Tabasco y Quintana Roo, que registraron retrocesos muy importantes, y no están pudiendo expandir los servicios básicos a los nuevos núcleos de población y a las nuevas colonias o asentamientos de los núcleos ya establecidos. Considerando que el Tren Maya llegará con fuerza a Quintana Roo en los próximos años, aumentando sensiblemente la cantidad de residuos que se generen, las cosas en el estado caribeño son especialmente preocupantes. 

Los estados que mejoran, por otra parte, son aquellos en los que las carencias en ese rubro son más pronunciadas. Durango, por ejemplo, fue el estado que más mejoró en la materia, pero apenas alcanza el 82.2 por ciento de la población con servicio de recolección de basura. Eso quiere decir que quedan casi 350 mil personas que tienen que lidiar por sí mismas con la basura en la entidad. A nivel nacional, en total, quedan casi 19 millones de personas que no gozan del servicio de recolección de basura.

Dentro de esa porción de la población las cosas son aún menos promisorias, y la solución que casi todo mundo encuentra a la falta de un servicio adecuado de recolección es, simplemente, tirar la basura a un lote baldío, a la calle, a un río o al mar. Según los indicadores complementarios a la medición de la pobreza que también elabora el Coneval, durante el mismo periodo -de 2010 a 2018- 12.6 por ciento de la población dispuso así de sus residuos -una mejora de apenas medio punto porcentual en ese periodo. 

Las soluciones pasan por varios caminos que se complementan entre sí, y que todos urgen. Hace falta generar menos basura, y que la basura que sí se genera sea biodegradable o, en el peor de los casos, reciclable. No hay municipio en el planeta que pueda lidiar con una economía basada en la generación de residuos plásticos y en la oferta de productos que cada vez duran menos. 

Junto con eso, urge fortalecer a los municipios mexicanos. El tema de la basura es una papa caliente que se lanzan los estados y los municipios y con la que nadie quiere quedarse, y cuando se la quedan, simplemente ignoran la tarea. Es crucial emprender una reforma política que vaya más allá de la mera reelección local y que vaya dirigida a fortalecer a las instituciones de ese orden de gobierno, que es, a final de cuentas, en el que el Estado y la población se encuentran y conviven más de cerca. 

Además, habría que emprender acciones a todos los niveles para procesar mejor la basura, sumando al sector privado y conjugando acciones de todos los actores públicos. Una mejor normatividad sobre qué se puede o no ofrecer -como la que, por ejemplo, impuso la Ciudad de México sobre los plásticos de un solo uso- y sobre cómo procesarlo, además de inversiones en infraestructura para hacerlo, serán muy importantes.

México ha hecho hasta ahora -y desde siempre- como si la basura se procesara sola. Si no queremos que nos ahogue, tenemos que tomar cartas en el asunto ya.

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Consultor ambiental en el Centro de Especialistas y Gestión Ambiental.