10 abril, 2024
El 11 de abril de 2019, el gobierno de Lenin Moreno le quitó la protección que había dado durante seis años a Julian Assange para entregarlo a las autoridades de Reino Unido, que lo aislaron en una cárcel de máxima seguridad. Hoy, el mismo Ecuador, “comete una barbaridad al incursionar en una misión diplomática y secuestrar a un asilado político», reflexiona el excónsul Fidel Narváez
Texto: Alejandro Ruiz
Foto: Samuel Reagan / Unsplash
CIUDAD DE MÉXICO. – Fidel Narváez, el excónsul de Ecuador en Reino Unido, vivió durante seis años con su amigo Julian Assange, cuando éste fue asilado político en la embajada ecuatoriana. Luego, con el cambio de gobierno en Ecuador, Assange fue expulsado de la embajada que antes le dio asilo.
Han pasado cinco años y Narváez reflexiona ahora sobre las lecciones que deja al mundo el arresto del preso político más importante del mundo occidental. Todo, mientras Ecuador enfrenta una nueva crisis diplomática, ahora con México, tras haber asaltado su embajada en Quito.
¿Qué cambios hubo en Ecuador del 2012 a la fecha para que el mismo país que se erigió como una luz en contra de la persecución política, ahora asalte embajadas, y someta a exvicepresidentes y diplomáticos?
Aquí la historia en la voz de un testigo de primera mano.
“Esta de verdad que sí fue una casualidad”, me dice Fidel Narváez. Nos encontramos en una sala del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México. Sólo tenemos 30 minutos para platicar antes de que su vuelo despegue.
–¿Cómo conoces a Julian Assange?
–Yo conozco a Julian Assange antes de que él solicitara asilo, de hecho hay una amistad personal que me parece que ayudó a crear esa relación con Ecuador.
“Un año antes del asilo (2011), Wikileaks empezó a publicar los cables diplomáticos de todo el mundo, y con eso comenzó a notarse una cierta manipulación, un sesgo, en la cobertura de los cables por parte de diferentes medios alrededor del mundo. En el caso concreto ecuatoriano de los medios corporativos que inicialmente tenían el acceso exclusivo de los cables.
“Ante esto, el Gobierno del Ecuador, presidido [entonces] por Rafael Correa, tomó la iniciativa de buscar a WikiLeaks para solicitar la liberación de la totalidad de los cables referentes al Ecuador. Es por eso que yo busco a Julian y le llevo ese pedido. Wikileaks acepta, y mi país se convierte en el primero en liberar todos sus cables a cambio de nada, fue una coincidencia de visiones éticas respecto a la información.
“Un año después (2012), Julian nos hace la solicitud de asilo porque la persecución era inminente. Una persecución que era, digamos, de manera encubierta. Digo encubierta porque la investigación que abrieron las autoridades norteamericanas sobre Wikileaks tenía cobertura de secreta. La hicieron a través de una figura que en Estados Unidos se conoce como un Gran Jurado (Grand Jury)».
El Gran Jurado, explica Narváez, funciona con testigos que son llamados a testificar en secreto, mientras la persona acusada no sabe que es acusada. Se entera, hasta que llega el momento de la detención. En el caso de Julian Assange, explica el excónsul, «los cargos se llegaron a conocer solamente cuando Julian estuvo apresado siete años después”.
La movida de Fidel y el gobierno ecuatoriano salvó a Assange de la prisión durante siete años. En ese lapso muchas cosas ocurrieron, pero para el excónsul de Ecuador hay un momento decisivo donde la persecución contra el fundador de Wikileaks comienza a arreciar.
–¿En qué momento se agudiza la persecución?
–Se agudiza porque Wikileaks nunca detuvo su actividad. Él trabajó desde el primer hasta el último día de su estancia en la embajada, y eso evidentemente aumentó la ira de sus persecutores.
“Durante su estancia, Julian hizo otras revelaciones muy importantes. Por ejemplo, las revelaciones del Partido Demócrata en las elecciones entre Hillary Clinton y Donald Trump.
“Luego de eso, hay una revelación que no es tan conocida como todas las otras de Wikileaks, pero que es, a mi criterio, decisiva en la persecución contra Julian.
“Hablamos de Vault 7, que es básicamente la revelación sobre el arsenal cibernético de la CIA, es decir: todos los programas de espionaje, de hackeo, los virus que desarrolla la CIA. En esa revelación se constata que la CIA tiene toda una división de producción de esto.
“Para mí eso fue lo que colmó la ira de los Estados Unidos, y es cuando [Mike] Pompeo (quien fuera secretario de Estado de los Estados Unidos durante el gobierno de Donald Trump) le declaró la guerra abierta a Wikileaks, y lo calificó como una entidad de inteligencia hostil».
Esa calificación, explica Narváez, no fue algo puramente retórico, sino que tuvo como objetivo permitirle al gobierno norteamericano convertir a Assange en un enemigo de la nación, y así «volcar toda una serie de actividades casi sin control en su contra».
La presión sobre Assange era tal, que repercutía a sus protectores: los diplomáticos ecuatorianos. El momento político fue clave para la defensa del fundador de Wikileaks, pues en ese entonces Rafael Correa seguía al frente de el Ecuador, pero con un proceso electoral en vísperas.
Fidel Narváez era un personaje clave para la protección de Assange, y del derecho a la humanidad a la información, y los costos que pagó no fueron pocos.
–¿Cómo eran esos días, con prácticamente todo el mundo encima?
–La embajada de Ecuador en el Reino Unido fue el lugar más vigilado del mundo durante muchos años. Primero con una presencia policial de los británicos, que era totalmente visible durante los primeros años. Pero después cambió a una vigilancia encubierta, que era bastante obvia, con cámaras robot, cámaras escondidas en los edificios aledaños y carros encubiertos tripulados con policías vestidos de civil.
“Lo más grave ocurrió al final, a partir del 2016.
“Ese año nos dimos cuenta que la empresa de seguridad privada que estaba a cargo de la seguridad de la embajada, contratada por el Gobierno de Ecuador, hacía tareas de espionaje.
“Ese caso ahora se está dilucidando judicialmente, tanto en cortes españolas como ecuatorianas, y acusamos que la empresa estuvo espiando para una tercera nación, en concreto para los servicios de inteligencia norteamericana.
“Entre los acusados está el director de la empresa, que es responsable de haber instalado micrófonos secretos y de haber estado sustrayendo información de equipos electrónicos sobre las visitas de Julian y las de sus abogados. También nos espiaban a nosotros los diplomáticos.
“Yo, personalmente, también estoy enjuiciando privadamente en España a este señor, a esta empresa, y colegas míos también están haciendo lo mismo. Inclusive lo hace el propio ex presidente Correa, porque la misma empresa tuvo a su cargo, por un tiempo, la protección del presidente y sus hijas.
“Ahí se evidenció claramente que la CIA tenía sus manos metidas en todo esto. Incluso hay investigaciones independientes en los propios Estados Unidos que han reportado que la CIA analizaba planes de secuestro y asesinato de Julian Assange”.
La valía de los diplomáticos ecuatorianos, y la postura determinada del presidente Rafael Correa, impidieron que durante todo ese tiempo (aún con la amenaza afuera de la embajada), Julian Assange fuera a prisión.
Fidel y yo seguimos hablando. Sus ojos miran constantemente hacia los lados, pero nada detiene su historia. Orgulloso, el excónsul confiesa:
“El asilo a Assange demostraba que el asilo político es un derecho humano al que tiene derecho todo ser humano, y también que debe ser respetado por todas las naciones. Eso es fundamental, porque lo que puede ser invocado por una nación pequeña como Ecuador, debe ser respetado por una nación como Reino Unido o Estados Unidos.
El caso de Julian Assange, afirma, también demostró el procedimiento adecuado para los casos de asilo diplomáticos en el mundo. La misión diplomática a la que perteneció Fidel, cuenta, «demostró la importancia de la ley internacional, de la Convención de Viena».
“Por ejemplo, los británicos, con sus fuerzas especiales, nos estuvieron diciendo por escrito que había una ley interna que les permitiría entrar a nuestra embajada, pero finalmente no se atrevieron porque hubiera sido una barbaridad. En ese entonces toda la comunidad de latinoamericana estuvo apoyando a Ecuador porque su misión diplomática estaba siendo amenazada”.
–¿Cuándo se rompe el asilo?
–Hay una inflexión enorme que coincide con el cambio de gobierno de Ecuador en mayo de 2017. Estamos hablando de la llegada de Lenin Moreno, y claro, nadie se esperaba una traición de esa magnitud. Aunque creo que sí había escepticismo entre la gente más cercana que lo calificaba con un estilo muy diferente a Correa, mucho menos confrontador y más conciliador. Tibio, decían algunos.
«Para entender esa traición hay dos elementos muy fuertes: uno es el viraje brutal de 180 grados del programa político de Moreno, que resultó, básicamente, en la implementación del programa de la oposición, es decir: de quienes perdieron las elecciones. Lenin Moreno llenó su gabinete de cuadros venidos de los enemigos.
“El otro elemento, y el más grave para mí, es la persecución política, que llega a persecución judicial, en contra de quienes eran sus aliados políticos. Por ejemplo: la persecución contra Rafael Correa, o lo que estamos viendo contra Jorge Glas, que es quizás el caso más brutal. En realidad, lo que hace Lenin Moreno es criminalizar a toda una tendencia política”.
–¿En qué momento de esta persecución el gobierno de Lenin vira hacia Julian Assange?
–Lenin Moreno nunca le tuvo aprecio a Julian, le caía mal desde que era vicepresidente con Correa. Nunca entendió, siquiera, qué es lo que hacía Julian, siempre lo consideró un hacker que viola la privacidad de las personas. Si alguien no comprende un criterio así de básico, tan banal, que se puede esperar de un ciudadano común, pero de un vicepresidente que luego es presidente, pues eso ya era muy preocupante.
“Pero, más allá de eso, lo fundamental es que Julian era visto como una obra del correísmo. El asilo a Julian Assange era un mérito del correísmo. Entonces, si estás en la tarea de desmontar, destruir, deslegitimar todo lo que tiene que ver con el pasado del correísmo, vas a ir por él.
“En la expulsión de Julian Assange de la embajada jugaron elementos de política interior para complacer a todos los poderes fácticos que siempre quisieron su cabeza, empezando por la oligarquía y el poder económico, pero también los medios de comunicación, que son un actor fundamental en Ecuador”.
–Entonces, la traición de Lenin…
–Esto es sólo desde la lógica de la política interna, pero la expulsión de Julian es una combinación de varias cosas. Julian Assange es víctima de una venganza política interna, pero además es víctima del cambio de relación con los Estados Unidos.
“Los Estados Unidos aumentaron la presión, porque sabían que con el gobierno anterior de Correa no iban a poder. Pero Moreno, para congraciarse con ellos, finalmente se los entregó”.
En cuanto Lenin Moreno asumió la presidencia la persecución contra el correísmo se hizo realidad. Ahora, decenas de exfuncionarios y asambleístas de Revolución Ciudadana (el partido de Correa) viven en el exilio o tienen cargos penales a cuestas. El propio Rafael Correa vive en Bélgica, en calidad de asilado político.
El destino de Fidel Narváez fue un poco más amable: él sólo perdió su empleo.
Para el 11 de abril de 2019, ya no era cónsul, y se convirtió en un espectador más de “ese maldito día” en el que la policía británica arrestó a su amigo.
–¿Cómo fue el 11 de abril de 2019?
–Debo decir que a mí me sacaron un año antes, y yo no estuve durante el último año de Julian en la embajada. Vi todo desde afuera, porque ni siquiera me permitían visitarlo en Londres. Pero he podido tomar contacto con gente que estuvo cerca de ese maldito día.
“Lo que hay que entender es que algo así no sucede de improviso. No es como que el día anterior al señor Moreno se le colmó la paciencia y dijo ‘bueno, vamos a entregarlo’. Ahí hubo una preparación de muchos meses de anticipación porque habían negociaciones con los Estados Unidos y con el Reino Unido para tratar de salir con la cara más o menos limpia, pues le querían imponer la pena de muerte.
«Además hay otro factor: Julian, para entonces, ya era ecuatoriano. Había recibido la nacionalidad como un escudo de protección que también le impedía al gobierno entregarlo, aunque finalmente lo hicieron ilegalmente, suspendiéndole la nacionalidad por un día, algo que no existe en las leyes de Ecuador, pero de todas formas lo hicieron.
“Al día de hoy Julian sigue siendo ecuatoriano, porque esos procesos para deshacer lo que estuvo hecho jurídicamente deben seguir un proceso judicial que ha tardado mucho, aunque finalmente lo van a lograr.
“Había ya muchas señales de que se acercaba ese día, aunque evidentemente el día como tal si debería haber sido una sorpresa, y lo fue. Nadie lo esperaba, pero claro, fue un operativo totalmente planificado con mucha anticipación.
“En el operativo también participaron los servicios de seguridad británicos que fueron los que entraron y sacaron a Julian por la fuerza. Su arresto no fue como el Gobierno de Ecuador le dijo al mundo, que ese mismo día dicen que le habían invitado a salir, lo acompañaron hasta la puerta, y en la puerta, afuera de la embajada, lo arrestaron.
«Las cosas no fueron así: los servicios de seguridad británicos entraron por él y lo sometieron. Son tan cómplices, que antes habían entrado una vez, encubiertos, para hacer un reconocimiento del lugar del crimen».
“Ese día Julian hizo lo correcto y se rehusó a salir, pero lo redujeron por la fuerza y lo sacaron arrastrando. Todo con el consentimiento de los dueños de la casa que permitieron esa violación a un ciudadano ecuatoriano. Ahí se rompieron muchísimas leyes ecuatorianas, y sobre todo internacionales”.
Mientras Fidel y yo conversamos, la Organización de los Estados Americanos (OEA) condenaba “enérgicamente” a su país por haber asaltado la embajada del mío hace unos días para detener a Jorge Glas, exvicepresidente del gobierno de Rafael Correa, el mismo para el que Fidel trabajó.
–¿Crees en las coincidencias?
–Creo que esto sí es una coincidencia, así como que yo estuviera en México cuando me preguntaste si me podías entrevistar.
–Bueno, pero son hechos parecidos, aunque con formas de operar distintas…
–Son dos casos diferentes, pero que tienen un hilo conductor similar.
“El caso de Julian es un caso fundamental para la libertad de publicación en el mundo. Lo que le suceda va a definir el futuro de la libertad del periodismo, y por eso es importante. Pero también fue un caso emblemático de asilo político, y es muy importante lo que Ecuador hizo con él, la manera como lo protegió.
“Hoy, lamentablemente, el mismo Ecuador, el mismo país pero con diferente gobierno, comete una barbaridad al incursionar en una misión diplomática y secuestrar a un asilado político.
“Esa es la similitud entre Assange y Glas, pues en ambos casos los asilados políticos fueron secuestrados a la fuerza, y eso debe tener sanciones, más allá de la pura retórica diplomática.
“Lamentablemente vemos reacciones donde sólo retiran a sus embajadores, o exigen una disculpa, pero eso no es suficiente, porque el asalto a la embajada implicó una amenaza con arma de fuego para someter a un diplomático. Eso tiene responsables, no solamente los policías que lo hicieron, sino los políticos que lo ordenaron, y debe culminar en el máximo responsable, que es el presidente del Ecuador: Daniel Noboa.
“Existe una conexión con los hechos más recientes cuando la policía ecuatoriana asalta la embajada de México, que era el país protector. La conexión está en el imaginario las personas que, como ya se hizo una vez, y nadie ha sido sancionado por haber entregado a Julian, dicen: ¿Por qué no podríamos hacerlo de nuevo? Eso es muy fuerte”.
–Y en el caso de Assange ¿qué leyes se rompieron?
–Se violó la Constitución del Ecuador, que prohíbe la devolución de un asilado político. Y, esencialmente, se rompe un principio fundamental del derecho internacional, que también está consagrado en las legislaciones nacionales: el principio de no devolución.
“Este principio es cuando una persona goza de la protección de un Estado, ya sea porque tiene estatus de asilado, o porque tiene el estatus de refugiado (que son categorías siamesas), y no puede ser entregado a sus persecutores. Ese principio establece que la persona no puede ser devuelta mientras persista el riesgo sobre su integridad, sobre su vida, sobre su libertad o sobre sus derechos.
“Ese principio es parte de la Convención de refugiados de 1951, suscrita por la mayoría de los países del mundo, Ecuador, Reino Unido y Estados Unidos incluídos.
“También se rompieron las convenciones de asilo, y la prohibición de extraditar a un ecuatoriano, un derecho que está en la Constitución ecuatoriana.
“Ahora, en dos o tres semanas, en Ecuador tendremos un referéndum donde nos están preguntando si estamos de acuerdo con ese derecho, y probablemente eso va a cambiar, pero hasta el día de hoy no se puede, y de todos modos lo hicieron.
“Todo lo que pasó es nefasto para Ecuador y para el mundo. Primero, porque violó la figura del asilo político, y segundo, porque puede dar pauta para que otros lo hagan. Y ellos mismos son los que lo volvieron a hacer”.
Desde ese 11 de abril de 2019 Julian Assange pasa los días en una prisión de máxima seguridad en el Reino Unido. En 2022 un Tribunal británico concedió a los Estados Unidos el derecho de extraditarlo, e imponerle 175 años de prisión, o incluso la pena de muerte (según las autoridades estadounidenses), pues se le acusa bajo una arcaica ley de espionaje vigente desde 2017 que nunca se ha aplicado a algún periodista.
La familia de Assange, junto a compañeros solidarios (incluído Fidel Narváez) han emprendido una lucha legal para evitar su extradición. El último capítulo de esa historia ocurrió el 26 de marzo, donde la corte de apelaciones del Reino Unido exigió a los Estados Unidos a que otorgara una serie garantías a Assange, entre ellas que no le impondrán la pena de muerte.
Su destino se decidirá, como máximo, el próximo 20 de mayo.
–¿Qué papel ha jugado el Reino Unido en todo esto?
–Un papel vergonzoso, servicial de los Estados Unidos.
“La cosas son así: si los Estados Unidos desisten de la persecución, el Reino Unido desiste de a la persecución. La única razón por la cual el Reino Unido quería la cabeza de Julian, era porque los Estados Unidos lo querían. Eso es clarísimo.
“La excusa en un comienzo era Suecia. Luego esa excusa desapareció. Entonces vino otra: el pago de una fianza que Julian rompió en Reino Unido, que es una pena menor que nunca, o casi nunca, es sancionada con prisión. Pero a Julian le dieron una sentencia desproporcionada por eso. Todo respondía a que los Estados Unidos lo querían, y por eso es que estamos como estamos”.
–¿Entonces de quién depende la extradición? ¿Se podrá evitar?
–Yo confío que al final del camino Julian va a poder evitar la extradición, que vamos a poder evitar esa extradición. Pero todavía falta un tramo.
“Yo ya no confío para nada en la justicia británica. Creo que en el siguiente paso, que es la evaluación de estas garantías, los Estados Unidos van a firmar cualquier cosa, y los británicos se los van a dar por válido.
“Pero ahí, entonces, tendremos que activar el último recurso, que es llevar el caso a la Comisión Europea de Derechos Humanos, y ahí es donde se va a detener la extradición”.
–¿Entonces todo depende de recursos legales, y del tiempo?
–Creo que no podemos descartar que los Estados Unidos nos puedan sorprender. Sería sorpresivo, pero no creo que sea imposible porque estamos hablando de una persecución política, y la política siempre nos puede sorprender.
“Hay que tener en cuenta que los perseguidores de Assange son los Estados Unidos, y a ellos no les influencia nada externo, ni la OEA, ni la ONU. Eso es decorativo para ellos.
“Me parece que lo único que va a decidir todo es la política interna estadounidense, y en ese sentido van a valorar que la extradición de Julian es una papa muy caliente para cualquier gobierno, más allá de que el juicio sería totalmente injusto bajo la ley de espionaje secreto.
“Esa es la papa caliente: lo están castigando por ver crímenes, y entonces vamos a tener que hablar de crímenes, de criminales y de impunidad, y eso no lo quiere ningún gobierno.
“En realidad, la persecución de Assange es para sentar un precedente. Un precedente para detener a otros que repliquen lo que él ha hecho, y ese precedente ya se sentó. Independientemente si mañana Julian es liberado, mañana ya nadie va a querer pasar por lo que él ha pasado, casi destruyéndolo, y ese es el mensaje.
“Si no han logrado destruir a Julian Assange es porque es Julian Assange, pero a estas alturas, otra persona ya se hubiera suicidado, o se hubiera declarado culpable simplemente para para terminar con esto».
Las palabras se escapan en la conversación, Fidel, que durante toda la entrevista había estado sereno, ahora se agita un poco. Hablamos de ese “castigo ejemplar” que el mundo observa en vivo desde 2019.
–A Julian lo han torturado…
–Sí, estamos hablando de torturas psicológica, y eso hay que precisarlo, porque la gente cuando escucha la palabra tortura siempre tiene la idea de que hablamos de picanas eléctricas, cigarrillos apagados en la piel, submarinos…, o sea, que hablamos de tortura física, pero la tortura psicológica es tan grave como la tortura física, y en el caso de Julian Assange es demostrable.
“Por ejemplo, el relator de la ONU contra la Tortura, Nils Melzer, ha hecho análisis de salud mental y estudios sociales que demuestran que Julian ha sido una víctima sistemática de tortura psicológica, y también que no necesariamente tiene a un mismo torturador, sino que es una sumatoria de intervenciones externas».
–¿Quiénes están interviniendo en este proceso?
–Los altos personeros del gobierno norteamericano que se refieren a él como un terrorista, como alguien a quien hay que someter, como un enemigo. Lo acusan y lo difaman de crímenes que él no ha cometido.
“También ha habido otros actores políticos que lo difaman y lo acusan. Recordemos que a Julian Assange lo acusaron de violador, inclusive hasta que era agente de el Mossad o de Rusia. También lo acusaron de ser un mal huésped, de ser una persona desalineada, una persona mal agradecida.
“Todo eso lo hicieron políticos, medios de comunicación y personajes que influyen la opinión pública
“El último año que Julian pasó en la embajada ecuatoriana fue tortura pura, porque además le impusieron unos régimenes de convivencia donde lo aislaron, le prohibieron las visitas, el internet, el teléfono. Eso es tortura, y después lo entregaron”.
El tiempo se acaba, y el vuelo de Fidel está por llegar al Aeropuerto. Nos despedimos y caminamos hacia la sala de abordar. A los ojos de todos, pero nadie nos reconoce.
–Estamos en contacto – me dice.
–Sí, esperemos a ver qué depara todo esto.
–Va a prevalecer la verdad – contesta.
Periodista independiente radicado en la ciudad de Querétaro. Creo en las historias que permiten abrir espacios de reflexión, discusión y construcción colectiva, con la convicción de que otros mundos son posibles si los construimos desde abajo.
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