La defensa del acusado por el feminicidio de Lesvy Berlín Osorio pidió ayuda al tribunal para hacer comparecer a Teresa Carmen Incháustegui, exdirectora del Instituto Nacional de las Mujeres y última testigo que buscan presentar. Por la ausencia de Incháustegui se pospuso el fallo hasta el 4 de octubre. El juicio se llevó a cabo sin público por falta de espacio
Texto y fotos: María Ruiz
Querida Lesvy: tu vida fue un jardín, multifacético,
musical, diverso, como buena ciudadana del mundo
-Las Siempre Vivas
A diferencia de las pasadas, la octava audiencia por el feminicidio de Lesvy Berlín Osorio se caracterizó por ser pública pero sin público. A las 10:30 de la mañana un grupo de mujeres indignadas esperaban en la entrada del tribunal. Son el Grupo de Acompañamiento Político de la Familia de Lesvy Berlín Rivera Osorio, a quienes no dejaron pasar porque la audiencia se hizo en una sala pequeña y limitaron la entrada, sólo dejaron pasar a algunas reporteras.
Las audiencias anteriores se caracterizaron por tener público siempre. Acompañantes de la familia de Lesvy, amigas, estudiantes, periodistas e incluso observadoras de la ONU. Esta vez les negaron el acceso a todas esas personas. Trabajadores del Tribunal de Justicia explicaron que cambiaron de sala, a una más pequeña, porque en la que se habían hecho las anteriores estaba ocupada y que esto era un reflejo de que necesitaban mejores instalaciones.
“Nos avisaron cuando estábamos formadas para entrar que habían cambiado la sala por una más pequeña para solo 20 personas. Estuvimos protestando, diciendo que teníamos derecho. Luego salieron a avisarnos que habían declarado la sesión privada. Había unas 25 compañeras esperando acceder a la sala, como habíamos estado haciendo”, describió Alejandra López, del grupo de acompañamiento.
— ¿Qué mensaje les da con esto el Tribunal de Justicia?
—Que no tenemos derecho de escuchar la justicia que queremos escuchar. No solo con no dejarnos entrar sino con volver a retrasar el fallo que para nosotras es importante y que venimos esperando. Creemos que nos quieren cansar, porque sí es cansado venir hasta acá, pero nosotras no vamos a dejar de hacerlo —contó .
Adentro, el acusado presentó sus pruebas. Seis testigos, un policía de investigación y una abogada perito; también testificaron su madre, su padre, su exnovia y la madre de su exnovia.
La primera parte de la audiencia fue privada, durante esta una perito explicó la tesis de suicidio. Utilizó un cordón, objetos de unicel y plastilina. Araceli Osorio, madre de Lesvy Berlín, salió de la sala, no soportó que representaran a su hija con objetos inhertes.
“Me parece preocupante que esa defensoría pública siga sin incorporar a su trabajo diario la perspectiva de género. […] Es increíble que sigan tratando a Lesvy no como una mujer que estuvo viva y que tenía un proyecto de vida” expresó Araceli Osorio.
En esta audiencia, los padres del acusado acudieron a declarar. Su papá es empleado administrativo de la UNAM y su madre es jubilada de la UNAM. Contaron detalles de Jorge Luis: dónde trababaja y cada cuánto lo hacía.
También sobre su relación con Lesvy, ambos declararon que eran lejanos a Lesvy. La madre de Jorge Luis no la conocío y el padre sí pero “poco”. Sus testimonios se centraron más en la relación anterior de Jorge Luis y en contar que en esa relación no fue violento.
Cuando fueron interrogados sobre el 2 y 3 de mayo, ambos dijeron que lo vieron y que se comunicó con ellos.
El 2 de mayo Jorge Luis desayunó con su madre y por la tarde, junto con Lesvy, fue a visitar a su padre, quien le dio dinero. Ese día el padre de Jorge Luis confirmó que iba vestido de amarillo y que traían a Tío Michael, el perro de Lesvy, con una correa de metal, como se puede ver en los videos de prueba del último recorrido de la pareja por la UNAM y que fueron presentados previamente en las audiencias.
El 3 de mayo Jorge Luis le marcó a su padre por teléfono:
—Jorge Luis estaba en su domicilio cuando habló conmigo.
—¿Seguro que estaba en su domicilio?
—Él me dijo que iba despertando y que Lesvy no habia regresado.
Ese 3 de mayo su madre habló con él por la noche:
—No recuerdo la hora en que me habló pero fue en la noche, me dijo que Lesvy había fallecido.
—¿Recuerda la hora de la llamada?
—No recuerdo —contestó la madre del acusado.
En audiencias anteriores, Araceli Osorio, declaró que Jorge Luis se comunicó con ella la madrugada del 4 de mayo, en ese momento no le dijo que Lesvy estaba muerta, le dijo que estaba desaparecida, que habían encontrado un cuerpo en Ciudad Universitaria y que creían que era Lesvy, que tenían que ir a reconocer el cuerpo al INCIFO. Hasta el 4 de mayo supieron que Lesvy estaba muerta.
Además de la familia del acusado, declaró su exnovia y la madre de su ex novia, quien declaró que se encontraba en el estrado porque vino “a constatar que Jorge Luis es una buena persona”.
La expareja del acusado contó que tuvieron una relación “normal”, que Jorge Luis “era siempre muy protector”. Su madre habló de que la relación de su hija y Jorge Luis terminó porque se sentía incómoda de no tener su propio espacio porque ambos vivían en la casa de la madre de Jorge Luis.
La defensa del acusado presentó a un policía de investigación quien únicamente declaró que, cuando le entregaron la carpeta, lo que hizo fue constatar el domicilio donde vivían Lesvy y Jorge Luis y entrevistar a la casera del lugar. Eso fue lo único que hizo. Cuando le preguntaron si había entrevistado a otras personas que habitaran en ese inmueble, dijo que no.
Después la defensa de Jorge Luis desistió de otros dos testigos y pidió al juez auxilio para hacer comparecer a quien sería su última testigo: Teresa Incháustegui, exdirectora del Instituto Nacional de las Mujeres de la Ciudad de México, dependencia que hoy se llama Secretaría de las Mujeres de la Ciudad de México y de la cual ya no es funcionaria.
El juez accedió y la audiencia se pospuso al 4 de octubre, ese día tendrán que desahogar su última prueba, el testimonio de la licenciada Incháustegui.
La octava audiencia terminó y Araceli Osorio, Lesvy Rivera y las abogadas auxiliares, Sayuri Herrera y Ana Yeli Pérez, salieron del Tribunal. A Araceli Osorio la esperaban más de 10 mujeres, quienes al verla gritaron: ¡No fue suicidio, fue feminicidio!, ¡Ni una más, ni una más, ni una asesinada más!, un eco que venía desde la banqueta afuera del reclusorio replicó el ¡Ni una más, ni una más, ni una asesinada más!, a la distancia, eran las mujeres que durante todo el juicio han bordado una manta como homenaje a la vida de Lesvy Berlín.
En esa misma banqueta, afuera del reclusorio, medios de comunicación les esperaban y también una instalación: pintado con gises, en la banqueta se leía “Querida Lesvy” entre flores y cartas.
“Querida Lesvy vives en nuestra lucha, vives en nuestro llanto”; “querida Lesvy, nada nunca será suficiente para darte justicia; «querida Lesvy, en tu memoria y en todas las que ya no están, seguiremos combatiendo a las 10 que diario nos arrebatan”, se leía en las cartas.
Araceli Osorio contó a los medios respecto a la suspensión del fallo:
“Creemos que el asesino de Lesvy debe ser condenado de manera transparente, es por eso que creemos que sí les hace falta una declaración estamos de acuerdo. Ha pasado mucho tiempo, sin embargo estas autoridades, con todo respeto a los derechos humanos, han permitido una debida defensa y no quisimos romper con eso. Que este no siga siendo el argumento y no quede lugar a duda de que lo que pasó esa madrugada fue que Jorge Luis decidió arrebatarle la vida a Lesvy en ese camino verde y decidió abandonar ahí el cuerpo, exponiéndolo al escrutinio de unos medios de comunicación que al único al que le dieron el beneficio de la duda fue al victimario”.
Agregó que se pidió que nuevamente la audiencia fuera en la sala uno porque es más amplia y que cree importante que quienes acompañan y los medios de comunicación puedan entrar a la audiencia. Compartió también que en este largo camino para conseguir justicia entendió cuál fue la misión de su hija:
“La misión de Lesvy y de muchas otras mujeres (que ya no están) es provocar una voz colectiva”.
La colectiva de mujeres «Las siempre vivas» terminó de bordar la manta que durante todo el juicio bordaron en memoria de Lesvy Berlín. En ella pusieron a Lesvy con su mandolina e incluyeron unas huellas de perro, en alusión a Tio Michael. Cuando le entregaron la manta a Araceli Osorio, también le leyeron una carta:
«Querida Lesvy, te hemos conocido de la manera más hermosa, a partir de las historias de quienes te amaron. Resulta que no se imaginaron del poder que nos darías desde el centro de la tierra. […] Un día nos acuerpamos como colectiva y nos nombramos como lo que queremos para todas las mujeres «las siempre vivas». […] Porque todo este caminar ha sembrado, en medio de la rudeza, la claridad de las estrategias, la entrega del acompañamiento, la cooperación para la resistencia y el amor para salvarnos del olvido y de la muerte eterna. No son cifras, son historias, ¡porque Lesvy no ha muerto, Lesvy somos todas!».
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