La leche, aquello que me conectaba con mi bebé y me vinculaba a la humanidad en su genealogía animal, era a la vez lo que me aislaba de esa civilización a la que creía pertenecer. Para amamantar tenía que apartarme de los grupos y diálogos con intelectuales, talleres literarios, tertulias, reuniones de trabajo con mis colegas, de los encuentros familiares
La leche que nos borra
