Estudiantes de la FES Acatlán en la UNAM paran labores

21 septiembre, 2022

Este martes la comunidad estudiantil de la FES Acatlán determinó realizar un paro para exigir a las autoridades de la institución que mejoren las condiciones de seguridad, el transporte, la atención a denuncias por acoso y violencia de género, así como que se establezcan precios justos en los alimentos que se venden al interior del plantel y se mejore su calidad

Texto: Alejandro Ruiz

Fotos: Especial

CIUDAD DE MÉXICO. – Alrededor de la una de la tarde cientos de estudiantes de la Facultad de Estudios Superiores (FES) de la UNAM realizaron una asamblea estudiantil en el plantel Acatlán para discutir las problemáticas que desde hace años acarrea esta institución educativa: acoso y violencia contra las estudiantes, inseguridad en el plantel y las rutas de transporte, y los precios de los alimentos que se venden al interior de la escuela. 

Pasaron alrededor de dos horas, cuando la mayoría de la asamblea votó a favor de irse a un paro de 72 horas. Comenzaron a redactar un pliego petitorio, y lo entregaron en la dirección de su escuela. 

Un joven de 19 años, estudiante de la licenciatura en historia en la FES, explica para Pie de Página cómo se vivió la asamblea. El joven pide que su identidad se mantenga anónima por miedo a represalias. 

“Yo lo viví como cualquier asamblea que podría pasar. Cada persona estaba dando sus puntos de vista, sus soluciones. Sí hubo un debate sobre qué es lo que se debería hacer, pero al final se pudo llegar a un acuerdo entre la mayor parte de la comunidad, y se definió hacer el paro. Se elaboró un pliego petitorio en el que se le exigían a las autoridades los puntos a tratar, y se les llevó ese pliego petitorio. Actualmente las instalaciones ya fueron tomadas por la comunidad estudiantil”. 

La reacción de la directiva, narra el estudiante, fue condescendiente con los paristas, pues dice que “al momento de entregar el pliego se nos había dicho sí iban a arreglar los problemas al momento, pero por parte de las autoridades se mostraba más una actitud de que pasara todo el movimiento, y solo daban explicaciones, más no respuestas o propuestas de su parte”.

Inclusive, a unas horas de haber iniciado el paro, directivos de la escuela mandaron patrullas a la escuela. Los estudiantes se dicen nerviosos por esto. No obstante, el joven estudiante añade que su lucha es “por mejorar las cosas, no somos flojos o revoltosos que buscan el caos, somos estudiantes. Estudiantes cansados de la represión de las autoridades, chicas cansadas de tener miedo en su propia escuela porque las pueden agredir o acosar, estudiantes con miedo a que les roben dentro del plantel, estudiantes que deben comer en la escuela y tienen que soportar porquerías a precio alto. Este movimiento es de la comunidad para la comunidad”. 

Un problema añejo

Desde la semana pasada la comunidad estudiantil había convocado a esta asamblea. Esto, tras la continuidad en los casos de acoso por parte de maestros y personal de la institución. Así lo narra otra estudiante de la FES, que además es integrante de una colectiva feminista. 

“Dentro de las instalaciones siempre ha habido cuestiones de maestros misóginos y de acoso. Incluso el semestre pasado llegó a haber una violación en el edificio de idiomas, también hubo intentos de violación. También, hace dos semanas habían desaparecido a un compañero de derecho, que por suerte apareció después”.

Las denuncias de la comunidad, narra la estudiante, no son nuevas, pues llevan años exigiendo por distintas vías a que las autoridades de la FES tomen cartas en el asunto. Sin embargo, acusa, no les han escuchado. 

“Hay muchas cosas que están mal dentro de la FES, y ya se buscó, de una manera pacífica, que hubiera resultados. El semestre pasado no nos fuimos a paro porque se nos dijo que iban a haber respuestas, que iban a haber soluciones. Incluso marchamos a Rectoría a leer nuestras demandas, y hasta el día de hoy no hemos recibido respuesta. Ya era momento, ya era hora, pues si no nos hicieron caso a la primera, segunda, tercera, cuarta o quinta vez que lo intentamos pacíficamente, pues ojalá ahora sí nos escuchen”.

Comida cara, transporte inseguro y acoso: principales demandas

Además del acoso y los casos de violación e intento de violación que denuncian los estudiantes, otra de las problemáticas que acusan es la falta de atención por parte de las autoridades administrativas a los casos que presentan ante estas.

“Afuera de las instalaciones, en los alrededores, en el transporte, pues siempre ha habido casos de acoso, y cuando recurrimos nosotras a buscar ayuda dentro de las instalaciones de la escuela nos dicen que no está en sus manos porque las cosas ocurren afuera. Por ejemplo, apenas ayer, en una colectiva a la que yo pertenezco se mandó un mensaje de una compañera que un señor empezó a acosarla y le ofreció ser parte de un proyecto pornográfico. Nos llegaron más casos similares con otras personas que ya se habían acercado a la escuela, pero la escuela no dijo nada, aunque era literal cruzando la calle”, denuncia la estudiante. 

Aunado a esto, los estudiantes señalaron en la asamblea mala calidad en los alimentos que se venden al interior de la escuela, así como sus precios elevados. 

“Además de que es cara no está a precio de estudiante, muchos viven al día. No todos tenemos la oportunidad y el privilegio de que nuestros papás nos den para gastar. Lo más barato es un plato de chilaquiles a 35 pesos, y la calidad es malísima. Se han encontrado cabellos, piedras, basura, pedazos de desechables rotos. La verdad la comida no vale el precio al que lo están dando”, narra la joven.

Y añade que una de sus demandas centrales es “un comedor como los que hay en la UAM”. 

Del mismo modo, otra de las necesidades sentidas en la comunidad estudiantil estriba en el transporte que la institución les ofrece, el FES Directo. Este, denuncian, es de mala calidad “y ni siquiera es gratuito”.

“No nos sentimos seguros en ese transporte. Siempre llegan tarde, y también siempre buscan llenar absolutamente todo el camión y hay alumnos que van, literalmente, colgados de las puertas. Ese no es un transporte seguro y tampoco nos garantiza llegar temprano a nuestras clases, aunque se vayan echando carreritas entre conductores”.

Sumado a estas demandas, explican las y los estudiantes entrevistados, otro de los motivos para estallar el paro es la solidaridad con las otras escuelas públicas que actualmente atraviesan luchas similares, como el Politécnico, y algunas facultades de la UNAM. 

Acusan hortigamiento de autoridades

Las y los estudiantes de la FES lo tienen claro, para ellos su lucha es parte de un proceso que viven otras escuelas en la ciudad.

“Buscamos la unidad entre estudiantes, entre varias escuelas como CCHs, otras FES, e incluso politécnicos. Lo que buscamos como estudiantes es unión y acompañamiento entre nosotros. Sea cual sea la universidad en la que estemos todos somos estudiantes, llámese como se llame, todos somos estudiantes y necesitamos solidarizarnos”, narran. 

Este espíritu, comentan, se vivió durante la asamblea de este martes. Ahí, aunque hubo un intercambio de posturas y opiniones, fue el consenso ante las problemáticas lo que primó en las discusiones. 

“Se dieron participaciones a varios alumnos, no solo a las personas de la mesa. Participaron y dijeron propuestas. Dijeron qué les molestaba, qué problemáticas había, y una vez que se recabaron empezamos a ver las propuestas de soluciones. Tratamos de hacerlo de la manera más colectiva, democrática y tranquila”, expresan.

Mientras las y los estudiantes deliberaban la ruta a seguir, las autoridades, denuncian, se burlaban de ellos y los insultaban. 

“Como siempre en todo momento hubo bastante choque con las autoridades. Incluso una persona que trabaja ahí en la FES, no alcanzamos a identificar quién era, nos estaba haciendo señales obscenas desde el segundo piso de dirección y nos mentaba la madre, empezó a decirnos que nosotros no les íbamos a hacer nada. Obviamente nosotros no nos íbamos a quedar callados. También, durante la asamblea hubo personal de jurídico que empezó a tomarnos fotos para ponernos a todos vulnerables, porque en ese momento en la asamblea nadie estaba encapuchado porque éramos alumnos poniéndonos de acuerdo para ver qué íbamos a hacer”.

Tras las dos horas de intercambio, y en donde también, aclaran, hubo un sinfín de propuestas, la comunidad estudiantil determinó realizar el paro de 72 horas. Esta opción se eligió entre otras posibilidades que contemplaban un paro indefinido y el cierre del plantel por 24 o 48 horas. 

A partir de ese momento, narran los estudiantes entrevistados, se dividieron las tareas. Algunos comenzaron a tomar las instalaciones, mientras otros redactaban el pliego petitorio.  Las acciones, aclaran, las realizarán encapuchados y reservando su identidad por miedo a represalias. 

Una estudiante que estuvo en la mesa de conducción de la asamblea reflexiona al respecto: 

“Nos arriesgamos las personas de la mesa a que nos reconozcan y nos tengan ubicados, pero algo en lo que quedamos todos es que por nuestra seguridad y por la de la comunidad estudiantil: lo que sea. Si a mí me aseguran que no se me va a vulnerar, no importa que me tengan checada y ubicada las personas de la dirección, pues la lucha es legítima”. 

Hasta el momento las autoridades de la FES no han respondido las demandas de los estudiantes, aunque se espera que puedan llevarse mesas de diálogo para evitar que el conflicto escale. Y, sobre todo, dicen los estudiantes, “para que ahora sí haya soluciones”. 

“Aunque digan que somos libres de expresarnos, a la hora de la hora siempre se pone resistencia. ¿De qué manera vamos a tener qué pedir las cosas? Eso es algo que a todos nos da muchísimo coraje, que todavía de que no se nos dan resultados cuando intentamos hacerlo por las buenas, que cuando metemos presión real también se nos acusa de revoltosos y altaneros, y no lo somos: somos estudiantes luchando por nuestra comunidad”.

Periodista independiente radicado en la ciudad de Querétaro. Creo en las historias que permiten abrir espacios de reflexión, discusión y construcción colectiva, con la convicción de que otros mundos son posibles si los construimos desde abajo.