Atronadores silencios en esporádicos tumultos

15 noviembre, 2019

La palabra escrita y las imágenes fotográficas dialogan y tienen vida propia como piezas poéticas, en esta decimosexta entrega de El promontorio y el eco

Poemas: Eduardo Sierra Romero

Imágenes: Duilio Rodríguez y María Ruiz

La estela que convoca el triángulo alrededor de tu cuerpo

se fortalece y se integra a mi movimiento, surge así el

haz de luz hacia tu satélite de plata predilecto.

¡Qué tumultos atienden lo esporádico

y qué silencios ante lo atronador!

Siempre que electrificamos el ambiente con la cercanía

de nuestros índices, las musas deslizan sus vestidos al 

tobillo, y las bestias se repliegan al pretexto de 

la sombra. Conjuntamos los polos.

La música de los caminos se balancea por la cuerda que

sostenemos con el otro par de índices, trazando el

mapa de la belleza primigenia.

El encanto de lo extraño y el riesgo dorado de lo definitivo guían

nuestro equilibrio. Las figuras de la tradición danzan

y participamos simultáneamente del gozo del espacio.

¡Qué esporádicos atienden los silencios

y qué atronadores surgen los tumultos!

El poema como isla

La luz de la palabra no especuló en su recorrido

por la grieta del acantilado hasta poder reposar

en la iluminación de tu faro.

Todas las señas fluyen en mis venas.

Náufragos con el corazón de nudo no van más

allá de las primeras rocas esculpidas en la batalla

con lo que se esconde de la conciencia.

El calor volcánico cimbra nuestro remanso

únicamente para solidificarlo, nunca llega tarde

la rima de la brisa. 

Olas versos, versos olas.

Con su soplo, mi pequeña vela llega a puerto,

con su aliento, mis piernas llegan hasta ti. El

extremo del espacio entrelaza la mano del amor

y se cierra sobre nuestra isla.

Desde el fondo del océano se regocija la vida del

poema, y éste la vierte sobre ambos.

El brillo kamikaze

La boca metafísica amplía todas las noches

el vaho que decora la cinta violeta que une nuestros ombligos.

Livianos son los contratiempos en el rito onírico

de lo que tarda, de lo que es ya y viaja

hacia atrás en el tiempo.

Me fundo con el viento kamikaze comisionado

a entrar en ti, e hiberno por siempre en tu jardín.

Aves blancas se cristalizan y descienden por

la rendija entre tus dedos, con las manos hacia

el cielo, iluminamos las ciudades.

Las salvajes junturas se rigen por tu voluntad, en la

espesura de las variaciones nos referenciamos

como la constante, para habitar donde hay vida.

Perdonada está la melodía con la que Orfeo

confundió los caminos para configurar más tarde

la perfecta encrucijada. Dentro y fuera del sueñohay un brillo, cuando decidimos observarlo.

*El Promontorio y el eco reúne poemas inéditos de Eduardo Sierra Romero. Este libro digital se ha develado cada semana con nuevas piezas compiladas bajo ese título.

Entregas anteriores:

El único y particular nacimiento de Venus

Escalofrío y el alba

Poeta y periodista. Me interesa el autoconocimiento y la exploración intuitiva de la realidad desde la perspectiva espiritual.

Editor y fotógrafo documental, retrato, multimedia y vídeo. Dos veces ganador del Premio Nacional de Fotografía Rostros de la Discriminación.

Foránea siempre, lo suyo es lo audiovisual y el periodismo es la vía por donde conoce y cuestiona al mundo.