¿Atentado contra la autonomía?

1 octubre, 2019

Microfilme Postal, columna de opinión por Daliri Oropeza Alvarez

¿De qué manera el grito de independencia de un presidente puede ser un atentado contra la autonomía de los pueblos indígenas? La clave está en la diferencia del término comunidades o pueblos indígenas. La intención está en la enunciación.

@Dal_air

“¡Vivan las comunidades Indígenas!” gritó AMLO desde el balcón presidencial, después de haber pedido un viva por el pueblo de México y otro por los héroes anónimos. Muchos admiraron la conjura. Algo es claro: no desconoce ni es inocente al enunciar y declamar “comunidades indígenas” y no “pueblos indígenas”.

¿Cómo definir un pueblo? Tal vez sólo teniendo los pies al lado del río,
mientras las mujeres de faldas coloridas bañan a los niños, cuando adentro de la cocina comunitaria se cuece el Tónari, especial para la celebración del inicio de la siembra y hacen el llamado en rarámuri, convocan a la asamblea para consensuar gobernador en medio de la sierra de Chihuahua.

Los pueblos son los sujetos colectivos históricos de derecho. No las comunidades. Decir pueblos engloba en el imaginario referentes como el campo, zonas rurales, falta de desarrollo, pobreza, marginalidad, e incluso desde una visión folklorista, artesanías hechas a mano, lenguas no escuchadas o atraso en las técnicas, pero mucho color y sabor.

El término ”pueblos” ha sido problemático desde el origen. De hecho, antes de haber considerado a este sujeto colectivo que es el pueblo, la primera enunciación conceptual fue “las minorías”, propuesta desde la ONU después de la segunda Guerra Mundial. De ahí brincó a ser el término que define a quienes fueron colonizados pero se pueden constituir como “Nación” y tienen autodeterminación.

Sin embargo, es hasta que los mismos pueblos indígenas inciden en estas discusiones de los Organismos Internacionales que se les considera. En 1975, recuerda Francisco López Bárcenas en su libro Autonomía y derechos indígenas, diversas comisiones se reunieron en Canadá y ahí comenzó un movimiento indígena internacional por el reconocimiento de los derechos de los pueblos, así, en plural, y dos años después en Ginebra donde en una conferencia internacional, más de 70 pueblos indígenas se reunieron con más de 50 organizaciones, y organismos como la ONU, la OIT y la UNESCO, es donde nació una declaración para la defensa de las naciones indias y los pueblos del hemisferio occidental.

Es hasta 1989 que la Organización Internacional del Trabajo firma el Convenio 169 titulado Pueblos Indígenas y Tribales en Países Independientes. Éste define que los pueblos son aquellos que conservan todas o parte de sus propias instituciones sociales, económicas, culturales y políticas, y que además tienen conciencia de su identidad, lo cual obliga a los países firmantes a respetar y cumplir los derechos colectivos, poniendo su personalidad y capacidad para proveer su existencia y futuro en el centro. Es la libre determinación y autonomía.

Lo que está en juego es el papel de la conciencia, pues aceptar la pertenencia a un pueblo y vivirlo, replicarlo, es lo que el Convenio 169 considera como criterio fundamental para determinar que las personas forman parte de un pueblo indígena.

Para entender mejor por qué sí es un atentado, falta recalcar los derechos invisibilizados que van de la mano con la autonomía, que sirven para pactar de manera libre y voluntaria cómo ejercer los derechos. Éstos son el derecho de autoafirmación, a proclamarse existente, el derecho a la autodefinición, o definir quienes somos parte del pueblo y el derecho a la autodelimitación que seque cada pueblo determine por sí mismo los límites de su territorio. De manera fundamental: el derecho al territorio.

Decir “vivan las comunidades indígenas” pareciera tener buenas intenciones en el discurso nacional, sin embarco resulta una reiteración de lo que ha sucedido en la historia reciente, se reconocen los pueblos, sus colores, sus comidas, las pirámides, pero no su derecho a emanciparse, aunque se hagan instituciones o planes gubernamentales con ese propósito, aunque finjan consultas, sigue sin reconocerse el derecho propio de los pueblos a existir. López Bárcenas también describe esto.

Hasta hoy, los pueblos que existen antes que esta nación, han adaptado sus modos de organización a las imposiciones coloniales, caciquiles, nacionales, patriarcales, capitalistas, neoliberales o lo que venga.

Seguir viendo a los pueblos como posibles afiliados al partido, empobrecidos, botín político, que estiran la mano, que tienen ríos, cerros llenos de minerales, es reiterar su negación y urge verlos como lo que son, cuerpos colectivos con derechos y también con contradicciones. Sin duda, con antecedente de autonomía, con las repercusiones buenas o malas que conlleve.

Que el presidente diga comunidades es un indicador de los problemas e intereses contradictorios involucrados con el uso de la palabra comunidad, en vez de la palabra Pueblos. Pueblo es el sujeto histórico, comunidad el lugar donde viven. Un Pueblo tiene derecho a que su lengua se reconozca, el uso de la lengua abarca varias comunidades. Aunque la comunidad también tiene potencia organizativa.

Pueblos, con P mayúscula, han representado siempre un peligro para los proyectos unificadores, díganle Estado Nación y en este caso Cuarta Transformación, ya que el ejercicio de los derechos colectivos deriva inevitablemente en la autonomía, autogestión y autodeterminación que ponen en jaque el discurso de la soberanía nacional y ahora el capitalismo.

¿Qué es lo que en su discurso encubre? ¿qué es lo que quiere imponer, por lo cual la palabra comunidades lo puede justificar? ¿De qué sentido de existencia quiere que se olviden?

Queda de hablar del Altepetl o Pueblo en náhuatl (atl -aguas-, tepetl -montañas) como lo vio Emiliano Zapata en el Plan de Ayala al plantear la defensa de “montes y aguas” como horizonte que posibilita la organización de los pueblos (que siempre nombró en plural).

Los pueblos tienen tal relevancia para el zapatismo actual que se convirtieron en los principales remitentes del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, la expresión se torna tan compartida entre quienes reciben el mensaje, que es fácilmente experimentable y cobra resonancia a nivel internacional.

La exclusión conceptual puede dejar fuera elementos tan importantes como la autonomía. Es la figura del pueblo la que es sujeta de derechos para ejercer la libre determinación, la comunidad es el territorio donde las personas integrantes de un pueblo la ejercen.

Lo que ninguna de estas instancias ha considerado es cómo los Pueblos conciben al propio Pueblos. Ese es el verdadero paso conceptual que hay que dar.

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