Texto: Rodrigo Caballero. Fotos: Heriberto Paredes
Este lunes comenzó la cuarta Caravana Internacional de Búsqueda en Vida de Personas Desaparecidas, que hasta el 16 de noviembre recorrerá Michoacán. Los familiares de desaparecidos de aquel estado y otras entidades del país se adentran a una geografía variable y cambiante, y la cual, durante años, ha sido escenario de pugna entre autodefensas, policías comunitarias y grupos contrarios del crimen organizado
MORELIA, MICHOACÁN.- En los pocos días que lleva la búsqueda, las autoridades de Michoacán no han tenido claro quiénes son los de la Cuarta Caravana Internacional de Búsqueda en Vida de Personas Desaparecidas. No saben que se trata de familiares de desaparecidos del estado y de otras entidades de la República. Los confunden y les preguntan si se trata de la caravana migrante o el éxodo; si son hondureños o centroamericanos.
Sin embargo, durante el segundo día, cuando familiares de desaparecidos visitaron el CERESO “David Franco Rodríguez”, los custodios sí que sabían que las madres y padres buscaban a desaparecidos. Así que grabaron video, e intimidaron a los internos mientras éstos compartían información con los familiares. Ello, sin importar la petición de la Primera Visitaduría, Pro Víctima y de la CEAV para que las autoridades del dieran todas las facilidades durante su visita.
Con todo e intimidaciones, algunos internos identificaron a algunos desaparecidos, y aportaron datos que podrían ayudar a localizarlos. Asimismo también proporcionaron información sobre otros casos que no se tenían registrados.
Horas más tarde durante la visita al SEMEFO de la Procuraduría General de Justicia del Estado, la Unidad Forense, a cargo de la doctora Mariana Ponce Quezada, mostró en diapositivas los expedientes de personas que murieron sin identificar entre 2012 y 2018 en la región de Morelia, pero eran demasiados, y el tiempo no fue suficiente. Así que se realizarían más sesiones de identificación durante el resto de la Caravana, en los municipios de Tacámbaro, Lázaro Cárdenas, Uruapan, Apatzingán, La Piedad y Zamora. [Cabe recordar que desde 2013 y hasta 2015, Michoacán tuvo una crisis de seguridad muy grave. Cuando en varios municipios se levantaron grupos de autodefensas para expulsar a los Caballeros Templarios. Hasta la fecha no se sabe cuántas personas perdieron la vida en ese periodo.]
Por último los familiares recibieron apoyo de la PGJE para realizar los exámenes de ADN necesarios para que cada uno de ellos cuente con un registro genético que pueda comparar con las personas que se encuentran en las fosas comunes; algunas madres repusieron este estudio y otras lo hicieron por primera vez.
El miércoles pasado, Ana Luisa Romo Díaz, madre de Noé Antonio Méndez Romo, desaparecido hace 8 años en Torreón, Coahuila, rastreó una pista sobre un posible avistamiento de su hijo en un taller mecánico de Tacámbaro, un dato señalado por dos personas de los penales visitados en los días anteriores.
Sin embargo, una vez en Tacámbaro, los trabajadores del negocio negaron conocer a su hijo. A pesar de ello Ana Luisa se mantiene firme y en el futuro seguirá buscando a Noé en este municipio, aunque ya sin el acompañamiento de la CEAV, la Caravana y la Policía Michoacán.
Durante la visita al Centro de Reinserción Social de Tacámbaro, la Caravana logró documentar varios indicios que tienen posibilidades de dar con el paradero de varios desaparecidos, lo que incrementó las expectativas de la Caravana.
Por la tarde, durante una visita a una escuela secundaria, una chica de la Caravana, procedente de Veracruz, se plantó frente a decenas de estudiantes, y expresó: “para los que cometen este tipo de delitos [la desaparición de personas], ustedes, nosotros, somos tan sólo una mercancía”. Las y los alumnos se solidarizaron y se acercaron a tratar de reconocer los rostros de las fotografías y lonas que portan las familias.
La Cuarta Caravana inició el pasado lunes. En esta ocasión alrededor de 150 familiares de desaparecidos provenientes diversas partes del país se sumaron a los Michoacán. Las tres caravanas anteriores fueron realizadas en Coahuila, Oaxaca, Morelos y Guerrero. Actualmente los familiares viajan con rumbo al Puerto de Lázaro Cárdenas, región neurálgica del crimen organizado en la costa del Pacífico.
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