7 diciembre, 2020
Para todos los que queremos un mundo mejor, el reconocimiento a Leydy Pech es un llamado a redoblar el trabajo, a multiplicar los apoyos a su lucha, a no cejar y a velar por su seguridad
Twitter: @eugeniofv
Hay premios que festejan a quien hace que el mundo sea mejor para todos, y eso está muy bien. Hay otros, sin embargo, que son necesarios por lo contrario, porque hay que reconocer a quien ayuda a evitar desastres; que se otorgan a gente que ayuda a impedir o que al menos frena tragedias en marcha. Ése es el caso del premio Goldman, que acaba de ganar la apicultora y activista maya Leydy Pech. Se trata de una mujer —una “mujercita”, dicen que la llamó un abogado de la enorme Monsanto, impresionado de la derrota que Pech le infligió en los tribunales— que se ha dedicado en los años recientes a combatir contra los transgénicos y los pesticidas y a proteger a las abejas de la península de Yucatán, y que ahora ve su lucha reconocida por el premio considerado el Nobel ambientalista.
El premio Goldman premia a ambientalistas heroicos que hacen trabajo de base y que han hecho “esfuerzos significativos y sostenidos para proteger y mejorar el entorno natural, enfrentando a menudo grandes riesgos personales”. Pech es la quinta mexicana que lo recibe, lo que habla mal del país y bien de su sociedad, a pesar de todo: quiere decir que el deterioro ambiental es lo suficientemente prevalente como para que sus destrozos sean muy relevantes, pero también que hay mucha gente en pie de lucha contra los depredadores. Es decir, que las cosas van mal en México en términos ambientales, pero algo indica que hay todavía espacio para la resistencia y oportunidades para la victoria.
Pech recibió el premio Goldman por haber vencido en las cortes y en las conciencias a la multinacional de los transgénicos Monsanto, a quien desafió legalmente por contaminar la miel que ella y cientos o miles de apicultores de la península producen para ganarse la vida. Su caso es la muestra de lo que se juega la humanidad entera y de cómo es muy fácil tomar partido en muchas de las luchas ambientales: estar con Monsanto implicaba sacrificar el bienestar de todos indirectamente, atropellar muy directamente a las comunidades locales y enriquecer a unos pocos que viven muy lejos de los desastres que provocan. Estar con Leydy Pech y los apicultores, en cambio, era y es defender a los pequeños productores que guardan la tierra y la naturaleza para todos nosotros, ofreciendo un producto de calidad que tiene beneficios enormes.
La relevancia de su lucha y de su triunfo no puede pasarse por alto. Gracias a su trabajo y al de otros como ella, el presidente López Obrador se comprometió a que no se autorizará la siembra de transgénicos en su sexenio, y es gracias a su ejemplo y a su guía que los intentos de subvertir o cancelar esa decisión han fracasado. En Leydy Pech no solamente han encontrado un ejemplo y una luz quienes luchan contra las transnacionales, sino también quienes impulsan y defienden otra forma de estar en el mundo. No ha sido solamente un adalid para la defensa del territorio, sino también para pasar la ofensiva en la transformación del campo nacional.
El premio Goldman permitirá a Leydy Pech y al colectivo Ma OGM, además de ONG como Indignación y otras que la han apoyado, redoblar sus esfuerzos, acceder a más fondos más estables y canalizar una mayor presión nacional e internacional para expulsar de una vez por todas a los transgénicos del suelo mexicano. Sin embargo, queda mucho por hacer, y el premio Goldman no es garantía ni de éxito ni de seguridad.
Sin ir muy lejos, uno de los activistas mexicanos que recibieron el premio Goldman antes que ella han sido asesinados por la misma lucha que les ganó el galardón. Se trata de Isidro Baldenegro, que murió asesinado en 2017 en Chihuahua por su trabajo en defensa de los bosques de la Sierra Madre.
Para todos los que queremos un mundo mejor, el reconocimiento a Pech es un llamado a redoblar el trabajo, a multiplicar los apoyos a su lucha, a no cejar y a velar por su seguridad. La vida de todos nos va en ello.
Consultor ambiental en el Centro de Especialistas y Gestión Ambiental.
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