5 octubre, 2020
Aunque las luchas contra las mineras y en defensa del territorio no están ganadas, que no haya nuevas concesiones mineras sí es una buena noticia. Sería aun mejor si la propia Secretaría de Economía impulsara de lleno la alternativa: la economía circular
Twitter: @eugeniofv
El gobierno de Andrés Manuel López Obrador no ha otorgado nuevas concesiones mineras y no las entregará, según explicó el director general de Minas de la Secretaría de Economía, Enrique Flores Magón y López, en conferencia de prensa la semana pasada. Aunque esto obviamente no quiere decir que las luchas contra las mineras y en defensa del territorio estén ganadas —sobre el terreno ocurren muchas cosas de las que la ley parece no enterarse—, sí es una buena noticia. Sería aun mejor si, junto con esta cancelación de un elemento clave del modelo extractivista, la propia Secretaría de Economía impulsara de lleno la alternativa: la economía circular.
El doctor Flores Magón y López parece lamentar la decisión política que le ha tocado implementar, y su explicación sobre las ventajas y desventajas de la misma sonó más a un lamento que a otra cosa. De entrada, el único pro que encontró en el hecho de que no se otorguen concesiones es horriblemente polvoriento y autoritario y tiene ecos de aquello de que “son las horas que usted quiera, señor presidente”. Así, “los pros” de la decisión, según él, son solo uno: “Estamos siguiendo las instrucciones del señor presidente”. Los contras que le encuentra, en cambio, parecen gravísimos y, en su óptica, en una década llevarán a lamentar la moratoria de concesiones, y para entonces será ya demasiado tarde.
Según él, castigar la minería es hipotecar el mañana, porque “todo lo que tenga que ver con hidrocarburos y todo lo que tenga que ver con metales es el futuro”, ya que la tendencia es hacia la electrificación del planeta y hacia un uso cada vez más generalizado e intensivo de aparatos electrónicos, y estos están hechos, fundamentalmente, de “plásticos de ingeniería, que son hidrocarburos, y de metales, óxidos de metal, compuestos de metal”. El problema con esta óptica es que lo que el doctor Flores Magón considera “el futuro” es en realidad muy poco tiempo, y quien mire dos pasos más allá se encontrará con que ese “futuro” depende de hacer como que un mundo finito es infinito.
No se trata solamente de si las reservas de minerales del mundo están en mejor o peor estado. Esos son recursos finitos que tarde o temprano se agotarán, pero calcular cuándo es dificilísimo. Se trata, sobre todo, de que la naturaleza no tiene la capacidad de regenerarse lo suficientemente rápido como para sobrevivir a las operaciones mineras y de que las sociedades —sobre todo los más pobres en esas sociedades— sufren desplazamientos, violencia y atropellos para que unos pocos puedan vender esos minerales con los que se hacen aparatos electrónicos que también disfrutan unos pocos.
Más que lamentar una decisión que, como reconoció entre lamentos el doctor Flores Magón, está tomada (y eso es de celebrarse), la Secretaría de Economía debería usar sus atribuciones para, precisamente, sentar las bases de una nueva economía para el país. En vez de llorar las heridas sufridas por un modelo tan dañino ambiental y socialmente como el extractivismo, la dependencia a cargo de Graciela Márquez debería lanzarse de lleno a impulsar la economía circular.
Hacerlo es muy complicado, pero no más de lo que fue construir el aparato que hoy posibilita el despojo sistemático de tierras y territorios por parte de las mineras. Implica corregir y enderezar una maraña legal que va desde los reglamentos municipales hasta las leyes federales, y alinear acciones de tres órdenes de gobierno que necesitarán combatir mafias públicas y privadas. De eso nadie tiene duda, pero vale la pena.
Trabajar para facilitar la reducción de desperdicios, el reuso de los productos y el reciclaje de lo que se tira tiene las enormes ventajas de que implica trabajar con muchas de las familias más vulnerables del país —las de los pepenadores y pepenadoras, que hoy están dejados de la mano de la sociedad y del Estado—, de que es construir una alternativa a la minería y de que es abrir espacio para nuevas actividades económicas.
Todos estamos —más o menos— de acuerdo: necesitamos materias primas y necesitamos minerales. Si el presidente de la República frenó las nuevas actividades mineras, ¿qué espera la Secretaría de Economía para construir esta alternativa, que además es tan novedosa y beneficiosa?
Consultor ambiental en el Centro de Especialistas y Gestión Ambiental.
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