Dos años de 4T: un regusto agrio o apenas agridulce

6 julio, 2020

Muchos seguiremos repitiendo que la 4T es importantísima, pero que esa transformación no tiene que darse a costa de los recursos naturales. Realizar los cambios prometidos destruyendo la naturaleza sería limitar su duración a apenas unos años

Twitter: @eugeniofv

Han pasado dos años desde el inicio del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, y en términos ambientales han dejado un sabor, por ser generosos, agridulce. En estos dos años se han debilitado las instituciones ambientales, se apostó con fuerza por los megaproyectos y se ha prometido un sexenio muy petrolero a costa de las energías renovables. Hay algunas acciones esperanzadoras -la prohibición del glifosato es muy bienvenida; Sembrando Vida todavía puede despegar, y algunos programas de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader) podrían ser muy positivos- pero hay poco que celebrar en lo que toca a la sustentabilidad y a la conservación. 

La llegada de Andrés Manuel López Obrador prometía ser el final de las frivolidades y hurtos del peñanietismo -fase superior del priismo- en el sector ambiental. Es difícil extrañar a un titular de Semarnat como Rafael Pacchiano, sin calificaciones en el tema que se le encomendó y cuyo principal legado es el edificio que Semarnat ocupa en la avenida Ejército Nacional de la Ciudad de México, que es elefantiásico, oneroso y complicado, y que seguramente seguiremos pagando por mucho tiempo. Tampoco extrañará nadie las corruptelas de la Comisión Nacional Forestal de Jorge Rescala o la insignificancia de Alejandro del Mazo en la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas.

Lo visto en estos dos años, sin embargo, está lejos de entregar lo prometido. Es cierto que esta administración no ha llegado a las cotas de Peña Nieto, pero eso es apenas cumplir por la mínima. Es difícil decirse satisfecho con una primera titular de Semarnat que declaró creer en los aluxes y que renunció en un oscuro incidente para el que hubiera requerido un poder que difícilmente tenía -¿o de verdad podía Josefa González Blanco instruir que un avión se quedara en tierra? También es muy difícil quedar contento con lo que va de la gestión de Víctor M. Toledo, que tiene perlas periodísticas como su afirmación de que “los trenes van”, a pesar de los evidentes problemas ambientales que conllevan el Tren Maya y el Transístmico. La sumisión de Toledo ante el Fondo Nacional de Fomento al Turismo (Fonatur) es una mancha que oscurecerá todo su legado. 

Éste ha sido un sexenio más en el que no fue prioridad conservar los recursos naturales que son la base de la que dependen toda la vida en el planeta y -aunque parezca redundante decirlo- el bienestar de todos los mexicanos. La contaminación oscurece los cielos del centro del país, la contaminación tiene enormes costos en salud y las contingencias dañan la economía nacional, pero López Obrador insiste en edificar un aeropuerto -el Felipe Ángeles de Santa Lucía- que si funciona concentrará la economía aún más en esa región y hará tanto más difícil limpiar sus aires. 

Desde la Secretaría de Energía, además, no han parado de llover malas noticias. Desde la llegada de Manuel Bartlett a la Comisión Federal de Electricidad ésta se identifica cada vez más con los fósiles, y su rechazo a las energías renovables va más allá de revisar o suspender los contratos leoninos que firmaron administraciones pasadas con parques eólicos y megaplantas solares. La Secretaría de Energía también canceló la conexión con proyectos sociales hasta nuevo aviso. 

Para todo lo demás, donde podrían haber esperanzas dentro de Semarnat, los recortes las han hecho imposibles. La Comisión Nacional Forestal por fin vuelve a tener un director que entiende de política forestal, pero a León Jorge Castaños se le han atado las manos al limitársele tan brutalmente los recursos. La Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas tiene un cuerpo técnico que haría las envidias de muchos países, pero poco puede hacer cuando su presupuesto no llega ni a los mil millones de pesos. 

Ojalá que Semarnat y todo el gobierno federal corrijan el rumbo. Hay muchos que no nos damos por vencidos y que seguiremos repitiendo que la cuarta transformación es importantísima, pero que esa transformación tiene que ser sustentable, no darse a costa de los recursos naturales. Realizar los cambios prometidos por esta administración destruyendo la naturaleza sería limitar su duración a apenas unos años. 

Consultor ambiental en el Centro de Especialistas y Gestión Ambiental.