El año que se fue estuvo lleno de furia, glitter, nuevos grupos de organización, más mujeres fotógrafas y periodistas rompiéndola con grandes historias, una buena base para seguir avanzando y que en el que está empezando hagamos juntas una agenda contra la violencia a la mujer
Twitter: @Maria_Efemere
El Segundo Encuentro Zapatista de Mujeres que Luchan me dejó varias huellas. Una de ellas fue entender que mi generación no verá el fin del patriarcado pero nuestras acciones son fundamentales para que, como se dice por ahí, “lo tiremos”.
Esta semana a mi regreso a la ciudad monstruo platiqué con la ilustradora Ely Galvar, ella me compartió un dato que leyó en el libro de Ellos Hablan, de Lydia Cacho, un dato que reafirmó mi sentir de que no veré en vida el fin del patriarcado: “Según el Global Gender Gap Report del Foro Económico Mundial del 2018, tomarán 108 años para cerrar la brecha de género en México”.
El Foro recientemente publicó el informe global del 2020 y comienza con la siguiente frase: “Ninguno de nosotros verá la paridad de género durante nuestras vidas, probablemente tampoco nuestros hijos. La paridad llegará en al menos 99. 5 años”.
No me siento desanimada, al contrario. Si en 2017 eran 126 años, en 2018 108 años y empezamos el 2020 con 99.5, ¡venga, sí lo estamos tirando! Y aunque no lo veamos, no podemos dar un paso atrás.
Nosotras no vivimos en el mismo mundo de nuestras madres, que fueron acosadas pero no sabían que eso era acoso; de nuestras abuelas, que fueron secuestradas para casarse con nuestros abuelos; de todas esas generaciones de mujeres que no podían votar, escribir, opinar. Pero eso sí, vivimos en un mundo menos machista pero no menos violento.
No me siento desanimada porque en el encuentro vi a miles de mujeres que tienen la necesidad de cambio y que desde sus espacios están tomando acciones para alcanzarlo. Desde mi espacio, la fotografía, vi a muchísimas mujeres con cámara, documentando sin parar lo que sucedía en la autonomía zapatista de las montañas. Y esas mujeres con cámara, las vi a lo largo del 2019 en todas las manifestaciones o si no las vi, vi sus fotografías y me emocioné con ellas.
Viajé con un grupo de mujeres periodistas, conocerlas fue muy lindo y verlas reportear apapachó mi corazón. Hubo un momento en el que entrevistamos a las mamás que buscan justicia por sus hijas, todas logramos entrevistarlas o tomarles foto o video. Y eso es otra de las cosas que quiero mencionar: terminar con la competencia, hacer agenda juntas. Este año me gustaría lograr eso con mis compañeras fotógrafas y periodistas, dejar la competencia atrás y hacer un frente mediático, porque juntas, contando esas historias, es como creo que podemos ir cambiando y enfrentando la violencia a las mujeres. Por lo pronto estoy emocionada por nuestra próxima cobertura, ya quedamos en ir el 19 de enero a cubrir la protesta en Chimalhuacán a dos años de la desaparición de Norma Dianey. Juntas en cobertura atendiendo el llamado de las mujeres de la periferia. Y tú que lees esto, también estás invitada.
Me gusta mucho que somos un montón de mujeres fotógrafas. Una de mis partes favoritas de cubrir protestas viene al final, cuando abro el Instagram y veo las fotos que tomaron mis compañeras. Me gusta ver las miradas de todas y compartirlas, ver qué les llamó la atención, cómo se movieron, a quiénes decidieron retratar y cómo. Para mí sus miradas son aprendizajes. Sé que nos enseñan a competir desde pequeñas, a creer que el éxito de cada una depende de a cuántas dejes atrás pero es un sentimiento tan tóxico que en lugar de avanzar nos estresa, nos da lapsos de mala autoestima y bloquea lo que realmente importa: las historias, los derechos, lo que queremos lograr juntas.
Durante el 2019 conocí a muchas mujeres en cobertura. En algunas, como el juicio de Lesvy, nos acompañamos tanto en la tuiteada como en la contención, en el poder conversar del coraje o de la emoción al ver que Araceli Osorio está alcanzando la justicia por Lesvy. Sin ellas me habría costado mucho más esa cobertura.
En las protestas ver a mis compañeras fotógrafas me emociona mucho, no conozco a todas pero sí las ubico y ubico su trabajo, siempre admirable. Las veo cómo se mueven entre las consignas y las vi cómo entraron juntas, en grupo, a la estación policiaca de la calle Florencia, a documentar cómo la quemaban toda. Me sigue poniendo la piel chinita ese recuerdo.
Esas protestas también visibilizaron a los medios que tienen cero interés en dejar su machismo atrás y a los que les interesan más las ventas. Como respuesta surgió una cuenta de Twitter: La Tía Violeta, que está bien atenta de cualquier rastro de machismo en los medios de comunicación. Es una gran idea, gracias por existir Tía Violeta.
Terminé mi año con dos encuentros bien poderosos. Antes del Encuentro Zapatista tuve la oportunidad de reunirme con algunas mujeres periodistas interesadas en acabar con el acoso dentro de las redacciones y reducir esa brecha de género que existe en los medios mexicanos, una que se manifiesta como que algunos medios prefieren pagarle un día a una camarógrafa freelance a contratar a una mujer camarógrafa. Verlas me dio mucha fuerza. Ese día una de ellas nos dijo algunas frases hermosas, una de las que más me gustó fue comparar la lucha de las mujeres con girasoles: “Siento que somos como los girasoles, que cada día somos más volteando hacia el sol” y sí, también creo que cada día somos más.
El año que se fue estuvo lleno de furia, glitter, nuevos grupos de organización, más mujeres fotógrafas y periodistas rompiéndola con grandes historias, una buena base para seguir avanzando y que en el que está empezando hagamos juntas una agenda contra la violencia a la mujer, y desde ahí, desde nuestro frente, dejando la competencia atrás, ir avanzando poco a poco para ver si en el 2021 reduzcamos la distancia a unos 80 años.
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