También en el establecimiento de los discursos hay violencias que se evidencian en la exclusión, la prohibición o las delimitaciones a las mujeres. Estas son algunas reflexiones después del Encuentro Refleja 2019 en diálogo con Foucault
@Dal_air
Hablar de las mujeres de manera colectiva.
No recreando los monolitos de los relatos que nos han impuesto. La heroína que puede todo. Un modo de inferir las historias. Una individua mandatada para trascender en el camino su propia historia. Caer en arquetipos y enajenarse de nuevo en una sociedad discursiva adiestrada por el limitante patriarcado. Ese, el que te invita diario con signos y rituales a ser machista, a ejercer violencias (sin importar tu género).
Pero no siempre ha sido igual. El modo de establecer el discurso es transitorio, diría Michel Foucault en El Orden del Discurso.
Por eso la ocasión de inflexión o de “trastocamiento” de las narrativas resulta un momento fundamental para revocar las violencias provocadas por la prohibición, la exclusión o procedimientos internos que delimitan el discurso sobre las mujeres, en varios momentos de la historia y ahora en su etapa de mayor reproductibilidad con el capitalismo exacerbado.
Poner atención en las discontinuidades.
El Encuentro Refleja es un espacio creado por una colectiva de mujeres jóvenes que habitan en Cholula y decidieron provocar un ambiente seguro en el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia en contra de la Mujer. Es el segundo año que lo realizan.
Cientos de mujeres conscientes de la violencia que circunda se reunieron en el parque Soria para intercambiar experiencias, saberes, técnicas, aprendizajes, preocupaciones pero también soluciones.
“Queremos gestionar, incentivar, crear espacios de encuentro entre mujeres, le tiramos al intercambio de experiencias y aprendizajes”, afirma Ana Sofía Ortíz Andrade, parte de la colectiva Refleja que organizó talleres, vendimia solidaria y provocaciones artísticas, entre ellas artes visuales, manualidades y música.
Para ellas, el sentido de la educación popular es fundamental al llevar a cabo la proyección del encuentro.
“Lo que nos mueve es que sentimos que hay mucho para dar y compartir, a partir de eso es como podemos modificar el modo en que percibimos el mundo”, cuenta Ana Cecilia Pérez, integrante de la colectiva.
En el encuentro participaron mujeres de todas las edades, estudiantes, maestras, artistas, funcionarias, madres, activistas, oriundas de cholula aunque también más urbanas; también estuvieron presentes defensoras náhuatl del territorio: las guardianas del río Metlapanapa, defensoras de Derechos Humanos o la rapera zapoteca Mare Advertencia Lírika. Así también participaron hombres que tuvieron la posibilidad de tomar talleres de masculinidades y paternidades.
“Queremos que las mujeres puedan adoptar herramientas que propicien mejores relaciones, evitar violencia, por medio del diálogo, esto permite el aprendizaje, pero también visibilizar luchas de las demás en el qué hacer propio cotidiano”, dice con una sonrisa Ana Sofía.
Juntas analizamos los periódicos de ese 24 de noviembre, los nacionales y locales. Mientras nuestras manos se manchan de tinta, observamos que la mujer queda en segundo plano o reiterando los roles de madre, de oficios o de marginación. Si aparecen en grande en las portadas, es porque es blanca, famosa o un gran motivo de crítica.
Entre varias participantes del taller de Narrativas contrahegemónicas, detectamos que es una constante presentar a la mujer como una historia ejemplar, de alguien que encontró a su hijo, de una vida artística de farándula o como objeto amarillista. Objetos de opresion, sexuales o de violencia.
De acuerdo con Michel Foucault, la acción de definir lo que se va a tomar como verdad, de lo que se va hablar, o lo que se va a validar como conocimiento, es una violencia que ejercemos como seres humanos hacia las cosas a través del discurso.
Acordar la narrativa de lo que somos en consenso y transmitirla en acciones puede revocar el modo en que esas decisiones que han excluido la pluralidad de las mujeres, la potencia y creatividad con la que nos desenvolvemos colectivamente.
La acción pueda ser un encuentro o un artículo periodístico.
Tomar la decisión no en el sentido del deseo, el poder y el consumismo, que mucho ha sustentado la hegemonía patriarcal. Poner nuestros pies en otra posición, en otra evocación de lo que pueda ser el mundo.
La creación de dinámicas alejadas de los rituales instaurados para legitimar el discurso patriarcal. Volverlo una propuesta discursiva y participativa para hacer esa grieta que permite ver al otro lado.
“No estás sola, lo que le pasa a una nos pasa a todas, la colectividad, estamos juntas, lo que te pasa me pasa, lo que le pasa a la naturaleza nos pasa, aquí estamos, hagamos tribu, todo es posible”, son los mensajes que las integrantes de la colectiva Refleja sienten que dejan en las participantes.
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