Las reformas constitucionales en materia educativa que impulsó Enrique Peña Nieto en 2013 viven sus últimas horas. La cuenta regresiva comenzó este miércoles en la Cámara de Diputados, donde se analiza la nueva “reforma”. Pero, más allá de la vuelta de tuerca a la evaluación magisterial, ¿qué educación está proponiendo el gobierno de Andrés Manuel López Obrador?
Texto: Daniela Pastrana
Fotografía: Ana Cristina Ramos
CIUDAD DE MÉXICO.- Una persona que sólo se forma en la técnica es una tuerca dentro de un proceso. Pero las personas somos más que eso, tenemos todo un conjunto de problemas y conflictos que necesitamos intervenir y resolver. La filosofía da un arma para pensar y una oportunidad para que cada persona sea más consciente de la situación en la que vive.
Desde esa perspectiva, Gabriel Vargas Lozano, filósofo marxista y cabeza del Observatorio Filosófico de México, desmenuza la doctrina educativa que han tenido los tres momentos de quiebre en la historia reciente de México. O, en palabras del presidente Andrés Manuel López Obrador, las tres transformaciones que ha tenido la República:
La primera fue con la Constitución de Apatizingan, que promulgó Morelos, y que tenía una clara influencia de Juan Jacobo Roseau en los conceptos de soberanía popular y el contrato social; la segunda, con las leyes de Reforma, cuando el médico Gabino Barrera, asesor de Juárez “interpretó muy bien los tiempos” de cambio de una sociedad agraria a una industrial y propuso una educación científica. La tercera fue con la Revolución, cuando se establecieron en la Constitución de 1917 una serie derechos sociales: derecho al trabajo, a la tierra y a la educación laica.
Vargas plantea otros momentos importantes en la orientación educativa del país, como el cardenismo, que surgió “en un momento muy difícil” (con la crisis del capitalismo en 1929, la emergencia de la revolución rusa como “un gran faro” y el crecimiento del nazismo). El Estado mexicano conservó el capitalismo, pero definió una educación socialista. “Un oximorón, una cosa muy extraña”, dice el filósofo.
Luego de 1945, cuando se repartió el mundo y México quedó del lado norteamericano, hubo otro cambio: la educación socialista salió de la Constitución y en su lugar quedó una educación democrática, “entendiendo democracia no solo como forma política sino como forma de vida”; un concepto que definió Jaime Torres Bodet y que, según Vargas, “era muy buena la definición, pero la democracia terminó ni siendo una forma política ni siendo parte de la vida cotidiana del país”.
Entonces llegó el neoliberalismo.
El presidente López Obrador repite todos los días el mensaje que definió desde el primer momento de su mandato: el neoliberalismo en “una calamidad”, el parteaguas de la tragedia de México. Pero, ¿qué diablos es esa calamidad? ¿Cómo llegó a nuestras vidas?
Vargas Lozano hace un apretado recuento histórico: Después de la crisis del 29 en Estados Unidos, que muchos vieron como el derrumbe del capitalismo, se impuso una teoría desarrollada por John Maynard Keynes, que planteaba que el Estado asuma los problemas que deja el capitalismo, “una especie de seudosocialismo en el que viene el Estado a salvar todo”.
Ese modelo hizo crisis en Estados Unidos e Inglaterra en la década de los 80, porque el “Estado de Bienestar” y el costo de las guerras terminaron endeudando a los estados. Entonces, Milton Friedman y Friedrich Hayek desarrollaron una tesis para acabar con el keynesianismo.
Pero no es sólo un modelo económico, sino una doctrina que se impone en todos los campos nuestras vidas.
“Hayek es filósofo y economista. En sus obras hay una concepción económica: el Estado mínimo; una concepción política, incluso de la renovación de los diputados; una concepción del individuo, el individualismo, y una concepción (moral) en contra de lo que sería una mala palabra para Hayek: la justicia social. Para él eso es demagogia, no existe. Por eso plantea el Estado mínimo y cada quién a su suerte. Es una concepción bastante deshumanizada”.
La educación gradualmente se torna tecnocrática. Y en el mundo tecnócrata, dice Vargas, los individuos solo necesitan saber computación, inglés y aprender a hacer algo concreto.
“Para ellos, un fontanero, un electricista, no tienen por qué saber nada de ética, de estética, nada incluso de la historia de la situación en que se encuentra”, dice Vargas.
Luego, la plática entra a un tema que Vargas conoce bien: “En México, el grado máximo de esto fue cuando, en 2008, Felipe Calderón y su secretaria de Educación Josefina Vázquez Mota, desaparecieron materias filosóficas de la educación media superior, porque interpretaron que la línea de la OCDE (Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico) era solo dar prioridad a lo técnico”.
Hacia finales de la administración de Calderón, los filósofos mexicanos consiguieron restablecer la ética y la lógica en el bachillerato. Fue la primera gran batalla que dieron contra la extinción.
En 2013, las reformas constitucionales impulsadas por Enrique Peña Nieto y un grupo de empresarios encabezados por Claudio X. González, pusieron contra las cuerdas al magisterio a través de una evaluación punitiva. Cinco años después, con el cambio de marea en el gobierno, esas reformas viven sus últimas horas.
Este miércoles comenzó en la Cámara de Diputados comenzó la discusión del modelo educativo que marcará la prometida “nueva república”. Los partidos de oposición (PAN, PRI, PRD y Movimiento Ciudadano) presentaron ante el pleno lo que llamaron una “contrareforma” a la propuesta por el ejecutivo, pero que es una iniciativa muy similar a la que propone López Obrador y muy lejana a la que esos mismos partidos aprobaron en la pasada administración.
Propone, por ejemplo, la cancelación de las evaluaciones punitivas hacia los docentes y la extinción del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE) para sustituirlo por un Centro Nacional para la Mejora Continua (la propuesta del gobierno es sustituir al INEE por un Instituto Nacional para la Revalorización del Magisterio). Al presentarla, el panista Juan Carlos Romero Hicks, dijo que su iniciativa incorpora como “innovación” temas de Derechos Humanos e interculturalidad, y pone como foco de todo al educando, y al maestro “como un agente principal a ser respetado”.
También comenzaron las audiencias públicas, donde se analizarán las modificaciones propuestas a los artículos 3, 31 y 73 constitucionales. La primera audiencia (de 7, antes de pasar a la dictaminación) fue para escuchar a docentes y sindicalistas, que centraron sus participaciones en los cambios de la evaluación docente.
Según el secretario de Educación Pública, Esteban Moctezuma, las reformas buscan revalorizar a los maestros, poner el aprendizaje al centro, y crear un sistema educativo con equidad y calidad. La propuesta fortalece la educación superior y las escuelas normales, establece la obligación de incluir la promoción de valores, como civismo, cultura de paz, respeto a los derechos humanos y al medio ambiente, e incluye el concepto de “niñas, niños y jóvenes”, y los principios de «universalidad, integralidad, equidad y excelencia».
Hasta ahí, muy bien, dicen los filósofos mexicanos en su segunda batalla del siglo. Pero se les olvidó algo fundamental: regresar a la educación el lugar preponderante que tuvieron la filosofía y las humanidades en la formación de estudiantes durante los primeros tres cuartos del siglo pasado.
“Es evidente el reconocimiento del rol central de la filosofía, y de las humanidades, en una sociedad del conocimiento abierta, inclusiva y plural”, dijo en la audiencia Pedro Corzo Córea, investigador del Instituto de Educación Media Superior de la Ciudad de México, el IEMS, más conocido como las pejeprepas, porque fue creado por López Obrador cuando fue jefe de Gobierno de la Ciudad de México y cuyo plan de estudios incluye cinco materias filosóficas.
Corzo Corea presentó la propuesta del Observatorio Filosófico de México de que se establezca en el artículo 3 La enseñanza de la filosofía y la educación humanística. En una breve charla afuera del recinto, Corzo y Saúl León Ramírez, también del IEMS, resumieron la urgencia de su propuesta: En el mundo polarizado en el que estamos la educación humanista es vital. Pero para que baje a las bases, para que se arraigue, el principio “se tiene que construir desde la institucionalidad”.
La comunidad filosófica envía el mensaje: no habrá transformación si excluyen la enseñanza de filosofía y humanidades
“La ética es fundamental en esa batalla”, responde de botepronto Gabriel Vargas, a la pregunta de si es posible acabar con la corrupción de un país sin un fuerte componente de enseñanza ética.
“El ciudadano debe tener claro cuáles son las alternativas y cómo puede optar por lo mejor, lo más razonable. Tenemos problemas concretos de ética pública: transgénicos, aborto, clonación, de la automatización, es decir, debe privar la máquina o el hombre tiene un lugar, incluso el desarrollo mismo de una sociedad, hacia donde va”.
Pero no es solo la ética, aclara. También son fundamentales la estética y la lógica, como método de razonamiento.
“La filosofía da oportunidades para que el individuo sea más consciente de la situación en la que vive”, dice el filósofo, antes de hacer un ejercicio autocrítico: “necesitamos darla bien, no doctrinariamente, porque luego a los jóvenes los vacunan en contra de la filosofía y cuando llegan a funcionarios la repudian porque no entienden su utilidad”.
¿Y la filosofía tiene espacio en el proyecto de López Obrador?
“Una transformación como la que están planteando implica una educación equilibrada entre ciencia, técnica y humanidades. Es fundamental, no solo en la educación formal sino también en la educación ciudadana. Porque la filosofía puede despertar una conciencia crítica y democrática. Puede mantenerse el espíritu tecnocrático (el que liga la educación a la producción), pero con técnicos bien formados, con una conciencia de dónde están y para qué sirven las cosas. La filosofía tiene un papel muy importante que cumplir y espero que las autoridades lo entiendan y entiendan nuestra propuesta y la incorporen”.
Redacción del artículo 3º.
“La educación que se imparta en el país deberá incluir en sus planes de estudio la promoción de valores, la filosofía y en general las disciplinas humanísticas como el conocimiento de la historia, la geografía, la cultura y las lenguas originarias de nuestro país, así como la activación física, el deporte, las artes, en esencial la música, las diversas manifestaciones culturales, y el respeto al medio ambiente”.
Agregar a la Fracción V, del Art. 3o:
“El Estado incentivará la investigación científica, tecnológica y humanística que se realice en el país, entendiendo por humanidades todo lo que coadyuve a una formación integral de la persona desde la infancia, como la literatura, la música, el arte y la filosofía”.
“Este trabajo forma parte del proyecto Pie de Página, realizado por la Red de Periodistas de a Pie. Conoce más del proyecto aquí: https://piedepagina.mx«.
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