30 septiembre, 2023
La derecha cobra fuerza en todo el mundo gracias al desencanto que dejan los gobiernos progresistas o de izquierda, incluso en Alemania hay brotes fascistas y neonazis innegables. Para enfrentarlo, en la Tertuliana de septiembre nos reunimos para idear formas de hacerle frente. La solución pasa por imaginar nuevos horizontes fuera del capitalismo
Texto: Arturo Contreras Camero
Fotos: Alexis Rojas y Camilo Ocampo
CIUDAD DE MÉXICO.- Después de vivir el nacismo en Europa y de soportar dictaduras fascistas militares en América Latina, hoy la ultraderecha se posiciona como una opción viable gracias al encono social concentrado en diversos sectores ¿Cómo se le hace frente a ideas que van contra los derechos de las personas desde una izquierda deslavada por su falta de contundencia?
El último jueves de septiembre periodistas de Pie de Página, de medios internacionales, académicas de izquierda y los lectores de este medio nos dimos cita para discutir esta encrucijada. Después de hacer un análisis profundo, nos dimos cuenta que, como lo relata de forma cómica la película El Conde, la ultraderecha es como estos vampiros ancestrales a los que se les ataca con ajos y estacas que hoy en día, se nos figuraron como la capacidad de imaginar nuevos horizontes, otros mundos posibles.
Hay nuevos movimientos mundiales que, conceptualmente, se podría discutir qué son, como dijo Ingrid Urgelles, abogada y doctora en literatura. “Que si ultraderecha, posfascismo, neofascismo, populismo de derecha. Son tantos los nombres, porque no necesariamente son movimientos que tienen unidad y son expresiones que tienen diferentes discursos dependiendo del país”.
Muchos de ellos ya han puesto sus manos sobre las instituciones democráticas, como Vox en España, o Yahir Bolsonaro en la presidencia de Brasil, o Donald Trump en la de Estados Unidos. Hay otros que aún no han llegado, pero que como José Antonio Kast, en Chile o como Javier Milei, en Argentina, que suman apoyo de sectores cada vez más amplios.
Para explicar su surgimiento y aprobación popular, Ingrid citó un ensayo del periodista e historiador Pablo Stefanoni: ¿La rebeldía se volvió de derecha? Precisamente esa es la pregunta, porque pareciera que el discurso que estos actores enarbolan tiene que ver con una ruptura, con capitalizar un enojo, con desobedecer, con transgredir, con eliminar los partidos políticos y la institucionalidad.
“Estamos llegando a un momento del capitalismo tardío muy complejo, donde es difícil avizorar un futuro prometedor. Por la emergencia climática y por las desigualdades sociales. Las izquierdas se han institucionalizado, son partidos, ocupan presidencias, pero una vez llegando al poder se les dificulta hacer cambios estructurales. Como no pueden, hay descontento”, añadió Ingrid Urgelles.
A ese primer esbozo, Leticia Calderón Chelius, profesora investigadora en el Instituto de Investigaciones José María Luís Mora y doctora en Ciencias Sociales, le agregó un matiz, el de las reivindicaciones de discursos obsoletos, como los nacionalismos.
“Me llama mucho la atención, porque la nación es una forma muy primitiva de volver al centro, a la identidad, y eso explotan los líderes de derecha que dicen sí nos abrimos en este mundo globalizado, pero a las mercancías, al flujo internacional capital financiero, y ahí entra el tema de migración, porque su discurso se rompe con: queremos el dinero y a los trabajadores (migrantes), pero que se vayan cuando acabaron lo que construyeron.
Si bien en Europa no hay un Milei o un Trump, sí hay una Giorgia Meloni (presidenta del Consejo de Ministros de Italia, abiertamente antimigrante) o una Marianne Le Pen (diputada francesa de ultraderecha que ha querido llegar a la presidencia), añadió a la discusión Wolf-Dieter Vogel, periodista alemán, al hablar del panorama en ese lado del océano Atlántico.
“En Alemania la situación es que tenemos, en la últimas encuestas, al 22 por ciento de los alemanes que están a favor del partido Alternativa para Alemania, o AfD, por sus siglas en ese idioma, que tiene conexiones muy cercanas con neonazis que son personas abiertamente fascistas con cargos importantes en el partido. Incluso cuatro de los cinco estados que están en el este del país, en zonas antiguamente socialistas, ese partido tiene más fuerza, pues tiene hasta 33 por ciento de aceptación”, dijo. “Si todo va mal, en ocho años vamos a tener un gobierno de ultraderecha, a la que los conservadores cada vez se están acercando más por los efectos de la migración”.
Es en la zona este de Alemania, en donde, después de la caída del Muro de Berlín, los neonazis empezaron a ocupar espacios donde la hegemonía era de izquierda, como centros sociales, espacios de punk y rock, casas ocupadas de vida comunitaria. El periodista lo atribuye a que en Alemania, por mucho tiempo, no se trabajó la historia, la memoria, y así fue como se olvidaron los riesgos de la derecha.
“Había en el aire el milagro de la economía con ayuda de los Estados Unidos, porque después del conflicto con la Unión Soviética, y fue hasta entonces que en Alemania se empezó a dedicar al tema del fascismo. Algunos en los 70 y otros en los 80, porque después de la Guerra nadie quería saber de eso. La mayoría de los alemanes estuvieron junto a Hitler, muchos eran victimarios, no víctimas. Y no aceptaron que, o tenían que actuar por la represión o tuvieron sus razones para estar del lado del fascismo, eso no se había trabajado, menos del lado socialista en donde estaba la teoría de que el capitalismo era el culpable del fascismo y ya, no había más discusión”.
El mapa de la ultraderecha no se ciñe a América o Europa, como apuntó el también. “No es solo de los crisitianos. En India está Narendra Moodym, que es un fascista y que lo sepan. Los hindúes son solo el 80 por ciento de los indios, el otro 20 por ciento son jainistas, cristianos o musulmanes. Moody es super popular porque él comanda al 80 por ciento de la población y les ha dicho a los hindúes merecen ser el corazón de India y que a los demás hay que aplastarlos, o expulsarlos”.
Sin embargo, estos grupos no solo basan sus discursos en las diferencias religiosas o etnonacionales. Antes las derechas católicas y evangélicas de los Estados Unidos no se llevaban bien, pero ahora ya pueden convivir y hacer tratos, según explica Grecko, esto se debe a que, tradicionalmente, la derecha se erige sobre cinco pilares, la Idea religiosa, la etnonacionalista, los valores tradicionales que representan, los privilegios y cierto orden social por encima de todo.
“Si quitas la religión como línea de división, o la etnonacionalidad, pues pueden unirse en torno de lo que les queda. Y así ya ves a grupos de musulmanes que se juntan en reuniones de Europa con la derecha católica tradicional y con la derecha evangélica. Ves a Moody con Viktor Orbán, primer ministro de Hungría. Milei es un factor en eso. Él está poniendo otros puntos de encuentro en la ultraderecha, como el tema de la trata de niños y entonces, ahora Milei y (Jorge) Verástegui se pueden poner de acuerdo sobre la trata de niños, Aunque Millei diga que el papa Francisco dinamita a la iglesia y que es un comunista”.
Mientras en el mundo hay personajes como Luly Téllez, que reivindican el llamarse de derecha, un apelativo que antes causaba pena y era mal visto, pareciera que del otro lado, hay cierta reticencia para hablar de los postulados de la izquierda, como si después de la Guerra Fría, todo el mundo hubiera guardado sus libros de Marx, como apuntó Daniela Pastrana, directora de Pie de Página y moderadora de esta Tertuliana.
A esto Marina Garcés filósofa española le llama la parálisis de la imaginación, acotó Ingrid Urgelles. “En este presente, dígase postcaída del muro, del 89 y el término de la historia y todos estos términos donde ya no hay futuro, hoy vivimos en esta parálisis porque muchos vivimos de una forma muy precaria, producto de este capitalismo y neoliberalismo, porque sí: la población vive mal. No es que la mayoría viva bien. El futuro se ve incierto y catastrófico, hay ese sentir, entonces en nuestra imaginación ya no hay otro modelo. Es muy gracioso pensar que habían otras épocas en las que no había capitalismos, pero no las recordamos, como si viviéramos en un presente eterno donde no hay otra cosa que podamos imaginar”.
“Esa falta de imaginación es lo que le pasa a las izquierdas. Hubo una potencia, una imaginación, hubo el Marxismo, pero como dice Daniela, guardamos los libros, guardamos la revolución y dimos paso a la llegada de la democracia liberal, que también está en crisis, porque no ha dado respuestas a la sociedad para tener una lucha de clases, una democracia liberal que es una cosa de gestión del neoliberalismo. Pero está todo en decadencia y no podemos imaginar otras cosas aún cuando existen movimientos que pueden pensar en que otro mundo es posible. Estoy pensando en los feminismos, en la lucha por la ecología, en la lucha anticapital, hay movimientos sociales que proponen otras formas. El problema es que las izquierdas no están pensando en proponer ideas a futuro. Se quedan como bueno: los programas sociales, la inversión extranjera, el desarrollismo como siempre y no hay otra opción pensada y quienes dan las respuestas, entonces son las derecha, y es así que tenemos estas retroutopias, como si en el pasado todo hubiera estado perfecto, como si antes de la globalización estuviéramos muy bien porque no había migración, porque antes del neoliberalismo estábamos pésimo, nos matábamos y vivíamos con la peste negra”.
Para Témoris Grecko, no es una falta de imaginación, sino de mística, de rescatar un espíritu de la izquierda que se palpaba en la década de los 60 o los 70 del siglo pasado, cuando su militancia no se sentía cerca del poder, porque no pensaba que ser de izquierda fuera una manera de llegar al poder, sino que era una convicción social, que incluso, te podía generar un problema.
“En el 94, en México, aparece el EZLN, que fue un movimiento que quería tomar el país pero solo tomó algunos terrenos, algunos municipios de en un estado alejado. Pero muchos pasan por alto un gran logro: que nos permitieron soñar que otro mundo es posible, que algo que con el movimiento es posible, que otro mundo, otra Europa, que sí hay capacidad”, dijo le periodista Grecko.
Precisamente esa capacidad imaginativa, nos lleva a buscar respuestas a través de la cultura y el arte, como con la película El Conde, que nos permite repensar, que refrenda la memoria histórica, pero las opciones no paran ahí, recuerda Ingrid Urgelles al mencionar el performance El violador eres tú, propuesto por la colectiva de Las Tesis de Argentina, que le dio la vuelta al mundo y que detonó un diálogo nunca antes visto.
Con esa creatividad propia del arte y de la cultura, es que las personas de izquierda deben salir con ajos y estacas hoy a agarrar vampiros por donde nos los encontremos, finalizó Calderón Chelius.
Si usted quere ver todo el diálogo que sostuvimos en esta tertuliana, puede consultarla en YouTube
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