3 septiembre, 2024
Un incendio en Sisal, Yucatán, despierta dudas entre algunos ejidatarios de la zona, quienes sospechan que detrás de la quema de 850 hectáreas de montes de la Reserva de Ciénagas y Manglares de la Costa Norte de Yucatán está el desarrollo inmobiliario
Texto: Mariana Beltrán
Fotos: Miguel Guillermo (@miguelgmo)
YUCATÁN. – Tres hombres arrastran a toda velocidad un torito pirotécnico como si no existiera nada en su camino. Las chispas alumbran los rostros de la gente que mira el espectáculo. Otros gritan y corren para no ser toreados. El pueblo costero de Sisal, en Yucatán, prende fuegos artificiales al Cristo Negro, su Santo Patrono. Se elevan uno, dos, tres, cuatro metros y su humo color verde se pierde en el cielo rojizo por un incendio sin control.
El fuego es escandaloso a las afueras de Sisal. Es 16 de agosto de 2024. Con la ciénega de fondo, las llamas trepan a la superficie para alimentarse de oxígeno. Gran parte de los sisaleños celebran a su deidad, pero no saben que se quedarán sin agua en cuestión de horas. Las brasas llevan más de dos días consumiendo montes y derritiendo la tubería que les suministra agua potable. Mientras unos festejan, otros suplican que los bomberos logren contener el fuego.
El fin del mundo, probablemente, se parezca a esto.
El crujir del fuego llamó a Modesto. Le dijo que se alejara y que las veinte parcelas que el ejido de Sisal trabajó por meses se habían ido al demonio. Fue un llamado familiar del monte: las llamas estaban, inevitablemente, a 200 metros de él.
Su reacción inmediata fue colgarle a la persona que, del otro lado del 911, en su opinión, solo le preguntaba tonterías. Modesto cree que las autoridades esperaban que el viento o la lluvia calmaran el fuego la noche anterior. Pero el viento hizo que ardiera más y la lluvia no llegó.
Para la mañana del 14 de agosto la primera lengua de fuego ya había pegado en las parcelas del ejido de Sisal. Los ejidatarios habían perdido todo su avance para certificar sus parcelas de “bonos de carbono”, un mecanismo internacional de descontaminación que usan empresas o industrias para compensar su huella de carbono en el medio ambiente. “Es el paliativo que se inventaron”, dice el ejidatario con sarcasmo.
Modesto me explica que no se tratan de parcelas para sembrar, no. Más bien de espacios verdes que tienen que mantener reforestando y llevando un registro árbol por árbol, especie por especie para cumplir con los requisitos y generar bonos de carbono. Por eso, evitar quemas y evitar la depredación de vegetación y de especies, flora y fauna, es tan importante.
Detrás de eso hay una estrategia que, según Modesto, sirve al ejido, pues no tienen que vender o rentar sus tierras, y les permitiría obtener un ingreso de empresas transnacionales que les pagan por cuidarlas. Algo que suena fácil, pero la realidad es que internarse en los montes es una tarea complicada que requiere abrir brechas, tener equipo y caminar por zonas de difícil acceso. Ahora esa posibilidad de obtener un ingreso a través de cuidar sus montes se convirtió en ceniza.
Los bomberos llegaron más de 48 horas después del primer reporte, el viernes 16 de agosto. El fuego había deglutido zacates, mangles y palmeras que crecen en los pantanos del ejido. Los animales que huyeron dejaron sus huellas y nidos. Ya no había agua potable en Sisal.
El despliegue de pipas y del helicóptero Bell-429 para realizar descargas de agua sobre el fuego, eran el intento de las autoridades, específicamente de la Secretaría de Seguridad Pública de Yucatán y del gobernador Mauricio Vila, de retroceder el tiempo.
Vista del aire el rastro del incendio es una costra con un radio de 150 metros. Aún puede olerse el zacate carbonizado.
Un primer reporte arrojó 80 hectáreas de sabana incendiadas y 946 metros de tubería sin funcionar. Hoy se sabe por la Comisión Nacional Forestal (Conafor) que 850 hectáreas de montes de la Reserva de Ciénagas y Manglares de la Costa Norte de Yucatán, fueron impactadas severamente y que la posible causa del incendio que duró cinco días fue natural.
Modesto no se la cree. Como él, gente de Sisal en grupos de Facebook hacen mofa de la situación: “Espere próximamente sus «terrenos de inversión a 5 minutos de la playa», escribe alguien con sarcasmo en uno de los comentarios.
Además, temen la falta de agua. La comisaría de Sisal y la Junta de Agua Potable y Alcantarillado de Yucatán (Japay), están suministrando agua potable con pipa a las viviendas como medida momentánea. Algunos vecinos ofrecen a otros abastecerse de agua de pozo, sin embargo, si algo le preocupa a los sisaleños es la potabilidad de esa agua, pues a 20 kilómetros hay tres granjas avícolas. Según el comisario, Sisal tendrá nueva tubería a más tardar la segunda semana de septiembre.
En algún momento del incendio, Luz, de 22 años, tomó su celular y comenzó a grabarse: “Este es un llamado de emergencia, me llamo Luz Ramírez y me encuentro en la comunidad de Sisal”. Subió el video a Instagram y así fue como muchos nos enteramos del fuego sin control en la Reserva de Ciénagas y Manglares de la Costa Norte de Yucatán.
Luz vive en Sisal, se dedica a la fotografía y al stand up, además está por terminar de estudiar Manejo Sustentable de Zonas Costeras. Sabe, por su carrera, que la magnitud de ese incendio pudo evitarse. También que las prioridades de este puerto han cambiado con su crecimiento turístico.
Frente al puerto, me cuenta que después de su publicación en video, varias personas de Sisal la buscaron. Hubo muchas denuncias y quejas en Facebook, incluso le plantearon juntar firmas y reunirse. Pero a la mera hora también hay que comer. Agosto es temporada alta y muchos pobladores viven del turismo, y a veces, al día, acepta Luz.
Recordar la escena del fuego en la carretera mientras los voladores artificiales alumbraban el cielo para celebrar al Cristo Negro, es algo que le causa tristeza y, hasta cierto punto, risa. Eso la lleva a pensar que el incendio fue provocado, y aunque sabe que tiene que demostrarse, no suelta la idea.
“Las inmobiliarias que salen en medio de la selva en Google Maps algún camino van a tener que hacer, ¿no? Además, sé que ya hay un plan en Yucatán, a nivel estatal, de conexión marítima y terrestre”.
Ella se refiere al Programa de ordenamiento ecológico territorial costero de Yucatán (Poetcy). Un instrumento de planeación jurídica para, básicamente, regular qué se puede hacer en suelo costero.
Una de las críticas hechas a programas de este tipo es que al ser reguladores del territorio, intervienen en estos sin el consentimiento de la gente de la costa.
Roberto Sánchez, abogado en temas ambientales y de pueblos indígenas en Yucatán, dice que, si bien, el Estado justifica estos instrumentos como una medida ambiental por sobre los derechos de los pueblos indígenas y locales, no se puede olvidar que las comunidades han hecho un manejo histórico del territorio de la costa que implica un cuidado y por consiguiente conservación.
“El estado no hace públicos estos programas o lo hace de forma limitada porque los puede modificar cuando quiera y con ello favorecer a empresarios. Lo que ahora el programa protege, mañana puede ser habilitado para hoteles”, explica.
Desde 2020, cuando Sisal fue declarado Pueblo Mágico por las autoridades, este puerto vive tiempos de auge para los inversionistas. Atrae las miradas de nacionales y extranjeros que buscan vacacionar o invertir su dinero en una residencia de verano frente al mar.
En Sisal es común ver letreros hasta en el puesto del vendedor de marquesitas que rezan “land lots”, “apartments” o “houses” en venta. Los pobladores llevan denunciando desde hace años el daño a su entorno, incluídos sus montes, que han sido deforestados para construir complejos. Todo eso, hace que Modesto concluya que el incendio no fue obra de la naturaleza.
“Hay muchos intereses en esa área donde se iniciaron los puntos de calor del incendio. Hay muchos intereses privados. Las autoridades tienen que encargarse de investigarlo, y lo voy a decir: hay inmobiliarias trabajando en esa área para consturir una carretera. Hay un desmonte que está viniendo desde la comisaría de Sierra Papacal”, dice Modesto.
*El nombre del ejidatario fue cambiado por cuestiones de seguridad.
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