La Corte Real de Londres ha tomado una decisión: el periodista y fundador de Wikileaks, Julian Assange, tiene el derecho a apelar la solicitud de extradición pedida por el gobierno de los Estados Unidos, una victoria para su caso, pero no definitiva. Assange seguirá encerrado en la prisión de máxima seguridad de Belmarsh, en la que se encuentra desde el 2019
Texto y fotos: Alejandro Ruiz
LONDRES, REINO UNIDO.- El periodista y fundador de Wilikeaks, Julian Assange no será extraditado a los Estados Unidos pero tampoco quedará en libertad. Este lunes,20 de mayo, la Corte Real del Reino Unido determinó que Assange puede apelar la solicitud de extradición que el gobierno de los Estados Unidos pide en su caso.
Por el momento, Assange permanecerá recluido en el Reino Unido, evitando con esto ir a los Estados Unidos para ser enjuiciado por 17 cargos relacionados a espionaje e intrusión informática.
La decisión de la Corte Británica concede a Assange el derecho a apelar su derecho a ser protegido bajo la Primera Enmienda de la constitución de Estados Unidosen caso de que se apruebe su extradición.
En palabras de Gabriel Shipton, hermano de Julian Assange, esto significa que “la Primera Enmienda y la libertad de expresión se debatirán en un juicio dentro de la Corte de Londres”.
La decisión llega después de un largo camino en tribunales, donde desde el 26 de marzo, la defensa legal de Assange se ha enfrentado al gobierno norteamericano para impedir la extradición del periodista.
En aquel momento, la defensa de Assange logró que la Corte británica exigiera al gobierno estadounidense que presentara las garantías procesales que ofrecía al fundador de Wikileaks para evaluar si aceptaba, o no, la solicitud de extradición.
La Corte estableció como fecha límite para que los Estados Unidos presentaran las garantías el 20 de abril. Cuatro días antes, el 16 de abril, Estados Unidos presentó las garantías y se comprometieron, entre otras cosas, a no aplicar la pena de muerte a Assange. Sin embargo, la defensa del fundador de Wikileaks dijo que estas medidas eran insuficientes, pues dejaban en la ambigüedad la aplicación de la Primera Enmienda en su juicio.
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Este punto fue el tema central que se evaluó en la audiencia del día de hoy, donde la defensa de Assange, representado por el abogado Edward Fitzgerald, alegó ante la corte que el gobierno de los Estados Unidos no ofreció todas las garantías solicitadas por la Corte, y si lo hizo, lo hizo de manera confusa.
Un ejemplo, señaló, es precisamente la garantía de que Assange podría atenerse a la Primera Enmienda siendo un ciudadano extranjero juzgado por autoridades estadounidenses, pues los términos establecidos por el gobierno de los Estados Unidos “no aseguran que el solicitante pueda confiar en la primera enmienda. Simplemente que puede plantearla y tratar de confiar en ella”.
A partir de esto, y demostrando una serie de ejemplos en los que esta ambigüedad ha propiciado el abandono de presos británicos por parte del Ministerio de Relaciones Exteriores, la defensa de Assange evitó la extradición.
Aunque es una victoria, como aseguro el padre de Julian Assange, John Shipton, esto aún no es el fin del proceso: “Julian seguirá en prisión, y hay que seguir luchando masivamente por su libertad. Pero esto es importante, pues la Corte Británica le dijo a los Estados Unidos: nosotros no te creemos”.
Hasta el momento no se definió una fecha para la audiencia de apelación, en la que Assange podrá argumentar por su libertad, algo que se le había negado desde el 11 de abril de 2019, cuando la embajada de Ecuador entregó a Assange a las autoridades británicas.
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Afuera de la Corte Real, en Londres, una masiva manifestación exigía la libertad de Assange, mientras adentro se decidía su destino.
Janeth, ciudadana de Londres, explica la importancia de la protesta, y la dimensión de la información que Assange hizo pública:
“Lo que Julian hizo es amenazar las bases de nuestra política y del imperio estadounidense: el silencio y la corrupción; por eso es importante defenderlo, luchar por su libertad”.
En 2010, Wikileaks comenzó a revelar documentos oficiales filtrados que revelaron crímenes de guerra, financiamientos ilícitos, negociaciones políticas y actividades de espionaje de agencias y personaje del gobierno estadounidense, y del mundo enter.
Uno de ellos, y tal vez la imagen que le dio la vuelta al mundo, fue un video del ejército estadounidense acribillando desde un helicóptero a 12 civiles iraquíes en Bagdad, un claro crimen de guerra que indignó al mundo entero, pues entre los civiles asesinados se encontraba el reportero Namir Noor-Eldeen, de la agencia Reuters.
Pero este video sólo sería la punta de lanza. Después, llegaron filtraciones de negociaciones entre el Partido Demóctara y el Repúblicano en el contexto electoral estadounidense de 2011. Las negociaciones revelaron el pacto político que llevó a Donald Trump a la presidencia.
A la par de estas negociaciones, llegó la filtración de Vault 7, una serie de documentos de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) que demostraban todos los programas de espionaje, hackeo y virus que desarrolló esta agencia estadounidense para usarlas contra objetivos calificados como “seguirdad nacional”.
A partir de ese momento, Mike Pompeo, entonces secretario de Estado de los Estados Unidos, arreció la persecución contra Assange. Después, lo que ya conocemos: el acoso, intento de espionaje, la tortura y el secuestro de Assagne.
Rebecca Vincent, directora de campañas de Reporteros Sin Fronteras, recuerda estos episodios y los sintetiza en una frase: “La libertad de prensa no es solo para la prensa, sino para todo el mundo”.
La declaración la hace en medio de la calle, con tambores y consigas, entre la gente que durante todos estos años no ha dejado de exigir lo mismo: “¡Free Assange!”.
Después, celebrando la resolución de la Corte, Janeth grita fuerte y claro: “¡Fuck Joe Biden!”.
La expresión hace alusión a un viejo dicho popular: disfrazar las fallas de origen con estratagemas.
Stella continúa:
“A medida que avanza el caso, queda cada vez más claro para todos que Julian está en prisión por hacer buen periodismo. Por exponer la corrupción. Por exponer las violaciones a persona inocentes”.
Mientras habla, Janeth asiente con su cabeza. Después, grita: “¡Fuck Joe Biden! ¡Fuck the empire!” ¡Free Assange!”. Su reclamo se vuelve consigna entre los cientos de londinenses que protestan junto a ella, los mismos a quienes Assange expuso las entrañas de un imperio que se sostiene a base de genocidios, mentiras y graves violaciones a los derechos humanos.
A lado del rostro de Assange ondea una bandera palestina. “Los mismos crímenes que denunció, se siguen cometiendo, por los mismos”, dice Janeth. Y tiene razón.
Su enojo deviene de una serie de declaraciones que el presidente estadounidense hizo en abril de este año, donde aseguró que su gobierno podría retirar los cargos contra Assange.
“Es una venganza!”, dijo Janeth. Y no se equivoca.
Periodista independiente radicado en la ciudad de Querétaro. Creo en las historias que permiten abrir espacios de reflexión, discusión y construcción colectiva, con la convicción de que otros mundos son posibles si los construimos desde abajo.
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