1 octubre, 2024
En un evento histórico, Claudia Sheinbaum tomó protesta como la primer mujer Presidenta de la República Mexicana. En su discurso, reiteró sus cien promesas de campaña y agradeció a las mujeres que la precedieron, así como al expresidente López Obrador
Texto: Alejandro Ruiz
Fotos: Duilio Rodríguez
CIUDAD DE MÉXICO. – A partir de este 1 de octubre, Claudia Sheinbaum Pardo es, oficialmente, la primer Presidenta de México, y la octava mujer en convertirse en Jefa de Estado en la historia de América Latina.
Su nombramiento llega después de más de 200 años de vida Independiente en México, y fue oficializado en una ceremonia histórica donde, en la mesa directiva del Congreso de la Unión, la diputada Ifigenia Martínez le colocara la banda presidencial.
En la mesa también estuvieron representantes de los tres Poderes de la Unión, Ifigenia Martínez y Gerardo Fernández Noroña, representando al Poder Legislativo; Norma Lucía Piña Hernández, representando al Poder Judicial, y el expresidente Andrés Manuel López Obrador, representando al Poder Ejecutivo.
También, estuvieron presentes representantes de las bancadas de todos los partidos políticos, así como invitados especiales, entre quienes destacaron representantes de 105 países de América Latina y el Caribe, Europa, África, Asia y del Medio Oriente, 23 organismos internacionales, así como empresarios, familiares y figuras públicas.
En su discurso, Claudia Sheinbaum agradeció, primero, al expresidente López Obrador, a quien calificó como «el dirigente político y luchador social más importante de la historia moderna. El presidente más querido, sólo comparable con Lázaro Cárdenas».
Después, elogió a su gobierno:
«Se retira de la vida pública como un demócrata y maderista, a seguir luchando desde otra trinchera. A escribir sobre lo que ha sostenido desde sus primeros días, cuando trabajó con los mayas chontales: que el origen de la grandeza cultural de México reside en las grandes civilizaciones que vivían en esta tierra siglos antes que invadieran los españoles».
Posteriormente, Sheinbaum enalteció el legado de los pueblos y naciones indígenas, y celebró que, después de al menos 503 años, «por primera vez llegamos las mujeres a conducir los destinos de nuestra hermosa nación. Y digo llegamos porque no llego sola, llegamos todas».
En su mensaje, Sheinbaum reiteró sus cien promesas de campaña. E hizo énfasis en los proyectos y políticas destinadas a la soberanía alimentaria (prohibiendo la importación de maíz transgénico), la relocalización de empresas y la inversión extranjera, el aumento sostenido al salario mínimo, el uso de energías renovables y la soberanía energética, así como reforzar la estrategia de seguridad.
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Sobre las reformas aprobadas antes de su toma de protesta (Poder Judicial, Pueblos indígenas y aformexicanos y Guardia Nacional) Sheinbaum celebró cada una de ellas.
Sobre la reforma indígena, dijo: «Somos una gran nación. Aquí crecieron culturas originarias que dieron al mundo el maíz, el cacao, el jitomate; que construyeron pirámides monumentales, que entendieron los astros, la vida y la muerte como parte de un cambio constante; que nos dieron y siguen dando lenguas vivas como ninguna otra».
Respecto al traspase del mando operativo y administrativo de la Guardia Nacional a la Sedena, afirmó: «Quien crea que la Guardia Nacional estando en la Secretaría de la Defensa es militarización, está totalmente equivocado».
Por último, respecto a la reforma al Poder Judicial, la primera Presidenta de México invitó a la reflexión: «Piénsenlo sólo por un momento: si el objetivo hubiera sido que la presidenta controlara la Suprema Corte, hubiéramos hecho una reforma al estilo Zedillo. No, eso es autoritarismo, nosotros somos demócratas (…). ¿Cómo va a ser autoritaria una decisión que en esencia es democrática y permite que el pueblo decida? Estoy segura que, en unos años, todas y todos estaremos convencidos que esta reforma es lo mejor».
Todo esto, mientras afuera del Congreso Trabajadores del Poder Judicial de la Federación se manifestaban y pedían un diálogo con la Presidenta.
En su discurso, Claudia Sheinbaum reiteró un discurso que la acompañó durante toda su campaña: «No llego sola, llegamos todas».
Y aseguró que durante mucho tiempo se anuló a las mujeres de la vida pública:
«A muchas de nosotras nos contaron desde niñas una versión de la historia que nos quería hacer creer que el curso de la humanidad era protagonizado únicamente por hombres. Poco a poco esa visión se ha ido revirtiendo. Hoy, sabemos que las mujeres participaron en las grandes hazañas de la historia de México desde diferentes trincheras y también sabemos que las mujeres podemos ser presidentas».
A partir de este momento, Sheinbaum reconoció no sólo a las heroínas de la patria, «ino también a todas las heroínas anónimas, a las invisibles, que con estas líneas hacemos visibles, a las que con nuestra llegada a la Presidencia y estas palabras hago aparecer, las que lucharon por su sueño y lo lograron, las que lucharon y no lo lograron».
E invitó a todo el pueblo de México a que la llamaran por lo que es: «Presidenta, con ‘A’ al final», porque «sólo lo que se nombra existe».
Y concluyó:
«Soy madre, abuela, científica y mujer de fe, y a partir de hoy, por voluntad del pueblo de México, la presidenta constitucional de los Estados Unidos Mexicanos. Gobernaré para todos y para todos, y tengan la certeza de que pondré mi conocimiento, mi fuerza, mi historia y mi vida misma al servicio del pueblo y de la patria».
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