Silencio después del terremoto

17 septiembre, 2019

Microfilme Postal, columna de opinión por Daliri Oropeza Alvarez

El 19S dejó enseñanzas de movilización social. El silencio quedó como precedente para modificar el espacio entre ruinas y dar sentido a la organización. Del otro lado de las grietas, también vemos la luz

@dal_air

Esta es la continuada realidad subyacente
a un sistema-mundo caótico.

Immanuel Wallestein

Este silencio resignifica los espacios. 

Un puño en alto significa petición de silencio.

No importa el tiempo. 

Tus pies están sobre las ruinas. 

Es fundamental escuchar

para encontrar vidas. 

Un puño en alto para silenciar un espacio en donde estás con más de dos mil personas al mismo tiempo, a cualquier hora del día, algo difícil de encontrar en la continuada ciudad; silencio.

Una escucha obligada atestigua los respiros de las personas que están a tu lado, ayudando a recoger escombros. 

Un silencio que resuena en los oídos de las miles de personas que salieron a las calles a ayudar después del traumático movimiento telúrico, que les hizo sacudir la conciencia. Un silencio que trastoca:

el espacio,

la vida cotidiana de una urbe que jamás descansa.

Tomé la bicicleta sin pensarlo. 

Manejé tres horas a la Ciudad de México. 

Derruida. Siempre caótica.

Así la vi en la pantalla.

Así se viralizó.

Así, avivó el sentir generacional.

Ahí no hubo silencio.

Ahí hubo una necesidad de narrar.

¿Puede estar destruida la telúrica y magnética metrópoli donde nací?

7.1 grados Richter

Rutinas que se circunscriben a la tragedia.

A los edificios caídos.

A las estructuras caídas.

Un factor modifica los modos de funcionar en el espacio público:

organización social espontánea en redes sociodigitales,

comunicación en diversos planos,

huellas de un movimiento social que despertó para decir verdades.

Sonoro crujir de la Tierra.

“El espacio debe dejar de concebirse como pasivo, vacío, o carente de otro sentido, como los ‘productos’, que se intercambian, se consumen, o desaparecen. Como producto, por interacción o retroacción, el espacio interviene en la producción en sí misma: organización del trabajo productivo, transportes, flujos de materias primas y de la energía, redes de distribución de productos. A su manera productivo y productor, el espacio entre las relaciones de producción y las fuerzas productivas (mal o bien organizadas). No se puede concebir de manera aislada o quedar estática. Es dialéctico: producto-productor, soporte de las relaciones económicas y sociales”.

Henri Lefebvre, 1985. Teórico marxista de las ciudades, sobre la producción del espacio.

I. La fábrica de costureras

No reconozco la avenida en la que me encuentro, llego en bicicleta por Izazaga esquina con Bolívar. La paralela es la calle Chimalpopoca, donde se encontraba la fábrica de costureras junto con una fábrica de juguetes de Hong Kong. 

Toda está en escombros.

El centro de acopio está sobre la avenida, las personas no tocan el claxon, se escuchan gritos de las personas que intentan dar fluidez a la transacción de cientos de coches repletos de víveres. Una organización espontánea. Pasan de mano a mano los paquetes de comida, medicamentos, agua.

El espacio parecía más grande de lo que realmente es. 

Lefevre asegura que el espacio, objetivamente, se relaciona con lo durable.

Al acercarme cada vez más al inmueble en ruinas, hay una penumbra que se pronuncia desde la destrucción de la ciudad. La maquinaria atormenta los oídos mientras a la vista están miles de personas removiendo escombros con cubetas, a la par el ejército intenta controlar la mayor parte de las actividades posibles. 

Observo la dinámica. 

Desde la cima del edificio caído se ve un puño que se alza con velocidad.

El silencio recorre como ola las miradas

A sabiendas de la petición, respiramos lento,

Te obligan con los ojos al sigilo,

el silencio más escuchado de esta urbe.

La simple representación de un puño podía significar vida en este contexto.

Habla Lefevre de tres niveles en la producción de espacios: 

el físico (la naturaleza)

el mental (las lógicas y las abstracciones formales)

el social (el espacio de la interacción humana).

En momento real, cientos de brigadistas comunicamos en grupos de Telegram lo que requiere cada lugar en ruinas, en donde hay labores de rescate, de manera confiable y verificada.

Mientras esto sucedía, en redes sociales se recordaba el terremoto de 1985

con una ambivalencia de la nueva rutina:

“túneles sí, maquinas no”. 

La urgencia sobre la prisa.

La urgencia de rescatar a las personas,

contra la prisa de las máquinas,

en una ciudad donde reina la prisa.

Ahora estamos inmersos en el silencio,

con la esperanza desbordada en parpadeos. 

De este modo, se pudo producir un espacio también sociodigital que permitió a través de la organización espontánea visibilizar esas grietas que puede provocar la emergencia, y producir un flujo ambivalente de espacios en donde la comunicación fue el conducto del flujo de simbolismos entre lo físico y lo digital. 

Tiembla de nuevo.

La incredulidad.

Mutismo.

La tensión.

Telúrica vibración cimbrada en los cuerpos.

El abrazo en silencio después del movimiento tectónico.

II. Álvaro Obregón 286

¿Perder el sentido de la orientación?

¿Yo? 

En la colonia Roma…

la cual he caminado

cientos de veces, 

sola

acompañada,

en bicicleta o auto, 

cientos de veces

¿desde mi niñez?

¿por qué estoy tan extraviada entre muros,

entre calles que no tienen sentido por sí solas.

…?

La gente caminando en silencio, 

llevo ritmo al rodar la bicicleta,

autos cordiales,

calles sin acoso a las mujeres,

cintas de emergencia amarillas y rojas

por doquier

inmuebles muestran sin pudor las grietas del 19S

donde las personas caminaban lento,

no sabes si por cautela o morbo.

Una cotidianidad caminar entre grietas,

escombros y personas con casco, 

“Parece zona de guerra” 

De frente a los militares, policías, y civiles resguardan toda la manzana del edificio derrumbado en Álvaro Obregón 286. 

El sigilo y el silencio que hay en este lugar,

enmarcado por los carteles de “no celular”. 

“En este momento no puede tener su teléfono prendido, señora”,  me pide amablemente una voluntaria que está cerca de los listones de emergencia.

¿Por qué?

“El equipo de brigadistas internacional, no sé si de España o de Israel, hacen una operación de rescate con tecnología que encuentra las ondas de los celulares”.  

Muchas veces,

muchos puños en alto, 

ensordecidos escuchamos cómo

el silencio ocupa todo el lugar.

Ahí están las familias a la periferia del siniestro,

hasta allá y más lejos está el silencio del posible rescate,

tal vez ya hay eco para buscar el rescate de la ciudad.

Topos sí, militares no.

Otro tiempo,

misma narrativa. 

#RescatePrimero desde esas ruinas,

replicado en el plano sociodigital.

Un sentir generacional despertó contra las prácticas mediáticas, de nuevo. 

Una generación sigue su propia huella de movilización social.

La documentación, paralela en espacios físicos y digitales, da la ganancia de las narrativas que revelan, presentan la incapacidad del Estado, el gobierno, ante una crisis de esta magnitud, reflejo de un Estado caído, y hasta dónde le conviene la miseria, la sumisión, la “normalidad”, hecha de feminicidios, corrupción, política cooptada por intereses de unos cuantos, guerra de baja intensidad, entre muchas otras omisiones constantes. Tal vez sea momento de encontrar las coincidencias en las fisuras que abren estos flujos de comunicación.

III. Multifamiliar Taxqueña

Pedaleo para cruzar la ciudad. 

Vemos la ciudad atravesada 

por grietas

escuchamos sus silencios

más pronunciados en algunas zonas. 

Con el documentalista Ignacio Rosaslanda tomamos 

registro de diversos inmuebles rotos o caídos.

La bicicleta nos permite tener un sentido de la ciudad 

distinto 

que si fuéramos en auto o en transporte público.

Llegamos Multifamiliares de Taxqueña y Tlalpan 

pues avisaron en el grupo de Brigadas solidarias

que en breve realizarían una hora de silencio 

para intentar encontrar vida en los escombros.

Tenemos poco tiempo para llegar.

Aceleramos el pedaleo.

Busco ese silencio con mi grabadora.

Mi mala condición física ayuda a que suba lentamente el puente que te permite atravesar avenida Tlalpan, tan lento que hasta me detuve para bajar de la bicicleta y subir caminando. En ese momento llegan por lo menos 7 voluntarios brigadistas al puente, atareados, corriendo y pidiendo silencio con pancartas, pararon el tránsito. Los autos que circulan sobre el puente se detuvieron en efecto dominó, pese a la contraria orden de un policía de la Ciudad de México que acaba de llegar en su motocicleta ruidosa y que además grita “aváncele, aváncele”. 

Interpelo: “¡están pidiendo silencio!”, solo me observa y continúa gritando a los autos que que circularan, brigadistas con pancartas piden silencio, los autos no le hacen caso al tránsito, apagan sus motores. 

Desde el puente,

se ve la orden de silencio

que viene desde el derruido multifamiliar, 

de puño en puño, 

de ojo en ojo,

se comunican brigadistas. 

Toda la Calzada de Tlalpan está en pausa. 
Este silencio resignifica los espacios. 

Pasaron 2, tal vez 5 minutos, 8, o tal vez solo 1, pero pasó el tiempo que pidieron silencio para buscar cuerpos entre los escombros.

Y seguimos con el camino.

Para llegar a los escombros, dos silencios más.

Fue una hora entera en la que los brigadistas pidieron silencios de manera intermitente. 

El espacio para llegar a los escombros estaba separado por tareas: 

controlado por voluntarias de la sociedad civil 

se pusieron al tú por tú con el ejército, 

marina

protección civil

para vigilar los rescates, los víveres, las herramientas, flujo de brigadistas.

El silencio al regresar desde el multifamiliar 

al centro

de madrugada

en bicicleta

en la parte más oscura de la noche,

la ciudad logra silencio

los repartidores de periódicos circulan

a la par de nuestras bicis

escuchamos nuestras respiraciones agitadas de madrugada.

Lo único que se escucha. 

y el silencio nocturno de una urbe que duerme, 

la ciudad ha estado tan tranquila por ese luto

que nos quebró paredes y ojos en llanto,

pero también en esas grietas vemos luz del otro lado.

Cómo un país en ruinas adquiere la labor de revertir y conectar con un problema sistémico y estructural, desde la juventud que, con herramientas digitales y redes de comunicación, da reflector al problema estructural a través de la posibilidad de la emergencia…

Ser grieta.

Consulta las columnas anteriores:

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Botas llenas de Tierra. Tejedora de relatos. Narro sublevaciones, grietas, sanaciones, Pueblos. #CaminamosPreguntando De oficio, periodista. Maestra en Comunicación y cambio social. #Edición #Crónica #Foto #Investigación