9 mayo, 2021
A 10 años del hallazgo de 47 fosas en San Fernando, Tamaulipas, donde se encontraron restos de al menos 193 personas, la mayoría migrantes, familiares de víctimas escribieron a sus seres queridos para recordar una década de injusticia e impunidad
Texto: Alberto Nájar
Fotos: Archivo Pie de Página
CIUDAD DE MÉXICO.- Samuel Guzmán Castañeda se despidió de su hermana y su madre. Parecía contento con la travesía que empezaba:
Viajar a Estados Unidos, conseguir un buen empleo y ayudar a su familia en San Luis de la Paz, Guanajuato. Fue el 21 de marzo de 2011. Desde entonces nada se sabe de él.
Sus familiares y amigos, especialmente su hermana Evelina, no han cesado de buscarle.
En el largo camino de una década enfrentaron el desdén, omisiones y hasta amenazas de las autoridades por empeñarse en localizar a Sammy, como le dicen en casa.
La historia de Samuel es una muestra del drama que desde hace más de una década enfrentan miles de personas que buscan a un familiar, desaparecido en la guerra contra el narcotráfico que envolvió a México en una profunda e histórica crisis de violencia.
En el caso de Sammy, quien desapareció en el municipio de San Fernando, Tamaulipas, prácticamente nada se ha investigado en estos diez años.
Las omisiones se agravan porque existen evidencias que podrían ayudar a localizarlo. Pero no se tomaron en cuenta por las autoridades.
Por ejemplo, el autobús en que viajaba Samuel fue detenido en un retén instalado en la carretera 57, que comunica a Guanajuato con la frontera de Estados Unidos.
Personas armadas se llevaron a todos los pasajeros varones de quienes nada se supo después.
Es la misma forma como desaparecieron al menos 61 personas originarias de San Luis de la Paz, pero el dato apenas fue analizado por las autoridades.
Algunas de estas personas aparecieron después en decenas de fosas clandestinas localizadas hace 10 años en San Fernando. La familia de Sammy, empero, no tiene certeza de que éste haya sido su destino.
Y no la tiene porque el expediente ha permanecido intocado a lo largo de una década.
“Para los familiares de estas víctimas son diez años de tortura, han transcurrido de manera lenta y dolorosa”, dice Rosmery Yax, abogada en Guatemala de la Fundación para la Justicia y el Estado Democrático de Derecho (FJEDD).
“No han visto sentencias condenatorias en cuanto a los responsables de los hechos; no han visto procesos de verdad cumplidos a cabalidad, procesos de justicia”.
“Todo el rema de sentencia, de responsables, el tema de reparación, ha quedado en completo olvido”.
Hace unas semanas, el 29 de abril, se cumplieron 10 años del hallazgo de la primera de 47 fosas en San Fernando.
En total se encontraron restos de al menos 193 personas. La mayoría eran migrantes con huellas de tortura. Muchas fueron detenidas de la misma forma como desapareció Sammy.
Desde entonces la FJEDD representa legalmente a familiares de algunas víctimas, y ha apoyado en la investigación judicial.
En la mayoría de los casos se documentó la participación de policías locales, especialmente de San Fernando, para detener a personas migrantes.
Luego eran entregadas a grupos de delincuencia organizada, especialmente bandas vinculadas al cartel de narcotráfico de Los Zetas.
En su momento se anunció la detención de más de 80 personas supuestamente vinculadas a esta organización, así como 17 policías que les entregaban a las víctimas.
Las familias de las personas desaparecidas y la Fundación, sin embargo, denuncian que hasta ahora no hay una sola persona condenada por estos hechos.
Al cumplirse una década del hallazgo de las primeras fosas, la FJEDD pidió a algunos familiares de víctimas que escribieran cartas a sus seres queridos.
Es una forma de recordar el drama de miles de personas en la misma condición, y especialmente la década de impunidad alrededor del caso de San Fernando.
De acuerdo con el subsecretario de Gobernación Alejandro Encinas, hasta el 8 de abril pasado se habían registrado 85 mil seis personas desaparecidas a partir de 2006.
La contabilidad de las cifras empezó ese año cuando Felipe Calderón declaró su guerra contra el narcotráfico, que costó la vida a más de 200 mil personas.
Los textos de familiares de víctimas vinculadas a las fosas de San Fernando pretenden señalar la cauda de omisiones de las autoridades en la investigación de las desapariciones.
La carta a Samuel Guzmán fue escrita por su hermana Evelina. En el documento narra la odisea que ha representado sostener su búsqueda, el miedo a que ella misma fuera también desaparecida.
Evelina cuenta que en estos diez años encontró el respaldo de otras personas que sufrían el mismo infierno, y la forma como se organizaron para formar un colectivo que hiciera lo que las autoridades se niegan sistemáticamente: buscar a sus familiares.
“¿Qué crees, hermano” cuenta. “Apenas hace unos días empezamos a trabajar con la fiscalía estatal. ¡Diez años les tomó! Llevamos 10 años con una fiscalía pésima”
Pie de Página le presenta el texto completo de la carta, que forma parte de la iniciativa Fosas de San Fernando: una década de impunidad.
“Nunca pensamos que la vida nos pondría en esta situación. Me ha costado mucho, Samy, aceptar que no fue mi culpa tu desaparición. En un momento llegué a tener depresión. Mi mamá igual. Sentía que, si no te hubiera prestado el dinero del viaje, no te hubieras ido. A mi hermano le sucede lo mismo.
Ha sido un proceso de dolor muy largo, de entender que no teníamos y no tenemos la culpa. Que la culpa es de los grupos delictivos y de las autoridades que no te han buscado.
Cuando desapareciste nos dimos cuenta que había mucha gente de estos lados desaparecida. Desde entonces comenzó este andar de ir al ministerio público de San Luis, poner denuncias. ‘Váyanse a su casa, cuando tengamos información se los hacemos saber’, nos dijeron. Nunca hicieron nada.
Es complicado, Samy. Todos estábamos con la esperanza de que aparecieras. El 21 de abril de 2011, salió un video de 68 migrantes que habían rescatado. Algunas familias aseguran que allí estaban sus familiares: esposos, hermanos.
Fuimos a Ciudad de México a ver qué había pasado con ese video, pero no pasó nada. Hasta ahora ese video sigue siendo una incógnita. Enseñaron las fotos pero no eran. No coincidían. Las compañeras que vieron esas fotos dicen que no son.
No se parecen en nada a las personas que vimos en el video. ¿Estabas tú en ese video? La familia de nuestro primo, Fernando Guzmán Ramírez, dice que sí lo reconoció en el video. Tampoco ha vuelto a casa.
Quisimos volver a poner denuncia y llegaron las amenazas, las intimidaciones, la revictimización. De que no hiciéramos nada porque podía pasar algo malo. En Guanajuato ya no nos aceptaron la denuncia.
Yo quería hacer un plantón en la carretera 57, la que conecta toda la República. Pero veía el miedo en las compañeras, el pánico las invadía. Pensaban que les podían hacer algo.
Mi mamá se derrumbó totalmente desde que desapareciste, ha sido fuertísimo. Mi papá, creo yo, fue la clave, la base para sostenernos, porque no lo veía llorar.
Alguien tenía que tomar las riendas de salir a buscarte y esa fui yo. Ha sido difícil porque tengo mi familia, mi esposo, mis hijos. Ellos me reclaman que mi mundo eres tú. Pero les digo que, si no te buscamos nosotros, las autoridades no lo van a hacer.
No te miento, Samy, teníamos miedo de que buscándote y exigiendo justicia, también nos desaparecieran.
Pero el camino es largo. En abril de 2012 formamos el colectivo Justicia y Esperanza. A la fecha se mantiene.
En 2017, empezamos a exigir que se nos reconociera como víctimas indirectas, víctimas al fin. Todos los años reclamábamos a la fiscalía y ¿sabes qué nos decían? Que no les competía buscarlos, que les competía buscar al culpable. Hasta el día de hoy no sabemos ni siquiera en qué punto desaparecieron. ¿Cómo puede ser posible?
En 2018 rompimos el miedo. Empezamos a pararnos con las autoridades estatales. Guanajuato no contaba con una ley de víctimas, una comisión de víctimas o una ley de ausencia.
Apenas el año pasado se logró instalar todas las comisiones. Y qué crees, hermano, apenas hasta hace unos días empezamos a trabajar con la fiscalía estatal. ¡Diez años les tomó!
Llevamos 10 años con una fiscalía pésima. Los ministerios públicos están llenos de carpetas olvidadas y llenas de polvo. Nosotros somos los que insistimos. Una ministerio público, hace dos años, nos contó que el expediente no tenía nada, que era como si apenas hubiera empezado: sin diligencias. El asombro de la funcionaria era que siguiéramos con la misma firmeza. Y seguiremos.
La verdad, Samy, es que no te quieren buscar. Ni a ti, ni a los demás que se fueron para tener mejores oportunidades. Pero nosotros no quitaremos el dedo del renglón. Nadie, nadie nos parará.
Te hemos buscado en campos porque no sabemos dónde desaparecieron. Estamos abriendo la tierra. Si me vieras, Samy, he aprendido a varillar y excavar, buscando restos en fosas clandestinas.
Hoy Guanajuato es un cementerio. Y temo que te encuentres ahí, entre una de las fosas que encontramos. En Salvatierra, por ejemplo, un campo desolador donde clavábamos la varilla, se hundían y salían con olor putrefacto.
No logro entender cómo hay gente que puede ser autora de tal horror: la mayoría de los cuerpos estaban decapitados, la cabeza en los pies.
Encontramos una pareja en unas fosas, con todo y su perrito. Es demasiado. En Acámbaro hallamos bolsas y bolsas con cuerpos desmembrados.
En una bolsa puras cabezas, en otras puras manos. Es un horror muy fuerte. Muchas familias se derrumbaron, pero dijimos que no podemos dejar la búsqueda a un lado.
Hemos comprado picos y palas para desmontar y ya obligamos a la comisión de búsqueda a que trabaje. No permitiremos que los olviden.
Después de 9 años tuvimos el expediente de tu caso. Nos encontramos que hay más de 60 casos y que hay un contexto de desaparición similar. Personas, en diferente temporalidad, que los bajan en un famoso retén en la 57. Entre 2010 y 2012 bajan a todos los provenientes de Guanajuato.
¿Cómo es posible que te hayan robado tu sueño? ¿Cómo es posible? Si eras buen muchacho. Querías irte a Estados Unidos para ayudarles a mis papás. Aquí siempre le ayudabas con sus animalitos. Tu gran sueño era poner una escuela de fútbol, porque, lo saben muchos y todavía lo recuerdan, eras un gran defensa. Pocos como tú.
Al día de hoy, el colectivo Justicia y Esperanza que reúne a más familias con desaparecidos, está fuerte. Ya no dejamos que nos humillen o nos revictimicen. Han sido procesos y momentos muy dolorosos. Pero siento confianza y fortaleza.
¿Sabes, Samy? Yo siento que estás vivo. Sigo con la fe de encontrarte, hermano. No quiero perder la esperanza, porque es lo que me mantiene. Quiero darles una satisfacción a mis padres. A ellos la salud los ha deteriorado y tengo que seguir buscando. Hasta encontrarte o hasta que Dios me dé la oportunidad de seguirte buscando.
Las autoridades deben entender que esta situación de desaparición es de lesa humanidad. Los gobiernos nos han consumido tanto que ya hasta nos quitaron esa forma de sentir. Solo queremos verdad y justicia. Que tomen la responsabilidad que les compete.
Tenemos leyes pero no se cumplen. ¡Hagan su trabajo! ¡Que hagan conciencia del México que nos están haciendo vivir! ¡Es hora de enmendar la verdad y justicia!
¡Qué te sigan buscando! Porque yo no descansaré hasta encontrarte. No voy a parar.
Tu hermana, quien te ama profundamente, Evelina”.
Productor para México y Centroamérica de la cadena británica BBC World Service.
Periodista especializado en cobertura de temas sociales como narcotráfico, migración y trata de personas. Editor de En el Camino y presidente de la Red de Periodistas de a Pie.
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