Radio Totopo: sobrevivir a la pandemia y a los parques eólicos

1 enero, 2021

La pandemia de covid-19 detuvo la construcción de la nueva casa de Radio Totopo, destruida tras el sismo que golpeó en 2017 a Juchitán, Oaxaca. Este fue otro de los obstáculos de la radio comunitaria después de agresiones de empresas de energía eólica, el Ejército y monopolios de radio comercial. El virus detuvo el proyecto 9 meses pero planean resurgir en 2021

Texto y Fotos: Antonio Mundaca

Video: Karen Rojas Kauffmann

OAXACA.- El pueblo Binnizá de Juchitán de Zaragoza tenía planeado para mayo de 2020 recuperar la señal de Radio Totopo, medio de comunicación comunitario zapoteca que les ha ayudado a resistir a la implementación de proyectos eólicos extranjeros asentados en el Istmo de Tehuantepec desde 1994.

El terremoto del 7 de septiembre de 2017, cuyo epicentro fue el Pacífico mexicano, hizo inhabitables sus instalaciones. Llevaban dos años y medio trabajando en la reconstrucción de un lugar digno. La pandemia de covid-19 les paralizó la voz.  

Radio Totopo tuvo que replantearse el resurgimiento. Vecinos que ayudaron por mucho tiempo a la radio comunitaria fueron cayendo por la enfermedad, murieron en fila, uno tras otro. La Séptima Sección, una zona al sur de Juchitán arraigada a la lengua indígena, las fiestas patronales y las costumbres, fue convertida en un recinto de rezos y velorios. Otros vecinos, tras cerrar el comercio regional, ante la precariedad, dejaron de apoyar el proyecto.

Carlos Sánchez Martínez, coordinador por varios años de la radio y perseguido por el Estado mexicano por su activismo, sostiene que esta ocasión tienen que sobrevivir además de la violencia, el despojo, la desinformación y la posibilidad de la pérdida de la lengua materna, a la emergencia de ver a los vecinos morir por un enemigo invisible. Sin embargo, a pesar de la pandemia, el proyecto sigue en pie. Carlos Sánchez entiende a la radio como un símbolo de la resistencia. Afirma que quedarse sin el medio comunitario sería el triunfo de quienes han ocupado sus tierras, e intentan, año tras año, amansar a una cultura que se resiste también a los engaños del transístmico. 

-Volveremos en 2021, no han podido apagarnos, no van a apagarnos, la banda está muy afectada todavía por el sismo, por la pandemia y la falta de comercio, no hemos hecho actividades comunitarias pero volveremos, ya nos estamos organizando como podemos-,  sostiene. 

El proyecto de radio comunitaria se convirtió en voz de un movimiento popular contra los parques eólicos.

El monopolio de medios y la guerrilla 

La pandemia no ha sido el único embate en los 20 años de historia que tiene Radio Totopo como medio de comunicación regional. El primer intento fue a los 3 meses de estar al aire. Llevaban años construyendo y alimentando la idea, pero afectaron los intereses de Humberto López Lena, uno de los empresarios radiofónicos oaxaqueños que mantienen el monopolio de las concesiones y entonces era diputado federal del PRD, propietario de Emisoras Unidas del Sureste y la Corporación de Medios de Comunicación, que intentaba expandir sus emisoras en la región zapoteca. La comunidad respondió: “Si no hay proyecto de radio comunitaria en Juchitán, no va haber ningún proyecto de radio en Juchitán”.

En 2008, la Comisión Federal de Telecomunicaciones (Cofetel) a través de redadas intentó quitarles el equipo de manera violenta a diversas radios ubicadas en el Istmo para favorecer a radios comerciales, teniendo como base la reforma de Ley de Radio y Televisión anunciada el 18 de septiembre de ese año por José Julián Sacramento, secretario de la Comisión de Comunicaciones y Transportes del Senado, bajo el argumento que las radios comunitarias “operaban para la guerrilla y daban mal uso a las estaciones”. La respuesta comunitaria fue el resguardo y defensa del equipo, acusaron que detrás de las agresiones estaba el gobierno disfrazando el tema para validar la represión a medios críticos y defensas colectivas.

La radio de las barricadas

«La fortaleza desde el principio ha sido dar a conocer a los pueblos del istmo muchas cosas que el Estado mexicano les ha negado», afirmó Carlos Sánchez.

Radio Totopo, precisó Carlos, tuvo siempre el 95% de la locución en lengua zapoteca. A través de su programación defienden las costumbres y un proyecto monolingüe de la lengua materna:

«Les decimos a los nuestros la información escondida», subraya.

Por décadas, empresas extranjeras instalaron estructuras para hacer negocio con el viento, pero no le dijeron nada a los pueblos originarios del Istmo: zoques, mixes, zapotecas, ikoots y chontales.

«Preguntábamos qué era esa estructura y nos negaban la información», abundó el comunicador indígena. La defensa del pueblo, añade, a las instalaciones se dio en un contexto de cultura fortalecida.

«Desde Radio Totopo propusimos trabajos lingüísticos de historiadores y poetas locales, quisimos reutilizar la palabra, sacar el trabajo a la comunidad, que las familias con niños pequeños no se avergüencen de su lengua materna y la olviden. La radio no es un transmisor, es nuestro instrumento de la memoria histórica del territorio que han querido despojarnos», subraya Carlos Sánchez.

En 2013 el Ejército mexicano persiguió a los fundadores de Radio Totopo para evitar que fueran el mensajero de la Asamblea Popular del Pueblo Juchiteco (APPJ) y la exigencia colectiva de una consulta previa, libre e informada sobre el desarrollo de proyectos de energía eólica.

Radio Totopo se volvió parte medular del APPJ, además del respaldo popular, tuvo el apoyo del consejo de ancianos y ancianas. Se convirtió en la voz de las barricadas tras el desalojo por parte del Ejército a comuneros que se ubicaban en campamentos de protesta contra la instalación de parques eólicos, entre los que destacaba la multinacional energética Gas Natural Fenosa, encargada de desarrollar el proyecto Bii Hioxho. A estos hechos siguió la toma de las instalaciones del medio de comunicación y la destrucción del equipo que trasmitía su señal a San Dionisio del Mar, San Mateo del Mar, Álvaro Obregón, La Venta, La Ventosa, Unión Hidalgo, parte de San Vicente, Santa Rita y la Séptima Sección.

La respuesta de las empresas propietarias de parques eólicos a las exigencias de transparencia fueron amenazas, la persecución de los líderes y la presunta contratación de sicarios. El espacio quedó abandonado pero la radio comunitaria no se apagó.

«En la radio hicimos el recuento del abandono por parte del Estado en la tenencia de la tierra durante 40 años de lucha campesina, por eso fue importante la radio, era la colaboración con amigos, conocidos, ese territorio que poco a poco las instituciones quieren que olvidemos, ya que el Estado no reconoce nuestras tierras como comunales, pero el sentimiento ahí está y la radio seguirá viva porque sirve a la comunidad»,  afirma el comunicador zapoteca. 

Galeria de fotos 

La pandemia detuvo 9 meses la construcción de la casa

Carlos Sánchez Martínez es un indígena orgulloso que nunca mira al piso cuando habla. Al mismo tiempo, es capaz de contar que a los 7 años se dio cuenta que prefería escribir con las letras castellanas las palabras que usaba su madre, su abuelo, que lo suyo fue estudiar Comunicación Comunitaria porque no entendía cómo a los que no son Binnizá les enseñan a memorizarse las cosas, sin comprender el mundo. Y de pronto, da un giro en la voz, para contarnos que los parques eólicos están llenos de secretos, de fiestas de santos alrededor de las torres metálicas y la gente se enferma bajo las hélices gigantes, y la gente sigue luchando, pero se cansa. 

No solo lo entrevistamos una vez. Pero igual que antes, vuelve a decir: “volveremos, volverá Radio Totopo a pesar de que al Estado no le guste, a pesar de la pandemia”. 

La Séptima Sección de Juchitán y su radio indígena parecen lámparas prendidas. De marzo a noviembre se detuvo la construcción de las nuevas instalaciones de lo que será Radio Totopo. La muerte suspendió las cosas, las personas pospusieron los tequios de los domingos, los retomaron apenas a mediados de noviembre, después de las fiestas de los muertos y el anuncio que Oaxaca estaba en Semáforo Epidemiológico amarillo.

La danza de semáforos agarró a los juchitecos trabajando. -Muchos que colaboramos no nos vimos en varios meses, apenas estamos saliendo, el coronavirus en Juchitán pegó muy fuerte, en julio bajamos la torre, el espacio anterior se demolió todito, no se podía rescatar tras el sismo-, cuenta.

La nueva casa de Radio Totopo se ha ido haciendo con donaciones. Una puerta de un lado, las tejas del otro. En especie, en hilera de personas que quieren revivirla. Lo primero que terminarán a este ritmo será la biblioteca, y al lado dos espacios con cubículos y talleres o un salón de reuniones pequeño, con conexión a internet, porque la pandemia les ha vuelto a decir que no hay condiciones para que muchos niños istmeños accedan al whatsapp, a la televisión.

Carlos Sánchez, fundador de Radio Totopo.

2021, la radio en marcha

Carlos dice que si podemos lo ayudemos a difundir una rifa de obras de artistas istmeños, lo que obtengan será para pagar a albañiles; cuando les dé la sombra del asbesto al edificio podrían empezar de nuevo a transmitir. Se emociona. Nos da su correo totoporadio@hotmail.com,  las obras donadas serán entregadas a finales de enero. Una ONG los apoyó con vigas y tejas antiguas. La Asociación Civil Ojo de Agua les dio 16 mil pesos para iniciar la construcción en noviembre.

-Yo creo que en marzo de 2021, tendremos dos espacios, están volviendo a apoyarnos los amigos, tenemos dos albañiles que nos cobran 4 mil 200 pesos a la semana y ahí la llevamos, estamos avanzando para parar la torre y las dos anclas, teniendo las 7 anclas ya podemos instalar la antena-, su voz se aviva. En mayo de 2021, podría estar la radio en marcha.

A veces se cortan las preguntas, el ruido de las mototaxis rompe con el hilo de un hombre hablando sobre un pueblo peleando por sobrevivir, en llamas. Hay un patio baldío al costado al que le atraviesa un aire marino, una brisa de polvo, y entre palabras, sobrecoge la muerte, la violencia explícita de una ciudad sitiada por gigantes eléctricos avivados por el viento y la pugna violenta de grupos criminales que se disputan un corredor interoceánico.