Pueblos originarios cuidan mejor el medio ambiente que los gobiernos: ONU

7 mayo, 2019

La devastación del planeta por la producción de energía y alimentos nunca había sido peor. Y en ese contexto de veloz extinción, son los pueblos originarios quienes mejor cuidan el medio ambiente, por encima de los organismos gubernamentales creados específicamente con esa finalidad

Texto: Lydiette Carrión

Fotografía: Archivo /Karen Rojas Kauffmann y Héctor Guerrero

El último informe de la ONU sobre el medio ambiente es tajante: debido a la producción de energía y alimentos para la humanidad, la Tierra vive su peor momento desde que el hombre camina sobre ella. El nivel y la velocidad de extinción y devastación en la actualidad es inédito. Hay un millón de especies animales y vegetales amenazadas por la actividad humana; es decir, uno de cada ocho animales o plantas se extinguirá si la forma de producir y consumir no cambia.

El documento fue compilado en los últimos tres años por la Plataforma Intergubernamental Científico-Normativa sobre Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas (IPBES); tiene unas mil 800 páginas; y el resumen para su difusión, unas 40.


La Muxatena es una formación rocosa y un sitio sagrado para el pueblo indígena Cora Náyeri, ubicada en el río San Pedro Mezquital, en Nayarit. De construirse la represa hidroeléctrica Las Cruces, propuesta por la CFE, quedará sumergida. Foto: Héctor Guerrero.

Ahí se señala que las tierras que pertenecen a los pueblos originarios son las que menos han sufrido deterioro ambiental; sin embargo, alerta que este conocimiento se está perdiendo.

El resumen, en su página 23, advierte: “gran parte de la biodiversidad natural y doméstica en el mundo descansa en áreas que han sido tradicionalmente manejadas, ocupadas o propiedad de los pueblos indígenas y las comunidades locales (el reporte destaca esto como un dato bien documentado; es decir, que existe suficiente evidencia)”.

El peligro es que esta forma de producir, más acorde con la naturaleza, se está perdiendo. Literalmente, afirma:

“A pesar de que hay esfuerzos a todos los niveles y a pesar de que la naturaleza –así como los conocimientos para conservarla–, están decreciendo de forma mucho más lenta en la tierra manejada por los  pueblos originarios (documentado, pero de forma incompleta), aun así, este conocimiento y protección de los pueblos se está deteriorando”.

El informe no señala las causas de esta pérdida de conocimientos por parte de pueblos originarios; sin embargo, en el párrafo siguiente enumera un factor que probablemente sea determinante: los procesos de colonización.

“No obstante una larga historia de conflictos vinculados a la expansión colonialista, así como las apropiaciones de tierras para la creación de parques naturales y otros usos, los pueblos originarios y las comunidades locales a menudo han manejado sus tierras y cuerpos de agua de una manera que está ajustada a las necesidades locales, durante generaciones”.

En otras palabras, añade el estudio, la actividad de los pueblos originarios por lo general es compatible, o apoya activamente, la conservación de la diversidad.


En la cuenca del Papaloapan, en Oaxaca, existe movimiento social contra la hidroeléctrica porque los pobladores no imaginan su vida sin el Arroyo Sal o sin irse de pesca a río embravecido, después de que tres décadas atrás fueron desplazados por la construcción de la presa Cerro de Oro. Foto: Karen Rojas Kauffmann.

“Lo hacen mediante el acompañamiento de los procesos naturales con actividades humanas. Al menos un cuarto de la tierra global es manejada por pueblos originarios. De esta misma, un 35 por ciento se encuentra formalmente protegida; y otro 35 por ciento tiene poca o nula presencia humana (establecido pero incompleto)”.

Y agrega otro dato que si bien es esperanzador, no es sorprendente: los pueblos originarios son más efectivos en la conservación que los propios programas institucionales.

“Las instituciones de conservación y los regímenes de gobierno locales, a menudo han sido más efectivos para la conservación –a veces incluso más efectivas que el establecimiento de un área formalmente protegida–. Hay varios estudios que destacan las contribuciones de los pueblos indígenas para limitar la deforestación, así como iniciativas con sinergia en diferentes mecanismos”.

Desgraciadamente, continúa el informe, “en muchas regiones las tierras indígenas se están convirtiendo en meras ‘islas’ de diversidad biológica y cultural, rodeadas de extensas áreas biológicamente deterioradas”.

Pie de Página ha documentado que en los últimos años los pueblos originarios han dado una lucha frontal para defender sus tierras. Las batallas de decenas de comunidades por defender sus territorios. Desde 2017, nació el Especial Resistencias , un recorrido que mapea su oposición ante la sobreexplotación y el saqueo de recursos naturales. Compartimos algunos ejemplos:

  • En la Huasteca potosina, 140 comunidades nahuas y teenek emprendieron una singular batalla contra el gobierno federal y empresas que buscan gas y petróleo debajo del agua de sus manantiales: amparados en el derecho de los pueblos originarios, los municipios de Xilitla y Tanlajás se declararon “libres de fracking”.
  • Tatahuicapan Pueblo Náhuatl obtuvo su calidad de municipio a través de la movilización. Acumula resistencias desde hace dos décadas. Primero, contra la CFE; luego por la defensa del agua; y ahora prepara baterías para evitar la entrada del fracking.
  • En la Huasteca Potosina, un grupo de personas convencidas de la importancia de defender su agua y su salud ante la amenaza del fracking se organiza para proteger la región de las ambiciones petroleras del gobierno federal.
  • Los Cucapá viven de la pesca en El Zanjón, la zona Núcleo de la Reserva de la Biósfera del Alto Golfo de California y Delta del Río Colorado. Desde hace dos décadas, las mujeres han encabezado una gran batalla contra políticas federales que condenan al pueblo a la extinción.
  • Ejidatarios se organizan y defienden el agua y la tierra del proyecto de la Presa Milpillas sigue latente en Zacatecas, afectaría 19 comunidades con la repartición del agua, que se proyecta para la cervecera Grupo Modelo.
  • Samir Flores fue un nodo en el Oriente de Morelos contra el Proyecto Integral Morelos. Gracias a su labor, las comunidades se articularon el la Asamblea Permanente de los Pueblos de Morelos y su labor en la radio comunitaria permitió informar a toda la región de los daños que trae consigo el PIM junto con la termoeléctrica en Huexca.
  • Estos mayas son dueños de su tierra y están autoempleados. Hace algunos años, descubrieron una ruta eficaz para salir de la pobreza a la que los había condenado el fin de la producción henequenera: conservar su hábitat y promover el turismo ecológico.

Lydiette Carrión Soy periodista. Si no lo fuera,me gustaría recorrer bosques reales e imaginarios. Me interesan las historias que cambian a quien las vive y a quien las lee. Autora de “La fosa de agua” (debate 2018).