La devastación del planeta por la producción de energía y alimentos nunca había sido peor. Y en ese contexto de veloz extinción, son los pueblos originarios quienes mejor cuidan el medio ambiente, por encima de los organismos gubernamentales creados específicamente con esa finalidad
Texto: Lydiette Carrión
Fotografía: Archivo /Karen Rojas Kauffmann y Héctor Guerrero
El último informe de la ONU sobre el medio ambiente es tajante: debido a la producción de energía y alimentos para la humanidad, la Tierra vive su peor momento desde que el hombre camina sobre ella. El nivel y la velocidad de extinción y devastación en la actualidad es inédito. Hay un millón de especies animales y vegetales amenazadas por la actividad humana; es decir, uno de cada ocho animales o plantas se extinguirá si la forma de producir y consumir no cambia.
El documento fue compilado en los últimos tres años por la Plataforma Intergubernamental Científico-Normativa sobre Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas (IPBES); tiene unas mil 800 páginas; y el resumen para su difusión, unas 40.
Ahí se señala que las tierras que pertenecen a los pueblos originarios son las que menos han sufrido deterioro ambiental; sin embargo, alerta que este conocimiento se está perdiendo.
El resumen, en su página 23, advierte: “gran parte de la biodiversidad natural y doméstica en el mundo descansa en áreas que han sido tradicionalmente manejadas, ocupadas o propiedad de los pueblos indígenas y las comunidades locales (el reporte destaca esto como un dato bien documentado; es decir, que existe suficiente evidencia)”.
El peligro es que esta forma de producir, más acorde con la naturaleza, se está perdiendo. Literalmente, afirma:
“A pesar de que hay esfuerzos a todos los niveles y a pesar de que la naturaleza –así como los conocimientos para conservarla–, están decreciendo de forma mucho más lenta en la tierra manejada por los pueblos originarios (documentado, pero de forma incompleta), aun así, este conocimiento y protección de los pueblos se está deteriorando”.
El informe no señala las causas de esta pérdida de conocimientos por parte de pueblos originarios; sin embargo, en el párrafo siguiente enumera un factor que probablemente sea determinante: los procesos de colonización.
“No obstante una larga historia de conflictos vinculados a la expansión colonialista, así como las apropiaciones de tierras para la creación de parques naturales y otros usos, los pueblos originarios y las comunidades locales a menudo han manejado sus tierras y cuerpos de agua de una manera que está ajustada a las necesidades locales, durante generaciones”.
En otras palabras, añade el estudio, la actividad de los pueblos originarios por lo general es compatible, o apoya activamente, la conservación de la diversidad.
“Lo hacen mediante el acompañamiento de los procesos naturales con actividades humanas. Al menos un cuarto de la tierra global es manejada por pueblos originarios. De esta misma, un 35 por ciento se encuentra formalmente protegida; y otro 35 por ciento tiene poca o nula presencia humana (establecido pero incompleto)”.
Y agrega otro dato que si bien es esperanzador, no es sorprendente: los pueblos originarios son más efectivos en la conservación que los propios programas institucionales.
“Las instituciones de conservación y los regímenes de gobierno locales, a menudo han sido más efectivos para la conservación –a veces incluso más efectivas que el establecimiento de un área formalmente protegida–. Hay varios estudios que destacan las contribuciones de los pueblos indígenas para limitar la deforestación, así como iniciativas con sinergia en diferentes mecanismos”.
Desgraciadamente, continúa el informe, “en muchas regiones las tierras indígenas se están convirtiendo en meras ‘islas’ de diversidad biológica y cultural, rodeadas de extensas áreas biológicamente deterioradas”.
Pie de Página ha documentado que en los últimos años los pueblos originarios han dado una lucha frontal para defender sus tierras. Las batallas de decenas de comunidades por defender sus territorios. Desde 2017, nació el Especial Resistencias , un recorrido que mapea su oposición ante la sobreexplotación y el saqueo de recursos naturales. Compartimos algunos ejemplos:
Lydiette Carrión Soy periodista. Si no lo fuera,me gustaría recorrer bosques reales e imaginarios. Me interesan las historias que cambian a quien las vive y a quien las lee. Autora de “La fosa de agua” (debate 2018).
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