9 marzo, 2024
Las banderas de las madres buscadoras llenaron las calles de todo el país este 8M, no porque se asuman feministas, o no, sino porque al buscar, las buscadoras cuidan sin remuneración, supliendo la carencia del Estado en encontrar memoria, justicia y verdad
Texto: Eliana Gilet / Cooperativa de periodismo*
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CIUDAD DE MÉXICO. -La figura de la madre buscadora tiene una potencia única, que por sí misma ya ganó la fecha del 10 de mayo como el espacio dónde todas le rendimos culto públicamente. El 8M abre la puerta para visibilizar también a las hermanas, tías, esposas y novias, madres de los hijos o abuelas en búsqueda que, cada día, sostienen un peso demasiado grande sobre sí: el de buscar a más de cien mil personas desaparecidas en México.
Fueron ellas, en su movimiento, quienes se enseñaron que la lucha de una es por todas las desaparecidas, como un razonamiento lógico, más que un mandato moral. La búsqueda unió en colectividad forzosa a mujeres de variado arraigo e historia que, en el caso de la Ciudad de México, confluyeron en una manifestación afuera de la sede de la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México, en los días que Claudia Sheinbaum asumió la Jefatura de Gobierno.
Allí estaba Juana Garrido, hermana de Viviana Garrido Ibarra, que entonces tenía apenas un mes desaparecida. La potencia que la manifestación tuvo ese día, desembocó en la creación de Hasta Encontrarles – Ciudad de México: el primer colectivo de familiares en búsqueda de la capital mexicana. Dos años después se unió Rubí Reyes Escobar, hermana de Jesús Reyes Escobar, desaparecido un año después que Viviana, junto a dos de sus compañeros de trabajo en Sanborns: Ángel Ramírez Chauffón y Leonel Báez Martínez.
En 2022, todas ellas marcharon juntas en el 8M, junto a la generación de las más chicas de la familia y varias morras solidarias. Entonces, Juana decía que su perspectiva sobre la lucha feminista había cambiado al ver el total protagonismo de las mujeres en el movimiento de búsqueda.
Porque aunque hay hombres, la mayoría son mujeres en ese y otros colectivos de búsqueda de la capital y su zona conurbada, que se multiplicaron en los últimos seis años, entre los que destacan Una luz en el camino y Uniendo Esperanzas del Estado de México, que tienen una fuerza propia para azuzar el movimiento y una envidiable capacidad de gestión, como demuestran las búsquedas que han protagonizado.
Quienes vivimos en esta megalópolis debemos reconocer el trabajo incansable de Jaqueline Palmeros, Carmela Volante, Lourdes Romero, Rosa Isela Milla, Catalina Escobar, Oliveria Martínez, Verónica Rosas, Benita Ornelas, Dionisia Pelcastre, Aracely González, Paula, Claudia, Abi y Adhaneli Reyes Escobar, Trinidad Núñez, Leticia Chávez, Aidé Hernández, Martina César, Angélica Orozco, Adriana Martínez, Aída Guzmán, Natalí Hernández, Fernanda Andrade, Natalia Ramírez, Fernanda Caballero, Elena López, sólo por mencionar algunas. Especialmente destacar la memoria de Herminia Valverde, quien murió el 21 de mayo de 2023 sin conocer el paradero de su hija, Vanessa Díaz Valverde, estudiante de la UNAM que continúa desaparecida.
Ahora, su gravitación en el movimiento de mujeres no deviene del hecho que las buscadoras sean feministas o no, sino porque ellas sostienen un nuevo tipo de trabajo de cuidado no remunerado, que es aprovechado por la estructura estatal, al desatender su obligación de buscar a la gente. Siguiendo lo que explicó Silvia Federici en sus análisis sobre la invisibilidad del trabajo doméstico y al no estar remunerado, no entra en la ecuación cuando se calcula por qué los ricos son más ricos.
Aunque la explicación de cómo el trabajo de cuidado está invisibilizado por el cariño que lo vuelve obligatorio para la mujer sea una idea vieja, apenas está llegando a discutirse en ambientes políticos acerca de cómo revertir el origen de esta desigualdad. La inclusión de un futuro Sistema público de cuidados entre las propuestas de la candidata Clara Brugada, abre espacio en medio de la institucionalidad para dar una discusión clavada en el corazón del feminismo.
El trabajo de las buscadoras no está considerado dentro de estas labores, aunque esté profundamente basado en el afecto, en el amor más puro y también, en que es la única herramienta que les han dejado para no enloquecer frente la impunidad reinante. La nula búsqueda institucional de las desaparecidas fue la condición que hizo que las buscadoras avanzaran en diseñar un método que las auxiliara para lograrlo. Y lo han conseguido, porque incluyeron a la comunidad y su información que ella guarda en la búsqueda. Pero cuando la autoridad ha querido copiarlo, no lo ha logrado.
Aún así, las mujeres participan y nutren esas brigadas que la autoridad organiza, aunque sean meras simulaciones, ineludibles para el afecto que alimenta la búsqueda e infunda el cuidado, pero que nadie termina por reconocerles como tal.
La pregunta que buscamos introducir a la reflexión de este 8M en torno a las buscadoras es: ¿está el estado capitalizando su labor como antes el patrón se apropió soterradamente del cuidado que las mujeres dieron gratis a sus trabajadores?
Mira el reportaje sobre las Mujeres en la búsqueda de personas desaparecidas en México, de la #Cooperativadeperiodismo a continuación:
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