Resignifiquemos el Día Internacional de Lucha contra el Cáncer de Mama. Desde una cultura de la prevención, el gozo y la alegría de vivir, podemos incidir en la formulación de políticas públicas que por fin tomen en cuenta la enorme diversidad de cuerpos y contextos
Twitter: @tuyteresa
Pechos, senos, mamas, bubis, chichis, claustro materno, ubre, regazo, refugio, cobijo… Desde el inicio de los tiempos, los pechos han sido origen y destino. Luego de la placenta, la leche materna es el primer alimento vital. Mamíferos, animales vertebrados de sangre caliente que producen leche para alimentar a sus crías. Pecho nutricio inmortalizado en la representación de la Madona Lactante.
Los pechos también han sido motivo de estudio psicoanalítico y filosófico. No es casualidad que nuestro universo se llame Vía Láctea, una referencia a la mitología griega. Significa: Camino de leche. Galaxia en espiral derramando el alimento más preciado, savia infinita.
Es probable que no haya una parte del cuerpo con tal carga simbólica, erótica, histórica y cultural como las mamas.
A este peso se suma la paradoja: nuestros pechos son y no son nuestros. Nos han sido negados a tal punto que muchas de nosotras hemos experimentado periodos de insensibilidad o dolor extremo sea por motivos físicos o emocionales.
Tetas: objeto del deseo, mercancía para la industria del porno, mama examinada por la medicina, delicia para los amantes.
Durante el mes de octubre la parafernalia mediática pretende hacernos creer que con un listón rosa es suficiente para atender un tema vital para nuestra salud comunitaria y social. Cada 19 de octubre se conmemora el Día Internacional de Lucha contra el Cáncer de Mama.
Uno de los temas clave: la detección oportuna. Además de la revisión ginecológica anual, el ultrasonido y la mastografía después de los 40 años, la autoexploración como una forma de prevención del cáncer, debería ser una práctica imprescindible.
Para que todo esto suceda hay que atravesar múltiples barreras: la económica, no habrá salud pública de calidad sin servicios médicos accesibles y asequibles. Y por supuesto aún persisten barreras como la vergüenza, el miedo y por supuesto: la desinformación. Urge información clara, veraz y accesible para fomentar una cultura del autocuidado y la prevención.
Datos de la Organización Mundial de la Salud señalan que actualmente la principal causa de muerte en el mundo es el cáncer. Tan solo en el año 2020 fallecieron 10 millones de personas. Los tipos más comunes son: mama, pulmón, colon y próstata.
De acuerdo con el INEGI, durante el año 2021, murieron 7 mil 973 mujeres a causa del cáncer mamario. Esto equivale a 48 defunciones por cada 100 mil mujeres de 20 a 59 años.
Es paradójico que, mientras la industria de la belleza y los medios lucran con nuestros pechos, no existen campañas que logren instalar una cultura para la detección oportuna del cáncer, tampoco existen políticas públicas que sean suficientes para frenar el incremento sostenido de este padecimiento.
Cierto es que el cáncer es un tema complejo, implica un análisis del modelo económico, así como el cruce con temas ambientales y culturales. Esto tampoco se hace visible durante el mes de octubre. Parece que las incipientes campañas están centradas en la responsabilidad personal de un tema profundamente social. La salud es social e histórica.
Por otro lado, la industria cosmética ha pretendido homogeneizar la belleza de los pechos. Esther Pineda autora del libro: Bellas para Morir, estereotipos y violencia estética contra la mujer describe y desnuda la dictadura de la belleza más como una carga que como una experiencia estética para nuestro propio deleite.
Y es así como cada año, con esta saturación de mensajes contradictorios, que se nos invita a la “autoexploración”.
¿No es paradójico que nos inviten a tocar nuestras tetas cuando históricamente se ha condenado la exploración lúdica de nuestro cuerpo?, ¿sólo podemos palpar nuestros senos para detectar una enfermedad? Y peor aún: ¿por qué debemos hacerlo solamente a partir del miedo?
Lamentablemente muchos casos se diagnostican en estado avanzado de cáncer, debido a que no existe una cultura de la prevención y aún persisten barreras que dificultan el acceso a los servicios de salud.
Como todo proceso de autoconocimiento, la práctica es imprescindible para conocer y descubrir o redescubrir nuestro cuerpo y nuestras mamas. Hay tantos pezones, areolas y glándulas mamarias como mujeres en el planeta. No hay tetas erróneas o feas. Las hay saludables o con alguna lesión y resulta vital, identificar estas señales: https://www.paho.org/es/temas/cancer-mama
El derecho a politizar nuestro cuerpo parte de la reflexión y la acción colectiva. Y ha sido motivo de lucha durante siglos. En algunos casos ha implicado tomar las tribunas, ocupar el espacio público mediante la intervención simbólica de sitios estratégicos o desnudarnos como un acto político.
Es en este punto que La Teta comienza a ser nuestra, a ocupar espacios distintos en el plano simbólico y cultural.
Una de las mejores portadas de este año es la de Gaceta UNAM. Abre con un poderoso retrato de Sandra Monroy con el torso desnudo. Sandra es activista contra el cáncer de mama, se reconoce como una amazona, figura mitológica que se quitaba un seno o ambos para ponerse el peto de guerra.
Esta portada es bella, alegre, llena de vida y no revictimiza a las mujeres que se han realizado una mastectomía completa. Al contrario, abre la posibilidad de un diálogo colectivo acerca del tema desde un lugar de dignidad.
Ampliamente recomendable el trabajo de nuestra querida colega Isabel Briseño en Pie de Página: La Libertad de ser bellas, historia que pone en el centro la importancia del cuidado colectivo, la salud comunitaria, la resignificación de la belleza y la dignidad:
¿Por qué es tan importante resignificar este día? Quizá porque desde una cultura de la prevención, el gozo y la alegría de vivir, podemos incidir en la formulación de políticas públicas que por fin tomen en cuenta la enorme diversidad de cuerpos y contextos.
Mientras tanto podemos favorecer una cultura del autocuidado, luchar por más y mejores mastografías gratuitas, insistir por campañas masivas para la prevención del cáncer mamario y por qué no: una muestra colectiva de Tetas en Rebeldía: desde el arte, los medios y las disidencias.
No queremos que cada 19 de octubre la única referencia a nuestros pechos solo sea desde el deber, la culpa o la vergüenza.
Ojalá algún día podamos revertir esta cultura del miedo y transformarla en cuidado constante, en actos de cuestionamiento a la medicalización de nuestros cuerpos y por supuesto a la reivindicación de nuestra salud sexual, el gozo y la alegría de vivir.
¡Por nuestras Tetas, salud!
Guionista, reportera, radialista. Cubre temas culturales, sexualidad, salud, género y memoria histórica. En sus ratos libres explora el mundo gastronómico y literario. Cofundadora de Periodistas de a Pie.
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