25 junio, 2021
Ángel fue víctima de secuestro y homicidio en Quintana Roo, mientras trabajaba en la construcción de Planet Hollywood. Su historia ilustra la manera en la que el crimen organizado se infiltra en el Caribe..
Texto: Ricardo Hernández
Ilustración: Minerva GM
CANCÚN, QUINTANA ROO.- No llevaba ni una quincena como obrero en la construcción de un lujoso resort cuando Ángel Jhoan de la Cruz de la Cruz fue secuestrado por un grupo del crimen organizado, torturado, y ejecutado. Arrojaron su cuerpo en lo que sería una de las primeras fosas clandestinas conocidas del Caribe mexicano.
Ángel llegó a Cancún en junio de 2020. Venía de Macuspana, Tabasco, donde la mayoría de personas vive en pobreza. “Manolo”, un conocido de la localidad le ofreció trabajo a cambio de un salario que difícilmente alcanzaría en su municipio de origen.
El trabajo era de ayudante de albañil en las obras del exclusivo resort de la marca Planet Hollywood, proyectado sobre Isla Blanca, colindante a Cancún. En esta área se tienen planes de construir cerca de 30 mil cuartos de hotel: una nueva zona hotelera para atraer a turistas del más alto poder adquisitivo.
La construcción –sobre todo de hoteles– es una de las actividades económicas más importantes de Quintana Roo. Y para construir no solo hace falta inversión, sino un sin fin de técnicos y obreros, quienes trabajan infaustas jornadas bajo el sol y la humedad del Caribe seis días a la semana. A la entidad llegan personas de Oaxaca, Chiapas, Tabasco, Campeche, Veracruz y Yucatán para emplearse en cualquiera de las obras en curso de las cadenas hoteleras internacionales –que sumaron el año pasado, con todo y pandemia, 6 mil nuevas habitaciones–.
Mientras los inversionistas ven en esta masa a trabajadores, el crimen mira un nutrido mercado de consumo y una oportunidad inmejorable de reclutamiento y de extorsión: migrantes internos que llegan solos y sin redes de apoyo, con la responsabilidad de ser el principal sustento familiar, como era el caso de Ángel.
Ángel se presentó a las obras de Planet Hollywood el lunes 15 de junio y trabajó hasta el sábado 20. Ese día, al término de la jornada, fue levantado por unos sujetos que preguntaban por el tal “Manolo”, supuesto contratista de obra civil del hotel y quien debía el pago del derecho de piso. Ángel no sabía nada, pero eso no importó, cuenta Vicente de la Cruz, su padre. Ángel fue privado de su libertad y torturado el resto del sábado y todo el domingo por supuestos integrantes del crimen organizado, como forma de presión para “Manolo”.
Solo lo dejaron ir el lunes por la madrugada tras quitarle su salario semanal y para que mandara la advertencia al contratista, asegura Vicente. Lo primero que hizo fue tomar un taxi y pedir que lo llevaran a la zona conocida como “El Crucero”, un circuito improvisado de camiones y combis desde donde parten al primer rayo del sol los miles de obreros que trabajan en Cancún e Isla Blanca y a donde regresan al filo de la tarde para dirigirse a las periféricas cuarterías donde viven. Como pudo, Ángel llegó al cuarto que rentaba, pidió prestado a uno de sus compañeros su celular –ya que lo habían despojado del suyo– para comunicarse con su familia.
“Nos marcó, nos platicó que lo golpearon en un cuarto de ahí de Planet Hollywood, que lo tablearon… nos habló desde otro número, de un compañero de trabajo que se lo prestó… que lo habían golpeado, que querían cobrar derecho de piso, que querían hablar con ‘Manolo’”, recuerda Vicente.
En seguida le marcó a “Manolo”, quien le dijo que no se preocupara, que regresara a trabajar, que todo estaba arreglado. Pero nada estaba arreglado y a Ángel lo volvieron a levantar el martes dos sujetos encapuchados, esta vez, de manera definitiva.
El miércoles Vicente ya no supo nada de su hijo. Tampoco el jueves ni el viernes. “Reuní un dinerito, porque para llegar hasta acá sí está lejos, y me vine”, dice Vicente en entrevista. Llegó la mañana del sábado 27 de junio a la terminal de autobuses de Cancún. Fue hasta la obra y preguntó al personal de seguridad por su hijo, quienes inmediatamente negaron que hubiera alguien con ese nombre, pese a que Vicente llevaba la foto de la credencial que acreditaba la adscripción a Planet Hollywood. Exasperado, Vicente lanzó gritos, pero lo único que consiguió fue llamar la atención de los miembros de la organización que controla la obra. Advertido por una trabajadora, Vicente se retiró del lugar en combi, aunque se percató que era seguido por una camioneta polarizada.
Era mucho el riesgo, por lo que decidió regresar a Macuspana, donde recibió una llamada apenas había arribado que lo dejó más intranquilo.
«Contesto de un número con lada 998 (de Cancún) y me dice un tal ‘Comandante negro’: ‘Mire, nosotros tenemos a su hijo. Queremos que nos dé el número del contratista porque en el que tenemos ya no nos contesta’. Es que Manolo había cambiado de número. Y me dice: ‘Nosotros no tenemos nada contra usted, pero Manolo dejó a su hijo como garantía de pago, hasta nos firmó un papel”, relata.
Los ruegos no sirvieron de nada y el “Comandante negro” colgó. Ángel pidió apoyo a su familia, aunque sin suerte. Recurrió a un amigo chofer de autobuses foráneos para que lo transportara sin costo, quien aceptó. Fueron 12 horas de viaje en camión, gratis, pero de pie todo el trayecto.
En esta segunda visita a Cancún fue directo a la Vicefiscalía General para interponer la denuncia por desaparición forzada. Al escuchar el nombre, los funcionarios quisieron convencerlo de omitirlo, que no mencionara “Planet Hollywood” en la denuncia ni mucho menos que se estableciera que ahí fue torturado y levantado, algo con lo que nunca estuvo de acuerdo Vicente, pero que no pudo impedir.
Ahí en Cancún también supo que no era el único caso, pues en las oficinas estaban los familiares de William Ariel Llanes, Carlos de la Cruz, Juan Pablo Pech y Carlos Ramón López, todos trabajadores de Planet Hollywood, todos desaparecidos.
Quintana Roo no es Veracruz, no es Tamaulipas ni Guerrero. En Quintana Roo la desaparición forzada no es un fenómeno generalizado. Sin embargo, en los últimos tres años se han dado algunos hechos reconocidos como tal. El caso de Planet Hollywood, ubicado en Isla Blanca, que forma parte de la zona continental de Isla Mujeres, ha sido el más alarmante de todos.
Vista al vuelo, Isla Blanca es una estrecha franja de tierra entre un sistema lagunar y el Mar Caribe, con una sola vía de comunicación, un carril de ida y otro de vuelta.
En el camino, solo hay vegetación y grandes y exclusivos hoteles al pie de la playa, algunos ya terminados, los más, aún por levantarse.
Al inicio, hace apenas unos años, el crimen solo tenía poca presencia en el lugar. Hoy controla la mayoría de las obras, de acuerdo con fuentes oficiales, trabajadores de la construcción, contratistas y especialistas, como James Tobin, miembro del Consejo Nacional de Seguridad.
Tobin confirma que los grupos criminales se han enquistado en las obras. El modus operandi, confirma, consiste en infiltrar a un criminal como trabajador, quien tendrá la tarea de recopilar toda la información posible: ubicará a los contratistas y estimará el personal en labores, principalmente. Luego llegarán más miembros de la organización criminal, cargados de mariguana para vender, primero, voluntariamente, luego, por ley, con amenazas de tomar represalias si se denuncia. Seguirán el cobro de derecho de piso a los contratistas.
Hay casos, comenta en entrevista Jorge Escudero Buerba, del Comité de Consulta y Participación de la Comunidad, en que los hoteles o los contratistas llegan a un acuerdo con los grupos criminales antes de iniciar las obras.
Dependiendo del tamaño de la obra y del personal que maneje el contratista es el cobro por piso, que se exige por única ocasión, dice “Julia”, quien fue encargada de la seguridad de una empresa contratista en uno de los hoteles de la zona y a quien llamaremos así por protección. En una obra pueden participar hasta 10 contratistas diferentes: para los trabajos de cimentación, de obra civil, instalaciones, tablaroca, pisos, cancelería, pasta y pintura, detalles, jardinería, etcétera. En los trabajos de cimentación en los que participaba “Julia” intervenían apenas 10 personas y el jefe tuvo que pagar 180 mil pesos para que lo dejaran tranquilo. Pero en obra civil trabajan más de mil obreros. Y por ende, el precio de la extorsión se dispara, comenta la trabajadora.
Además del cobro a empresarios, a cada albañil se le extorsiona con entre 300 y 500 pesos por semana, según cuenta un “pastero” consultado, que antes de trabajar en una obra de Puerto Cancún, una de las zonas con mayor plusvalía del Caribe mexicano y a donde aún no irrumpe el crimen, trabajó en Isla Blanca.
Aún más: a los obreros se le obliga a comprar droga y se les tortura cuando no pagan, cuando deben dinero o cuando se niegan a participar
“Una vez me tocó ver cómo torturaban a un trabajador. Yo ya había salido, pasé por el sótano y ahí vi que tenían a un chavo, que lo estaban golpeando porque debía dinero. Me tuve que esconder hasta que se fueran”, cuenta Julia. “Las cosas están muy pesadas”, reconoce.
Una fuente oficial conocedora de lo que ahí sucede y que solicitó el anonimato refiere que son tres las organizaciones criminales que operan en la zona: el Cartel de Jalisco Nueva Generación, el Cártel de los Pelones y el Cártel de Bonfil.
Los delitos ocurridos en el municipio, sin embargo, no se reflejan en las estadísticas oficiales. De acuerdo con el Sistema Nacional de Seguridad Pública, en Isla Mujeres, en 2019, el año más violento y letal en la historia reciente de Quintana Roo, no se abrió ni una sola carpeta de investigación por secuestro o rapto. Y hubo apenas tres averiguaciones previas por extorsión y siete por narcomenudeo.
La cifra negra impera, sentencia James Tobin.
“Cuando salí de la Fiscalía”, retoma la narración del caso Vicente, “recibí otra llamada. Se escuchaban varios radios, así como si estuvieran varios guardias. Me dijeron que ya no tenían a Ángel ahí. Y que todo había sido culpa de ‘Manolo’. Y ya no me dijeron nada”.
La incertidumbre crecía y de la Fiscalía, Vicente solo recibía un congelado desinterés. Los trabajos no condujeron a nada durante mucho tiempo. Tuvieron que pasar cinco meses desde la desaparición de Ángel para que hubiera noticias del caso. En noviembre de 2020 la Fiscalía General del Estado (FGE) informó sobre el hallazgo de osamentas de cuatro personas en un lote aledaño al resort. “A-l-e-d-a-ñ-o”, deletrea histriónicamente Vicente. “Siempre sospechamos que los cuerpos los fueron a sacar del hotel y los tiraron en ese predio, para no afectar a los del Planet”, dice.
Pero no fue sino hasta el 14 de diciembre que la FGE se comunicó con Vicente para solicitarle acudiera a las oficinas, a fin de tomar muestras de ADN para compararlas con la de los cuerpos hallados, lo cual hizo luego de “juntar otro dinerito”. Un viaje exprés de ida y vuelta a Macuspana.
Pasaron otros seis meses más y, por fin, el pasado 25 de mayo Vicente recibió una nueva llamada de parte de la Fiscalía que le confirmaba la sospecha: uno de los cuerpos de la fosa era el de Ángel. Lo requirieron nuevamente en las oficinas para realizar los trámites necesarios para la entrega del cuerpo.
Esta vez le costó más trabajo juntar dinero, pues sobre Tabasco había pasado recientemente el huracán “Eta” y Vicente fue uno de los más de 300 mil afectados por las inéditas descargas de agua. Su casa, cuenta, se inundó hasta la mitad por un par de semanas. Perdieron casi todo, dice. Como ayuda, el gobierno estatal le dio a la familia de Vicente un refrigerador, que tuvo que empeñar para viajar a Cancún, pues la Fiscalía y la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (Ceaveqroo) de Quintana Roo, aunque le prometieron cubrir los gastos, no lo hicieron. Con lo que le dieron por el empeño y con la ayuda de un conocido pudo pagar el boleto de camión. Cuando llegó, el pasado martes 1 de junio, la Fiscalía aún no tenía listo los papeles para tramitar el acta de defunción: fue día perdido. Al segundo, faltó solo una firma, lo cual supo hasta que el personal del Registro Civil se lo dijo. Solo hasta el tercer día se completaron los trámites. Los restos de su hijo habían quedado en manos de una funeraria del centro de Cancún, responsable de trasladarlos hasta Macuspana.
“Pero hubo algo que no me gustó nada, que me molestó mucho”, dice Vicente por teléfono. “Nunca vi a mi hijo, nunca me dejaron ver los restos. Se lo dije a los de la Fiscalía, y ellos me dijeron que no sé qué, pero no me dejaron verlo. La caja en que venía, que era como de esas cajas de madera chiquitas donde meten a los niños, estaba toda cerrada. No pude verlo”, se queja.
Ángel fue enterrado el sábado 5 de junio, en el panteón municipal de Macuspana.
“Pero, bueno, así son las cosas de la vida”, se resigna Vicente.
Planet Hollywood Bech Resort, de 898 suites de lujo, cuyo lema es “Vacaciona como una estrella” y al que se le invirtieron más de 200 millones de dólares para su construcción, fue inaugurado el 29 de enero de 2021 sin ningún contratiempo.
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