“No sabemos si vamos a salvar un año escolar”, profe de prepa

14 agosto, 2020

Desde problemas de conectividad, el dinero y hasta que se va la luz. Los profesores que ya iniciaron clases enfrentan los retos de la educación a distancia ¿Cómo realizar un año escolar en esas condiciones?

Texto: Vania Pigeonutt

Fotos: Daniel Lobato y Especial

Ciudad de México.– Roberto es un profesor de preparatoria incorporada a la Universidad  Nacional Autónoma de México (UNAM). Empezó sus clases virtuales el lunes 10 de agosto. La pandemia de covid–19 lo pone ante un nuevo reto profesional, pero  también reflexiona sobre  la desigualdad social en México. Su escuela está a una media hora de Matías Romero, Oaxaca, y a una hora  de la ciudad de Juchitán. Algunas veces las lluvias lo desconectan del mundo. 

Los 30 profesores de ese bachillerato, cuya matrícula ha bajado más del 30 por ciento,  tienen que lidiar con dar clases en  medio de la desconexión. También se va la luz.

“Eso ya de por sí es un factor en contra del mecanismo que estamos intentando llevar; sin embargo, afortunadamente no se nos ha afectado tanto; hemos tenido una señal decente, como a mediodía empieza flaquear. Hemos tratado de llevar a cabo las clases desde classroom y de meet, se satura un poco la señal y empieza a bajar”, explica Roberto.

Roberto comparte que las alumnas y alumnos que viven en otras comunidades en Matías Romero, en Almoloya, en Chahuites, cerca de Juchitán, Oaxaca, tienen más complicaciones. Ahí las lluvias han pegado mucho más, y la señal, no existe.

“Son alumnos de nuevo ingreso, de bachillerato ,que están perdiendo la primera semana y va a ser difícil la recuperación, porque estamos con los planes de estudio”.

Dice que con los maestros buscan la forma de adecuarse, para que no se vean afectados sus alumnos y al mismo tiempo avanzar en los planes y programas.

“Los mecanismos que nosotros hemos optado son agregarnos a grupos de Whats App, para entender la situación de los demás, pero son de comunicación que también pueden fallar. Los maestros estamos en cursos, estamos constantemente en actualizaciones de plataformas que ya utilizamos, hacerle frente a la educación a distancia en todos lados posibles”.

Leticia M. Ayala comenzó siendo maestra a los 19 años como suplente en preescolar y primaria de la materia de español; ahora adaptó su cuarto en la cuarentena para dar clases a sus alumnos desde ahí. Descansa y trabaja en el mismo lugar.

El maestro Roberto está cansado. Más porque la escuela particular a la que pertenece no tiene ningún privilegio, así los han hecho saber. Pero ellos han visto cómo ha pegado la deserción escolar. Tiene que preparar nuevos métodos de enseñanza, diversificar sus dinámicas y trabajar horas que no le pagan,

“A cómo están las cosas han bajado unos cinco, seis [estudiantes] por grupo; y de los que acaban de ingresar este año solamente salieron dos grupos, cuando antes había tres». Continúa: «En mi caso, la materia que doy cinco veces a la semana, Lengua española, esas cinco horas a la semana ya no existen para mí”, cuenta.

También observa que en su comunidad, la escuela es también un sustento económico de varias familias.  “Es una fuente de ingreso para muchos; y si no está la educación de forma presencial, esa gente no pueden subsistir. Los que están afuera de los recesos, de la salida, toda esa gente ve mermada su economía”.

Profesores sin parar 

Eduardo Sarmiento es otro profesor de preparatoria incorporada a la UNAM en la Ciudad de México. No ubica el momento que haya podido parar en estos meses de pandemia. 

“Todos estos meses han sido de cursos, cursos, cursos de actualización  más actualización. Y bueno, hay un agotamiento de entrada, una saturación de los profesores en las pantallas, y esto se refleja en el ambiente. No está tan fácil, hay sus ventajas y sus desventajas, ha sido difícil esta modalidad”, dice.

El profesor de filosofía comenta que la ruptura de la comunicación o conexión de: “esto lo tienes que tener previsto».

«Lo que nosotros hicimos fue apoyarnos entre profesores si a mí me falla el sistema otro profesor puede entrar a la clase a cubrirme, siempre y cuando deje una actividad”.

Cuestiona el avance del proceso de aprendizaje en esta modalidad en adolescentes:

“Es efectivo del cumplimiento del programa, pero no del aprendizaje y ahí es donde podemos cuestionar las formas: yo creo que sí ha sido difícil el adaptarnos. Y no sólo es adaptarse sino la parte formativa y vivencial de los jóvenes. Un joven que lo tengas sentado tantas horas aislado estás en cierta forma mecanizando la educación y afectando su salud. Y, como decimos nosotros, lo más lo más bello la escuela nivel bachillerato es la convivencia”.

Para Eduardo muchos chicos van huyendo de sus casas por situaciones de violencia y porque la escuela es el espacio donde realmente pueden sociabilizar.

“Como decía Simón Rodríguez, lo primero que nos tienen que enseñar en esta vida es la sociabilidad», dice. Lo que ahora ocurre, con el excesivo uso de las tecnologías, es que se va rompiendo el tejido de sociabilidad de los propios jóvenes.

«Aunque tengan información, aunque tenga el manejo de información tecnología la forma de sociabilizar cambia mucho, y no siempre para bien”.

El docente comparte que los calendarios escolares cumplen con una función económica, van de la mano de las fuerzas productivas.

“Tú tampoco puedes paralizar el sector estudiantil, que es muy amplio, porque paralizas también el sector productivo. O sea, van de la mano las dos cosas. Eso es en la parte económica, pero la otra parte estudiantil, de la enseñanza y las condiciones en el que los maestros y maestras se encuentran en este momento no solamente es actualizar a un profesor. Habemos quienes no sabemos utilizar muchos recursos tecnológicos; habrá quiénes sí lo saben hacer”.   

Foto: Especial.

Recuperar el sentido de lo humano

Leticia Ayala es profesora de Criminología en una universidad del oriente de la ciudad; imparte las materias del área forense; y también capacita maestros a nivel primaria. Ella considera que en este tiempo se debe recuperar el sentido de lo humano, ser más empáticos.  

“Tratar de adecuar toda la planeación de la clase a algo no presencial [pierde] totalmente el sentido de vínculo humano, lo cual es muy, muy complicado. Si de por sí en el salón de clase no tienes el control total, por factores externos o internos de la clase, ahora en línea es aún más difícil, porque tú no estás segura o no sabes si están entendiendo, si tienen dudas o no, porque incluso se limitan mucho más en aportar algo a la clase”.

Anteriormente, ella realizaba ejercicios en los grupos, que eran para para conocerse o interactuar y que cada uno supiera quiénes son sus pares. Pero ahora no lo puede hacer. Los grados que apenas empiezan ni siquiera conocen a sus compañeros.  “O sea están en equipos porque tienen que hacer equipo con el que le gustó el nombre, o porque le gustó cómo participa o la voz… yo qué sé.  Entonces se pierde mucho de la relación humana y para nosotros los maestros es muchísimo más difícil”.

Ella ha escuchado a papás decir que nada más es picar un botón y las personas se conectan. “Pero para picar ese botón y conectarse [hay detrás] un proceso larguísimo de capacitación del uso de las plataformas. Conocer los distintos tipos de plataformas: ¿Cómo se utilizan? ¿Cuáles son las propiedades que tiene cada una? En qué escuela vas a trabajar con qué plataforma, saber dónde vas a cargar archivos, y los alumnos van ha cargar archivos”.

La profesora advierte que no es un proceso fácil. ¿Dónde van a calificar? ¿Cómo van a evaluar y por qué. No tiene el control de si sus alumnos copian, esa es otra de las desventajas que los estudiantes tienen en cuanto a adquisición de aprendizaje. “Tienen todos los medios. Aunque tú hagas el examen en “Forms”, o hagas el examen oral… tienen el teléfono con internet, tiene a sus familiares, su libreta y eso garantiza que realmente hayan aprendido y que lo puedan poner en práctica”. 

La profesora resume: este esquema le revela la desigualdad.

“Me comentó un alumno que no podía tomar clases todos los días porque tenía tres hermanos y se rotaban la compu para tomar clases; que eran a la misma hora y, pues no podían comprar más compus. Eso creo que es  bien importante”.

Leticia considera que la labor docente está subestimada. Pero es una profesión desgastante; hay profesores que han fallecido, y varios más enfermaron covid–19, lo que aumentó la carga laboral de los demás. Considera que es importante valorar esta labor, pero que la Secretaría de Educación Pública (SEP), tome en cuenta dar opciones para mejores esquemas, que los considere.

*Con información de Daniel Lobato.